(Viene de la entrada anterior)
Muy posiblemente, el icónico diseño que Steve Ditko hiciera para el Doctor Extraño en 1963 no fuera del gusto de muchos lectores. El bigotito, las sienes canosas, la túnica holgada y la capa de mago de feria no parecían los atributos adecuados para un superhéroe como los que habían proliferado desde el comienzo de la Edad de Plata a mediados de la década anterior.
El caso es
que el personaje nunca había conseguido tener buenas ventas. Ni siquiera el entusiasmo
que estaban volcando el ahora guionista de su colección (continuando la
numeración de “Strange Tales”, cancelada a comienzos de 1968 y de la que se
desgajó como cabecera independiente “Nick Furia, Agente de SHIELD”), Roy
Thomas, y los artistas Gene Colan y Tom Palmer, estaba dando resultado positivo
en ese sentido.
Intentando hallar una forma de salir del pozo, Thomas, en colaboración con Stan Lee, puso en marcha algunas iniciativas, empezando con el cambio del logo en el nº 176 (enero 69). Inmediatamente, en el 177 (febrero 69), se acomete un cambio drástico de aspecto con el que no solo se pretendía acercarlo a la estética superheroica imperante sino aportarle algo de ese aura inhumana que tenia el Espectro, el supremo héroe místico de la DC. Fue un intento de alejarse de los orígenes del personaje y presentar algo más “moderno”, más amenazante, más sobrenatural.
Un mes después, se siguió profundizando en la mimetización superheroica de Extraño introduciendo como camarada circunstancial al Caballero Negro, un aliado de los Vengadores. Y es también como parte de ese plan que la propia colección de Los Vengadores acoge al Hechicero como estrella invitada de su nº 61 (febrero 69), intentando sin duda animar a algunos de los nutridos lectores del grupo a comprar también la colección de aquél.
Por eso
llama la atención que la dramática portada de John Buscema y George Klein no
incluya al hechicero y que la única pista de que participaba en la aventura se
había dado en la sección de cartas de los lectores del número precedente y en
los Bullpen Bulletins de ese mes. Ni siquiera ojeando por encima el número un
lector no particularmente familiarizado con el Doctor Extraño lo hubiera
reconocido habida cuenta de la importante transformación que se había operado
en él.
Lo primero que llama la atención de este episodio es la forma en que arranca: dos páginas-viñeta consecutivas con el título repartido entre ambas, la primera vez que se utilizaba este recurso como apertura de un comic Marvel. Es más, son dos ilustraciones simbólicas en una época en la que la editorial había abandonado mayormente este enfoque. El título, integrado en las ilustraciones (un recurso heredado del “Spirit” de Will Eisner y recuperado también por entonces por Jim Steranko para “Nick Furia” o “Capitán América”) es otra de esas referencias literarias tan del gusto de Roy Thomas (que, recordemos, había sido profesor de Literatura Inglesa en un instituto), en este caso un poema de 1920 escrito por Robert Frost: “Fire and Ice”.
La historia
propiamente dicha comienza en la página 3. En el laboratorio de la Mansión,
Pantera Negra explica a Ojo de Halcón cómo el cuerpo androide de la Visión se
alimenta de energía solar a través de la joya que porta en la frente. Se trata
de una breve secuencia de solo una página que demuestra la habilidad de Roy
Thomas para la caracterización, ya que le sirve para recordarnos que Pantera es
un científico e ingeniero al nivel de Tony Stark, una cualidad con la que ya le
adornaron Lee y Kirby en su origen en “Los Cuatro Fantásticos” casi tres años
antes pero que en la colección de “Los Vengadores” aún no se había resaltado.
La conversación científica es interrumpida abruptamente cuando los agudos sentidos de Pantera sienten una presencia que resulta ser la del cuerpo astral del Doctor Extraño. Curiosamente, los tres Vengadores se sorprenden de que tenga ese poder y no del nuevo aspecto que exhibe aun cuando hacía escasos días habían socializado con él –con su aspecto de Stephen Strange- durante la boda de la Avispa y Chaqueta Amarilla.
Ese diálogo
sirve también para recordarnos que, en este punto de la historia del Universo
Marvel, el Hechicero Supremo de la Tierra no se había relacionado demasiado con
el resto de la comunidad superheroica. Aún faltaban varios años para la
fundación de los Defensores y décadas para que formara parte de los Vengadores
(lo cual plantea otra pregunta: ¿quién y cómo le envió la invitación para los
esponsales de Pym y Van Dyne?).
En cualquier caso, Pantera Negra y Ojo de Halcón (Chaqueta Amarilla y la Avispa se encuentra ausentes disfrutando su luna de miel y la Visión se recupera de su “alimentación” solar en la Mansión), siguen a la forma etérea de Extraño a bordo de un quinjet (la primera aparición de esta nave diseñada y construida en Wakanda y que se convertirá en el transporte oficial de los Vengadores en lo sucesivo) hasta un cementerio, donde contemplan cómo ésta se reúne con el cuerpo físico del hechicero. A continuación le siguen hasta el interior de un mausoleo, en cuyo interior se encuentra el cuerpo comatoso del Caballero Negro junto a su caballo alado, Aragorn.
Extraño
relata entonces los acontecimientos del nº 178 de su colección (marzo 69).
