(Viene de la entrada anterior)
“Mala Noche” puede que sea el mejor arco argumental de la serie. El dibujo de Phillips es más atmosférico y personal que nunca, tanto como insomne y sombrío es su protagonista. El estilo “pulp” de Brubaker no decepciona en ningún momento en esta historia llena de giros sorprendentes y atroces descubrimientos, un relato de primera mano del descenso de un hombre hacia la locura.
Jacob Kurtz es un antiguo falsificador que ahora está viudo y discapacitado. Dedica sus solitarios

Al final de casi todas sus jornadas va a al mismo local a cenar y mirar en el periódico su última tira publicada. En una mesa cercana, un hombre discute violentamente con quien parece su novia hasta que el dueño del establecimiento los echa. Jacob no presta mayor atención hasta que, de vuelta a casa en su coche, ve a la mujer, sola, caminando bajo la lluvia. Todo cambia para él cuando decide invitarla a subir. A partir de ese momento se verá envuelto a su pesar en una red de engaños, chantaje y violencia que no voy a detallar para no estropear la lectura a quien se acerque a ella por primera vez.

El personaje más popular de la serie, Tracy Lawless, regresa en el siguiente volumen: “Los Pecadores”. Ha pasado ya un año desde que Tracy, para pagar su deuda, se comprometiera a trabajar para la organización criminal de Central City encabezada por Sebastian Hyde. Ni empleado ni empleador están contentos con esta relación profesional. A Tracy no le gusta agredir a desgraciados ni asesinar a

Tracy se está convirtiendo en lo que fue su padre, y se detesta por ello tanto como odió a aquél. No quiere ser un matón y un asesino, pero tampoco dejar de pagar sus deudas. Aún peor, está mordiendo la mano que le alimenta, haciéndose notar y causando problemas. Debería permanecer quieto, sumiso, hacer su trabajo y callar, pero no puede evitar ser quien es. Hay algo en su interior que se resiste a doblegarse, tiene un código del que no puede deshacerse, un peculiar pero firme sentido del honor.
“Los Pecadores” es un drama criminal moralmente ambiguo y descarnado en el que cada personaje no es ni blanco ni negro, sino una tupida sombra de grises. Tracy no es un detective privado, no le han adiestrado para ello y se equivoca una y otra

“El Último de los Inocentes” es una historia brutal sobre la perdida inocencia infantil de un hombre que creció para convertirse en algo que nadie esperaba. Riley Richards se halla de regreso en su pequeña ciudad natal, Brookview, para acudir al funeral de su padre. Años atrás, Riley se casó con la exuberante Felicity (Felix) Doolittle, pero la vida real no ha resultado ser en absoluto lo que entonces soñó. Es infeliz en su matrimonio con una mujer caprichosa y en su

A partir de este arranque bastante ordinario, Brubaker y Phillips recurren a sus influencias pulp para tejer la trama criminal. Riley se propone resolver sus problemas (deudas de juego, depresión, matrimonio infeliz) asesinando a su mujer y culpando a su antiguo rival en el instituto y ahora amante de ella, Teddy. Conforme avanza la historia pasamos de sentir cierta simpatía por Riley -¿quién no ha pensado alguna vez que se equivocó en sus decisiones y lo bueno que habría sido escoger otro trabajo, seguir viendo a los viejos amigos y quedarse con aquella otra chica del instituto?- a la repulsión pasando por la fascinación de verle cada vez más

La historia tiene profundidad porque nos parece que ya conocemos a los personajes. Brubaker les añade densidad contándonos cosas sobre su pasado sin que ello distraiga la atención de la trama principal. Y lo hace de una forma harto original: integrando en aquélla pasajes ambientados en el pasado de instituto de los protagonistas y para los que se utiliza el estilo gráfico y los temas adolescentes (el chico desgarbado, su atontado amigo, la amiga que quiere ser novia y la chica rica) de los populares comics de Archie para representar el proceso de degeneración iniciado ya en la adolescencia.
Se trata de un ejercicio de metalenguaje que utiliza los recuerdos que tiene el lector –más el norteamericano que el europeo, donde Archie no tiene ni de lejos la omnipresencia que disfruta en la cultura popular estadounidense- de la serie infantil para añadirle capas de complejidad y mostrarnos lo que en el mundo adulto sería de aquellos personajes al cabo de los años, unos

No es tan fácil como parece utilizar el estilo “Archie” para los fines que buscaban los autores. Muchos han intentado ofrecer versiones “adultas” de esos personajes, limitándose a hacerles hablar mal e introducir escenas de sexo o drogas… enturbiando los recuerdos de niñez sólo para burlarse de ellos. Pero aquí forma parte de una historia mayor sobre un chico de pequeña ciudad torturado por sus apetitos y deseos por algo fuera de su alcance. La principal diferencia con el material que Brubaker y Phillips toman como fuente, los comics de Archie, es que los personajes de “El Último de los Inocentes” no son eternos e inmutables. Sus vidas transcurren en una época concreta, algo que nos recuerda Riley cuando nos dice que no podía salir con una chica negra. Ahora, años después, no sólo han crecido todos ellos, sino que han de vivir con las decisiones que tomaron en el pasado y no tienen un botón al que recurrir para borrar sus traumas y volver a la feliz adolescencia.
El estilo sencillo y los colores planos y brillantes que se utilizan en estos insertos, reminiscentes

