(Viene de la entrada anterior)
Al igual que su predecesora inmediata, la segunda entrega de la trilogía que siguió a la Guerra Kree-Skrull, firmada por Roy Thomas y el artista Barry Windsor-Smith, comienza con una portada dibujada por John Buscema y entintada por un irreconocible Barry Windsor-Smith. El interior del comic, sin embargo, era, sin duda alguna, obra de Smith, cuyos lápices fueron embellecidos por Tom Sutton, que tenía un estilo algo más pesado y meticuloso que el de Sal Buscema en el episodio anterior.
Por fin, en este número 99 (mayo 72), el lector va a
averiguar qué le ocurrió a Clint Barton después de que Thomas y Neal Adams lo
dejaran atrapado en una situación crítica al final de la Guerra Kree-Skrull, en
el número 96, un misterio que había sido el único hilo argumental sin resolver
de esa saga.
En la escena final del número anterior, Clint Barton había protagonizado una teatral reentrada luciendo su antigua identidad de Ojo de Halcón (aunque con un nuevo traje), acompañado por un Hércules amnésico que sólo recordaba una ominosa profecía que auguraba que Ares, el dios griego de la Guerra y líder de un movimiento de agitadores belicistas al que se tuvieron que enfrentar los Vengadores, iba a esclavizar a la Tierra y Asgard. Ahora y una vez en la Mansión, el grupo no logra restaurar la memoria de Hércules, ni siquiera contando con la tecnología de Stark alimentada con la energía del martillo Mjolnir de Thor y el asesoramiento científico de Pantera Negra y Henry Pym.
Mientras Hércules descansa del estresante pero infructuoso
procedimiento de recuperación de sus recuerdos, Ojo de Halcón explica cómo su
colega Vengador y él han acabado aquí. Cuando lo vimos por última vez, se había
infiltrado en una nave Skrull que se dirigía hacia la Tierra para destruirla. Aunque
conservaba el traje de Goliat, ya no tenía su suero de crecimiento por lo que
la única forma que tuvo de defenderse de sus agresores fue improvisando un arco
y unas flechas y, utilizando sus viejas habilidades, provocar con un certero
disparo una explosión que acabaría por destruir la nave. Clint escapó en una de
las cápsulas de salvamento y logró regresar a la Tierra, aterrizando en
Yugoslavia.
La cronología expuesta por Clint es, cuanto menos, cuestionable. Si la nave de guerra Skrull explotó al mismo tiempo que la Inteligencia Suprema teletransportaba a todos los Vengadores, excepto Goliat, al planeta hogar de los Kree, ¿no deberían los Skrulls de esa nave verse, como todos sus congéneres en toda la galaxia, afectados por el ataque mental que desencadenó Rick Jones varias páginas antes?
En cualquier caso, quienes encontraron a Clint fueron los
artistas de un circo ambulante, cuyo forzudo resultó ser el amnésico Hércules,
a quien habían encontrado vagando confuso por Grecia. Pagando su viaje con la
participación en las funciones del circo como arquero de precisión – los
feriantes desconocían quiénes eran los Vengadores-, llegó a Belgrado, donde
intentó llamar a los Vengadores, pero no obtuvo respuesta de la Mansión, así que
contactó con Kevin O'Brien, uno de los científicos de Tony Stark.
Este personaje presentado en “Iron Man” nº 31 (noviembre 70),
se había convertido rápidamente en la mano derecha de Stark y se enteró de su
secreto en el nº 37 (mayo 71) de esa colección. La conversación telefónica de
Ojo de Halcón y O´Brien antes de la muerte de este último en “Iron Man” nº 46 (mayo
72), implica que la secuencia narrada entre los nº 41 y 47 de esa colección
transcurrió entre el final de la Guerra Kree-Skrull en el nº 97 de “Los
Vengadores” y el inicio de esta nueva trilogía en el nº 98. Kevin O´Brien
estaba enamorado de la novia de Stark en ese momento, Marianne Rodgers y la armadura imperfecta que llevaba en su identidad de Guardián (y con la que lo
vemos atender a la llamada de Barton), amplificó sus emociones, entre ellas los
celos, volviéndolo contra su jefe y desencadenando una batalla entre los dos
héroes acorazados que terminó con la mencionada muerte de aquél. La armadura de
Guardián sería luego usada por el otro hermano O´Brien, Michael.
Sea como fuere, en ese momento Kevin O´Brien envió a Yugoslavia un avión de Stark Industries para recoger a Ojo de Halcón y Hércules y llevarlos a Nueva York justo a tiempo para darle la vuelta a la batalla contra Ares que estaba librándose en las calles de esa ciudad.
