(Viene de la entrada anterior)
El nº 64 (mayo 69) continuaba la línea argumental del episodio anterior y ampliaba este crossover oculto del que hablaba antes relacionado con un complot urdido por tres supergenios criminales para dominar el mundo.
Tras los
eventos narrados en el número anterior de “Los Vengadores” (recordem
os, Ojo de
Halcón asumía la identidad y poderes de Goliath, rescataba a la Viuda Negra y
frustraba una de las partes del plan del triunvirato maligno compuesto por
Cabeza de Huevo, el Amo de las Marionetas y el Pensador Loco), el mes de mayo
(fecha de portada, porque los comics se pusieron a la venta en marzo) vio otras
tres partes del crossover, empezando por “Sub-Mariner” nº 14, en el que el
Príncipe Namor luchaba contra alguien que al principio parecía ser un viejo
camarada de armas, la Antorcha Humana original, pero que resultó ser su
compañero, Toro, ahora ya adulto y controlado por el Pensador Loco. Al final,
el antiguo aliado de Namor consigue librarse del yugo del villano y los dos
heroes unen fuerzas para poner punto y final a la parte del complot que le
correspondía aquél, aunque en el proceso muere también Toro.
Y el tal
plan maestro consistía en conectar la base del Pensador Loco en el Pacífico con
la del Amo de Marionetas en el Caribe y el satélite orbital de Cabeza de Huevo
para cortar el suministro energético de Estados Unidos.
Efectivamente, así lo
hacen y Cabeza de Huevo transmite sus exigencias a todo el planeta. De no ser
atendidas, extenderá el efecto a todo el país. Entre quienes escuchan el
mensaje están los Vengadores que habían partido en busca de la Viuda Negra en
el nº 63 (Pantera Negra, Visión, la Avispa y Chaqueta Amarilla) y que, ya en la
Mansión, se encuentran con que Ojo de Halcón está ausente.
De ahí, la
saga saltaba a la cabecera del “Capitán Marvel”, donde los malos volvían a
intentar destruir el Cabo enviando contra el héroe titular a un Iron Man
controlado por el Amo de Marionetas que se hallaba regresando a casa de su
aventura en el Caribe narrada en “Iron Man” nº 14 (junio 69). El plan consistía
en destruir la base para impedir que se lanzaran desde allí misiles contra el
satélite orbital de Cabeza de Huevo. Pero Stark sufre un ataque al corazón, lo
que automáticamente hace fracasar al Amo de Marionetas que, en un ataque de
ira, tira descuidadamente el muñeco radioactivo con el cual controlaba al
Vengador, provocando una explosion que acaba con él mi
smo. Ni que decir tiene
que ambos villanos no murieron: el Pensador Loco reaparecería en “Cuatro Fantásticos”
nº 96 (marzo 70) y el Amo de Marionetas se le unirá en “Cuatro Fantásticos” nº
100 (julio 70).
Hubo una ramificación menor de la saga en “Daredevil” nº 52 (mayo 69, el tercero de los tres números de esa colección que dibujó Barry Smith), en el que la Pantera Negra busca al desaparecido Ojo de Halcón.
Y esto nos
lleva a la siguiente entrega de este crossover, siendo ya Cabeza de Huevo el
único supervillano en activo tras haber sido sus asociados explosivamente
borrados del mapa. Pero no le va nada mal. Todo lo contrario. La escena de
apertura consiste en la destrucción de una ciudad norteamericana por un rayo
disparado desde su base orbital. Esta secuencia inicial de tres paginas (o una
página
más una doble página-viñeta) es otra innovadora variacion de la clásica
imagen impactante con la que Marvel solía comenzar todos sus tebeos en la
época, especialmente aquellos escritos por Roy Thomas. Éste, independientemente
de los dibujantes con los que le tocara trabajar (en este caso, Gene Colan y el
entintador George Klein) fue el creador Marvel más dispuesto a aprovecharse de
la libertad que Stan Lee había empezado a brindar en el aspecto gráfico tras el
éxito cosechado por Jim Steranko en “Nick Furia, Agente de S.H.I.E.L.D.”).
