El nacimiento de Batgirl respondió a algo tan anodino como la necesidad de recuperar audiencia televisiva. La serie de “Batman” había cosechado un éxito colosal tras su estreno en 1966, pero al cabo de un año empezaba a mostrar claros signos de agotamiento, por lo que se apeló al editor de DC encargado de los títulos de Batman, el mítico Julius Schwartz, para que creara algún personaje femenino que pudiera insuflar nuevas energías a la serie. ¿Por qué femenino? Probablemente porque Catwoman había obtenido muy buena respuesta en el programa, pero claro está, la sexy mujer gato no podía aparecer de forma tan regular como para mantener continuadamente el interés del espectador masculino, así que los productores pensaron no vendría mal un refuerzo con curvas.
Schwartz se puso manos a la obra y creó a Batgirl con la identidad de Bárbara Gordon, la hija

En 1988, Alan Moore deja parapléjica a Barbara Gordon en “La Broma Asesina”, marcando un punto de inflexión para el personaje que, merced al guionista Chuck Dixon, se transformaría unos años después, en 1995, en Oráculo, la hacker socia de Canario Negro en la lucha contra el crimen. Posteriormente, llegarían a existir otros cuatro personajes con el nombre de Batgirl, tres de los

“Batgirl: Año Uno” sigue la tradición de narrar el origen de los superhéroes más icónicos en forma de miniserie, expandiendo las historias originales –normalmente más sencillas-, modernizando al personaje y adaptando ese origen a los cambios que éste ha experimentado a lo largo de los años. Es esta una corriente que nació a raíz de “Crisis en Tierras Infinitas”, la miniserie que, literalmente, destruyó el Universo DC para volver a

La miniserie nos retrotrae a una época más feliz dentro de los comics de los superhéroes, menos oscura y en la que los héroes disfrutaban con lo que hacían. Barbara Gordon, hija del detective de la policía de Gotham Jim Gordon (todavía no comisario), es una jovencita de gran inteligencia y talento informático recién graduada, que trabaja como bibliotecaria y que a pesar de su pequeña estatura y aspecto frágil quiere seguir los pasos profesionales de su padre en las fuerzas de la ley. Pero éste, muy consciente de lo peligrosa que es la ciudad, no quiere ni oír hablar de ello. Más por accidente que resultado de un plan, Barbara acaba embarcándose en una carrera como luchadora enmascarada contra el crimen: mientras asiste a

A partir de ese momento, la historia nos narra sus esfuerzos por mantenerse viva en esas actividades nocturnas al tiempo que las esconde de su cada vez más mosqueado padre. Por supuesto, sus incursiones atraerán la atención de los dos vigilantes “oficiales” de Gotham, Batman y Robin, con los que tendrá una relación algo complicada. Mientras que Batman trata constantemente de desanimarla para que abandone una misión para la que no está preparada, Robin parece estar ayudándola a escondidas de su tutor, aconsejándola y pasándole equipo que ella no podría permitirse con su sueldo de bibliotecaria. Incluso colabora con Canario Negro en un número.
Su principal enemigo es un supervillano conocido como Polilla Asesina, un criminal absurdo y

Como ya mencioné más arriba, este tipo de relatos “Año Uno” son tanto una oportunidad de ampliar y desarrollar los viejos orígenes de los héroes para un lector más moderno y –se supone- más sofisticado, como una puerta abierta a la reinvención integral de dicho origen. En esta ocasión la miniserie se encuadra más en la primera modalidad puesto que no hay nada que difiera en exceso de cualquier versión pasada del origen de Batgirl. De hecho, el enfrentamiento con Polilla Asesina había sido el punto de arranque de la heroína allá por 1967 (Luciérnaga, eso sí, no había intervenido en aquella historia). Por su parte, Polilla Asesina es un fracasado que no

El resultado global es muy disfrutable. Su éxito creativo se debe en parte al tono más ligero, amable, humano y a ratos humorístico que se le da tanto a la historia como al personaje en contraste con otros títulos de la Batfamilia. Bárbara es una jovencita irónica y entusiasta, una muchacha bastante “normal” en contraste con el porte oscuro, solemne y a veces incluso inhumano de Batman. Ese aire liviano viene dado también por la participación de unos villanos decididamente ridículos aunque tal espíritu se diluya un tanto con la incorporación de Luciérnaga y su inclinación a utilizar su lanzallamas para carbonizar salvajemente a sus enemigos (aunque en verdad esas escenas no son demasiado explícitas y están sobre todo pensadas para incrementar el sentimiento de amenaza que recae sobre la protagonista).
Suele tenderse a enfocar las historias retro de Batgirl de tal forma que sintonicen con la


Cuando Bárbara quiere ser policía, su padre no la deja; cuando se dirige a la Sociedad de la

Dado que es un relato del tipo “Año Uno”, encontramos la inevitable inclusión de fragmentos proféticos o líneas irónicas que se supone el lector veterano será capaz de entender al conocer el futuro del personaje. Es el caso, por ejemplo, de su emparejamiento temprano con Canario Negro (tras quedarse paralítica, ya lo dije, Bárbara formara equipo con ella en el dúo “Aves de Presa”). Hay también una subtrama sobre el origen

La miniserie, como ya apunté, es muy disfrutable e incluye excelentes escenas de acción –tanto épica como bufonesca- y algunos trucos narrativos como el del capítulo seis, en el que la acción está contada de forma deliberadamente ambigua y no es hasta el final del mismo que el lector puede unir todas las piezas.
Si alguna pega se le puede poner a esta historia es su extensión. Nueve números se antojan demasiados para contar una historia que, en el fondo, es bastante sencilla. Salvo una breve aparición de Blockbuster, Polilla Asesina y Luciérnaga son los únicos

El dibujo de Marcos Martín, a caballo entre el de Tim Sale, David Mazzuchelli y Bruce Timm, resulta ideal a la hora de conjugar todas las necesidades del guión: es al tiempo sencillo y ligero, incluso un poco caricaturesco, capturando el espíritu amable de los comics de los sesenta sin descuidar el dinamismo, la atmósfera nocturna de Gotham y el diseño de personajes más actuales. Su línea recoge la

El estilo de Martín recuerda vagamente a las mujeres fatales del “Spirit” de Will Eisner –aunque con menos curvas y más movimiento-, las damas de los carteles publicitarios del modernismo y el deje caricaturesco de “Batman: The Animated Series”. A diferencia de muchos de sus colegas, más interesados en encajar simultáneamente los culos y pechos de las heroínas en la misma viñeta, Martín prefiere hacer hincapié en la naturalidad, energía y carácter de Bárbara por encima de cualquier sugerencia erótica. En este sentido, los rostros que dibuja están perfectamente definidos por la cantidad necesaria de líneas. Martín sabe utilizar las ventajas de un dibujo minimalista, sin caer en los excesos. Cada personaje tiene sus expresiones características, ya sea la obsesión maniaca de un villano, las muecas adolescentes de superioridad de Robin o la fiera determinación de Bárbara.
Mención aparte merece el color a cargo de Javier Rodríguez y el estudio Heroic Age. Su paleta

“Batgirl: Año Uno” es, en resumen, una historia muy entretenida y elegantemente dibujada que mezcla perfectamente la acción con el desarrollo del personaje principal, que tiene un tono ligero pero que no evita salpicarlo de algunos momentos oscuros. Para amantes del comic de superhéroes bien hechos y, desde luego, seguidores del universo de Batman.
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