(Viene de la entrada anterior)
Probablemente, el aficionado que en diciembre de 1971 acudió a su punto de venta habitual para comprar el correspondiente número de “Los Vengadores” (el 97, con fecha de portada marzo 72), no se encontró lo que esperaba. En primer lugar, por la portada.
Y es que la ilustración, a cargo de Gil Kane y Bill Everett,
no mostraba al grupo titular: aparecía Rick Jones, el Capitán América, Namor,
la Antorcha Humana original y un puñado de otros personajes que, probablemente,
desconocía por completo. Era una portada potente, sí, pero dejando al margen el
Capitán América, ninguno de los demás personajes eran Vengadores. Y para colmo,
había una leyenda que decía “¡Rick Jones Conquista el Universo!”. Bueno, esto
último quizá no era tan inesperado porque, al fin y al cabo, las últimas
escenas del número precedente ya habían dejado bastante claro que el muchacho
iba a desempeñar un papel importante en la conclusión de la Guerra Kree-Skrull.
Pero aun así… ¿dónde estaban los Vengadores? ¿O, ya puestos, los Kree o los
Skrull?
Para colmo, al abrir el comic, venía otra sorpresa, y tampoco agradable. El guion, como de costumbre, corría a cargo de Roy Thomas pero el nombre de Neal Adams aparecía acreditado solamente con la ambigua función de “asesor”. En su lugar y, eso sí, entintado por Tom Palmer, figuraba como dibujante John Buscema.
Aunque Adams no había dibujado todas las páginas de todos
los números de la colección después de asumir la responsabilidad gráfica de la
misma en el nº 93 (Buscema había dibujado casi la mitad del nº 94), sorprendía
verlo ahora relegado a “asesor” precisamente en el último episodio de la épica
saga en la que había intervenido tan decisivamente. Si el decepcionado lector
saltaba al final del comic buscando algún tipo de justificación en la página de
correo de los lectores, encontraría esto: “Tras
haber hecho dos o tres números de “Los Vengadores” empezando allá por el nº 93,
Neal tuvo tantos problemas con las fechas de entrega que no quedó otra opción
que llamar a nuestro valeroso John Buscema para que viniera al rescate
dibujando este número final de los “Skrull/Kree” de la noche a la mañana (a
partir de la historia que habían concertado previamente Roy y Neal). De
cualquier modo, este episodio iba a ser el último de la saga de los Vengadores
para Neal, dado que Mr.A decidió que se sentía incómodo manejando gran número
de superhéroes (por no mencionar dos galaxias repletas de villanos)”.
Desafortunadamente, las circunstancias que llevaron al
abandono de la colección por parte de Neal Adams —como tantos otros aspectos
relacionados con la breve pero celebrada colaboración de éste y Thomas en la
serie— se han convertido en motivo de controversia durante las últimas cinco
décadas, una disputa no solo entre los dos creadores, sino también entre los
fans que se han alineado en uno u otro bando.
A decir del propio Adams en una entrevista de 1998 para “Comic
Book Artist”: “Hablé con Roy sobre la
historia a medida que avanzaba, y por aquel entonces colaborábamos más en las
tramas individuales de cada comic, pero solo yo sabía hacia dónde iba dirigido
todo. Le sugerí a Roy la idea de escribir la siguiente historia desde la
perspectiva de un aula en el futuro, contando cómo la Guerra Kree-Skrull llegó
a la Tierra. Roy lo cuestionó un poco; creía que desvelaba que al final
sobrevivimos. Yo creía que no era tan importante; sabíamos que sobreviviríamos.
Pensé que sería una forma interesante de contar la historia. No le gustó mucho.
Le dije que creía que podía hacerlo funcionar; me dijo que sí, adelante.
“Me fui a casa
pensando: «Déjame pensarlo. Déjame probar otras ideas». Después de unos días,
me di cuenta de que no iba a funcionar, así que probablemente no era una gran
idea. Es más, a Roy no le gustaba mucho. Así que volví a la narrativa directa.
Tenía otro trabajo pendiente en ese momento, y me llevó una semana entera
retomarlo. Cuando volví, estaba bien. Tenía páginas, las entregué.
