24 jul 2024

LOS VENGADORES EN LOS AÑOS 60 (28)

 

(Viene de la entrada anterior)

El número 64 había concluido con la fuga de Cabeza de Huevo, lo que dejaba un importante cabo suelto. No es que los tebeos de superheroes no solieran terminar con el villano escabulléndose, todo lo contrario, pero en este caso la urgencia de encontrarlo era singular, dado que aquél había contribuido a la muerte del hermano de Goliath en ese mismo episodio. A esto se añadía la revelación del auténtico nombre de ese Vengador antes conocido como Ojo de Halcón: Clint Barton. Resultaba, además, que tenía una relación de parentesco con un conocido gangster, lo que suscitaba preguntas que requerían respuesta. Así que Roy Thomas y Gene Colan (entintado en esta ocasión por el sustituto del difunto Klein, Sam Grainger), tenían en el nº 65 (junio 69) la misión de cerrar este crossover no oficial afrontando esas cuestiones.

 

Lo cierto es que la portada no daba ninguna pista acerca de que este era el último capítulo de un arco argumental que se había prolongado a lo largo de seis números de cuatro colecciones diferentes, porque mostraba a un villano que hasta este momento nada había tenido que ver con la aventura en curso: el Espadachín. También ocupa la página-viñeta de apertura, saltando hacia el lector, espada en mano, con esa actitud ostentosa que le caracteriza mientras proclama con poca modestia al vacío: “¡Cuidado mundo! ¡Llega… el Espadachín!”. A continuación, un montaje de dos páginas mostrando al villano saltando a un callejón con un aire muy “Steranko” aunque desaprovechando demasiado espacio.

 

Su destino es un almacén abandonado donde le ha convocado Cabeza de Huevo, que empieza a recordarle algo de su propia historia, en concreto cómo los dos hermanos Barton, Barney y Clint, buscando trabajo, llegaban al circo ambulante donde actuaba el Espadachín. Éste tomó bajo su tutela al más joven, cultivando y desarrollando su talento natural para el tiro con arco mientras Barney se conformaba trabajando de peón. Pero un día, Clint descubrió a su mentor robando la recaudación del circo. El Espadachín trató de convencerle para que se uniera a él en sus actividades criminales pero el joven se negó. Siguió una persecución que terminó con Clint seriamente herido tras una caída y el Espadachín a la fuga creyendo que el chico había muerto. En fin, con la excepción de la presencia de Barney y el nombre de Clint Barton, se trata de un recuento punto por punto del origen de Ojo de Halcón ya narrado en “Vengadores” nº 19 (agosto 65) por Stan Lee y Don Heck.  

 

A continuación, Cabeza de Huevo le revela que Clint sobrevivió y creció para convertirse en Ojo de Halcón, un dato que el Espadachín dice haber sospechado desde hace tiempo. El motivo de la reunión es que Cabeza de Huevo quiere contratar al mercenario para entrar en la Mansión de los Vengadores, capturar a su viejo enemigo, el Hombre Gigante (ahora Goliath), y llevarlo ante él para que pueda matarlo personalmente. Esta misión le permitirá también al Espadachín terminar su trabajo inconcluso y asesinar a Ojo de Halcón. Lo que Elihas Starr ignora es que Henry Pym ha asumido la identidad de Chaqueta Amarilla, mientras que Clint Barton es ahora Goliath. La razón para haber escogido al Espadachín es que allá por el nº 20 fue Vengador y eso le permitirá infiltrarse más fácilmente en sus instalaciones.

 

Pero, dado que El Espadachín había en el pasado sido Vengador y también luchado contra ellos (incluyendo Ojo de Halcón), ¿cómo es posible que no se diera cuenta de que el infallible arquero no era su antiguo protegido, Clint Barton? Bueno, es una posibilidad. En aquella primera historia del Espadachín, el Capitán América había dicho que el mercenario no tenia razones para sospechar que Ojo de Halcón era “ese muchacho de su pasado” dado que lo había dado por muerto. Y, de hecho, el Espadachín no dio muestras de reconocerlo en ningún momento de esa aventura antes de llegar a su conclusion en el nº 20. Pero en la siguiente aparición del villano, en el nº 29, hay una línea de diálogo que apunta a que, de hecho, sí lo reconoció y que sabía que Ojo de Halcón lo sabía: “Somos viejos amigos. Yo le enseñé todo lo que sabe”.