Bien, ya conocemos cómo Barton/Ojo de Halcón consiguió sobrevivir a la Guerra Kree-Skrull, agenciarse un ridículo uniforme (el que le dieron los feriantes para sus actuaciones) y encontrar a Hércules. Todo lo cual no resuelve el enigma central que ahora nos ocupa: ¿por qué el semidios griego y Vengador está amnésico y qué significa la profecía que es lo único que recuerda?
En un interludio de tranquilidad, Ojo de Halcón lleva aparte
a la Bruja Escarlata y le confiesa su amor. El interés del arquero por la
mutante se remonta a los inicios de su asociación con los Vengadores, grupo en
el que ambos –junto con Pietro/Mercurio) se integraron a la vez en el nº 16 (mayo
65). En aquella época, Wanda rumiaba para sí un amor no correspondido por el
líder del entonces cuarteto, el Capitán América. Por otro lado, la atracción
que Ojo de Halcón sentía hacia la única fémina del grupo, contribuía al
resentimiento contra el Capitán que no se esforzaba por ocultar y que dio lugar
a múltiples fricciones.
Aquél triángulo no era algo particularmente original y, de hecho, se trataba de un recurso bastante rutinario. El doctor Donald Blake tenía una relación con su enfermera Jane Foster, y Tony Stark con su secretaria Pepper Potts, como más tarde la tendría Matt Murdock con Karen Page. Bruce Banner se enamoró de Betty Ross, probablemente la única mujer de la base militar, o al menos la única soltera, en la que trabajaba el apocado científico. Todos estos héroes mantenían, por tanto, relación con la única mujer que les permitía su guionista. Pues bien, si trasladamos este esquema a los comics de grupos, que por aquel entonces solían tener entre sus filas tan sólo una fémina, ésta se transformaba automáticamente en el centro de las relaciones sentimentales. En los X-Men, Scott (Cíclope) y Warren (Ángel) competían por el afecto de Jean Grey (la Chica Maravillosa). En “Los Cuatro Fantásticos”, Stan Lee no podía permitir que el hermano de Sue ni el mejor amigo de Reed amenazaran su romance, así que utilizó a Namor para desempeñar ese rol. En los primeros Vengadores, Jan era la novia de Hank, así que lo mejor que se podía hacer con ella era presentarla como una presumida que coqueteaba con todos los demás para poner celoso a su novio y después prometido. Pero cuando la alineación original cambió, fue Wanda la que cubrió el hueco de centro del torbellino sentimental, un papel que se amplió para convertirse en objeto de deseo de estrellas invitadas, como Hércules; o incluso villanos, como Arkón, que en los números 75 y 76 (abril-mayo 70), quiso hacerla su reina. Asimismo, era también un tópico que la dama, ya fuera Sue Storm con Namor o Wanda con Arkón, se sintiera tentada por las ofertas del carismático villano.
Sin embargo, ese triángulo amoroso quedó desarticulado con
el regreso a la vida de Ojo de Halcón de la Viuda Negra, la espía rusa que lo
había empujado a enfrentarse a Iron Man antes de ser admitido en los
Vengadores. Ambos mantendrían una relación sentimental durante los siguientes
cuatro años, hasta que Natasha Romanoff rompió con Clint en el nº 76 (mayo 70).
Desde entonces, los lectores sólo lo habían visto fantasear brevemente con
Wanda en el nº 90 (julio 71). Ahora bien, un renovado y más persistente interés
romántico de Ojo de Halcón añadiría tensión dramática al romance que Roy Thomas
había estado construyendo a fuego lento durante el último año entre la Bruja
Escarlata y la Visión.
Visión escucha los torpes intentos de seducción de Clint y, de una manera un tanto brusca, se aparta dejándolos solos, una reacción que preocupa a Wanda. En este punto, ella tiene muy claro lo que siente e ignora a Ojo de Halcón para retirarse a descansar. De camino a su dormitorio, se detiene para hablar con su hermano Pietro, quien la presiona para que confiese si “estas enamorada de la Visión… un androide, una cosa de carne plastoide y sangre sintética”. Ella, cabizbaja, lo admite. Es la primera vez que Wanda reconoce verbalmente la profundidad de sus sentimientos hacia la Visión.