“Bueno, al parecer,
Roy había decidido contar la historia de otra manera, ¡y se la había enviado a
John Buscema! Me quedé desconcertado. Aunque me habían sorprendido algunas de
sus decisiones anteriores, esta me impactó y pensé: «Esto no está bien». Todo
el asunto me dejó perplejo. No tenía adónde ir, así que básicamente me rendí.
Sabía que no iba a ser lo que yo quería, ni iba hacia donde yo quería, ni iba a
tener la magnitud que quería. Tenía la sensación de que podía hacer algo más
grande, algo realmente grande con los personajes clave de Marvel. Si ves los
cuatro números de Los Vengadores y todo el material que contienen, te da la
sensación de una estructura tremenda construida en poco tiempo; el diseño de
cada página supuso un trabajo enorme; fíjate en el detalle de estas páginas.
Escribí muchísimas páginas para esto con una sinceridad tremenda, y creí que
iba a dar sus frutos. Estaba construyendo una especie de "Nuevos Dioses"
de Marvel. Sentí que me embarcaba en una epopeya y descubrí que, en general, no
contaba con el apoyo necesario para llevarla adelante. Por la razón que fuera,
la "maquinaria" Marvel no estaba preparada para respaldar algo tan
grande como esto. Sencillamente, no me pareció que el equipo funcionara como tal,
que estuviera unido”.
En cuanto a la versión de Roy Thomas: “A esas alturas, por desgracia, aunque no me había preocupado por ello
antes, las cosas habían llegado poco a poco casi al punto de ruptura con respecto
a los implacables plazos de entrega de Marvel (…) Cada treinta días, Marvel
debía entregar algo llamado “Los Vengadores” a la imprenta de Sparta, Illinois,
o de lo contrario desembolsar un cuantioso pago… o, por lo menos, pubicar el
numero con retraso, que aun asi costaría suficiente dinero para acabar con
cualquier beneficio potencial que pudiera dar el de ese mes. Por lo tanto, con
Neal comprometido en exceso con varios clientes –como él mismo ha dicho a
menudo-, nos estábamos retrasando cada vez más, entrega tras entrega. En
ocasiones, Tom Palmer o yo teníamos que quedarnos toda la noche para hacernos
cargo de las páginas que acababan de llegar por la tarde y que debían
terminarse y pasar a la siguiente fase la mañana siguiente. Respetamos y respetábamos
a Neal –quien en aquel entonces también estaba trasnochando bastante-, pero las
cosas se estaban saliendo de madre.
Por lo tanto, como
cada vez tenía más presión por parte del director de producción, John
Verpoorten, para que algún otro dibujase el nº 97… sobre todo cuando la fecha
límite de entrega para las 22 páginas de lápices ya había pasado y yo no había
recibido aún ni una sola página para los diálogos. Al final, tuve que ceder,
así que escribí una versión de la trama de varias páginas, tal como yo la
recordaba y hacerle una entrega especial a John Buscema, que dibujó la
totalidad del número en unos pocos y agobiantes días.
Mientras el Gran John trabajaba, Neal entregó las primeras páginas del nº 97, aunque no recuerdo si ya en su forma acabada o los esbozos. En todo caso –y no recuerdo si ya lo habíamos hablado, ya que no era algo que me entusiasmara-, Neal había optado por estructurar la última entrega como un flashback narrado dentro de siglos por el guía de un museo kree que hacía un recorrido por los artefactos de la antigua guerra entre los Kree y los Skrulls (esto demuestra que, a pesar de los rumores o noticias en sentido contrario, en aquel entonces tanto Neal como yo pretendíamos que esta historia terminase con el número 97, no que llegara al nº 100 y más allá).
Por desgracia y con
gran pesar, tuve que decirle que, como John ya había dibujado gran parte del
número (por lo que sé, era posible que ya nos lo hubiera enviado por correo),
no podíamos utilizar sus páginas y tendríamos que publicar lo que Buscema
entregara. Si Neal se hubiera presentado con toda la entrega dibujada, podría
haberla usado, aunque el editor se habría puesto como un basilisco por tener
que pagar a dos artistas por la misma historia- pero yo tenía responsabilidades
editoriales, y en ese momento no podía arriesgarme a que Neal no lo terminara.
