20 sept 2021

1937- PRÍNCIPE VALIENTE – Harold Foster (2)

 


(Viene de la entrada anterior)

Pero no todo eran campañas y batallas. También había espacio para el amor. Antes de su matrimonio con la princesa Aleta (2 de octubre de 1946), la historia de su atormentado romance y el efecto que su encuentro inicial con ella ejerció sobre el joven vikingo, fue el motor de una gran búsqueda. Foster era básicamente un caballero del siglo XIX con un acendrado sentido del honor y del Bien y del Mal. Pero lejos de ser un conservador en el tema de los roles de género, le desagradaba la volubilidad, docilidad, incluso servilismo que exhibía Dale Arden hacia Flash Gordon, quien, pese a soportar los habituales celos de ella, nada tenía que esforzarse por tenerla comiendo de la mano. El héroe de Foster encontraría el amor verdadero, sí, pero sólo tras acometer mil tribulaciones durante cinco años después de su primer encuentro, en 1941. Cuando Val y Aleta por fin se casaron, y todavía más conforme la familia fue ampliándose en el curso de los años posteriores, muchos directivos de la King Features y los fans más escépticos, pensaron que aquel enfoque pequeñoburgués sería el fin de la serie. Al fin y al cabo, había un motivo por el que todos los grandes héroes de los comics eran eternos solterones.

 

Nada más lejos de la realidad. El matrimonio de Val y Aleta abrió todo un nuevo mundo de posibilidades dramáticas para el personaje. El mismo Foster había sido bendecido con un matrimonio longevo y feliz. De hecho, idealizó a su esposa Helen -tal y como nos revelan los retratos que hizo de ella- para crear a Aleta. La Reina de las Islas de la Bruma era una mujer de armas tomar: inteligente, con recursos, de voluntad firme, sexy, dulce, sensible, alegre, vital y hábil en el arte de la diplomacia, pero también de mano dura cuando era necesario ya fuera en los asuntos domésticos o del trono. Aunque Foster no lo pretendiera así, su Aleta fue una campeona del feminismo medieval.

 

Llegó así una etapa en la que la serie ofrecía tantas justas, batallas y gestas como escenas intimistas de vida familiar. De hecho, Val alternaba sus misiones para la Tabla Redonda y el periódico cambio de escenario entre Camelot, Thule y las Islas de la Bruma, con momentos de reposo familiar que aliviaban la violencia habitualmente presente en sus vagabundeos. Dramáticamente, eran treguas ideales para la reflexión, la ironía y el estudio de personajes a través de amoríos más o menos frustrados o correspondidos e intrigas y lances cortesanos. Devoto servidor de su rey y su nación (o naciones, dado que es hijo tanto de Inglaterra como de Thule), Val es también la encarnación de la piedad filial y la virtud doméstica. De todos los sentimientos y emociones que Foster plasmó en “Príncipe Valiente”, el más memorable fue el intenso amor entre Val y Aleta. No estuvo exento de discusiones, desencuentros e incluso separaciones, pero siempre volvieron el uno a los brazos del otro, dejando a un lado orgullos y resentimientos.

 

Con el discurrir de las décadas, la progenie de Val lo acaba involucrando en complicaciones muy propias del siglo XX. En la plancha del 12 de noviembre de 1967, por ejemplo, su arrepentido hijo confiesa: “¡Oh Madre, me siento horrible! Me han dado la droga que empuja a los hombres a la locura y no sé qué horribles cosas habré hecho bajo su hechizo”. Aunque reconocía los cambios que traían los tiempos y trataba de reflejarlos en sus historias, hasta su jubilación de la serie Foster nunca dejó de defender los valores propios del caballero perfecto: integridad, honor, valor, cuidado del cuerpo y la mente, humildad, protección del débil frente a los abusos del fuerte, cortesía con las damas... sin olvidar la alegría de vivir y el disfrute de los pequeños placeres de la existencia.

