Las obras que Neal Adams produjo para DC Comics (y, en menor medida, Marvel) entre 1967 y 1974 marcaron el comienzo de una profunda transformación en el arte del comic-book. En aquellas páginas, Adams reinterpretó las identidades artísticas de varios de los principales héroes de la editorial, erigiéndose en el único campeón que DC podía presentar para contrarrestar la hegemonía de Jack Kirby en Marvel Comics durante los sesenta.
Si la aproximación gráfica de Kirby era de dimensiones colosales y una estilización exagerada, Adams era lo opuesto: una fusión única de anatomía dinámica y realismo fotográfico que por primera vez hizo que el pintoresco mundo de los superhéroes tuviera un aspecto verosímil como nunca antes. Las expresiones faciales y corporales estereotipadas fueron reemplazadas por una amplia gama de emociones humanas; su dominio de la perspectiva y la anatomía le permitieron dibujar a los héroes saltando o volando con suaves y fluidos movimientos. Sus montajes de página y composiciones de viñeta eran igualmente sorprendentes y arriesgados; su estilo de entintado creó escuela en la plasmación de la luz y la sombra. Fue, en resumen, un revulsivo para la industria, un ejemplo para toda una generación de nuevos dibujantes que abrieron sus mentes a las posibilidades que el medio ofrecía dentro del ámbito del comic-book.
Y todo empezó con Deadman.
Neal Adams había nacido en Nueva York el 6 de junio de 1941. Tras asistir a la Escuela de Diseño Industrial, decidió emprender una carrera en el mundo del comic-book. Sin embargo, no era el mejor momento. A Marvel Comics aún le quedaban dos años antes de que los Cuatro Fantásticos comenzaran a cambiar el género de los superhéroes; los comics de terror de la EC habían sucumbido unos años antes; y DC, aunque embarcada en la revitalización de su línea superheróica, no contrataba nuevos dibujantes, como comprobó el propio Adams tras ver rechazadas sus muestras. Además, el dibujante de comic book era una especie de paria artístico

Archie Comics fue su tabla de salvación. Su trabajo no les convenció mucho pero aún así le encargaron una serie de historietas de media página del personaje emblema de la casa para Archie´s Jokebook Magazine nº 41 en 1959. Poco después, entró a trabajar con Howard Nostrand, un antiguo artista de comic-book que solía trabajar para Bob Powell y que necesitaba un ayudante para una tira de prensa basada en la serie televisiva de Bat Masterson. Permaneció allí tres meses y mientras tanto realizó también encargos para Johnstone & Cushing, una firma de arte comercial en la que tuvo la oportunidad de aprender nuevas técnicas que años más tarde aplicaría en sus páginas.

Decidió a continuación convertirse en ilustrador. Durante seis meses se dedicó a montar un portafolio que pudiera presentar a diferentes editoriales y agencias de publicidad. En una de ellas, alguien se lo robó y su codiciado proyecto profesional se malogró. Para ganarse la vida, realizó sustituciones en famosas tiras de prensa, como “Juliet Jones”, “Peter Scratch”, “Rip

Pero su deseo de entrar en el mundo del comic-book no se había extinguido. Marvel estaba ya pegando fuerte y DC hubo de despertar de su sopor y contratar a nuevos dibujantes. En 1967, Adams enseñó su trabajo a Robert Kanigher e inmediatamente le contrataron (también por estas fechas consiguió publicar historietas en el magazine “Creepy” de Jim Warren, concretamente en sus números 14, 15 y 16).
Adams demostró ser un todoterreno, y además rápido. Daba igual lo que le encargaran: títulos cómicos como “Jerry Lewis” o “Bob Hope”, bélicos como “Star Spangled War Stories” o “Our Army At War”, portadas de Superman (a pesar de las reticencias del editor del hombre de acero, Mort Weisinger, a quien al principio no gustaba el estilo de Adams) o series de oscuros superhéroes como “The Spectre” (cuatro episodios desde el número 2, 1968) en el que se convirtió en el primer dibujante de la Silver Age en escribir sus propias historias.

Y Drake así lo hizo. El resultado: Deadman. Boston Brand era un temperamental trapecista circense que es asesinado mientras actúa. Pero no muere. La misteriosa deidad hindú Rama Kushna recupera su espíritu –ataviado con su atuendo artístico que incluía una máscara cadavérica- y lo “condena” a vagar por el mundo en busca de su asesino. Fue Carmine Infantino quien diseñó su aspecto físico y uniforme (de los pocos que no ha experimentado variaciones tras casi medio siglo de historia) y dibujó el número de Strange Adventures en el que fue presentado, el 205 (octubre de 1967). Sin embargo, Infantino ascendió al puesto de director artístico de DC y fue incapaz de seguir ocupándose de narrar la desesperada búsqueda de Deadman. En su lugar, propuso al joven Neal Adams, que se ocupó de los lápices en el 206 (noviembre de 1967), con un decepcionante entintado de Georges Roussos. Un número después ya se responsabilizaba también de pasar a tinta sus dibujos y de ilustrar las portadas.
El propio Carmine Infantino había iniciado una renovación estilística y narrativa de los comics

Sus innovaciones no sólo fueron formales: su dibujo se apartaba del estilo “cartoon” que utilizaba la gran mayoría de profesionales del comic book,

La combinación de su dibujo naturalista y sus extremismos –si se pueden llamar así- narrativos, contribuyó a recalcar la soledad y angustia del personaje principal, dotándole de una emotividad ausente en otros héroes de la editorial, así como a combinar con acierto los planos “real” y “místico” del universo en el que aquél llevaba a cabo su búsqueda.
Deadman sigue siendo hoy un comic cuyo apartado


“Deadman” no era exactamente una historia de superhéroes al uso; tampoco se la puede calificar de terror y aunque tiene elementos de serie negra (todos esos criminales y gángsters a los que considera como posibles asesinos de su yo físico antes de descartarlos para continuar su búsqueda) tampoco cae dentro de esa denominación. Por otro lado, los experimentos narrativos de Adams pudieron ser demasiado radicales para unos lectores conservadores más acostumbrados a los estilos de dibujantes veteranos de la casa, como Murphy Anderson o Carmine Infantino. Si a ello añadimos que el esquema argumental de la “Búsqueda” tiende a agotarse pronto, el extraño aspecto del protagonista (rostro de calavera, atuendo chillón) y su incapacidad de interactuar directamente con otros personajes -¡un héroe muerto!- tenemos quizá algunas de las razones que llevaron, finalmente,

Así, la colección cerró en su número 216 (enero de 1969), oficialmente por falta de ventas, aunque el propio Giordano afirmó que la escasa promoción de la editorial y el dejar que Deadman no obtuviera su propio título en lugar de seguir siendo “invitado” de Strange Adventures” tuvo mucho que ver. No obstante, los editores tuvieron la deferencia de no dejar la historia inconclusa. Ésta continuaría en otras colecciones de la casa (Brave & The Bold 79 y 86 y Aquaman 50-52) hasta su definitiva conclusión en Challengers of the Unknown nº 74 (junio de 1970).
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