Tenía que elegir lo probable (Buscema), no lo posible (Neal)… por mucho que me
hubiera gustado lo contrario. Como es natural, Neal, que probablemente había
estado toda la noche despierto dibujanteo aquellas páginas, no se tomó bien la
noticia”.
Lo cierto es que tengo reservas a tomar partido en esta controversia y prefiero abordar los comics tal y como están en lugar de elucubrar sobre a quién atribuir tal o cual subtrama, concepto o personaje. Eso significa reconocer a uno u otro creador en solitario por su contribución a la historia cuando ambos coincidan en ello (por ejemplo, Thomas ha reconocido sin reservas que Adams ideó el "Viaje Fantástico" de Ant-Man a través del cuerpo de la Visión), pero, en general, los reconozco conjuntamente como co-creadores.
Sin embargo, es casi imposible evitar esa controversia al analizar el nº 97, por la sencilla razón de que un número significativo de lectores (entre los que me encuentro) siempre se ha sentido decepcionado con la resolución de la Guerra Kree-Skrull; y, al menos algunos de ellos, parecen estar convencidos de que, de haber continuado Neal Adams, habría realizado una labor de mayor calidad. Probablemente esos fans, desde mi humilde opinión, pecan de optimistas, pero antes de seguir con este tema deberíamos revisar este número.
Tras la página-viñeta de inicio (donde figura el título, “El
Fin de la Divinidad”, guiño a la novela “El Fin de la Infancia” (1953) de
Arthur C.Clarke) vienen dos páginas que, bajo la forma de una visión de Rick
Jones, recapitulan la situación en la que se encuentran los principales
participantes en el drama. En la galaxia de Andrómeda, Mercurio y la Bruja
Escarlata mantienen a raya a los Skrulls mientras el Capitán Marvel manipula un
Proyector Omni-Onda; el Capitán América, Iron Man, Thor y Visión luchan contra
otros Skrulls tratando de detener una flota de invasión con destino la Tierra;
en la galaxia Kree, Ronan observa cómo otra flota de invasión, esta Kree, se
dirige al mismo objetivo, mientras que la cautiva Inteligencia Suprema ha
manipulado a Rick y a Mar-Vell por interés propio y obedeciendo un plan secreto;
en la Tierra, el senador H. Warren Craddock
sigue acusando a los Vengadores de
simpatizar con los extraterrestres, mientras que Clint, ahora sin los poderes
de Goliath, intenta impedir que una nave espacial Skrull lance una bomba
apocalíptica contra la Tierra.
En la Zona Negativa, Annihilus ataca a Jones, en parte para vengarse por la ayuda que prestó para impedirle pasar a la Tierra en el nº 89, y en parte porque Annihilus… bueno, agrede a todo el mundo con el que se cruza. Sin embargo, Rick consigue rechazarlo con un inexplicable rayo mental. Desde luego, este villano lleva una mala racha. En el mencionado nº 89, los Vengadores se libraban de él en tres páginas; ahora a Rick le bastan seis viñetas. Rick es entonces atraído hacia una de las letales regiones de antimateria de la Zona Negativa, pero usa su recién adquirido poder mental para transportarse de vuelta al planeta hogar Kree, a la celda que compartió con la Inteligencia Suprema en el número anterior.
En el mundo trono Skrull, Mar-Vell le dice a Wanda que
intentó usar la Omni-Onda para contactar con Rick y, por ende, con los
Vengadores, pero que en su lugar, involuntariamente, lo arrastró a la Zona
Negativa… lo cual contradice lo que la Inteligencia Suprema aseguró en el
número anterior, a saber, que era ella la que lo empujaba a esa dimensión de
acuerdo con su plan (el cual, suponemos, consiste en la activación de los
poderes latentes en la mente del chico). Sea como sea, después de haber
terminado el emisor de Omni-Onda, lo destruye para evitar que los Skrulls la
usen como arma. Al fin y al cabo, si accedió a ello fue para salvar la vida de
los inconscientes hermanos mutantes, pero habiendo sido éstos liberados en el
número anterior, ya no hay necesidad de continuar con la tarea. La Bruja
Escarlata le pregunta por qué no utilizó él mismo la Omni-Onda, pero le
responde que los Kree sólo pueden usarla como instrumento de comunicación
galáctica. Únicamente los que no pertenecen a su especie podrían usarla como
arma. Una explicación que no es más que un agujero de guion de dimensiones
cósmicas.