En la
Mansión, Pantera Negra, Visión, Chaqueta Amarilla y la Avispa han regresado de
la misión falsa a la que les envió Cabeza de Huevo en el número anterior. Ojo
de Halcón se presenta con la Viuda Negra recién rescatada de las garras de los
tres villanos y convertido en Goliath. Cuando Chaqueta Amarilla le pregunta
sobre su faceta de arquero, aquél responde de forma contundente con un gesto
simbólico: rompiendo en dos su arco. Su predecesor le da la bendición: “Así pues, el Vengador Ojo de Halcón ya no
existe. Y como yo he renunciado al aumento de tamaño, parece que hay un nuevo
Goliath en el grupo”.
Vuelve a sorprender no solo la facilidad con la que renuncia a su principal habilidad y experiencia acumulada sino la despreocupación que demuestra ante el riesgo que le suponen los nuevos poderes. Jan le desea mejor suerte con ellos que la que corrió su ahora marido Hank Pym. Y Goliath responde: “Bueno, tendré que correr el riesgo”. Un riesgo, recordemos, nada menor: desarrollar una severa enfermedad mental.
Pero en ese
momento hay asuntos más urgentes, como el rayo caído del cielo que ha destruido
una ciudad y que puede volver a golpear al país. Pantera Negra señala que no es
fácil diseñar un plan dado que la base orbital de Cabeza de Huevo parece
invisible al telescopio y el radar. Pero antes de que puedan seguir
deliberando, Jarvis avisa de la llegada de alguien no invitado: Barney Barton,
al que los Vengadores conocen por sus actividades gangsteriles. Dice que ha
venido a ver a Ojo de Halcón, pero no lo reconoce hasta que Goliath le dirige
la palabra. También asegura tener información sobre la localización de la
estación espacial que buscan. Aunque los Vengadores no terminan de confiar en
él, deciden escucharle.
Les cuenta
cómo Cabeza de Huevo trató de reclutarle para su plan de conquista de los
Estados Unidos. Barton no se creyó lo que oía y se marchó de la reunión seguido
de sus dos guardaespaldas. Pero como ya le habían revelado las coordenadas de
la base espacial, el villano, para asegurarse su silencio, le envió un androide
para asesinarlo. Los matones murieron pero él consiguió escabullirse. Ahora
está dis
puesto a entregar las coordenadas siempre y cuando les deje
acompañarles y quedar así como el héroe del día.
La historia que cuenta Barney Barton cuelga de un elemento que, como la facilidad con la que Ojo de Halcón abandona su carrera de arquero, no debió molestar a los lectores infantiles o juveniles de la época, pero que a alguien más maduro le cuesta tragar, a saber, que Cabeza de Huevo, que claramente cuenta con un considerable respaldo financiero para fabricar y lanzar el equipo necesario para construir un satélite orbital, encontrara necesario o siquiera aconsejable, pedirle dinero a un mafioso del montón como Barton.
Goliath
cree que el único interés del hampón es proteger su imperio criminal. Pero la
reunión tiene otro efecto: habida cuenta de la familiaridad que Goliath tiene
con Barton, la Avispa
empieza a cuestionarse si Ojo de Halcón fue en realidad
víctima de un malentendido cuando se le acusó de villano antes de unirse a los
Vengadores.
Y es que Ojo de Halcón llegó al Universo Marvel como villano, aunque uno particularmente ambiguo y conflictivo. En su debut, en “Tales of Suspense” nº 57 (septiembre 64), su pretensión había sido la de obtener como justiciero enmascarado la fama acumulada por Iron Man, pero una serie de contratiempos lo habían convertido en un fugitivo de la policía, después de lo cual fue seducido por Natasha Romanoff, la Viuda Negra, por entonces una espía soviética. Menos de un año después, tras diversos encontronazos no concluyentes con Iron Man, el arquero decidió abandonar su vida criminal (camino en el que le seguiría la Viuda Negra poco después) y unirse a los Vengadores en el nº 16 de la colección. Pero su pasado como delincuente siempre fue una sombra planeando sobre su figura, no terminándose nunca de desvelar el misterio de quién había sido y qué había hecho antes de ponerse el disfraz. A ello se añade el hecho de que nadie se hubiera referido a él por otro nombre que “Ojo de Halcón”.
Por ahora, sin embargo, esos misterios quedan sin resolver. Goliath se despide de la Viuda Negra, que debe informar a Nick Furia de todo lo ocurrido (regresará en el nº 76 para romper su relación con el Vengador); y luego, teniendo ya las coordenadas de la estación espacial de Cabeza de Huevo, los Vengadores –y el Mafioso- despegan rumbo a ella.
