21 jul 2024

LOS VENGADORES EN LOS AÑOS 60 (26)

 

(Viene de la entrada anterior)

 

Para los lectores más jóvenes de los comics de superhéroes actuales, acostumbrados a que la editorial de turno anuncie a bombo y platillo y con meses de antelación cada aparición estelar de tal o cual personaje o evento multicolección, la noción de un crossover oculto puede resultar incomprensible. Y, sin embargo, eso es exactamente lo que hizo Marvel en los primeros meses de 1969: prolongar una trama del número de enero del Capitán Marvel al número de febrero de Los Vengadores (el 63, que lleva fecha de portada de abril) sin siquiera anunciarlo como nota al pie del editor en el primero de ellos para que los lectores supieran lo que estaba ocurriendo.

 

Pero antes, tenemos que mencionar dos aspectos significativos que podemos ver en este número 63 de “Los Vengadores”, uno relacionado con la historia y otro con la intrahistoria del mismo, aunque ambos anunciados en la portada. El primero, un cambio importante relacionado con un superhéroe apodado Goliath; el segundo, la llegada de un nuevo artista regular a la colección. Tras dibujar la serie durante la mayor parte de los dos últimos años, John Buscema se retiraba para hacer bocetos de “Amazing Spider-Man” y llevar el peso de “Silver Surfer” con guiones de Stan Lee. En su lugar, llegaba Gene Colan directamente desde su primera etapa en “Daredevil”.

 

Colan, aunque firmó la portada de ese número, no fue el responsable del diseño del nuevo uniforme de Goliath, mérito que hay que atribuir a Buscema antes de abandonar la colección. Y, portada, por cierto, pensada para engañar al lector, puesto que en ella aparecían Thor, Iron Man y el Capitán América, que no participaban en absoluto en la aventura del interior, ni siquiera como parte de un flashback o una secuencia onírica.

 

Nada más abrir el comic y ver la página-viñeta con la que arranca el episodio, ya queda claro que la colección tiene un nuevo dibujante. Pantera Negra, Visión y Ojo de Halcón –los únicos miembros activos dado que Hank y Janet Pym están de luna de miel tras su boda en el número 60- encaran una inminente catástrofe justo cuando están llegando a la Mansión tras su batalla en Wakanda contra los demonios asgardianos narrada en el episodio anterior. El piloto automático del Quinjet no funciona y la nave va directa a estrellarse contra Nueva York. Ojo de Halcón cree que puede salvar la situación anclando la nave al tejado de la Mansión con una de sus flechas magnéticas con cable diseñadas en Wakanda. Pero cuando tensa su arco, la cuerda de éste se rompe y, al final, ha de ser Visión quien evite el desastre.

 

Esta es una forma bastante emocionante de abrir un episodio –y llenar cinco páginas- aun cuando lo que se narre nada tenga que ver con la historia que se va a contar y que deje a Pantera Negra y la tecnología de su reino en bastante mal lugar. T´Challa asegura que comprobó la nave personalmente antes de despegar y ese fallo junto a lo ocurrido con el arco de Ojo de Halcón sugiere algún tipo de extraña mala suerte que nunca llega a explicarse.

 

En realidad, el propósito de todo esto es subrayar el creciente complejo de inferioridad expresado por Ojo de Halcón: “Se me rompe una misera cuerda y me quedo inútil (…) No estoy a vuestra altura, chicos”. Y no es esta la primera vez en la que los acontecimientos habian conspirado para neutralizar a Ojo de Halcón, a veces incluso de formas ridículas. En el nº 60, por ejemplo, se pasó buena parte de ese episodio atado y colgado de un clavo en la Mansión mientras el resto del equipo luchaba contra el Jefe de Pista y su Circo del Crimen. Roy Thomas, por razones que luego comentaré, estaba preparando el camino para quitar de enmedio al arquero, algo que ocurrirá en este número 63.

 

Cuando entran en el edificio, se encuentran a Hank y Janet Pym de vuelta de su luna de miel. Jan sigue siendo la Avispa pero Hank ha decidido aparcar su identidad de Goliath y quedarse con la de Chaqueta Amarilla. Cree que sus continuos aumentos de tamaño contribuyeron al ataque esquizoide que le llevó a desarrollar su personalidad de Chaqueta Amarilla (el pobre no sabe que sus problemas no han hecho sino empezar), así que ha decidido quedarse con su poder reductor original, aquél con el que comenzó su carrera superheroica como Hombre Hormiga. Sus alas artificiales le permiten volar una vez ha reducido su tamaño (en el número 59, sí podía volar a tamaño humano. Thomas se dio cuenta de que era poco verosimil y lo modificó sobre la marcha) y le ha dado mayor intensidad a sus aguijones bioelectricos.