Y aquí es donde la Inteligencia Suprema, consciente de que
Ronan ha detectado que algo raro pasa en la celda y envía guardias a
investigar, insta a Rick a “ser digno de
tu herencia cósmica… o perecerás horriblemente. No hablo del nacimiento de tu
persona, Rick Jones… sino del de toda la raza humana a la que perteneces”.
Rick, al final, comprende que lo que debe hacer es conjurar a los héroes sobre
los que leyó en su niñez y a los que admira. Y así, despertando un poder
dormido en su interior, manifiesta al antiguo Capitán América, Sub-Mariner, la
Antorcha Humana original, el Patriota, Visión (la antigua versión de la que ya
hablé en una entrada anterior), Cráneo Llameante, Aleta y Ángel. Todos juntos,
mantienen a raya a Ronan y los soldados Kree, hasta que, tan rápido como han
venido, se desvanecen.
Esta escena remite a aquella que ya vimos en el nº 92, en la que Rick recordaba a los héroes de comic de su infancia, pero mientras que entonces Roy Thomas dio órdenes a Sal Buscema para que dibujara un puñado de héroes no pertenecientes al catálogo de la antigua Timely/Marvel y que, él pensaba, estaban ya en el dominio público, para esta historia prefirió jugar sobre seguro e hizo que el hermano de Sal, John, dibujara solamente personajes propiedad de la editorial.
Es fácil —y natural, supongo— para un moderno aficionado al
cómic, aunque sea consciente del profundo cariño que Roy Thomas ha demostrado
por los superhéroes de la Edad de Oro a lo largo de su dilatada carrera en el
género, torcer el gesto ante la repentina incorporación a la aventura de un
quinteto de oscuros personajes que solo habrían reconocido los entusiastas más
dedicados y entendidos de 1971. Pero, en aquel momento —años antes de los
Invasores, la Legión de la Libertad, el All-Star Squadron o cualquiera de los
otros ejercicios de retrocontinuidad grupal que haría Thomas con la Segunda
Guerra Mundial de fondo- este fue un desarrollo bastante novedoso por mucho que
no fuera lo que los aficionados esperaban encontrar en este número de
conclusión de la saga.
Naturalmente, hubiera sido mucho más interesante si estos
veteranos héroes fueran “reales” en lugar de una especie de proyección energética
extraída de los recuerdos subconscientes de Rick. Al fin y al cabo, si no están
vivos, ¿por qué debería importar lo que les pasara? Irónicamente, todos y cada
uno de estos personajes acabarían entrando en la continuidad oficial del
Universo Marvel como héroes de carne y hueso que desarrollaron sus carreras en
la década de 1940. Pero, por alguna razón, en 1971 Marvel aún no estaba lista
para abrazar su propia historia pre-Edad de Plata como sí lo llevaba haciendo
desde hacía años DC Comics (aunque, hay que admitirlo, sobre todo de forma
indirecta a través del recurso de Tierra-Dos).
Para los más curiosos y completistas, os dejo aquí los
orígenes editoriales de cada uno de esos personajes: el Patriota fue creado por
el guionista Ray Gill y el dibujante George Mendel para “Human Torch Comics” nº
4 (marzo 41). La Visión original fue una creación de Joe Simon y Jack Kirby y
debutó en “Marvel Mystery Comics” nº 13 (noviembre 40). Cráneo Llameante
apareció por primera vez en “Mystic Comics” nº 5 (marzo 41) en una historia
escrita y dibujada por Bob Davis. Aleta debutó en “Daring Mystery Comics” nº 7
(abril 41) y fue creación de Bill Everett –más conocido por ser el “padre” de
otro héroe acuático, el Sub-Mariner. El Angel original, tal y como fue ideado
por Paul Gustavson, se remonta a los orígenes de la misma Marvel porque
apareció inicialmente en su primer comic book: “Marvel Comics” nº 1 (octubre
39), distinción que comparte con la Antorcha Humana y Sub-Mariner.
