11 mar 2022

2004-OTRO CLAVO – Alan Davis


En 1998, Alan Davis escribió y dibujó la miniserie de la Liga de la Justicia, “El Clavo”. En ella utilizó una encarnación clásica del grupo inserta en una continuidad alternativa para articular una historia de paranoia y prejuicios que recordaba no poco al tema principal de los X-Men. En un mundo sin Superman –o, al menos, no criado por los Kent y cuyo misterio sobre su paradero se mantenía hasta el final de la serie-, los superhéroes son víctimas de una campaña de difamación y ataque por parte de un enemigo en las sombras. Davis no abrió con este comic nuevos territorios dentro del género, pero sí ofreció una aventura superheroica emocionante, moderna y clásica al mismo tiempo, que llevaba el suspense hasta el final y que estaba fenomenalmente dibujada.

 

Seis años después, Davis revisita ese mundo alternativo con “Otro Clavo”, de nuevo una miniserie de tres episodios. Este tipo de ejercicios pueden ser traicioneros. La largamente esperada secuela de “El Regreso del Caballero Oscuro” (1986), de Frank Miller, aun teniendo sus defensores, fue una obra decepcionante, incluso embarazosa. Afortunadamente, no es ése el caso con “Otro Clavo”, aunque sí es cierto que no llega a estar al mismo nivel de la primera entrega.  

 

En parte, ello es deliberado. Mientras que “El Clavo” utilizaba sus coloristas peripecias superheroicas para envolver una intriga con temas sociopolíticos serios de fondo, “Otro Clavo” es una épica cósmico-dimensional de gran alcance bastante más convencional. “El Clavo” se alineaba con esa larga tradición de comics DC que tratan de integrar tantos personajes como sea posible bajo la forma de cortas intervenciones y cameos, pero a la postre se centraba en Green Lantern, Flash, Hawkwoman, Wonder Woman, el Detective Marciano, Atom y Batman. Pero en “Otro Clavo”, el impulso del fan que es Davis –y el deseo de satisfacer a otros como él- le lleva a incluir un reparto amplísimo, aunque sea en apariciones de una sola viñeta (de Omac a Vicky Vale, de Madame Xanadú a Halcón y Paloma, de Jonah Hex a Blackhawk, etc), que amenaza con sobrecargar la historia. Aunque más personajes tienen la oportunidad de participar en escenas de verdad, todo el conjunto parece forzadamente inflado. Davis pone toda la carne en el asador, pero al hacerlo asume el riesgo de perder por el camino a todo lector que no sea un veterano fan del universo DC.

 

La historia, de hecho, se solapa un poco con la de “El Clavo” en el sentido de que allí Davis había dejado deliberadamente un cabo suelto en la forma de un gran conflicto cósmico entre los Nuevos Dioses y los Green Lantern. “Otro Clavo” comienza examinando esa guerra con más detalle antes de recuperar a los héroes de la Tierra un año después. Aunque una batalla -que habitualmente asociamos con un clímax-, es una forma un tanto extraña de “comenzar” una historia, es interesante ver cómo Davis utiliza aquel “descarte” narrativo de la miniserie anterior (cuando no sabía si alguna vez podría hacer una segunda parte) no sólo para ampliar la secuencia de los Nuevos Dioses, sino que en otros momentos hace que ciertos personajes aludan a escenas de “El Clavo”, como si la actual crisis hubiera estado cocinándose en su mente desde el principio.

 

Un año después de los acontecimientos narrados en “El Clavo”, Darkseid, a punto de ser derrotado, está dispuesto a destruir el universo. El apocalipsis se evita gracias a la intervención de Big Barda, Mr.Miracle y los Green Lantern, pero la Liga de la Justicia no está del todo segura de la muerte del villano y sus miembros deciden investigar. Mientras tanto, Oliver Queen-Green Arrow está agonizando en la cama de un hospital, cuidado por Canario Negro. Los Outsiders que lidera ésta, con la ayuda del Dr.Fate, encuentran la forma de resucitar a Metamorfo (que había resultado aparentemente muerto en “El Clavo”).

 

La situación se complica para la JLA después de que Superman vea su salud deteriorarse súbitamente tras un combate con Despero y Estrella Maligna. J´onn J´onzz examina a su compañero para tratar de averiguar la causa de su debilitamiento y le recomienda que descanse, creyendo que todo se debe a su actividad incesante durante el pasado año. Así, el Hombre de Acero se toma unas vacaciones y viaja a Kansas para visitar a los Kent en compañía de Lois Lane.

 

Power Girl, Orquídea Negra y Star Sapphire roban el androide Amazo (responsable de la muerte de Hawkman y las heridas de Green Arrow) del laboratorio del doctor Magnus y sus Metal Men coincidiendo con el ataque que efectúan sicarios de Darkseid contra otros héroes. En este punto, reaparecen otros personajes como Deadman, Zatanna, la Patrulla Condenada, el Sindicato del Crimen o el Fantasma Desconocido, sugiriendo que el tejido del multiverso y el mundo mágico se está rompiendo, algo que experimentan de primera mano Aquaman y Wonder Woman cuando se ven transportados a la prehistoria. Las cosas empeoran aún más cuando el mismísimo Espectro es víctima de un ataque masivo. Entretanto, Superman y Lois Lane permanecen ajenos a la situación y Batman, todavía traumatizado por las muertes de Robin y Batgirl (vistas en “El Clavo”) se desorienta aún más cuando se enfrenta a un Joker vuelto a la vida y dotado de poderes mágicos.

