A estas alturas no creo que haya nadie que pueda defender que “Avatar” (2009) de James Cameron, independientemente de su magnífica factura visual, ofrezca una historia mínimamente original. Se han mencionado siempre películas como “Bailando con Lobos” (1990) o “Pocahontas” (1995) como referentes inmediatos, pero lo cierto es que el tema del hombre occidental seducido por la pureza del mundo natural y quienes viven en contacto con él y erigido en campeón de su pueblo adoptivo contra sus antiguos y corruptos congéneres, se remonta por lo menos hasta Tarzán y sus enfrentamientos contra los codiciosos ladrones de marfil.
La ciencia ficción empezó a interesarse verdaderamente por los efectos de la acción humana

El primer arco de la serie comienza con el álbum “Nao” (1988) mostrándonos la catástrofe de una nave de pasajeros, la Silver Star, a causa de una lluvia de meteoritos. Una pareja intenta llegar a las cápsulas de salvamento pero no

Nada más amerizar y tomar contacto con los nativos, el muchacho tiene un encuentro con una enorme criatura, el Uruk-Uru, mezcla de ballena colosal y manta-raya, al que aquéllos consideran sagrada. Esa inmediata conexión hace que el chico sea fácilmente adoptado por el pueblo de Aquablue después de que Cybot caiga al agua y quede inutilizado.
Diez años después, el muchacho, al que han bautizado en su pueblo adoptivo como Tumu-Nao, se ha convertido en un valioso miembro de la tribu a punto de pasar el rito de madurez, elegir compañera y ser considerado un pescador de pleno derecho. De hecho, su amada, Mi-Nuee, es la hija del jefe tribal, Melkeiok, mientras que los

Irónicamente, ese imperio financiero actúa ahora en su contra. La Texec (Texas Energy Consortium) ha firmado un acuerdo con los poderes políticos terrestres que la autorizan para apoderarse de Aquablue e instalar una red de centrales energéticas que acabará convirtiendo el planeta en una gran bola de hielo inhabitable. Para proteger a los ingenieros y técnicos de la compañía la Texec ha contratado a las Brigadas Morgenstern, un grupo de mercenarios creado y dirigido por la propia tía de Nao, Ulla. La aparición de Nao-Wilfred en ese momento no hace ninguna gracia ni a los mandamases de Texec ni a Ulla, que deciden eliminarlo. Con lo que no cuentan es con la íntima conexión que Nao ha establecido con las fuerzas más poderosas del planeta…

En ausencia de Nao, tecnócratas y mercenarios han recurrido a las mismas tácticas que los imperialistas europeos utilizaron con otras culturas indígenas de la Tierra: destruirlos a base de minar su convivencia y armonía mediante el alcohol gratis y las baratijas. Melkeiok organiza un movimiento de resistencia, optando por huir con su tribu a las regiones polares, donde todavía no han llegado los humanos. Mientras tanto, en la Tierra, Nao está descontento con el laberinto judicial en el que se ha visto inmerso pero dado que aún no ha podido acceder al dinero de su herencia no puede pagarse una nave que le devuelva a Aquablue para poder continuar la lucha sobre el terreno. Entonces, se producen dos felices acontecimientos: por una parte, se reencuentra con

No quiero seguir detallando en exceso el argumento para no estropear las sorpresas y giros que reserva el guión. En “El Megofias” (1990) interviene en el conflicto el capitán Lochsore y su espectacular nave que da título al álbum. Se trata de un trasunto de capitán Ahab y empresario sin escrúpulos que inicialmente ayuda a la gente de Nao en su guerra contra la Texec y las brigadas Morgenstern, pero que no duda en cambiar su afiliación en cuanto se le presenta ocasión de obtener beneficio. Gracias a su indestructible nave, Lochsore se convierte en un elemento decisivo del conflicto. En “Coral Negro” (1993), se suma a la refriega la Legión, un ejército profesional que la Texec ha conseguido que el gobierno terrestre ponga a su servicio. Estos duros comandos

Este primer arco de la colección es una clara crítica a las perversidades del capitalismo más desatado, aquel que compra voluntades, que corrompe políticos y amenaza a los medios de comunicación para salirse con la suya. Buscando exclusivamente el beneficio por encima de cualquier consideración ética, sus militantes están dispuestos a arruinar el medio ambiente y aniquilar culturas enteras. El uso de milicias privadas, siempre menos controladas y reguladas que los ejércitos nacionales, desgraciadamente es un recurso que hoy están utilizando incluso algunos gobiernos. Cuando las cosas se complican, el gobierno terrestre recurre a las unidades regulares del su ejército para “pacificar” el territorio y garantizar la seguridad de sus compatriotas, una política que tampoco nos es ajena. También resulta familiar la servidumbre de los medios de comunicación

Thierry Cailleteau y Olivier Vatine se conocieron a los dieciséis años y trabajaron juntos en los dos primeros álbumes de la serie humorística “Las Aventuras de Fred y Bob” (1986-87), pero donde su colaboración alcanzó realmente el cénit fue en “Aquablue”, el ecothriller basado en las tropelías coloniales de Occidente y, especialmente, las consecuencias del choque cultural –o, más bien, atropello- sobre los pueblos polinesios.
El estilo de Vatine combina el talento de Mezieres (“Valerian”) a la hora de diseñar naves, artefactos y criaturas, la meticulosidad europea por el detalle y la construcción de ambientes y fondos y el dinamismo del comic-book americano. Desgraciadamente, Vatine abandonó la serie en el cuarto álbum a raíz de una diferencia de opinión respecto al futuro de la serie que degeneró al plano personal–empezó a colaborar entonces con la americana Dark Horse en la franquicia “Star Wars”, una experiencia que no le debió convencer del todo porque no tardó en regresar al comic francés-.
(Finaliza en la siguiente entrada)
Recuerdo ciancu lei el primer álbum allá por los 90 creo... Me encantó, asi como el segundo, después a mí entender la historia empieza a decaer, pero la historia de los dos primeros álbumes es buenísima y muy cinematográfica, mucho más que Avatar.
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