Ahora, de alguna manera, Rick sabe lo que debe hacer a continuación. Emite un rayo que abarca el cosmos y congela a todos los Kree. El rayo también alcanza al Capitán Marvel en el mundo trono Skrull, utilizándolo de “repetidor” para paralizar a todos los Skrulls de la galaxia de Andrómeda, incluyendo a los de la flota contra la que luchan los Vengadores (una viñeta, por cierto, en la que Buscema plagia sin vergüenza el dibujo de Neal Adams del número anterior). Éstos, inseguros acerca del rumbo a tomar, se dirigen al mundo trono.
El rayo también alcanza a H. Warren Craddock en la Tierra,
exponiéndolo públicamente en mitad de uno de sus mítines como el Skrull que realmente
es. Una multitud impulsada por el mismo odio que él mismo había propagado
contra los extraterrestres, se lanza sobre él y lo asesina. Una escena bastante
dura para un comic sujeto a la aprobación censora del Comics Code Authority.
La Inteligencia Suprema explica que ahora podrá recuperar el control del imperio Kree de manos de Ronan. Además, los Kree y los Skrulls volverán a su estado original de inestable tregua. Asegura, además, que todos los humanos poseen en su interior los poderes mentales que Rick acaba de exhibir y que nuestra especie, algún día, superará a los Kree y los Skrulls, dos civilizaciones que se encuentran cultural y biológicamente estancadas.
Rick se desploma por el esfuerzo y la Inteligencia Suprema
lo transporta junto a los Vengadores al mundo trono Skrull, donde el Capitán
Marvel se fusiona con él para salvarle la vida a costa, eso sí, de perder una
vez más su libertad. Cuando Rick despierta, su poder mental ha desaparecido. A
continuación, la Inteligencia Suprema los envía a todos de vuelta a la Tierra,
donde descubren que el verdadero senador Craddock había sido secuestrado y reemplazado
por el cuarto Skrull presentado originalmente en “Los Cuatro Fantásticos” nº 2
(enero 62), el único que no se había convertido en vaca como sus tres
compañeros. En este punto, los Vengadores sospechan que el líder Kree influyó
en esos Skrulls para atacarlos y obligarlos a entrar en la contienda. Al final,
solo queda un cabo suelto: Goliath, que no se ha reunido con el resto de los
Vengadores y cuyo paradero es desconocido
Mucho más tarde, en 2006, nos enteraríamos de que Iron Man,
a raíz de este intento de invasión, fundaría junto a Rayo Negro, el Doctor
Extraño, Mr.Fantástico, el Profesor X y Sub-Mariner el consejo de sabios
conocido como Illuminati. La Inteligencia Suprema y Mar-Vell volverán a cruzar
sus caminos en el número 35 (noviembre 74) de la colección de este último. En 1992,
el líder Kree trataría de revigorizar la estancada evolución de su pueblo en el
crossover “Operación Tormenta Galáctica”.
Entiendo perfectamente el por qué algunos lectores encuentran decepcionante la resolución de la Guerra Kree-Skrull —yo, por ejemplo, hubiera deseado una o dos batallas espaciales más-, pero debo admitir que el concepto básico de que las dos razas más avanzadas de sus respectivas galaxias hubieran llegado a un punto muerto evolutivo, dando así a la Humanidad una oportunidad de superarlas, siempre me ha funcionado desde el punto de vista narrativo.
Por otra parte, el último número parece más una aventura de
Rick Jones que de “Los Vengadores”. Aunque, si miramos atrás, la Guerra
Kree-Skrull ya había transmitido sensaciones parecidas. Al principio, antes de
la llegada de Neal Adams, parecía una historia del Capitán Marvel con los
Vengadores de estrellas invitadas; un poco más adelante, otra de los Inhumanos
con los Vengadores echando una mano; y, por fin, una de Rick Jones con los Vengadores
sin hacer prácticamente nada en todo el número. Dado que la saga se abrió con
el Capitán Marvel y se cierra con Rick Jones, no podemos negar que existe
cierta coherencia circular, pero también comprender las quejas respecto al
papel irrelevante de los Vengadores en todo el asunto.