 

Otro aspecto único de “Príncipe Valiente” –o casi único, porque ya lo había experimentado antes Frank King en “Gasolline Alley” (1918-presente)- es que, huyendo del estatismo temporal presente en otras muchas ficciones, Foster hizo envejecer a sus personajes, una evolución que apreciaron mucho más, naturalmente, los lectores de entonces, que veían al héroe protagonista madurar con los años conforme ellos también lo hacían. Así, Val empieza sus correrías en la serie con cinco años y ha terminado siendo un abuelo. En 1965, su hijo Arn asume temporalmente el protagonismo cuando viaja a Norteamérica dirigiendo una tripulación de vikingos para cumplir la promesa que hizo su madre a los indios años atrás. A partir de ese momento, Foster encontrará varias ocasiones en las que el hijo relevará al padre como héroe no oficial de la serie. La evolución de los personajes no afecta sólo a su físico, sino a sus mentes y, podemos decir, sus propias almas. El inicial belicismo de Val, su sentimiento de desarraigo, su inquietud vital, la llamada de la aventura… van siendo sustituidas paulatinamente por cierto espíritu melancólico y reflexivo propio de la madurez. En el futuro, otros autores aplicarán la misma herramienta sobre sus personajes, como Chester Gould en “Dick Tracy”, Van Hamme y Rosinski en “Thorgal” o Charlier y Giraud en “Blueberry” por mencionar solo unos ejemplos notables.

 

En último término, el éxito de “Príncipe Valiente” descansa en que trata sobre la Vida, con sus momentos de tragedia y felicidad, de amistad y rivalidad, de los peligros que acechan en el mundo y la seguridad que aguarda entre parientes y amigos. Es cierto que la sensibilidad y buen gusto de Foster no le permitió retratar la dureza de la época medieval –por no hablar de que su publicación en cientos de periódicos por todo el mundo, donde su comic era leído por millones de personas, imponía ciertos límites en cuanto a la crudeza que podía mostrar- pero el hecho de que, por ejemplo, varios personajes secundarios de relevancia quedaran lisiados por la pérdida de sus miembros, o las abundantes muertes que se suceden –aunque sin sangre ni evisceraciones por las mismas razones que las arriba expuestas-, ponen de manifiesto un realismo que iba más allá de lo que podía encontrarse en la mayoría de los comics de prensa de la época (de hecho, el Syndicate tuvo que animarle a rebajar el tono gráfico de algunas escenas).

 

A menudo alabado por su trabajo de investigación y documentación a la hora de plasmar la época medieval, Foster sabía muy bien que estaba haciendo trampas, comprimiendo la Historia, idealizando y mezclando elementos de distintas épocas, por ejemplo, al presentar el siglo V del Rey Arturo trufado de castillos normandos y armaduras que sólo se fabricarían centurias más tarde. En las diversas aventuras de Val, Foster nos muestra la descomposición del mundo clásico romano invadido ya por los bárbaros, la cristianización de Irlanda o Escandinavia, las invasiones sajonas, la aparición del Islam, los hunos de Atila y los vikingos, los palacios orientales de fantasía conviviendo con castillos igualmente idealizados y capillas románicas… Mezcla sin problemas personajes históricos de diferentes épocas o incluso con otros legendarios, los druidas con los sacerdotes y el código caballeresco extraído de las obras de amor cortés con armamento extraído del siglo XV, vestuario renacentista o los irreales cascos con cuernos de los piratas nórdicos.

 

Estas incongruencias y anacronismos hay que tomarlos como lo que son: licencias dramáticas que permiten embellecer una historia con más fantasía que realismo histórico. Aunque los diferentes objetos físicos y paisajes que van desfilando por la serie están individualmente bien documentados, desde el punto de vista de la fidelidad cronológica, no puede decirse en absoluto que “Príncipe Valiente” sea un comic histórico sino una saga épica de aventuras que utiliza un decorado histórico modelado a conveniencia de las necesidades dramáticas, algo que, por otra parte, es muy común en la ficción –especialmente la norteamericana-.

 

En cualquier caso, el autor era un perfeccionista que investigaba y dibujaba con meticulosidad difícilmente imitable todo lo relacionado con arquitectura, vestuario, objetos cotidianos, armamento, paisajes naturales de las zonas por las que viajaba el héroe… Foster fue desde la infancia y durante toda su vida un amante de la caza y la pesca, del mar, las montañas y los bosques y sus dibujos reflejaban esa pasión. Los personajes viven muy unidos a la Naturaleza, se alimentan de sus frutos y sufren sus azotes. El ciclo de las estaciones juega un papel tanto narrativo como estético en muchas historias y en especial las que transcurren en Norteamérica (a partir de 1947), donde llegan Val, Aleta y un contingente de vikingos. Allí, se ganan el respeto de los indios y se adaptan a la vida en esas tierras. La épica es sustituida por el sencillo discurrir de las estaciones y las actividades asociadas a ellas, incluida la reproducción: allí será donde nazca Arn, el primer hijo de Val y Aleta. En aquellas planchas, Foster se recreó a placer en el dibujo de los preciosos paisajes de su Canadá natal, dominados por los bosques, las cataratas y los ríos…