 

Lo más probable es que Stan Lee (que aún se encargaba de los guiones de la colección) olvidara que meses antes había establecido que el Espadachín no había reconocido a su pupilo. Con todo, el asunto estaba bastante confuso y es fácil comprender por qué Roy Thomas, que había convertido en su prioridad “asear” y ordenar la continuidad del Universo Marvel, decidiera zanjar la cuestión haciéndole decir al Espadachín en este número 65 que siempre había sospechado que Ojo de Halcón era Clint Barton, pero que no tuvo la seguridad hasta que Cabeza de Huevo se lo confirmó.

 

Por otra parte, la reapariciòn de Cabeza de Huevo ya deja claro que esta historia es la continuación de la saga que venía desarrollándose durante los últimos dos meses. La inclinación del villano a citar a Shakespeare es aquí todavía más acusada –e igualmente cargante- que en el nº 63, pero lo cierto es que sigue sin aportarle el carisma pretendido. No es casualidad que Thomas, más o menos simultáneamente, estuviera haciendo algo muy similar con otro villano –y tampoco uno disfrazado- en “Daredevil”: Starr Saxon, el genio de la robótica con tendencia a citar películas en vez de obras teatrales. En ambos casos, se diría que Thomas trató de escribir a los villanos de una forma que, en teoría, los destacara respecto al melodramatismo hueco e intercambiable que solía ser la norma en Marvel por entonces, evitando en la medida de lo posible las frases más sobadas y tópicas.

 

La escena salta entonces a la Mansión de los Vengadores, donde han trasladado el cadáver de Barney Barton desde la estación orbital de Cabeza de Huevo donde salvó al mundo del rayo destructor que el villano disparaba desde allí. Clint recuerda la última vez que vio a Barney antes del número anterior. Fue cuando lo encontró herido después de que el Espadachín hubiera tratado de matarlo y lo dejara por muerto. Barney encontró a su hermano y lo llevó donde pudieran curarle, pero no pudo evitar pensar que rechazar la oferta del Espadachín había sido un error y juró que a él no le pasaría lo mismo. “Barney desapareció esa noche. Más tarde, averigué que se había convertido en un ladrón…Y dejé de usar el nombre que ambos compartíamos”.

 

La racionalización de Clint para no utilizar su verdadero nombre durante todos estos años –distanciarse de su nefastamente célebre hermano- puede no resultar del todo convincente dada su propia trayectoria en el lado contrario a la ley sin haber evidenciado por ello demasiada incomodidad. Pero, dadas las circunstancias, debió ser lo mejor que se le ocurrió a Thomas. En cualquier caso, cuando Chaqueta Amarilla le pide que no sucumba al ansia de venganza, él responde: “Somos “Los Vengadores”, ¿no? ¡Bueno, pues no descansaré hasta hacer honor a ese nombre!”.

 

Mientras tanto, el Espadachín se ha infiltrado en la Mansión utilizando los códigos de seguridad que –incomprensiblemente- no han sido cambiados desde el nº 20 así como un artefacto que se llevó entonces y que le permite desactivar las alarmas… excepto una nueva que se instaló en el pasillo que lleva a la sala de reuniones y que avisa a los Vengadores de la intrusión. El Espadachín anuncia que está allí para llevarse a Goliath y Ojo de Halcón. Al no ver a este último, piensa que está ausente hasta que Clint Barton descubre la verdad anunciando: “¿No reconoces estos rizos dorados, Espadachín? ¡Yo fui tu pupilo… al que casi mataste!”. 

 

Pantera Negra salta al ataque declarando que “Quien desafía a un Vengador, los desafía a todos”, pero Goliath lo intercepta. Quiere encargarse él solo del Espadachín y su furia es tal que se enfrenta a sus propios compañeros impidiéndoles participar en la batalla. Desde luego, es un comportamiento bastante insensato que podría achacarse a la ira y la pena que siente por la muerte de Barney (de hecho, así lo verbaliza Pantera Negra un poco después), pero tampoco es incoherente con lo que ya sabíamos de Clint Barton. Toda esta refriega interna hace algo más creíble que un tipo con una espada trucada sea capaz de tumbar a todos los Vengadores… aunque no lo suficiente. Que uno solo de sus rayos deje fuera de combate a Pantera, Visión, Chaqueta Amarilla y –presumiblemente, porque no la vemos- la Avispa, es más dificil de tragar.

