30 oct 2017
1980- BRAVO FOR ADVENTURE - Alex Toth
Alex Toth es uno de los autores más influyentes de la historia del comic. Su genial talento se pudo apreciar disperso por todos los géneros y formatos, desde la Edad de Oro de los superhéroes hasta los relatos de guerra o terror pasando por el mundo de la animación. Y, sin embargo, durante toda su carrera fue un paria que vagabundeó de título en título, de editorial en editorial, sin llegar a encargarse de una etapa relativamente extensa de una colección o un personaje, algo que le hubiera ayudado a consolidarse como autor de referencia para los aficionados. Los comics de “El Zorro” que realizó para Disney en los años cincuenta puede que sean lo más cercano a un trabajo definitorio que podamos encontrar en su carrera. Su otra obra emblemática es “Bravo for Adventure”.
Toth era un autor no sólo talentoso, sino cumplidor en los trabajos que asumía. Sin embargo, fue precisamente su talento lo que le llevó a sufrir una perpetua insatisfacción por su trabajo. Las interferencias editoriales, los guiones mediocres que le proporcionaban y la imposibilidad no ya de obtener los derechos de autor sino simplemente de ejercer la labor creativa con libertad y madurez, le llevaron a apartarse mayormente del mundo del comic en los años sesenta a favor de la animación, realizando diseños de personajes como Space Ghost o Birdman. Mientras tanto, no obstante, siguió colaborando puntualmente para editoriales tan diversas como DC, Marvel, Charlton, Gold Key o Warren.
El perfeccionista Toth se marchó de Hanna-Barbera en 1969 harto de defender ante los ejecutivos la validez de su técnica de trazo grueso y siluetas y cansado de historias mediocres. No entendía que los productores de programas de animación no quisieran adoptar para su medio las mismas virtudes gráficas, narrativas y literarias que adornaban tantas series de comics de prensa. Y entonces llegaron los setenta, una época complicada para muchos medios. Los niños que habían disfrutado durante años los dibujos animados del sábado por la mañana estaban creciendo y aquéllos perdían audiencia, como también lo hacían los comic books. Surgieron nuevas estrategias y se empezó a contemplar que quizá los comics debieran ofrecer mayor libertad a los autores e introducir material más adulto. Toth fue un pionero en esta renovación en lo que se refiere a la autopublicación o la vía de las editoriales independientes. Defendió en las convenciones la necesidad de apoyar nuevos formatos como la novela gráfica y no dudó en dar ejemplo con el comic que ahora nos ocupa.
Toth escribió y dibujó “Bravo for Adventure” en los años setenta como una novela gráfica de 48 páginas destinada ser publicada en color por un editor francés, Nathan, en plena efervescencia del mercado del comic en ese país, pero el proyecto nunca llegó a cuajar. En cambio, acabó serializada en una de las revistas de la editorial Warren, “The Rook” –un derivado de la más famosa “Vampirella”, cuyo protagonista titular era un viajero en el tiempo- para luego ir dando tumbos de editor en editor sin que ninguno llegara a recopilarla y continuarla adecuadamente antes de cesar en el negocio. La serie, por tanto, no pasó de dos capítulos y no tardó en convertirse en notas al pie y menciones en artículos y enciclopedias. Sólo recientemente IDW ha realizado por fin una edición integral y de lujo –que ha tenido su contrapartida en España de la mano de Planeta Comic-, incluyendo material extra como bocetos, fragmentos de historias nunca terminadas, páginas coloreadas e ilustraciones publicitarias.
“Bravo for Adventure” narra las peripecias de un aventurero llamado Jess Bravo y comienza con una rápida introducción en forma de historieta de cuatro páginas presentando el pasado del protagonista: dueño de su propia compañía de vuelos charter, antiguo piloto de la armada y especialista de arriesgadas escenas para películas de Hollywood. Su parecido físico con el famoso actor Errol Flynn le asegura un puesto en los círculos sociales de la industria del cine. La historia propiamente dicha empieza cuando Bravo, cuya empresa aeronáutica está en apuros y a punto de ser embargada por el banco, recibe la visita de un elegante gangster, Nico Kardos, que le pide información acerca de un piloto amigo suyo que ha huido dejándole una deuda considerable. Este individuo, sin embargo, murió un año antes así que hay alguien haciéndose pasar por él. A continuación, Bravo recibe la oferta de un productor para realizar trabajos de especialista aéreo en una película que se está rodando en el desierto, momento en el que entra además en escena la bella pero malcriada hija del director de la misma. Todos estos personajes confluyen en el set de rodaje para un explosivo clímax….