 

A Hal Foster se le ha considerado con justicia el intermediario entre los ilustradores norteamericanos del siglo XIX y los dibujantes de comic del XX. Ciertamente, Alex Raymond había hecho lo propio algo antes con su “Flash Gordon”, pero el trabajo de Foster era más sólido, menos ostentoso que las andanzas extraterrestres del rubio adonis y a años luz de éste en cuanto a realismo, caracterización y desarrollo de los argumentos. Sus páginas son impecables. Sin excepción. Desde el comienzo, impuso al King Features Syndicate como parte de sus exigencias para abandonar “Tarzán”, que la nueva serie constaría exclusivamente de planchas dominicales y no de tiras diarias. Ello le permitiría dedicar más tiempo a su elaboración. Y vaya si lo aprovechó. El acabado gráfico, el dominio de la figura humana y la sutil expresión de emociones, la inmensa variedad de fisonomías, las equilibradas y poéticas composiciones… todo ello está plasmado con un preciosismo detallado y majestuoso que no ha vuelto a ser igualado y que venía subrayado por un sublime coloreado que fue posible gracias al talento y las técnicas de los grabadores de entonces.

 

Mientras que críticos y políticos se lamentan –a veces en un alarde de cinismo, todo sea dicho- del declive moral en los medios de comunicación y los productos culturales, lo cierto es que los comics de prensa eran más, digamos, sexys, décadas atrás y para los estándares de su época. Aunque hoy es ya una matrona entrada en años y una abuela, tanto la joven Aleta como todas las mujeres que fueron desfilando por “Príncipe Valiente” en sus primeros veinte años, se veían favorecidas por la evidente ausencia de ropa interior. Hoy, por el contrario, la corrección política impide a las jóvenes de la serie exhibir la belleza de sus figuras tal y como hicieron sus antepasadas.

 

Por otra parte, “Príncipe Valiente” nunca ha utilizado globos de diálogos o pensamiento insertos en la viñeta. Foster siempre optó por colocarlos al pie de las mismas para no estorbar el disfrute de su meticuloso dibujo. Esto, tanto como su calidad artística, lo distinguió entonces y ahora de otras series de aventuras y la aproximó al espíritu de un poema épico ilustrado.

 

Hal Foster tenía ya 45 años cuando creó “El Príncipe Valiente”. En 1970, con 78 años, decidió seleccionar a un artista que le sucediera al frente de su gran creación. Hubo tres aspirantes: Wally Wood, Gray Morrow y el finalmente elegido, John Cullen Murphy, cuyo trabajo en la tira de boxeo “Big Ben Bolt” para King Features Syndicate, había gustado a Foster. Valoró además sus estudios en arte y la experiencia que acumulaba como ilustrador. Su primera página para “El Príncipe Valiente” estuvo fechada el 1 de noviembre de 1970.

 

Desde el otoño de 1971 y hasta principios de 1980, cuando Foster se retiró definitivamente del dibujo, estuvo entregándole a Murphy bocetos a lápiz sobre los que elaborar las planchas. Planchas que habían tenido siempre una numeración. La última en la que puede acreditársele el dibujo fue la 1.788. Fue también la última que King Features distribuyó a formato de página completa. Antes de la Segunda Guerra Mundial, la página de los periódicos medía unos 35x50 cm, tamaño que brindaba a Foster una amplia libertad para mostrar sus excelsas ilustraciones. Durante la guerra, una tira secundaria, “El Castillo Medieval”, ocupó un tercio de la página (de abril de 1944 a noviembre de 1945). En 1971, el formato de “Príncipe Valiente” pasó a ser de media página. La reducción de formato junto a una simplificación en la aplicación de colores, hicieron que Murphy abordara con menor entusiasmo la realización del comic. El comienzo de la nueva década, por tanto, supuso un antes y un después para la serie y el cierre definitivo de su edad dorada.  

 

En 1975, Foster buscó ayuda externa para imaginar y desarrollar los argumentos. Cullen Murphy Jr, hijo del Cullen Murphy dibujante de la serie, empezó a colaborar con guiones. Su elección no era producto del amiguismo –al menos no completamente-: Cullen Murphy Jr tenía una licenciatura en historia medieval y era el editor de la prestigiosa publicación literaria y cultural “Atlantic Monthly”. Su hermana Mairead, por otra parte, se ocupó de la rotulación y el color. Un año después, Foster le pidió a Bill Crouch que escribiera guiones, totalizando seis historias a lo largo de los siguientes cuatro años.

