(Viene de la entrada anterior)
Tras el arco de tres números dibujados por Gene Colan, el nº 66 (julio 69) trajo otro cambio en el apartado artístico, aunque no uno aparente en la portada. Esa ilustración, en la que se muestra al equipo (incluidos Thor e Iron Man, lo que contravenía las directrices de Stan Lee) combatiendo contra la Visión en multiples niveles de la Mansión, fue obra de John Buscema, que, como hemos visto, fue el dibujante regular de la colección durante un par de años antes de que sus otras ocupaciones (como la nueva colección de “Silver Surfer”) lo llevaran a abandonarla temporalmente.
El dibujo del comic propiamente dicho, sin embargo, corría a cargo de uno de los artistas más jóvenes y recién llegados a Marvel, un muchacho británico de 19 años que acabaría alcanzando una fama legendaria como Barry Windsor-Smith, aunque, por el momento, firmaba tan solo como Barry Smith.
Smith, cuyo trabajo había aparecido, aún muy poco refinado, en “X-Men” nº 53 (febrero 69) y, más recientemente en los números 50-52 de “Daredevil” (marzo-mayo 69), dibujaba por entonces con un estilo fuertemente influido por Jack Kirby y Jim Steranko (si bien no era todavía tan hábil como estos dos gigantes), algo que se deja ver claramente desde la página-viñeta de apertura (entintada, como el resto del número, por el veterano Syd Shores, que supo enriquecer y dar textura al dibujo de Smith): un dramático plano frontal de cuerpo entero de Thor volteando su martillo que bien podría haber firmado Kirby.
En este punto de la colección, hacía ya mucho que ni Thor ni Iron Man formaban parte de la formación regular de los Vengadores, concretamente desde el nº 16 (mayo 65). El editor de Marvel y entonces guionista del título, Stan Lee, se cansó de estar pendiente de los enlaces de continuidad entre las respectivas colecciones de esos heroes (por entonces, “Journey into Mystery”, “Tales of Suspense” y “Tales to Astonish”) con la de los Vengadores, así que los retiró del grupo y los sustituyó por personajes que no tenían serie propia (Mercurio, la Bruja Escarlata y Ojo de Halcón). Como ya vimos, su succesor al frente de la cabecera, Roy Thomas, tuvo auténticos problemas para conformar una alineación atractiva, máxime teniendo en cuenta que esa prohibición de utilizar a los dos pesos pesados se amplió, a partir del nº 47, al Capitán América cuando éste encontró título propio. Thomas se las arregló para ir “engañando” a Lee introduciendo siempre que podía a todos los Vengadores veteranos posibles, a menudo en ocasiones especiales como Anuales, el número de admisión de La Visión en el grupo (el 58) o la boda de Hank y Jan (nº 60).
Sin embargo, este número 66 parece señalar el momento en el que Roy Thomas decidió, en lo sucesivo, pedir perdón a Lee en lugar de permiso. Así, tendremos a uno o más de los Tres Grandes participando en muchas aventuras, aunque aún pasaría algún tiempo –hasta el nº 93- para que el Capitán, Iron Man y Thor volvieran a ser Vengadores oficiales-.
La historia comienza con los Vengadores en activo (en este punto, Goliath, Visión, la Avispa y Chaqueta Amarilla) junto a Iron Man y Thor, en el helitransporte de SHIELD, donde han acudido a petición del doctor MacLain para que pongan a prueba un nuevo metal de su invención: el adamantium. Éste resiste los golpes del martillo de Thor, los rayos repulsores de Iron Man y los puñetazos de Goliath. Lo único que le puede afectar es un reordenador molecular.
La fama de este comic, por supuesto, descansa en la presentación de este metal que tanto juego daría en las décadas por venir. Unos siete años después, los aficionados se enterarían de que las garras y el esqueleto de un nuevo Hombre-X llamado Lobezno habían sido reforzados con ese metal indestructible; y cuando ese personaje fue catapultado a la fama ya en los años 80, el adamantium se hizo igualmente muy popular.