 

La crisis culmina con numerosos personajes de diferentes dimensiones y épocas colisionando sobre los cielos de Metrópolis. Superman reacciona tratando de restaurar las líneas temporales neutralizando la maléfica fuerza que ha originado ese caos, pero fracasa mientras el Joker y Batman luchan desesperadamente. El plan póstumo de Darkseid parece que va a triunfar cuando un héroe con el que ya nadie contaba se sacrifica para devolver el orden al mutiverso.

 

La estructura básica de “Otro Clavo”, al menos inicialmente, no se diferencia demasiado del de su predecesora y, de hecho, un personaje incluso dice sentir una especie de deja vu: los héroes sospechan que algo ominoso está acechando, aunque no pueden estar seguros de su naturaleza; y se separan en equipos más pequeños para investigar distintas pistas. Pero mientras que en la primera miniserie había involucrado un siniestro movimiento sociopolítico, aquí el peligro es algo que afecta al propio tejido espacio-temporal.

 

“El Clavo” enfatizaba el misterio, la investigación y la metáfora social. En esta ocasión, Davis trata de profundizar más en las personalidades, lo cual, siendo una buena idea, no termina de funcionar, en parte debido a que, ya lo dije en otra ocasión, les da la misma voz genérica a todos los personajes. El personaje con mayor desarrollo potencial –y el que identifica principalmente a esta historia como un “Otros Mundos”- es el novato Superman que, como se nos desveló en “El Clavo”, fue criado por los amish. Pero tampoco él se aprovecha tanto como sería deseable.

 

Como ya dije en el artículo anterior, estos comics pretendían recuperar el espíritu de la Edad de Plata, utilizando las identidades de Hal Jordan y Barry Allen como Green Lantern y Flash respectivamente (recordemos que cuando se publicaron estas miniseries, ambos personajes estaban muertos y nadie esperaba que se los reintegrara en la continuidad oficial). La propia historia hace uso del multiverso de mundos paralelos que en ese punto DC había abandonado en “Crisis en Tierras Infinitas” (1986). Aun así, Davis no puede evitar romper ese aire nostálgico con detalles como mostrar la versión femenina de Wildcat; o dando diálogos a Flash y Atom propios de adolescentes un tanto atolondrados cuando en los sesenta ambos héroes eran adultos sensato.

 

Aunque “Otro Clavo” aprovecha el sello “Otros Mundos” para implementar unos cuantos cambios en los personajes, en el fondo el lector sabe que los héroes nunca van a perder –algo que sí ocurría en “El Clavo” gracias a la atmósfera un tanto oscura y de peligro indefinido en la que discurría la acción-. No parece que Davis tuviera aquí la misma ambición que con “El Clavo”. Su continuación es “sólo” una aventura de altos vuelos, tan divertida como autoindulgente, razonablemente épica y que no se diferencia tanto de cientos y cientos de comics publicados por DC en los últimos treinta o cuarenta años. Hay algunas soluciones inspiradas, como la identidad de quien, en último término, salva al universo y cómo lo hace (en lo que parece una disculpa con un personaje que algunos quizá pensaron había sido duramente maltratado en “El Clavo”). Pero en otros momentos, Davis fuerza la mano para crear misterios de la nada, con personajes enredando la situación sólo por no comunicarse unos a otros en lo que andan metidos.

 

La densidad y complejidad de los guiones de Davis, que había funcionado maravillosamente bien en, por ejemplo, “Excalibur”, aquí va demasiado lejos y lastra la historia: hay demasiados personajes, demasiadas tramas abiertas, demasiados giros… Y es una lástima porque a Davis le sobra imaginación y la facilidad con la que plasma los personajes y ambientes del universo DC le habría permitido, en un formato más descomprimido, disponiendo de más episodios, componer una saga más ordenada y digerible.

 

Como artista, Davis es uno de los grandes del género superheroico desde hace décadas. Viniendo de una tradición gráfica heredera de los artistas británicos como Don Lawrence, Frank Bellamy o Frank Hampson, con los años fue sintetizando su estilo, incorporando influencias de Don Newton, Jim Aparo o Neal Adams para asentar una personalidad propia que, a su vez, ha servido de inspiración a profesionales más jóvenes. No es de extrañar que muchos compren sus comics atraídos sólo por sus dinámicas composiciones, elegante y precisa línea y figuras rebosantes de glamour (especialmente sus bellas mujeres, claro).