Quiza no sea hoy muy políticamente correcto ni esté de moda
señalar esto, pero las dudas de Mercurio y Ojo de Halcón respecto al amor de
Wanda por la Visión estaban más que justificadas. ¿Por qué razón un sintezoide
(posiblemente una forma de vida superior) necesitaría una pareja biológica?
Desde el punto de vista de la Visión, ese sentimiento bien podría ser tan sólo
una extensión de su deseo de convertirse en humano. Al fin y al cabo, todos, o
la mayoría, de los seres humanos buscan pareja y se reproducen. Por otra parte,
siempre ha quedado en el aire la forma en que la Visión podría satisfacer el
muy humano deseo sexual de Wanda. Es difícil imaginar que un androide sea capaz
de sentir lujuria.
Pero no hay tiempo para explorar la reacción de Pietro a la confesión de su hermana porque el Capitán América da la voz de alarma. Dos semidioses olímpicos enviados por Ares, Kratos y Bia, se han materializado en la Mansión para llevarse a Hércules, el cual no parece poder o querer defenderse. Aunque no tan conocidos como otros habitantes del Olimpo (de hecho, habían aparecido brevemente en el nº 50), Kratos y Bia son figuras mitológicas “reales”. Kratos personificaba el Poder, la Fuerza y la Autoridad y su hermano Bia, la Fuerza Bruta y la Violencia. Ambos formaban parte del séquito del dios Zeus, a quien servían como guardianes y ejecutores de su voluntad.
Mientras tanto, en otra planta del edificio, Visión se
sincera con Jarvis, quien también ha notado la chispa entre él y Wanda: “Si quiere mi opinión, creo que es usted más
humano que muchos. Un androide, sí, con un cerebro artificial que sigue las
pautas de un hombre muerto y que utiliza ese cerebro para pensar (…) Quizá
piense demasiado en vez de muy poco. Quizá debería dejar que la señorita Wanda…”
La conversación es interrumpida por el sonido de la batalla y Visión corre a
ayudar a sus camaradas.
Pero cuando llega y encuentra a su amada inconsciente, no hace nada para evitar que Kratos y Bia se lleven a Hércules, limitándose a acunar el cuerpo de Wanda. Ojo de Halcón, que trata de mantener el tipo aun cuando los pesos pesados del equipo han caído ante el poder de los olímpicos, reclama su ayuda, pero Visión se limita a responder: “Te oigo… y rechazo tu línea de razonamiento. Ayudo a los que aprecio por encima de los demás”.
Roy Thomas había estado construyendo la relación entre la
Bruja Escarlata y la Visión durante el último año y medio. Las primeras señales
de ese romance pudieron verse en el nº 81 (octubre 70), pero no se declararon
mutuamente su amor hasta el 91 (agosto 71). Ninguno de los otros Vengadores era
conocedor de ello y el androide reprimió sus sentimientos por considerarse
indigno. Mercurio se enojó por la frialdad con la que Visión trataba a su
hermana en el nº 93 (octubre 71), pero posiblemente ya sospechaba por entonces lo
que estaba pasando. Wanda pareció tomarse esa actitud distante de Visión como
un rechazo. Sin embargo, el sintozoide dejó que su juicio quedara nublado por
el secuestro de Wanda en el nº 95 (enero 72). El Capi comenzó a preguntarse
sobre los sentimientos de Visión en el 96 (febrero 72), cuando éste golpeó
brutalmente a un Skrull tratando desesperadamente de averiguar dónde habían
llevado secuestrada a la mutante. En el número anterior al presente, Visión se
contuvo deliberadamente de correr a ayudarla. Pero en este número su autocontrol
se derrumba estrepitosamente.
Debido a la inacción de Visión, los Vengadores fracasan y Kratos
y Bia se llevan consigo a Hércules. Ojo de Halcón, furioso, lo acusa
justificadamente de incumplimiento deliberado de su deber. Visión lo admite: “Sabía que sólo estaba inconsciente, pero no
pude actuar”. Sus sentimientos están ahora a plena vista, pero Wanda se
muestra decepcionada con él por haber desatendido su obligación hacia sus
camaradas. Los Vengadores aceptan posponer por el momento la discusión y se
preparan para invadir el Olimpo en busca de respuestas.
Sin embargo, y probablemente debido a las peculiaridades del método Marvel, ninguna de esas subtramas se desarrollaría, como uno podría esperar, en el siguiente y muy especial número, el 100. Incluso el título provisional que en la última viñeta se le asigna al siguiente episodio, "¡Tres Mundos en Guerra!", resultaría ser una especie de promesa incumpida.
(Continúa en la siguiente entrada)
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