Cuando nos detenemos un momento a pensar en el Hollywood de los años setenta, cuando Toth creó este comic, enseguida destacan aquellos realizadores jóvenes que tomaban géneros clásicos, como la serie negra, y los llevaban a nuevos niveles expresivos. “Bonnie and Clyde” (1967, Arthur Penn), “French Connection” (1971, William Friedkin), “El Padrino” (1972, F.F.Coppola), “Serpico” (1973, Sidney Lumet) o “Taxi Driver” (1976, Martin Scorsese) son ejemplos claros de ese nuevo cine. Toth, en cambio, optó por volver a los clásicos con los que él había crecido sin cambiar nada sino recreándolos tal cual él los había visto y disfrutado originalmente y con todos aquellos elementos que con el tiempo y la reiteración se habían transformado en clichés. Tomó como referentes tanto los films clásicos de los años treinta y cuarenta y los seriales como los comics de Milton Caniff de la misma época, “Terry y los Piratas” y “Steve Canyon”. El problema es que ese amor por los clásicos acaba desembocando en un pastiche poco elaborado. Tras décadas realizando comics de todo tipo, el primer proyecto verdaderamente personal de Alex Toth no se diferencia demasiado de los comics de encargo que realizó en el pasado para Dell o Disney.
“Bravo for Adventure” transmite la misma sensación que el episodio piloto de una serie televisiva frustrada. Es una presentación, una suerte de prólogo para posteriores aventuras que nunca llegaron a dibujarse. El guión consiste mayormente en una sucesión de clichés, empezando por el personaje titular. Jess Bravo es el héroe perfecto de la edad de oro de Hollywood: tiene el pasado aventurero y la experiencia mundana de un Ernest Hemingway y la personalidad y atractivo físico de Errol Flynn o Clark Gable. Es un hombre de acción, independiente, atractivo, masculino, ingenioso, noble y carismático. Luego tenemos al típico gangster acompañado de su siniestro asesino a sueldo que pretende contratar sus servicios; la mujer hermosa, rica y caprichosa que tras algunos desplantes y rabietas acaba rendida a los pies del héroe, el villano que resulta tener su propio orgullo a la hora de la muerte, persecuciones, tiroteos … Todo resulta excesivamente familiar, demasiado ambicioso dada su relativamente corta extensión (trata de integrar el mundo del cine, el hampa, la acción y el romance) y no particularmente bien hilado.
Además, los personajes se expresan mediante unos diálogos que, tratando de remedar en su estilo, vocabulario y expresiones las películas y seriales de los años treinta, resultan excesivamente dramáticos hasta el punto de rozar el ridículo (esto es algo que se aprecia solamente en la versión original, puesto que la traducción enmascara ese efecto). Está claro que, de haber continuado con el personaje, Toth hubiera hecho bien contratando un guionista o apoyándose en un editor competente.
Se trata, en último término y en cuanto a la historia se refiere, de un comic menor. Eso sí, dinámico y entretenido gracias al anticuado encanto que Toth sabe transmitir con su dibujo.
Y es que la razón para comprar un comic de Toth es, al final y casi siempre, no su guión ni sus personajes sino su dibujo. Su habilidad con el pincel, la pluma y la tinta parece que se hayan perdido en el comic moderno. En los tiempos digitales en los que vivimos, la línea es quizá el elemento menos importante del dibujo de un tebeo mainstream, una simple guía que delimita las figuras para que luego sea el colorista quien imprima el verdadero efecto y textura que requiere la escena. No es ni mucho menos el caso de Toth, que sabe utilizar la línea para marcar el ritmo, el movimiento y la personalidad de cada escena.
Cuando Toth abordó la creación de “Bravo for Adventure” en los años setenta, ya acumulaba más de veinte años de experiencia en el medio pero, aún así, seguía sintiendo la necesidad de ponerse a prueba. Cada viñeta es una pequeña joya del arte de narrar en imágenes. Algunas son representacionales, otras casi abstractas, pero todas ellas necesarias, bien integradas en la historia y totalmente meditadas. Ya decida incluir todos los detalles de, por ejemplo, una habitación en un plano general, u optar por una simplificación máxima en el que sólo utiliza algunas líneas y manchas negras, Toth siempre deja claro al lector lo que está ocurriendo en cada momento. No hay exhibicionismo ni necesidad de impactar; emplea los trazos y manchas precisos en cada momento, consiguiendo condensar más emoción y personalidad en un puñado de líneas que la mayoría de artistas en toda una página.