Con el tiempo, empezarían a abrirse grietas en la continuidad. Aquí se dice que McLain inventó al adamantium pero ese descubrimiento debió producirse antes porque alguien lo utilizó para reforzar el esqueleto de Lobezno y dotarle de garras. En “Capitán America” 303 (marzo 85) se revelaría que MacLain creó también accidentalmente el escudo circular del Capitán en la Segunda Guerra Mundial a partir de una aleación de acero y vibranium, pero que no pudo repetir el proceso nunca más, aunque por el camino dio con el adamantium. La siempre creciente distancia que se abre entre el Universo Marvel y la Segunda Guerra Mundial hace que cada vez sea más inverosímil la partipación de MacLain en esa contienda. Cuando se publicó este comic de “Los Vengadores”, en cambio, solo hacía 24 años que había finalizado aquélla.
Sin embargo, en mayo de 1969, este nuevo material era otra de esas sonoras palabras con las que se bautizaban tantas invenciones en los comics. En su momento, los lectores probablemente se sintieron menos impresionados contemplando el nacimiento del adamantium que por la ominosa Visión actuando de forma extraña y amenazadora, a lo que se sumaba el escalofrío que siente Chaqueta Amarilla al escuchar su “voz inhumana”. Esta era la primera pista del conflicto que estaba por venir y que se subraya todavía más en las primeras viñetas de la página 5. También en esa página se justifica la ausencia de Pantera Negra en esta aventura como un regreso temporal a su reino africano.
De vuelta en la Mansión, una sesión de entrenamiento controlada por un ordenador casi mata a Iron Man. Mientras tanto, la Visión, que parece estar poseída por algún tipo de influencia exterior, regresa al helitransporte y roba el adamantium. Luego, ataca a los Vengadores en la Mansión aprovechando que Iron Man aún está débil y confirmando las sospechas que había empezado a albergar Chaqueta Amarilla respecto al nuevo miembro.
En este punto conviene destacar el excelente trabajo de composición que realiza Barry Smith en varias páginas, rompiendo el molde clásico instaurado por Jack Kirby y continuado por Don Heck, John Buscema y –en menor medida- Gene Colan. Elimina los límites entre viñetas, hace que las figuras salgan de los cuadros y entren en otros, rompe la linealidad, inserta cuadros de menor tamaño en viñetas más grandes, utiliza textos y cuentas atrás como elementos tanto gráficos como narrativos, diseña una de las páginas-viñeta como un poster art-noveau… Smith ya demostraba su inquietud artística y las multiples fuentes de las que bebía. Como dije, hay mucho de Steranko en estos experimentos (los comics que este autor hizo para Marvel estaban entonces causando sensación), pero también de Kirby en el tratamiento de figuras y expresiones y la meticulosidad de los fondos.
En este sentido, destaca especialmente la viñeta de la página 15, que ocupa toda la plancha y que muestra a los Vengadores en tensa espera en uno de los salones de la Mansión. Dispersas por la página, hay una serie de pequeñas viñetas con primeros planos de cada uno de los Vengadores junto a los cuales están colocadas. El efecto es el de una cámara de cine que va pasando de un personaje a otro en el transcurso de una conversación. Pero el lenguaje del comic añade una ventaja exclusiva: una escena que en una película duraría varios minutos, aquí se resuelve en una sola imágen de gran belleza estética en la que se sirve al lector toda la información relevante de una sola vez.
Aunque la Visión había ya demostrado desde su primera aparición en el nº 57 el control que tenia sobre la densidad de su cuerpo, este episodio introduce una variación de ese poder que consiste en incapacitar a un adversario: “Al volverme parcialmente sólido mientras ambos ocupábamos el mismo espacio, lo he sometido a una tensión insoportable”. Este se iba a convertir en uno de sus más frecuentes movimientos ofensivos.
Pero resulta que este combate de la Visión contra sus camaradas no es más que una distracción que ha permitido a Ultrón entrar en la Mansión y utilizar sus ordenadores junto al adamantium robado por la Visión –a la que controla una vez más- para fabricarse un cuerpo indestructible de ese metal y que él mismo denomina Ultrón 6. Su versión anterior, Ultrón 5, aparentemente había muerto al término del nº 57, pero no creo que ningún lector se sorprendiera de encontrárselo de vuelta ocho episodios después. Eso sí, con un nuevo aspecto mucho más amenazador y ascendido a la categoría de villano de primera división. A partir de aquí, Ultrón, en sus diversas encarnaciones, pasará a ser la auténtica nemesis de Los Vengadores.
