25 sept 2025

LOS VENGADORES EN LOS AÑOS 70 (16)

 

(Viene de la entrada anterior)

 

¿Cómo superar el éxito de la Guerra Kree-Skrull?

 

Esa era la pregunta que se planteaban en Marvel, sobre todo, claro, el editor y guionista de la colección en la que se había serializado esa saga, Roy Thomas. En cuanto a ambición y extensión (nueve números), no tenía precedentes en la editorial. Pero es que, además, la segunda mitad de esa larga aventura fue en gran medida ilustrada por Neal Adams, quizás el artista más popular de los cómics estadounidenses en ese momento.

 

Entonces, ¿qué se podía hacer para superar ese logro? Roy Thomas lo debió ver claro: una trilogía que, aunque no superara la Guerra Kree-Skrull en cuanto a extensión, sí la igualara en impacto y que, además, culminara en un número especial, el 100, en el que se reunirían todos los personajes de Marvel que alguna vez fueron Vengadores, siquiera brevemente. ¿Y en cuanto a la historia? Thomas apostó por un tópico ya bien establecido: el del agitador social de la vieja escuela, que manipula los miedos y la paranoia del pueblo, cuestionando los valores estadounidenses y, en general, incitando a los ciudadanos a enfrentarse entre sí. Era ya entonces un tropo muy común, presente al menos desde el número 119 de "Strange Tales" (abril 64), cuando la Antorcha Humana hubo de enfrentarse a un villano muy apropiadamente llamado "El Agitador". Desde entonces, la idea se fue perfeccionando en los comics Marvel hasta alcanzar su máxima expresión en los clásicos números 32 y 33 de “Los Vengadores”.

 

No resulta sorprendente, por tanto, que Thomas utilizara los mismos ingredientes de éxito probado para el número 98 (abril 72), sobre todo teniendo en cuenta que de esta manera reflejaba también el sentir de la sociedad norteamericana del momento, inmersa en un periodo de agitación y división social sin precedentes. En aquel mismo año, se celebraron grandes protestas y marchas a nivel nacional, destacando las manifestaciones organizadas por grupos pacifistas en Nueva York y Los Ángeles en abril y a las que acudieron decenas de miles de personas. Hubieron también protestas de veteranos de Vietnam contra la guerra en curso. Y los campus universitarios seguían siendo centros de agitación política, con estudiantes organizando huelgas y actos de desobediencia civil.

 

Para ilustrar la aventura, y viniendo de unos números firmados por Neal Adams y John Buscema, Thomas escogió a un artista que conocía muy bien y que, desde su primera colaboración en “Los Vengadores” en 1969, había pasado de ser un joven talento prometedor a uno de los dibujantes más populares de la industria: Barry Smith (más tarde, a mediados de la década, autorenombrado Windsor-Smith).

 

La participación de Smith en los tres últimos números de esta larga etapa de “Los Vengadores” guionizada por Thomas no parece que obedeciera a un gran deseo de regresar a la serie. De hecho, en 1998, confesó que recordaba poco de esa experiencia salvo la pesadilla que le había supuesto dibujar un montón de personajes por los que no sentía interés alguno. Entonces, ¿cómo lo convenció Thomas para dibujar no uno sino tres números? Sólo podemos especular al respecto.

 

Para empezar, hay que recordar que su regreso a “Los Vengadores” coincidió con su primera salida de la colección donde se estaba labrando un nombre, “Conan el Bárbaro”. Esta cabecera había tenido desde el comienzo cambios en su periodicidad. Originalmente se lanzó con cadencia mensual, pero debido a que las ventas cayeron tras el número 1, Marvel (a instancias de Stan Lee) decidió hacerlo bimensual con el número 7. Después de un tiempo, el título regresó a la periodicidad mensual, pero volvió a ser bimensual con el número 14 (fecha de portada julio de 1972). Eso significaba que Barry Smith tenía que aceptar una reducción del 50% en sus ingresos con Marvel o compensarlo con otros trabajos durante los meses alternos a los que aparecía un nuevo número de “Conan”. Obviamente, existía otra opción: abandonar por completo “Conan” para trabajar en otra serie de publicación mensual, como, por ejemplo “Los Vengadores”; que fue, de hecho, lo que finalmente ocurrió.