Y, por supuesto, hay que mencionar las sobresalientes escenas de vuelo. Pocos autores han sabido dibujar la libertad en forma de silueta de un avión recortada sobre el cielo –diurno o nocturno- como Toth. Las acrobacias aéreas nunca parecen mecánicas ni copiadas de un manual. Sus coches y aviones son máquinas elegantes, ágiles y al tiempo pesadas en un movimiento perpetuo. En los comics de Toth la gente no se apea de coches parados: saltan de ellos o son empujados mientras el vehículo se mueve a toda velocidad. A destacar asimismo el trabajo de rotulación de onomatopeyas, que pasa a formar parte integral de muchas viñetas de acción –aunque, en mi opinión, a veces entorpecen la lectura debido a su gran tamaño-.
La segunda historia de Bravo, realizada en 1982, es una simple anécdota en la que Toth saca su lado más juguetón y experimentador: el héroe recibe un golpe en la cabeza y se sume en un delirio de imágenes psicodélicas y abstractas con homenajes explícitos a Hugo Pratt, Milton Caniff o Will Eisner. No es una idea original y aunque gráficamente está impecablemente desarrollada, se me antoja un ejercicio en exceso largo –son 17 páginas- y autoindulgente.
Después de “Bravo for Adventure”, Alex Toth prácticamente se retiró del medio. Su gran amor, su segunda esposa Guyla –a la que había conocido en Hanna-Barbera y que siempre tomó como inspiración en su vida y su trabajo-, murió en 1985 de cáncer. El dibujante nunca se recuperó del golpe y desde entonces se retiró a su casa en las colinas de Hollywood, convirtiéndose prácticamente en un ermitaño. Siguió realizando ilustraciones y pequeños obsequios para amigos, pero ya no volvió a dibujar comics ni diseñar nuevos personajes en las últimas dos décadas de su vida. Fumador empedernido, murió a los 77 años de un ataque al corazón en 2006, sentado en su mesa de dibujo. Pero antes le dio tiempo de recibir todo el reconocimiento que merecía. El correo de los fans inundaba su domicilio, periodistas y antiguos colegas se acercaban para entrevistarle o expresarle su admiración y en 2004 la revista Wizard le situó entre los 10 artistas de comic más importantes de todos los tiempos.
“Bravo for Adventure” permaneció descatalogada durante décadas, lo que le dio un aura de clásico, de obra de culto, más por su inaccesibilidad que por la verdadera calidad de su historia. Ésta no está a la altura del dibujo, por lo que estamos ante un comic principalmente destinado sobre todo a quienes sepan apreciar la maestría gráfica y narrativa de Toth, un autor del que han bebido otros gigantes tan diversos como José Luis García López, David Aja, Eduardo Risso, David Mazzucchelli, Matt Wagner, Mike Mignola, Jordi Bernet o Steve Rude. Lo que nos muestra de refilón “Bravo for Adventure” es lo que podría haber logrado Toth de haber gozado de mayor libertad a lo largo de toda su carrera y, sobre todo, lo que un genio es capaz de conseguir con tan sólo pincel y tinta.
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Interesante,,,,,,,,,el dibujo me parece una pasada.
ResponderEliminarUn saludo
- "Además, los personajes se expresan mediante unos diálogos que, tratando de remedar en su estilo, vocabulario y expresiones las películas y seriales de los años treinta, resultan excesivamente dramáticos hasta el punto de rozar el ridículo (esto es algo que se aprecia solamente en la versión original, puesto que la traducción enmascara ese efecto). Está claro que, de haber continuado con el personaje, Toth hubiera hecho bien contratando un guionista o apoyándose en un editor competente"
ResponderEliminarPues muy curioso el punto sobre la traducción. Precisamente en el integral de El Zorro, se observa esa "ridiculez" en los diálogos ya pasados al español. En cambio, en esta, como bien dices, la traducción es mucho más actual, más adulta, por decirlo así.
Eso sí, una maravilla en el dibujo los dos integrales. Los compré ambos y los releo de tanto en tanto (placer culpable) no sólo me quedo extasiado con el arte, que también.
Saludos Rockeros
Y Feliz Año, por cierto.