No es fácil comparar a “Criminal” con alguna otra serie de televisión de temática similar porque la mayoría de ellas tienen una estética excesivamente limpia y se centran en los actores protagonistas y en regalarles diálogos contundentes en lugar de trabajar la historia. Sin embargo, si te gustó “The Wire” e imaginas que la narración está volcada sobre el lado de los criminales en vez del de los policías, la obra de Brubaker y Phillips guardaría un parecido razonable.
“Criminal”, según admite el propio Brubaker, es el resultado final de la mezcla de todas las influencias que ha recibido a lo largo de su vida junto a la evolución de sus propios intereses y temas favoritos. En lo que a comics se refiere, “Love and Rockets”, la creación de Jaime Hernández, le marcó en la forma en que los personajes se desenvuelven en una ciudad imaginaria y cómo construir para todos un pasado al que continuamente se hace referencia pero que solo de cuando en cuando se muestra de forma expresa; “Alack Sinner”, de Muñoz y Sampayo, ha sido una obsesión para él durante veinte años. De esta última obra, como también de

Y fue también una película la que le decidió finalmente a escribir “Criminal” después de haber estado años dándole vueltas a la idea: se trató de “Kiss Kiss Bang Bang” (2005), película dirigida por el antiguo guionista Shane Black, quien decidió dejar de vender sus historias para que otros las rodaran y ponerse él mismo tras las cámaras. El resultado, una película divertida, moderna y clásica a la vez, hizo que Brubaker tomara la determinación de recuperar sus viejos cuadernos de notas llenos de ideas y argumentos, les diera forma y construyera la obra que él verdaderamente deseaba; una obra que, inversamente a lo que ocurre en muchas otras en las

Estafadores, falsificadores, matones, criminales de alta y baja estofa, strippers, garitos de mala muerte, policías corruptos, detectives, drogadictos, abogados, boxeadores, mujeres fatales, ladrones…entrelazan sus particulares tragedias para desarrollar una serie de temas de fondo: el peso de la familia y los pecados de los padres, las adicciones, los sueños frustrados, la pérdida de la inocencia, el honor,… Todo ello se da cita en un mundo ficticio focalizado en Central City, una urbe inexistente pero al tiempo muy real, y en la misma línea temporal, a veces en el pasado, a veces en el futuro o incluso simultáneamente. Los personajes de algunas historias aparecen en otras o simplemente se mencionan, dando coherencia y consistencia a ese particular universo salido de la mente de Brubaker. Lo único que realmente está presente en todas las historias es el Undertow, el carismático bar de maleantes que el propio Brubaker admitió haber creado a partir de la fusión de uno real que conoció en San Francisco y otro imaginario que Muñoz y Sampayo imaginaron para “Alack Sinner”.

Por supuesto, una parte importante de la excelente calidad de “Criminal” reside en el trabajo de Sean Phillips y los colores de Val Staples. Puede que una rápida ojeada al comic no nos dé la impresión de hallarnos ante un trabajo gráfico particularmente destacable. Falso. Cada género demanda una aproximación estética diferente y lo policiaco, lo criminal, exige sobre todo atmósfera, un tono estilístico y cromático que sea acorde con el contenido de la historia. Y en este sentido, Phillips cumple con nota. El suyo es un estilo austero sin llegar a la abstracción. Center City y sus habitantes se mueven en un ambiente de realismo sucio, desde la mugre que tapiza los apartamentos baratos a la basura de las calles, que refleja la desagradable vida que llevan los protagonistas. Éstos son igualmente expresivos: el lector no necesita un texto que le aclare cuáles son sus emociones o pensamientos, basta mirar a sus caras o la postura de sus cuerpos. El propio Phillips se encargó de añadir viñetas al guión de Brubaker con el fin de enriquecer, matizar y subrayar determinados pasajes en los él consideraba

Una de las razones por las que al leer la obra se tiene la impresión de que se podría convertir en una gran película es que sus imágenes provienen de fuentes cinematográficas: títulos clásicos del cine negro como “Retorno al Pasado”, neo-noir como “Blast of Silence”, blaxploitation como “Super Fly” o las películas de gangsters de Hong Kong como “La Misión”. A partir de todas esas influencias, Phillips y Staples crean escenas de gran belleza, una belleza oscura y retorcida, fría, sexy y violenta. Su trabajo es cinematográfico, pero no en el sentido de estar mirando una fotografía retocada y coloreada, sino en la forma que tiene de utilizar las sombras y los ángulos para mostrar las partes menos atractivas de la ciudad.

Leer “Criminal” es un placer culpable. Sabes que deberías sentirte mal por querer meterte en la vida de los diferentes perdedores que nos presenta la serie, pero no lo haces. Brubaker te introduce en todos los ambientes y sensaciones propios del mejor género negro: los bares sórdidos, los callejones oscuros, la desesperación de un golpe que se tuerce, el terror del perseguido, la fascinación incontrolable de la mujer fatal, la angustia de verse atrapado en una situación sin salida, la venganza, las mentiras y traiciones… En el panorama viñetero actual, nadie entiende y maneja ese género negro como Brubaker, uno de los mejores guionistas del comic mainstream que ha encontrado en Sean Phillips la media naranja ideal para esta obra..
“Criminal” ganó el Premio Eisner en 2007 y fue nominado a otros dos en 2010. Los Eisner son los

El complejo tapiz que forma “Criminal”, con las conexiones intertextuales e implícitas que establece entre sus diferentes historias y personajes, hace de este comic no sólo una obra maestra del género negro, sino uno de los más completos, ricos y absorbentes de la última década.
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