 

Por supuesto, Smith pudo haber tenido otros motivos para retomar su relación con los superhéroes. Sin embargo, cabe destacar que regresó a “Conan” y abandonó sus trabajos en otras series de Marvel tan pronto como le fue posible, esto es, una vez que la cabecera del cimerio recuperó su cadencia mensual a mediados de 1972. (Es cierto que solo permaneció en la serie otros seis meses antes de abandonarla definitivamente... pero eso es otra historia de la que ya hablé en su entrada respectiva).

 

En cualquier caso, sean cuales fueran los motivos de Barry Smith para regresar a “Los Vengadores”, el hecho es que lo hizo. Y aunque sintiera poco interés por el trabajo, lo cierto es que, puesto a la tarea, dio lo mejor de sí.

 

Antes de pasar a la historia del nº 98, detengámonos un momento para analizar la portada, una ilustracion difícilmente más eficaz a la hora de llamar la atención del aficionado. Obra de John Buscema a los lápices y Barry Smith a las tintas, la combinación de dos estilos muy diferentes funciona mejor de lo esperado. ¿Qué podría haber más atractivo para un seguidor de la serie que ver a Thor enfrentándose apuradamente con sus compañeros?

 

La historia interior, por el contrario, está dibujada íntegramente por Barry Smith ayudado por las tintas del otro hermano Buscema, Sal.

 

Algunas de las imágenes más impactantes de los dos primeros números que Smith dibujó para “Los Vengadores”, (nº 66 y 67) habían correspondido a la Visión. Aunque su estilo había cambiado bastante desde aquellos episodios, resulta evidente que seguía sintiendo una predilección especial por el personaje (aunque ignoro si la idea de comenzar la historia con una viñeta a página completa del Vengador androide fue suya o de Roy Thomas).

 

En el número anterior, el 97, Roy Thomas y John Buscema habían dado prácticamente por terminada la trama de la Guerra Kree-Skrull… con la excepción de una subtrama inconclusa: el destino final de Goliat (Clint Barton). El misterio sobre lo que le había ocurrido a ese Vengador -a quien, como indica el diálogo de Visión, se había visto por última vez luchando en solitario contra los skrulls de una nave que se dirigía a la Tierra para destruirla- fue una buena estrategia para que los lectores compraran el número siguiente. Sin embargo, aunque Thomas plantea este enigma como motor inicial de la acción, no tarda en olvidarla por completo hasta casi el final del episodio.

 

Dejando aparte al desaparecido Goliat, quienes se sientan alrededor de la mesa de reuniones en la Mansión son los miembros actuales del equipo: Bruja Escarlata, Mercurio, Capitán América, Thor, Iron Man y… Rick Jones. La presencia de este último es un tanto incongruente. ¿Por qué el antiguo compañero de Hulk y luego ayudante del Capitán América sigue con los Vengadores? ¿No tenía que retomar su carrera musical? Probablemente, Thomas decidió incluirlo en esta trilogía para poder formar parte del elenco del número 100, que incluiría a todos aquellos que alguna vez fueron Vengadores. Jones nunca fue oficialmente miembro del grupo, pero, como ya hemos ido apuntando en este recorrido por la historia de la colección, Thomas le tenía un gran cariño al personaje. En este punto, Jones ya había perdido su conexión simbiótica con el Capitán Marvel (al comienzo de la Guerra Kree-Skrull, en el número 89), y tampoco conservaba el inmenso poder mental que, activado por la Inteligencia Suprema Kree, había utilizado para poner fin al conflicto galáctico (sí conserva en su interior, no obstante, la energía vital de Mar-Vell y su existencia dual se reanudará en el número 22 de la colección “Capitán Marvel”).

 

Todos los reunidos están de acuerdo con Visión: es fundamental averiguar si Goliat sobrevivió al final de la guerra Kree-Skrull y, si aún está vivo, traerlo de vuelta. Pero, ¿cómo encontrarlo en la inmensidad del espacio? Thor se ofrece voluntariamente a viajar a Asgard para usar algún tipo de magia localizadora; Iron Man se ofrece a utilizar los recursos de su jefe, Tony Stark; y los demás acuerdan hacer lo que esté en su mano desde la Mansión. Cuando la reunión termina. Iron Man les aconseja a sus compañeros que no se preocupen demasiado por su camarada desaparecido: “Luché con él un par de veces cuando era un lanzaflechas llamado Ojo de Halcón, y es un Goliat con quien no querría luchar con sólo una honda”.