Roy Thomas parecía sentir cierta inclinación a jubilar,
aunque fuera temporalmente, a los superhéroes cuyas series eran canceladas. Lo
hizo un año atrás con el Doctor Extraño, retirándolo de circulación por un
tiempo. Y aquí repitió la jugada con el Capitán Marvel, obligándolo a renunciar
a su fuerza vital para salvar a Rick Jones. Dudo que muchos fans (si es que tenía
alguno) creyeran en aquel momento que jamás volverían a ver a Mar-Vell, así que
me pregunto qué sentido tenía esto, especialmente cuando, antes de
sacrificarse, piensa en Anelle, la hija del emperador Skrull, en términos inequívocamente
románticos. En realidad, la princesa, aunque brevemente, sí fue algo más que un
mero pensamiento para Mar-Vell, aunque los lectores tendrían que esperar décadas
para enterarse, concretamente hasta “Young Avengers” nº 11 (mayo 2006), donde
se revelaba que ella y el kree fueron amantes y concibieron un híbrido,
Hulkling, que sería miembro de ese grupo y líder de la Alianza Kree-Skrull (eso
sí, no puedo imaginar cuándo y cómo la pareja encontró el tiempo y la
oportunidad para ponerse cariñosos).
En cuanto a Rick Jones, se quedará con los Vengadores hasta el número 100, cuando Roy Thomas –en cierto modo su padrino- daría el relevo a su sucesor al frente de la colección. Jones reaparecería en el nº 103 antes de regresar a la colección del Capitán Marvel, que resurgió de sus cenizas conservando su numeración original (el nº 22) en septiembre de 1972. Allí se le informará de que su cuerpo humano no puede albergar la fuerza vital de Mar-Vell y, al final del nº 23, ya habrá encontrado unas nuevas Nega-Bandas con las que recuperar su antiguo arreglo con el kree, esto es, permanencias alternadas en la Zona Negativa.
“Todo vuelve a ser lo
que era. Kree y Skrull en una paz incómoda. Vuestro planeta a salvo”, dice
la Inteligencia Suprema. No está nada claro que esta vuelta al status quo
suponga un final satisfactorio para una saga que aspiraba a mayor carga épica.
Pero es que, además, tampoco puede imaginarse fácilmente cómo va a
implementarse semejante armisticio. En algún momento los Kree y Skrull que Rick
congeló con su rayo mental van a despertar y cuando esto ocurra, ¿qué impedirá
que Ronan, el emperador Skrull y demás involucrados retomen el conflicto donde
lo dejaron? Podríamos imaginar que existe algún tipo de mecanismo de seguridad
implementado por los actos de Rick, quizá que cada vez que los combatientes intenten
retomar las hostilidades, se vuelvan a sumir en una parálisis. Pero esto es una
simple suposición. Tal y como está, es otro agujero de guion que Thomas,
probablemente por las prisas con las que tuvo que realizar el número, no supo
rellenar.
Lo cierto es que, ya lo he dicho, este número fue una
decepción no sólo por la sustitución de Neal Adams por un Buscema a todas luces
apresurado, sino porque remataba de forma abrupta y utilizando un burdo deux ex
machina lo que parecía una historia a la que todavía le quedaba bastante
desarrollo. Como ya dije, Roy Thomas explicó desde el principio que la
sustitución de Adams se había debido a la incapacidad de éste para garantizar
la entrega a tiempo de sus páginas, versión que ha mantenido más o menos
intacta desde hace medio siglo.
No se puede decir lo mismo de Adams, que hasta su muerte fue
cambiando su punto de vista. En 2018, declaró: “Seamos claros. Cuando me hice cargo de “Los Vengadores”, Roy estaba
escribiendo una serie bastante dispersa que incluía muchos personajes. Cuando
le pregunté si tenía en mente una dirección específica dijo que no, pero que
como trabajábamos con el Método Marvel, podía ir en la dirección que quisiera.
Vi lo que estaban haciendo Sal [Buscema] y Roy, pensé sobre ello y le dije a
Roy que me gustaría hacer una historia muy larga, quizás de 10 o 12 números, y conducir
toda la historia, incluyendo a TODOS los personajes de Marvel, hacia una Guerra
Kree-Skrull a gran escala, todo para centrarme en un Rick Jones infrautilizado.