El nº 67 (agosto 69) es la segunda parte del arco argumental de tres en el que se presenta el adamantium y la reinvención de Ultrón. Como el episodio anterior, está dibujado por Barry Smith… salvo la portada, ilustrada en esta ocasión por el otro hermano Buscema, Sal. Éste había venido trabajando como entintador para Marvel desde hacía poco más de seis meses –entre sus primeros trabajos publicados fue el entintado del lápiz de su hermano para “Silver Surfer” nº 4 (febrero 69)- pero esta portada supuso su debut como dibujante y anticipo de lo que estaba por venir, puesto que con el siguiente número, el 68, a sus 33 años, se graduaría en la primera división de Marvel pasando a ser el artista regular de la colección y, en poco tiempo, uno de los pilares sobre los que se apoyaría la editorial.
El interior, ya lo he apuntado, corría a cargo de Barry Smith, que aquí se mostraría un tanto más comedido en sus experimentos abandonándose más a la influencia de Kirby que a la de Steranko, aunque su narrativa y composiciones seguían destacando por la energía, dinamismo y épica que deberían haber sido la norma en la colección aunque, como ya dije en entradas anteriores, no siempre fue el caso. A destacar también aquí el trabajo de entintado, que en este caso corre a cargo de George Klein, quien se había ocupado de la mayoría de números a partir del 55, embelleciendo el arte de Buscema. Como ya dije en la entrada anterior, Klein falleció en mayo de 1969, pero dejó terminados diversos comics que irían publicándose durante varios meses después de su fallecimiento.
La historia comienza en el mismo punto en el que terminó el número anterior, con la irrupción sorpresa de Ultrón 6 en la Mansión, encarnado ahora en un cuerpo indestructible de adamantium. Goliath y Thor son los primeros en hacerle frente, con poco éxito. Visión, mientras tanto, llega a la conclusión de que el perverso robot debió haberle programado instrucciones en su cerebro cuando lo creó, obligándolo a reconstruirlo en caso de que resultara destruido. Y, efectivamente, así lo hizo. Recuperó su cabeza tras la batalla del nº 57 y la conservó hasta que se le presentó la oportunidad de robar el adamantium de SHIELD y utilizar el ordenador de la Mansión para fabricar un nuevo cuerpo para su amo. Se arrepiente amargamente de sus acciones, pero no pudo evitarlas. (Aunque al final de esta aventura el sintozoide parecerá alinearse definitiva e incondicionalmente con los heroes, nadie entre éstos parece preocuparse más sobre qué otras instrucciones ocultas podría haber programado Ultrón en su cerebro).
Iron Man, la Avispa y Chaqueta Amarilla se unen a la lucha. Ultrón derrota fácilmente al primero debido a que su armadura ha quedado debilitada tras el sabotaje de la Visión a la sesión de entrentamiento del número anterior, así que no tiene más opción que quedarse al margen durante el resto de la batalla (quizá fue la compensación de Thomas por haber infringido las reglas de Stan Lee respecto a su inclusión en Los Vengadores). El villano se libra fácilmente de sus adversarios y abandona el edificio para dirigirse a su antiguo cuartel general (visto en los números 57 y 58), un subterráneo bajo un edificio en ruinas en el Lower East Side.
Visión adivina el destino de su amo y llega allí antes que sus compañeros. SHIELD, por su parte, envía también un equipo con el fin de recuperar el adamantium. Tres de los agentes más conocidos de esa organización, Dum-Dum Dugan, Val de Fontaine y Gabe Jones, ordenan la misión pero no pueden participar porque están inmersos en la búsqueda de su jefe tal y como se narraba en “Nick Furia, Agente de SHIELD” (feb-junio 69). Por cierto, que Smith había tenido oportunidad de dibujarlos en el único número de esa colección de cuyo arte se ocupó, el nº 12 (mayo 69).
Visión trata de detener a Ultrón pero fracasa y éste afirma tener el control de su propio cuerpo aun cuando se supone que es supuestamente inmutable. Los agentes utilizan su armamento especializado para desconectar a Visión y Ultrón pone en marcha una reacción en cadena que destruirá Nueva York.
Naturalmente, como veremos en el próximo número, la ciudad se salvará. El que tendrá problemas será Barry Smith, quien no podrá encargarse del tercer número de este arco. Smith había viajado a Estados Unidos desde su Inglaterra natal con un visado de turista que no le autorizaba a trabajar. Sin embargo, eso es lo que pretendía y lo que había hecho, burlando a las autoridades de inmigración hasta que, en algún momento entre estos dos números de “Los Vengadores”, la suerte se le acabó. De vuelta en su país natal, se vería obligado a enviar desde allí sus páginas por correo, una situación en absoluto deseable para el artista o la editorial.