 

Antes de contactar con SHIELD para solicitarles su apoyo en la búsqueda de Goliat, el Capitán América y Rick Jones encienden la televisión para ver las noticias. Al fin y al cabo, han estado ausentes varias semanas. Y lo que ven es a un agitador, al que se conoce como el señor Tallon, acompañado de una suerte de guardia paramilitar, los Halcones de Guerra, y unos flautistas vestidos con túnicas, lanzando discursos de odio en plena calle contra un tal Wo Tong, que ha llegado a Nueva York encabezando la primera delegación de su país ante la ONU.

 

No se menciona explícitamente el país de origen del tal Wo Tong. Sin embargo, aproximadamente en la misma época en que se escribió y dibujó este episodio, las Naciones Unidas de nuestro mundo votaron, el 25 de octubre de 1971, a favor de reconocer a la República Popular China como “único representante legítimo de China”, desplazando así a la delegación de Taiwán. Los primeros delegados de la República Popular en la ONU fueron oficialmente acreditados el 23 de noviembre en una reunión del Consejo de Seguridad. Fuera cual fuese el origen del señor Tong y su ayudante en el universo 616, el tono amarillo pálido que se utilizó para su piel, puede resultar inapropiado según los estándares actuales, pero era muy común en los comics americanos de entonces.

 

El Capitán, Rick Jones, la Bruja Escarlata y Mercurio acuden rápidamente al lugar en el que se está fraguando una algarada dispuesta a apoderarse del diplomático chino y lincharlo. Por un momento, el Capitán considera la posibilidad de que sean los Skrulls quienes estén detrás de los disturbios. Una suposición no del todo infundada porque, si bien esos alienígenas no tenían el poder de controlar las mentes ajenas, ya habían demostrado su habilidad para manipular a las masas gracias a su capacidad de cambiar de forma y a su adiestramiento en guerra psicológica, tal y como se había visto en varias historias de “Los Cuatro Fantásticos" y, por supuesto en los primeros capítulos de la Guerra Kree-Skrull, entre los números 89-95 de “Los Vengadores”.

 

Pero, al final, el Capitán deduce que la multitud está siendo influenciada por la música de los dos flautistas, así que, después de que Mercurio levante rápidamente una barricada con sacos de arena cogidos de una obra cercana, el Capitán se prepara para usar su principal superpoder: la capacidad de inspirar con su elocuencia y defensa de los mejores valores humanos. Pero antes de que pueda siquiera empezar, los Vengadores allí presentes (Visión se había quedado en la Mansión para coordinar a los dispersos miembros) se ven afectados por el mensaje subliminal que acompaña a la música y se entregan al mismo frenesí de odio que los concurrentes al mítin. La imagen del Capitán América con una expresión enloquecida y diciendo “¡Vamos a por esos comunistas!”, es escalofriante y también una premonición de una historia hoy clásica que aparecería más tarde ese año en su propia serie (el nº 143).

 

Mientras tanto, Thor ha regresado a la Mansión y le explica a Visión que ha intentando sin éxito atravesar una barrera invisible que bloquea su acceso a Asgard. El androide, por su parte, le pone al tanto de lo que está sucediendo en Nueva York y ambos contactan con Iron Man, sólo para encontrarle en compañía de dos Halcones de Guerra, lo que les lleva a la conclusión de que también su compañero ha caído víctima del mismo lavado de cerebro que el Capitán y sus camaradas. El asgardiano se dirige hacia donde está el señor Tallon; y Visión, aunque tentado de seguir a Thor para reunirse con su amada Bruja Escarlata, toma la decisión más lógica y vuela hasta el laboratorio de Tony Stark (en el número 91, Visión y Wanda se habían confesado su mutua atracción, pero, desde entonces, el androide había intentado reprimir sus sentimientos, interpretando Wanda esa aparente frialdad como un rechazo. En el próximo número, estas emociones reprimidas finalmente aflorarán).

 

Visión e Iron Man se enfrentan en la típica batalla entre superhéroes, que termina cuando el segundo empuja al androide contra el flautista que acompaña a los Halcones de Guerra, con tanta fuerza que lo mata. Al parar la música, desaparece el condicionamiento bajo el que estaban actuando Iron Man y los Halcones de la Guerra allí presentes. Mientras tanto, Thor reconoce a Mr. Tallon como Ares, el dios griego de la Guerra.