Roy parecía muy contento, así que empecé con ello. Sinceramente, la historia despegó,
Rick estaba en su lugar, la oposición se alineó y el meollo de la guerra estaba
por comenzar. Entonces… bueno, las cosas cambiaron. Y el maravilloso John
Buscema recibió instrucciones de acortar y cerrar la historia. Les aseguro que
tenía planes fantásticos”.
El problema, tal y como yo lo veo, es que no se percibe esa
sensación de estar construyéndose una estructura sólida en poco tiempo. Al
menos, no en el sentido de que la historia estuviera evolucionando hacia algo
verdaderamente grande (un “evento” diríamos hoy) en extensión (diez o doce
números) y alcance (con todos los personajes Marvel existentes entonces). Si
eso fuera cierto, entre los números 93 y 96, deberían haberse presentado más
hilos argumentales destinados a tal efecto. Y no es que éstos se truncaran en
el nº 97 o no llegaran a buen puerto; no, es que nunca existieron. Prácticamente
todos los elementos que se introducen en la trama tras la incorporación de
Adams al equipo creativo —los Skrulls-vaca (prefigurados en el nº 92), el Súper
Skrull, el Proyector Omni-Onda, los Mandroides, los Inhumanos— se resuelven
antes del nº 97 o en la conclusión de la saga. La otra cosa importante a
destacar sobre las palabras de Adams que cité al principio es que responsabiliza
de su salida de “Los Vengadores” a la falta de apoyo de Marvel, no haciendo ni
mención a sus problemas con las fechas de entrega, algo de vital e inmediata
importancia económica para la empresa.
En su versión, Adams sugiere que fue Thomas quien cambió de idea respecto a la duración de la saga y el rumbo a seguir y, sin decirle nada al respecto, escribió lo que le pareció bien y se lo envió a Buscema; como si su tardanza (la cual no niega) en entregar el trabajo no hubiera tenido realmente nada que ver en la decisión del guionista y editor.
Si alguien todavía tiene dudas de los frecuentes
incumplimientos de Neal Adams a finales de 1971, tan graves, de hecho, que la
editorial corría el riesgo de publicar una reedición o pagar recargos a la
imprenta, basta echar un vistazo al número del otro cómic que dibujaba
regularmente por aquel entonces —“Green Lantern”, en DC— y que también se
publicó en diciembre, apenas unas semanas después de que “Los Vengadores” nº 97
saliera a la venta. Y es que, en lugar de presentar la última aventura de Green
Lantern y Green Arrow, narrada por el galardonado equipo que formaban Adams y
el guionista Denny O'Neil, “Green Lantern” nº 88 incluía dos reediciones de
historias del personaje de la Edad de Plata, acompañadas de un relato inédito
del Green Lantern de la Edad de Oro que llevaba veintidós años criando polvo en
los archivos de DC. Las únicas ilustraciones de Neal Adams que incluyeron este
"Número Especial Sorpresa" fueron la portada y un boceto a lápiz de
la cubierta del siguiente número, el 89.
Naturalmente, Adams también tenía una explicación para esa
desafortunada circunstancia. En una entrevista publicada en 1978, declaró: “La reedición de “Green Lantern” fue una
propuesta editorial muy anterior a que se incumpliera cualquier plazo. Creo que
Carmine Infantino (el editor jefe de DC) estaba un poco molesto porque la serie
“Green Lantern/Green Arrow” estaba recibiendo mucha atención y porque yo no
podía encargarme de las portadas de sus colecciones mientras estaba ocupado en
ella. Debes entender la situación en la que me encontraba. Me pedían que
hiciera “Green Lantern/Green Arrow”, pero también cinco portadas a la semana
para DC Comics… Así que, cuando la gente habla de mis problemas con los plazos,
suelen olvidarse de cosas como: “Bueno, mientras Neal ya tenía problemas para
hacer “Green Lantern/Green Arrow”, Carmine Infantino también le pedía que
hiciera aproximadamente cinco portadas a la semana, con lápices, tintas y
colores. Y cuando dejó de hacer esas portadas e insistió en que “Green
Lantern/Green Arrow” era más importante, los editores le insistieron en que lo era
mucho más publicar esas portadas porque vendían más comics. Y, después de todo,
“Green Lantern/Green Arrow” no era tan importante”. En fin, que, según él,
todos sus problemas siempre derivaban de la editorial de turno.