 

Las mejoras en los poderes que se han integrado en Chaqueta Amarilla tienen sentido y sus cambios en el traje (por ejemplo, la adición de los visores que llevaba como Goliath) dan cierto sentido de continuidad entre esta identidad superheroica de Pym (la cuarta) y la anterior. Es un diseño de personaje interesante, pero el evidente problema es que ahora hay dos Vengadores con poderes redundantes.

 

Y, claro, si el personaje de Goliath va a continuar en el equipo aunque encarnado por otra persona, debía tener un uniforme claramente diferenciado tanto del utilizado por Pym previamente y del que ahora lleva como Chaqueta Amarilla. Jan comenta que, antes de que Hank tomara la decisión de cambiar de identidad, ella ya había diseñado un nuevo traje de Goliath como regalo de bodas con el que compensar la forma en que lo manipuló para casarse con ella. Habida cuenta de cómo evolucionará su matrimonio en el futuro, llama la atencion que este nuevo uniforme destinado a su marido tenga cierto aire sado-maso. Sea como sea, el uniforme y un suero de crecimiento mejorado son guardados por Pym en su taquilla.

 

Y en este punto es donde la historia empieza a volverse un tanto extraña. Nick Furia contacta con ellos para recabar su ayuda. La información que les proporciona sobre la misión secreta que la Viuda Negra estaba llevando a cabo en el Caribe y la ausencia de noticias de la misma, puede ser nueva para los Vengadores, pero no para los lectores… al menos, aquellos que hubieran comprado “Capitán Marvel” nº 12, publicado el mes anterior. Allí, el guionista Arnold Drake y los artistas Dick Ayers y Syd Shores habían contado cómo la Viuda, siguiendo órdenes de SHIELD, se había infiltrado en una base secreta en el Caribe, donde descubría los planes de un misterioso fabricante de androides plásticos para sabotear el lanzamiento de un cohete americano a la Luna desde “el Cabo” (Cabo Cañaveral, se entendía. Esta historia apareció no mucho antes del auténtico lanzamiento del Apollo XI a la Luna, en julio de 1969).

 

El valor de la espía no la salva de ser descubierta y, rápidamente superada por los esbirros artificiales del villano, se ve incapaz de detener el ataque al Cabo por parte de un superandroide. Afortunadamente, la base ya tenia un defensor: el capitán Kree renegado Mar-Vell, conocido en la Tierra como Capitán Marvel. Al final, es la Viuda la que consigue estropear el transmisor de energía que dota de vida al superandroide antes de caer inconsciente víctima de un gas nervioso utilizado por la mente maestra tras el complot.

 

Y eso es lo último que se había sabido de Natasha Romanoff en la colección del Capitán Marvel. De hecho, en ese título ya nada volvería a mencionarse de este asunto. El kree jamás sabría por qué el superandroide se desactivó súbitamente ni se molestó o tuvo tiempo de investigar la cuestión. Así que si uno era lector del Capitán Marvel pero no de los Vengadores, se quedaría sin saber el destino de la agente rusa de SHIELD porque ni siquiera se incluyó una nota al pie del editor o una indicación en la sección de cartas de los lectores respecto al orden de lectura que debía seguirse.

 

El caso es que Nick Furia les pide a los Vengadores que investiguen lo sucedido a la Viuda. El presidente de turno del equipo, T´Challa, acepta la misión pero ordena a Ojo de Halcón que se quede en la Mansión habida cuenta de su implicación emocional con Natasha. La primera reacción del arquero es rebelarse, pero acaba acatando las órdenes. Los Vengadores parten en un quinjet y él se queda atrás autoconvenciéndose de que estarán mejor sin él: “¡Tienen razón, malditos sean! ¡Un tipo impulsivo como yo podría estropear las cosas…hacer que nos mataran a todos!”.