 

Es muy probable que fueran pocos los lectores que, nada más ver al personaje, lo identificaran como Ares porque había tenido pocas apariciones en el Universo Marvel hasta ese momento. Sólo había ejercido de villano en una ocasión, en el número 38 de “Los Vengadores”, donde unió fuerzas con la Encantadora asgardiana y fue el responsable del exilio de Hércules en la Tierra. En sus otras apariciones, se había limitado a ser un secundario, a veces oponiéndose a Hércules (ambos eran hijos de Zeus, pero Ares le tenía ojeriza a su hermanastro por considerar que su padre le tenía en mayor estima). Su recorrido hasta la fecha, por tanto, había sido el de una especie de versión griega de Loki, sólo que menos ambiciosa. En el nº 98, por fin, pasa a graduarse como villano principal.

 

Thor pronto descubre de lo que Ares es capaz cuando sus compañeros se vuelven contra él. Primero los tres ya allí presentes, el Capitán, la Bruja Escarlata y Mercurio; y luego Iron Man, que ha acudido en compañía de Visión y ha vuelto a caer preso de la influencia de la música de los flautistas que acompañan al dios griego. El asgardiano responde lanzando su martillo Mjolnir contra Ares, pero resulta interceptado y detenido por un hechizo de la Bruja, momento que aprovechan sus enloquecidos compañeros y la turbamulta de civiles para echársele encima. El guion de Thomas no lo menciona, pero la mayoría de los lectores de 1972 probablemente sabían que Thor estaba en un apuro mucho mayor del que parecía, ya que, si perdía el contacto con su martillo durante más de sesenta segundos, se transformaría en el muy mortal Dr. Donald Blake, quien es poco probable que sobreviera al ataque de la multitud.

 

Pero antes de que eso ocurra, su martillo es liberado por una flecha. Visión –cuya condición de androide le hace inmune a la hipnosis musical- deja inconscientes a los músicos, que resultan ser criaturas con pezuñas de cabra: sátiros. Descubierto, sin su baza para controlar a sus enemigos y en inferioridad numérica, Ares se ve obligado a huir desvaneciéndose en el aire.

 

La flecha, por supuesto, la ha disparado Clint Barton, que ha recuperado su identidad original de Ojo de Halcón, aunque no su uniforme, al que ha sustituido aquí por un atuendo a mitad de camino entre el cosplay de Dragones y Mazmorras y el de un stripper. Desde luego, no se puede decir que Barton tuviera buen ojo para los uniformes. Saliendo del Universo Marvel y en retrospectiva, es fácil entender por qué la nueva imagen que Barry Smith le dio al superhéroe ha generado tantas críticas a lo largo de los años. Puede que no hubiera desentonado en la Era Hiboria en la que vivía Conan, pero, si consideramos la personalidad que Marvel le había dado a Clint hasta ese momento, resulta difícil imaginar que se sintiera a gusto con esa minitúnica que muestra más que oculta.

 

En cualquier caso, Ojo de Halcón no ha regresado solo. En la última viñeta, a página completa, se muestra a un Hércules amnésico. Tras debutar en el Anual nº 1 de “Journey into Mystery” (octubre 65), ambientado milenios en el pasado, Hércules y los Olímpicos habían aparecido en el número 124 (junio 66) de esa misma colección y luego en “Thor” nº 126 (marzo 66) y 128-131 (mayo-agosto 66). A continuación y tras una pelea con Hulk en “Tales to Astonish” nº 79 (mayo 66), se unió a los Vengadores entre los nº 38 al 50 (marzo 67-marzo 68) durante el periodo en el que permaneció exiliado en la Tierra.

 

El episodio se cierra con una enigmática profecía pronunciada por Hércules, unas frases que bien podrían haberse extraído de “El Señor de los Anillos”: “Cuando se abra la entarda que antaño fue altiva cumbre…Cuando golpee la espada que el Brujo forjó para salvar…Entonces los mundos temblarán al oir al dios de la Guerra hablar…y la Tierra y Asgard esclavas por siempre serán”. El cuadro de cierre promete que en el siguiente episodio se ofrecería “¡Lo Que Significa Todo Esto!”, aunque lo cierto es que los lectores tendrían que esperar al número 100 para obtener la explicación completa.

 

(Continúa en la siguiente entrada) 

 

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