 

Tras cuarenta y tres años dirigiendo el destino de “Príncipe Valiente”, Hal Foster envió sus últimos bocetos a Murphy para la página que se publicó el 10 de febrero de 1980. Tenía ochenta y siete años. Nunca tuvo la aspiración de que su sucesor copiara su estilo. El de éste era más angular y menos meticuloso que el de Foster, y prefería la pluma al pincel. Pero no tardó en descuidar el dibujo y diluir el estilo y carisma que habían caracterizado a la serie en su etapa dorada.

 

Foster murió en 1982, tras una etapa que solo puede calificarse como muy triste: la aplicación prolongada de anestesia durante una operación borró de su memoria cualquier recuerdo de haber hecho “Príncipe Valiente”. Y tampoco se cumplió su deseo de poner final a la serie con una batalla épica en la que muriesen los personajes. En marzo de 2004, Murphy se retiró y, a su vez, eligió al sucesor en la persona de Gary Gianni, quedando los guiones a cargo de Mark Schultz, quien se mantendría en el puesto con la entrada del nuevo artista, Thomas Yeates, en abril de 2012.

 

Por supuesto, el éxito del príncipe vikingo se tradujo en su adaptación a otros medios. Hubo una mediocre película en 1954, dirigida por Henry Hathaway y con Robert Wagner en el papel protagonista, un producto simplón que no hacía honor ni al grafismo de Foster ni al aliento épico de sus aventuras; se publicaron novelas escritas por Max Trell e ilustradas con dibujos de los comics; también se han publicado comic-books…

 

“Príncipe Valiente” sigue publicándose en la actualidad, pero está claro que su relevancia y maravilloso arte son cosa del pasado. Las reducciones en el tamaño de reproducción y los cambios en las técnicas de impresión hacen imposible hoy recuperar la grandiosidad y belleza de aquellas planchas dibujadas por Foster. No obstante, en la actualidad contamos con buenas ediciones que nos permiten conocer esta saga inigualada cuyos personajes evolucionan y envejecen a lo largo de sus vidas y tribulaciones.

 

Junto a sus colegas contemporáneos Alex Raymond y Milton Caniff, Foster está considerado como uno de los artistas de comic más geniales e influyentes de todos los tiempos, un autor que cambió el devenir del medio. Su dibujo, sus personajes y su narrativa, son plenamente disfrutables hoy día y siguen siendo fuente de disfrute e inspiración para artistas y lectores.


5 comentarios:

  1. Bueno, gracias a tu reseña acabo de terminar de leer todas las tiras de 1937. El guión todavía no me convence, pero reconozco que nunca he visto un dibujo tan meticuloso como el de Foster, ver cada una de las viñetas es todo un deleite.

    Me pregunto si puedes hacer una reseña de Giant Days. Gracias nuevamente y espero con gusto la próxima entrada de Spider-Man de Lee y Ditko.

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    1. Hola Fernando. Hay que tener en cuenta que el guion se escribio hace mucho tiempo y para un publico generalista. No esperes grandes profundidades, pero sí una lectura agradable que entra muchísimo mejor que otros clásicos del comic de prensa. El último artículo del Spiderman de Lee y Ditko llegará pronto. No se que es el Giant Days que comentas... Un saludo

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    2. Giant Days es un comic de Boom Box tipo comedia de situación de tres chicas universitarias viviendo el día a día. Guión inteligente y entretenido, elegante dibujo, muy recomendable. Gracias.

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    3. Querría matizar a nuestro anfitrión. Sobre el guión de Príncipe Valiente, me gustaría apuntar que, si bien siempre se ha cantado la excelencia de Harold Foster como dibujante, son sus palabras las que convierten este cómic en una obra maestra absoluta y en el mejor tebeo de todos los tiempos. El nivel de Foster como guionista sólo se iguala a su altura como ilustrador. Su escritura desborda elegancia, ironía, humor, bonhomía, comprensión hacia el ser humano, comunión con la naturaleza y amor por la vida. Su texto se complementa a la perfección con las imágenes, las matiza, les da sentido y hasta las contradice. Y sus diálogos están cuajados de perlas que son constante demostración de la experiencia y sabiduría del viejo Hal, capaz de dotar de carne y alma a unos personajes entrañables e inolvidables, con una mirada compasiva no exenta de sarcasmo. Hay aventuras, costumbrismo, llanto, risas y, sobre todo, un canto de madurez a la existencia no como es, sino como debería ser.

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