 

Así que él es el único presente en la Mansión cuando se recibe una videollamada de la Viuda Negra, que consiguió escamotear un transmisor. Antes de verse obligada a cortar la comunicación, le dice a su ex-novio que se encuentra prisionera en algún lugar de Nueva York. Esa pista, unida a un característico ruido de fondo, le basta a Ojo de Halcón para saber la localización exacta: el parque de atracciones de Coney Island. Por supuesto, va a ir a su rescate, pero no como un “imitador de Robin Hood, sino un auténtico gigante”. Se pone el disfraz de Goliath diseñado por la Avispa (obviamente, con un tejido tratado para expandirse) y se bebe el nuevo suero sintetizado por Pym. Inmediatamente, aumenta de tamaño, más aún de lo que había alcanzado su antecesor.

 

Es interesante en este punto comparar la aproximación narrativa de Gene Colan en este número con las innovadoras composiciones que estaba por entonces haciendo en “Doctor Extraño” o incluso las menos creativas pero aún así variadas que había utilizado en “Daredevil”. Ya fuera porque prefiriera mostrarse cauto con este nuevo encargo o porque recibiera instrucciones específicas para emular el estilo que John Buscema había fijado para la colección, Colan no se desvió demasiado de la composición convencional de viñetas rectangulares colocadas en rejilla. La excepción llega en la página siguiente, en la que el artista aprovecha las posibilidades que le ofrecen varios elementos gráficos (la forma de la pantalla desde la que le habla Natasha, el vapor que sale del vial con el suero de crecimiento de Pym) para jugar con la composición.

 

El comentario de Ojo de Halcón respecto a su nuevo uniforme –“Estos trapos no ganarán ningún premio, pero me permitirán moverme”- es un tanto desconcertante si se piensa bien. ¿Estaba Roy Thomas expresando su insatisfacción con el diseño de John Buscema de una forma que, esperaba, el dibujante ya ausente no llegaría a conocer? ¿O es un toque de caracterización en virtud del cual Ojo de Halcón expresa su incomodidad masculina por llevar un uniforme, como he apuntado más arriba, con ciertas connotaciones parafílicas?

 

Pero, ¿a qué respondió realmente este cambio en el perfil del personaje? En varias entrevistas, Thomas admitió que no le gustaban nada los heroes arqueros con flechas multiusos. Prefería heroes auténticamente super, esto es, con poderes. Además, habida cuenta del poder de sus compañeros en el grupo y el calibre de los enemigos a batir, las habilidades de Ojo de Halcón se quedaban muy cortas, tal y como había quedado de manifiesto en el número anterior frente a los demonios asgardianos. El problema a la hora de plantearse el quitárselo de enmedio era que Ojo de Halcón era un personaje bastante popular entre los lectores, entre otras cosas porque tenia una personalidad impulsiva, cruda y rebelde. Así que convertirlo en Goliath fue una solución intermedia: se le mantenía en la colección pero con superpoderes. Un paso que, como he dicho, había ido preparando Thomas, aunque siguiera sin resultar convincente: ¿Realmente iba a abandonar Ojo de Halcón todos sus años de adiestramiento y experiencia como arquero por un incidente con una cuerda rota, algo que, podemos suponer, no era la primera vez que le ocurría y después de haber destrozado quien sabe cuántas flechas y arcos en los muchos combates que había librado?

 

Darle a Ojo de Halcón los poderes de Goliath significó también relegar a Hank y Jan. Como he dicho, ¿qué equipo de superheroes necesita dos personajes que se reducen de tamaño? Y esto tendría consecuencias a no mucho tardar. Aunque le costó algo, el propio Thomas se dio cuenta de lo poco que aportaba el matrimonio en términos de poder y los retiró en el nº 75 (abril 70), enviándolos a cumplir una misión científica para el gobierno. Hank reconocería en la escena de despedida: “Nos vemos compañeros. Como Vengador con tamaño de hormiga no era de gran valor. Pero como científico… bueno, el Tío Sam me necesita”. Ello le permitió a Thomas recuperar a Mercurio y la Bruja Escarlata, una pareja con la que podía desarrollar más fácilmente su plan para que la Visión tuviera un romance con una mujer humana… Pero de eso hablaremos más cuando lleguemos a esa etapa.

 

A continuación llega el momento de resolver el misterio de la identidad del villano que capturó a la Viuda Negra en “Capitán Marvel” nº 12. Resulta que tenemos no uno, ni dos sino tres supervillanos presentes y responsables del complot, todos criminales veteranos a la altura de 1969.