Espero que nada de todo lo anterior sea interpretado como
irrespetuoso hacia Neal Adams que, por otro lado, es uno de mis dibujantes de
superhéroes favorito de todos los tiempos y al que considero un auténtico
revolucionario del género. Es más, estoy seguro de que se esforzó muchísimo en
estos números de “Los Vengadores”, tanto que ensombreció al otro gran artista
de la colección hasta ese momento, John Buscema. No creo que nadie, entonces y
hoy, quedara contento por la sustitución del uno por el otro en el último
episodio de la saga.
En resumen, todo el mundo ha lamentado siempre que “La Guerra Kree-Skrull” no fuera rematada por Neal Adams. Pero esperar que, si éste hubiera permanecido en la colección, hoy tendríamos una epopeya de 12 o 20 episodios con todos los personajes Marvel participando en una guerra cósmica de escala inimaginable, es poco razonable.
Esta saga es también interesante porque su publicación
coincidió con el momento en el que Marvel se convirtió en la editorial de
cómics más importante de Estados Unidos. En este sentido, parecía adecuado que
la conclusión del arco argumental coronara con la recuperación, aunque fuera
testimonial, de personajes extraídos de la Edad de Oro de la compañía. Y cuando
la Inteligencia Suprema habla de que los Kree y los Skrull se han estancado en
la escala evolutiva y odian a la raza humana porque el fondo saben que, con su
mayor dinamismo y capacidad de adaptación, es, en última instancia, superior a
ellos, desde el punto de vista de Marvel, bien podría haber reemplazado las
palabras "Kree" y "Skrull" por las letras "D" y
"C". Fue la culminación evolutiva de las historias en dos partes que
Lee y Kirby habían empezado a hacer en los primeros años del Universo Marvel,
seguidas de las aventuras seriadas en múltiples episodios. Lo que ahora
diferenciaba a la Guerra Kree-Skrull de sus antecesoras fue que ofrecía una
propuesta mucho más ambiciosa. Fue la historia más larga y compleja de Marvel
hasta el momento en la que Thomas y Adams incorporaron personajes y lugares provenientes
de todo el Universo Marvel, encontrando la manera de conectarlos en un vasto
tapiz. La saga fue la culminación de las habilidades de continuidad y
caracterización que Thomas había estado perfeccionando desde antes de trabajar
para Lee, pero que pudo poner en prác
tica con mayor facilidad conforme asumía
más responsabilidades editoriales. Al final de la historia, Thomas había
trazado un mapa de la geografía estelar, definido la política interplanetaria
de dos sistemas galácticos y la posición de la Tierra en relación con aquéllos.
De un plumazo, no solo expandió los límites de los personajes de Marvel para
incluir todo el universo (dejando al margen los encuentros del Dr. Extraño con
entidades cósmicas como Eternidad), sino que abrió el camino para que otros guionistas
exploraran el rico potencial de aventuras galácticas divididas en varias partes
que, eventualmente, comenzarían a unir todos los elementos dispares del
Universo Marvel.
Pese a su accidentada trayectoria e insatisfactorio final, “La Guerra Kree-Skrull” (denominación otorgada a posteriori por los fans, no ideada ni utilizada por Thomas durante la publicación original) se convirtió en uno de los arcos argumentales más famosos de Marvel, no solo de la década, sino de toda la historia del comic de superhéroes. Es más, entre 1971 y 1972, esta saga demostró a las claras que, incluso con Stan Lee cada vez menos implicado en los aspectos creativos de la editorial, Marvel aún podía producir historias de gran talla épica capaces de inspirar a lectores y artistas. Los números 93 a 97 fueron reeditados en dos volúmenes en 1983, la primera vez que Marvel otorgaba ese honor (dejando aparte antologías como “Marvel Tales”) y anticipando lo que ya en 1987 serían los volúmenes Masterworks.
(Continúa en la siguiente entrada)
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