Sólo tendrían que pasar unos cuatro meses antes de que el arte de Barry Smith pudiera verse en otro comic. Cuando regresó, lo hizo sólo con historias cortas para un par de nuevas colecciones antológicas de misterio y terror que Marvel había lanzado a la vista del buen resultado que estaban registrando en DC “House of Mystery” y “House of Secrets”. Pero en julio de 1970, debuta el primer número de una nueva colección bimensual de la que él sería el dibujante titular (entre otras cosas, porque a Marvel le resultaba un artista barato) y que lo cambiaría todo no sólo para él sino para el género de Fantasía en el comic: “Conan elBárbaro”. Pero de eso ya hablé en las entradas que le dediqué a ese personaje y a ellas me remito.
Cuando apareció el número 68 (sept. 69), probablemente muchos lectores de la época pudieron detectar algo extraño en la portada. Los personajes parecían dibujados por el John Buscema al que habían aprendido a apreciar… pero no del todo. Una sensación que se confirmaba al abrir el comic y ver la primera página. El enérgico y detallado dibujo que Barry Smith había ofrecido en los dos episodios anteriores mezclando el dinamismo y contundencia de Kirby y la elegancia y afán experimentador de Steranko, nada tenia que ver con el estilo de Buscema, el primero que realizaba como dibujante de un comic completo. Claramente, estaba tratando de mimetizar el estilo de su hermano, quizá porque ello le hacía sentir más seguro o quizá por exigencias del editor. En cualquier caso, el resultado es eficaz pero poco memorable y, desde luego, inferior a la etapa de John Buscema o los últimos números que habían realizado Gene Colan o Barry Smith.
La historia finaliza el tercer encuentro de Los Vengadores con Ultrón. La explosión nuclear que el androide iba a provocar bajando la palanca en la última viñeta del número anterior, no se produce, así que éste decide acometer una retirada estratégica. Aparece Visión y explica que, incluso habiéndose debilitado por los disparos de Ultrón y los agentes de SHIELD en el último número, había conseguido volverse intangible e infiltrarse en la maquinaria de su antiguo amo. Allí, se rematerializó y estropeó el mecanismo de disparo nuclear. Esperando haber así compensado su –obligada por su programación- participación en la reconstrucción de Ultrón, se desmaya.
Los Vengadores consiguen que los agentes de SHIELD les cedan la custodia del sintozoide y luego éstos desaparecen de escena, por lo que su único propósito en toda esta historia fue dejar fuera de combate a la Visión y, probablemente y desde el punto de vista editorial, llamar la atención de los lectores sobre la colección centrada en Nick Furia y la organización que dirige. Lo llevan a la Mansión y lo “alimentan” con energía solar a través de la joya de su frente pero no consiguen revivirlo. Chaqueta Amarilla utiliza entonces una sonda mental para extraer de su cerebro una imagen, la del reordenador molecular, que, como se había revelado en el nº 66, es lo único que puede afectar al adamantium. El grupo contacta con su inventor, el doctor MacLain, en el helitransporte de SHIELD, que les indica que el dispositivo ha desaparecido. La deducción obvia es que Ultrón lo utilizó para modelar el metal a su conveniencia y construirse un cuerpo en cuyo interior incorporó luego el reordenador. Todo esto, evidentemente, complica mucho las cosas para los Vengadores.
El siguiente paso de Chaqueta Amarilla –en este momento, el científico residente del equipo- es contactar por radio con Pantera Negra, cuya ausencia no había sido del todo explicada desde el nº 66. Aquí lo vemos repeliendo una invasión en Wakanda de la que unos años más tarde se dará algún pequeño detalle adicional en un flashback aparecido en “Jungle Action” nº 7 (nov. 73). Quizá lo más reseñable de esta escena sea la primera aparición de Taku, uno de los personajes recurrentes en el entorno wakandiano de Pantera Negra, especialmente durante las etapas que escribieron Don McGregor y Christopher Priest. A menudo se le describirá como un experto en comunicaciones y un valioso consejero del trono que equilibra el carácter más impulsivo y beligerante del jefe de seguridad wakandiano, W´Kabi.