 

En primer lugar, Elias Starr, alias Cabeza de Huevo, una creación de Stan Lee, Larry Lieber y Jack Kirby presentada como villano de Hank Pym en su identidad de Hombre Hormiga allá por el número 38 (diciembre 62) de “Tales to Astonish”. Básicamente, era el típico genio del mal, aunque parecía especializado sobre todo en sistemas de comunicacion y armamento de alta tecnología. Antes de esta historia de los Vengadores, no había participado en ninguna otra colección aparte de la mencionada. Por desgracia, el tratamiento que recibe aquí por parte de los responsables creativos dista de ser memorable: Gene Colan lo viste con una simple bata de laboratorio y en el siguiente episodio, con un uniforme absolutamente genérico y soso; y Thomas trata sin éxito de aportarle carisma haciendo que cite a Shakespeare.

 

En segundo lugar, Phillip Masters, alias el Amo de Marionetas –otra creación de Lee y Kirby para Los Cuatro Fantásticos, concretamente en el nº 8 (noviembre 62). Padrastro de Alicia Masters, la novia de La Cosa, el Amo de Marionetas se había establecido como enemigo del cuarteto antes de “diversificar” sus apariciones para acosar a Submariner y Hulk. A diferencia de Cabeza de Huevo, él si tenia poderes especiales: controlar a cualquier persona de quien hubiera hecho previsamente un modelo de arcilla radioactiva especial. Aunque originalmente Kirby lo diseñó para parecerse a una marioneta, con el paso de los años su aspecto cambió y a la altura de 1969 ya parecía una persona normal y corriente –aunque no lo que la mayoría consideraría atractivo-.

 

El tercer miembro del triunvirato es el Pensador Loco (sin identidad civil conocida por el momento), otra creación de Lee y Kirby que debutó en el nº 15 (junio 63) de “Los Cuatro Fantásticos”. El Pensador era otra mente criminal genérica sin poderes especiales pero con un talento excepcional para fabricar androides. A diferencia de sus dos socios actuales, él sí se había enfrentado a Los Vengadores en el nº 39 (abril 67).

 

Así que, ¿cuál de estos tres era el villano sin rostro que había lanzado al superandroide contra Cabo Cañaveral en “Capitán Marvel” nº 12? Aunque este episodio de los Vengadores nunca llega a decirlo explícitamente, parece bastante evidente que el responsable fue el Pensador Loco. Y ello por simple lógica: del trio, él es el único especializado en androides. Lo que no está tan claro es cuál de estos genios tuvo el descuido de dejar a la Viuda Negra sin atar y sola el tiempo suficiente como para que utilizara un microtransmisor y llamara a su ex novio.

 

Lo que sigue a continuación es bastante convencional. Mientras los tres villanos se atribuyen el mérito de su fantástico plan, Goliath se aproxima a Coney Island. Cabeza de Huevo cree que es Henry Pym (un error comprensible que tendrá consecuencias más graves en los episodios siguientes) y envía al androide gigante del Pensador a combatir con él mientras ellos se ponen a salvo en sus respectivas bases secretas.

 

Para ponerle las cosas más difíciles a su adversario, el androide entra en combate llevando en su puño a la Viuda, por lo que Goliath no tiene más remedio que contener sus golpes para evitar herirla. Natasha, por su parte, reconoce la voz de Ojo de Halcón y no comprende lo que está ocurriendo. Hay un momento extraño en el que Goliath, preocupado, piensa: “¡Cuanto más duro le doy, más duro contraataca! ¡Puede seguir así todo el día, pero yo no! ¡Cada puño me pesa una tonelada! ¡Apenas puedo levantarlos!”. Esta idea, que no había sido apuntada por Hank Pym anteriormente ni como Hombre Gigante ni como Goliath, puede ser o bien un caso de Thomas escribiendo deprisa y sin pensar demasiado las cosas, o bien algo deliberado con el fin de sugerir que el héroe está teniendo problemas para ajustarse a los cambios tan drásticos que ha experimentado su cuerpo. En cualquier caso, esto no será retomado en historias posteriores.

 

Considerando el colosal tamaño de ambos contendientes, Colan acertó al utilizar páginas-viñeta y grandes viñetas verticales que dieran idea de sus dimensiones. Al final, por supuesto, las cosas acaban saliendo bien para los dos heroes que, con el androide ya fuera de combate, deciden contactar con el resto de los Vengadores.

 

(Continúa en la siguiente entrada)

 

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