 

En mayor medida que Marvel, DC parece tener una querencia especial por este tipo de aventuras que aglutinan indiscriminadamente todo tipo de héroes y en las que la mitad de la diversión consiste en identificar los cameos. En este sentido, “Otro Clavo” no aporta novedad alguna, ya que la editorial hace una o dos de estas historias cada año. Esta tendencia deriva presumiblemente de “Crisis en Tierras Infinitas”, una maxiserie fundacional a la que debe mucho “Otro Clavo” con su amenaza a la fábrica del tiempo y el espacio, los multiversos y el cruce de personajes de diferentes épocas y realidades. Puede resultar interesante recordar que estas dos obras, a su vez, se inspiran en un comic anterior.

 

En 1978, el título de DC “Showcase”, un título antológico que iba cambiando de personajes cada pocos meses, celebró su número 100 con una historia que incorporaba muchos de los personajes que habían desfilado por sus páginas a lo largo de los años. Una hazaña nada despreciable habida cuenta de que ese reparto incluía desde superhéroes a trogloditas pasando por detectives o personajes abiertamente cómicos. Los guionistas Paul Levitz y Paul Kupperberg imaginaron una aventura de 34 páginas en la que el tiempo empezaba a desarticularse, haciendo que personajes del futuro lejano acabasen mezclándose con otros del pasado distante. Como sucedería luego en “Crisis” y otras sagas, muchos de esos personajes se limitaban a aparecer como meros cameos, pero los escritores hicieron un trabajo eficiente a la hora de reunir un conjunto ecléctico de personajes (de Lois Lane a Green Lantern, de Space Commander al Angel) y enfocarlos hacia una determinada misión. Aunque con el paso de los años haya sido imitado hasta la saciedad, como aventura y exploración de personajes, aquella vieja historia de “Showcase” sigue siendo una de las mejores aportaciones a este concepto.

 

Y ese puede que sea uno de los principales problemas con “Otro Clavo”. Es una épica de enorme alcance y consecuencias potencialmente apocalípticas que abarca todo el multiverso DC… y que acaba colocado en la estantería junto a una veintena de comics con premisas, estructura y ambiciones semejantes. Está claro que Davis quería hacer su versión de “Crisis en Tierras Infinitas” (quizá porque sentía que “El Clavo” no había sido lo suficientemente grandioso o “cósmico”) y, al final, no aporta nada nuevo ni le da un toque netamente personal más allá de su dibujo. Es cierto que la repetición es una constante en los comic-books de superhéroes. ¿Cuántas historias de Batman contra el Joker o Superman contra Luthor se han contado a lo largo de las décadas? Guionistas y dibujantes siguen volviendo a ellas una y otra vez y nuevas generaciones de lectores las disfrutan. Pero al mismo tiempo e inevitablemente, sólo una minoría destaca sobre el resto como para ser recordadas y muchas menos alcanzan al rango de clásicos.

 

“La Liga de la Justicia: Otro Clavo”, en resumen, no es un tebeo particularmente memorable y, como secuela, no está a la altura de su predecesora en originalidad, planteamiento y desarrollo. Pero Davis tiene oficio y talento más que suficientes para ofrecer un tebeo entretenido y, así, además de a sus muchos seguidores, puede recomendarse a quien, siendo un buen conocedor del Universo DC, tenga ganas de sumergirse en una lectura escapista y divertida, con una avalancha de personajes inmersos en una aventura cósmica muy bien dibujada y correctamente resuelta, aunque también algo manida.  

 

 

3 comentarios:

  1. Aquí estoy totalmente de acuerdo contigo. El tema es que Davis no es ambicioso pese a que tiene talento para ser un autor. Lo que le pesa a sus clavos es que son nostálgicos y convencionales. Claramente su objetivo era satisfacer a los aficionados como él (de su generación) y así aleja a todos los demás, y es una pena porque es un buen guionista y un sobresaliente dibujante.

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    1. Lo cual no quita, ojo, que la obra consiga su objetivo. Para un aficionado veterano al universo DC, el comic entretiene. Otra cosa es que no aporte nada nuevo y que ya estemos un tanto hartos de tanta épica cósmica, tanta amenaza que va a destruir el universo, para luego no cambiar nada. No obstante, repito, la leí con más agrado que, por ejemplo, sus especiales de cierre de ClanDestine.

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  2. Claro. Es que aquí no está de vuelta como al final de Clandestine. A mi Davis me gusta mucho y por eso tengo los clavos, pero no pude leerlos hasta 10 años después y no soy de la generación del inglés. Si el tío no fuese tan nostálgico y quisiese ir más allá las normas de la Edad de Plata habría hecho algo memorable. Davis es bueno en el planteamiento y en el nudo, pero la resolución del 1º es muy rápida y maquinal y la 2º es banal y simple. Así diluye todo lo que ha montado y deja mal sabor de boca porque traiciona expectativas. Los clavos como cómics de superhéroes son superiores a la media pero no llegan al notable y llegar allí es algo que a Davis le sería fácil si no escribiese para el niño que fue. O sea, lo clavos son mediocres porque los hace el inglés. En manos de muchos otros diríamos que estamos ante una de su mejores obras.

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