 

Al final, Goliath también cae víctima de otro rayo de la espada de su contrincante. El Espadachín no está seguro de si Clint es el Goliath tras el que le envió Cabeza de Huevo, pero cree que no será un problema. Habiendo reducido Barton su tamaño antes de quedarse inconsciente, el Espadachín se lo carga sobre los hombros y se lo lleva al almacén donde le aguarda Cabeza de Huevo. Éste, como era de esperar, no se muestra satisfecho y se niega a pagar lo acordado si no le trae a Henry Pym.

 

Los dos villanos se ponen a pelear dándole tiempo a Goliath para recobrarse y aumentar su tamaño. Cabeza de Huevo dispara un rayo al Espadachín que lo deja colgando del alfeizar de una ventana. Clint aparta a Cabeza de Huevo de un manotazo y acude a salvar a su antiguo maestro, quien está perdiendo agarre. Rápidamente, con una tubería fabrica un arco y una flecha a la que fija un alambre. Su disparo le permite al mercenario salvar la vida. Con un villano en cada una de sus grandes manos, Goliath reflexiona con una mezcla de cinismo y melancolía: “¡Qué bien! Con eso y diez centravos tendré para un mal café. Lo principal es que he capturado al culpable de la muerte de mi hermano. Dondequiera que esté Barney, he compensado el modo en que le fallé… Sí…Quizá…”.  (El Espadachín volverá a aparecer en los nº 78 y 79 como parte de la Legion Letal del Segador; y Cabeza de Huevo en “Marvel Feature” nº 5 (septiembre 72), como parte de un serial en el que Henry Pym queda atrapado en su tamaño de hormiga).  

 

Y así termina, un tanto anticlimáticamente, este crossover cuya idea fue buena pero cuya ejecucion resultó bastante torpe en lo que se refiere a coordinación y publicidad. Este número de “Los Vengadores” finaliza con un apropiado “Fin” en lugar del habitual cuadro de texto “En el Siguiente Número…”. Y es que no solo es el final de una extensa saga (para los parámetros de entonces) sino un cierre para el arco de Clint Barton iniciado en el nº 63 y que le llevó a cambiar de identidad superheroica, redescubrir a su hermano solo para perderlo y ajustar las cuentas con su pasado. Además, fue el último número de “Los Vengadores” en ser ilustrado por Gene Colan, cuya breve estancia coincidió con los tres capítulos de la “Trilogía de Goliath”. Había dejado para ello sus labores en la serie de “Daredevil”, donde fue sustituido por Barry Smith. Pues bien, ahora Colan regresa al justiciero ciego y Smith vuelve a sustituirle para el siguiente arco argumental de “Los Vengadores”, en el que reaparecerá otro viejo enemigo del grupo.

 

Roy Thomas estaba extrayendo el máximo provecho de un nuevo formato, el de sagas de tres números, que le permitía desarrollar con más calma las aventuras, evitando giros o desenlaces bruscos y profundizando en los personajes. No duraría mucho. Preocupado por la progresiva dependencia de los seriales, Stan Lee anunciaría en octubre de 1969 una nueva política en su página del Bullpen Bulletin: “Comenzando tan pronto como sea posible, vamos a abandonar nuestra política de historias con continuará. Sí, eso significa que trataremos de ofrecer una obra maestra Marvel en cada número. Va a complicar mucho nuestro trabajo: tendremos que acortar los argumentos, quizá reducir las subtramas y ajustar el ritmo. Pero es lo mínimo que podemos hacer por nuestros alegres lectores y será divertido ver cómo funciona”. Una línea editorial que, afortunadamente, no cuajaría, pero que sí marcaría una etapa de la colección. Pero de eso hablaremos en entradas posteriores…  

 

(Sigue en la próxima entrada)

 

 

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