Una vez
llegan a su destino, Visión se hace intangibl
e y pasa a través de los mamparos
para así abrir la esclusa a través de la cual sus camaradas puedan anclar su
nave. Los Vengadores tienen entonces que enfrentarse a los robots de Cabeza de
Huevo en una llamativa página-viñeta. Muchos años después, Gene Colan reconoció
a Roy Thomas en una entrevista que éste le hizo para su revista especializada
“Alter Ego”, que dibujar “Los Vengadores” no fue precisamente una tarea de su
gusto. Tenía que dar vida propia a demasiados personajes y eso suponía mucho
trabajo. Pero, independientemente de lo a disgusto que se sintiera con esta
colección, lo cierto es que sí consiguió que cada uno de los Vengadores tuviera
su propia personalidad gráfica, tal y como se puede apreciar en esa doble
página.
La batalla
se inclina a favor de Los Vengadores, pero el villano tiene en su poder algunos
muñecos radioactivos de los heroes modelados por el Amo de las Marionetas, los
baña con un rayo paralizante y éstos se quedan inmovilizados. Pero hay uno de los
intrusos que no queda afectado: Barney Barton, que encuentra al villano y
destruye el rayo sacrificando su propia vida. Esta es otra de esas
incongruencias de guion que le chirrían al lector moderno y/o maduro: Cabeza de
Huevo tiene un rayo de la muerte lo suficientemente poderoso como para
vaporizar ciudades enteras desde el espacio, pero sin la minima protección
contra algo tan pedestre como un simple individuo arremetiendo contra él.
Cabeza de Huevo escapa antes de que los Vengadores lleguen a la sala de control y Barton fallece en los brazos de Goliath, que revela que su nombre es Clint Barton y Barney era su hermano mayor.
Mirando
atrás, puede parecer algo ridículo que a Marvel le costara casi cinco años
darle un nombre de civil a Ojo de Halcón. Ni siquiera su novia, Natasha
Romanoff, le llamó de otra manera que por su apelativo superheroico (aunque
podríamos pensar que él sí le reveló su auténtico nombre, y ella, para
preservar su anonimato, nunca lo utilizó en público). Ni siquiera en el
contexto ficticio del Universo Marvel, tiene esto demasiado sentido. Henry Pym,
ahora Chaqueta Amarilla, fue uno de los fundadores que aprobó el nombramiento
de Ojo de Halcón como nuevo Vengador. ¿Ni siquiera él sabía el su nombre? ¿Iban
los Vengadores originales a dejar la Mansión y los privilegios anexos a la
membresía al cargo de tres excriminales (los otros dos eran Wanda y Pietro
Maximoff, alias la Bruja Escarlata y Mercurio) sin preocuparse de confirmar sus
identidades?
De acuerdo
con Roy Thomas, el nombre de Clint era uno de los “prohibidos” en los
comic-books en el tiempo en que apareció esta historia. ¿Por qué? La razón era
que un rotulado poco fino o una impresión mal ajustada podía fácilmente transformar
esa palabra en otras más, digamos, conflictivas: “Clit” (clitoris) o “Cunt”
(coño). Thomas cree que se olvidó de aquella “norma” hasta que fue demasiado
tarde para hacer cambios.
Por otra parte, como es el caso de la mayoría de muertes en el Universo Marvel, la de Barney resultó ser exagerada. Tras varios flashbacks mostrando sus años jóvenes, reaparecería vivito y coleando en la miniserie “Ojo de Halcón: Blindspot” (2011), en la que también se explicaría por qué en realidad no había muerto. Pero, por el momento, sí lo estaba y, en el siguiente episodio, Clint buscará venganza por ello.
Quien sí estaba muerto cuando este número 64 llegó a los quioscos fue el entintador George Dunsford Klein (aunque dejó terminado algún número más que veremos en el futuro). Conocido por su embellecimiento de los lápices de Curt Swan en “Superman” desde mediados de los 50, cuando DC sufrió un severo recorte editorial pasó a Marvel para convertirse en uno de sus más cotizados profesionales, entintando a John Buscema en “Los Vengadores” y a Gene Colan en “Daredevil”. Klein había sido también un pintor paisajista y retratista además de miembro de uno de los clubs artísticos más antiguos del país, el neoyorquino Salmagundi Club. Sus colegas de DC y Marvel se unieron en el duelo por su muerte, sobrevenida a los 52 años, en mayo de 1969, a causa de una cirrosis y tan solo seis meses después de haberse casado.
(Continúa en la siguiente entrada)

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