El caso es que Pym le pide a Pantera un trozo grande de vibranium, el metal que sólo se encuentra en ese reino y que puede absorber las vibraciones y la energía asociada a las mismas, siendo uno de los componentes del legendario escudo del Capitán América (existe otro tipo de vibranium en la Tierra Salvaje, el cual tiene la propiedad opuesta: emitir vibraciones capaces de destruir el metal).
Los Vengadores le tienden una trampa a Ultrón enviando a MacLain como cebo a la sede de la ONU para que comparezca ante los representantes de las naciones del mundo y les avise del peligro que supone Ultrón. Éste se imagina que es una trampa, pero necesita a MacLain, que es el único que conoce el secreto del adamantium, para crear un ejército de robots indestructibles con el que apoderarse del planeta.
En este punto es también donde encontramos otra de esas intervenciones de la Avispa que hacen rechinar los dientes al lector moderno, pero que eran habituales en la forma en que la Marvel de los 60 caracterizaba a sus superheroinas. Mientras Thor y Goliath esperan en una tensa calma a que llegue el vibranium de Wakanda, Chaqueta Amarilla nota preocupada a su esposa y le pregunta. Ella responde: “Sí, pero no por lo que crees. He caído en que no tengo nada que ponerme”. Al final, claro, sí que encuentra algo apropiado para la ocasión, otro modelito más que añadir a su ya inmenso guardarropa.
Al poco de llegar los Vengadores al edificio de la ONU y que MacLain de comienzo a su intervención, Ultrón irrumpe en la sala de conferencias con un nuevo cuerpo al que se refiere como Ultrón Definitivo y que, a diferencia de la versión 6 que consistía en un torso adherido a una plataforma volante, puede caminar. A decir de Roy Thomas, el diseño de este “Ultrón Definitivo” bebía de un robot que él recordaba de un número de “The Avenger”, un efímero título de superheroes de mediados de los 50 publicado por Magazine Enterprises (ya expliqué en una entrada anterior que el diseño de la cabeza fue inspirado igualmente por otro robot presentado en un viejo número de “Capitán Video”). Sal Buscema parece haber seguido bastante de cerca la concepción original del dibujante Bob Powell en aque viejo comic pero, por desgracia, esta máquina de extremidades esqueléticas resulta considerablemente menos intimidante que Ultrón-6, o incluso que el modelo original de Ultrón-5 diseñado por John Buscema. De todas formas, la página-viñeta en la que surge del suelo este Ultrón Definitivo demuestra que, a pesar de contar con un pobre diseño, Sal Buscema tenia suficiente talento como para insuflar dramatismo a la escena.
Goliath, Thor y la Avispa defienden a MacLain, pero Ultrón, una vez más, se los quita de enmedio con insultante facilidad, captura a su objetivo y lo somete a un mecanismo de absorción mental para extraerle la formula del adamantium. Pero el procedimiento sale mal y parece volverse contra el androide que, desesperado, jura llevarse consigo a la ciudad y se prepara para detonar con potencia nuclear. Thor lo cubre con una cúpula hecha del vibranium enviado por Pantera y contiene la explosión. Al final, se descubre que MacLaine no era tal, sino Hank Pym caracterizado como él. Su victoria la consiguió transmitiendo una orden a Ultrón a través del enlace mental que funcionó como una “bomba” a sus directrices principales: “Una frase sencilla y muy antigua que ha guiado a los hombres desde el principio…¡No Matarás!”. Un final, en mi opinion, demasiado absurdo, ingenuo y conectado con la Biblia incluso para aquella época, pero que probablemente fue del gusto del humanista Stan Lee (quien se alejó de sus raíces judías y se mostraba escéptico ante las creencias dogmáticas, prefiriendo escoger las virtudes de cada religión sin ceñirse íntegramente a ninguna).
Con este número 68 se cierra la segunda de las tres trilogías con las que Roy Thomas, acompañado por varios colaboradores artísticos, ocupó la colección durante 1969. La primera, centrada en la conversion de Ojo de Halcón en Goliath, discurrió entre los números 63 a 65; la segunda es la que acabamos de comentar, con el Ultrón renovado como adversario; la tercera será la trilogía del Gran Maestro, realizada ya íntegramente por Sal Buscema.
(Continúa en la siguiente entrada)
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