Allí, Dane Whitman, el Caballero Negro, se unía a él para ayudarle a recuperar
a Los Hijos de Satannish de la Sexta Dimensión de Tiboro (un arco argumental
que venía del nº 174). El hechicero borraba la memoria de todos los cultistas
excepto uno, Marduk, al que esperaba interrogar al respecto del Hechizo de
Fuego y Hielo que su ya fallecido líder, Asmodeo, había lanzado en el nº 177 y
con el que pretendía liberar a dos malvadas criaturas asgardianas: Ymir, el
ultimo de los Gigantes de Hielo, y Surtur, el Demonio de Fuego, exiliadas por
Odin en el complemento “Tales of Asgard” correspondiente a los números 98 y 99 de
“Journey into Mystery” (nov-dic 63).
Marduk les condujo hasta ese mausoleo prometiéndoles un arma que podrían utilizar, pero cuando asió el Cristal de la Conquista, disparó un rayo contra el místico que el Caballero interceptó. Extraño, contando con menos de una hora para conjurar la amenaza, obligó al cultista a revelarle lo que sabía, lo sumió en un letargo y contactó con los Vengadores.
Los
Vengadores, reconociendo que salvar al mundo es importante, prefieren primero
atender a su aliado, Dane Whitman. Lo trasladan a la Mansión y le aplican el
Rejuvenecedor y la magia de Extraño para estabilizarlo, pero, aún así, necesita
urgentemente de cirugía. Por primera vez desde que los nervios de sus manos
resultaron dañados antes de convertirse en Hechicero Supremo, Extraño realiza
una operación superando su inseguridad y angustia.
La Visión
informa de noticias sobre un nuevo y enorme volcán en la Antártida y T´Challa
recibe un mensaje de Wakanda diciendo que el reino está inexplicablemente
cubierto de hielo. Son los primeros efectos del Hechizo de Fuego y Hielo. El
Caballero Negro, totalmente recuperado de la intervención gracias al
Rejuvenecedor, se pone a disposición de los Vengadores. En este punto, ya lo
vimos, este personaje había protagonizado un número reciente, el 17 (nov. 68),
de la colección antológica “Marvel Super-Héroes”, escrita por Roy Thomas y en
el que se descubría que su legado se extendía hasta los tiempos artúricos, de
donde procedía la Espada de Ébano, un arma encantada por Merlín que ahora obra
en poder de Dane Whitman.
El Doctor Extraño se queda en la Mansión para estudiar el Cristal de la Conquista y el resto se divide en dos parejas. La Pantera Negra y la Visión viajan en Quinjet hasta Wakanda, y Ojo de Halcón y Caballero Negro –además de Aragorn- utilizan el jet privado de este último para llegar a la Antártida. Su misión es contener a Ymirr y Surtur mientras Extraño idea un hechizo que les devuelva a la dimensión de la que han escapado.
Siguen las
consabidas páginas de batallas desesperadas. Claramente, ninguno de los equipos
es rival para los colosos asgardianos, que contrarrestan o soportan los ataques
de los Vengadores con insultante facilidad. Pero no importa, porque su objetivo
no es vencerlos sino ganar tiempo para Extraño que, efectivamente, halla la
forma de deshacerse de la amenaza de una forma digna de un dibujo animado de la
Warner: justo cuando ambos demonios están a punto de descargar un golpe
devastador contra sus oponentes Vengadores, el Hechicero los transporta a un lugar
desierto frente a frente. El ataque de cada cual recae sobre el otro monstruo,
cancelándose mutuamente y generando una implosión que los expulsa de este plano
dimensional.
Este truco de transportar a dos villanos aparentemente imparables para que se apaleen el uno al otro recuerda al que Gardner Fox había utilizado en “Liga de la Justicia de América” nº 47 (septiembre 66), en el que Linterna Verde hacía lo propio con Solomon Grundy y Blockbuster. Dado que Roy Thomas era un gran aficionado de ese grupo desde antes incluso de dedicarse a escribir guiones de comic, no sería de extrañar que, consciente o inconscientemente, hubiera tomado de ahí la idea para resolver este episodio de Los Vengadores.
El cuerpo
astral de Extraño se manifiesta ante los Vengadores, ahora reunidos en una de
las zonas heladas de Wakanda, para informarles de que todo ha salido bien,
aunque los gigantes no hayan muerto. Como cualquier lector de superheroes sabe,
esto equivale a decir que regresarán en un momento u otro. Y, efectivamente,
así será especialmente en las páginas de Thor. De hecho, Surtur volvería a
aparecer poco más de un año después en la última saga que dibujara Kirby para
esa colección. Curiosamente y por algún motivo que ignoro, los guionistas de
Marvel siempre se han inclinado a favor de Surtur en lugar de Ymir. Y así, el
demonio de fuego ha protagonizado muchas más historias que el de hielo, entre
las que destaca, claro, la saga que escribió y dibujó Walter Simonson en los
primeros catorce números de sue tapa en la colección de “Thor”.
Y en cuanto
al Doctor Extraño, todos los esfuerzos de Thomas resultaron en vano. Su
colección acabaría cancelándose pocos meses después con el número 183
(noviembre 69). El guionista, sin embargo, no se rendiría y seguiría guiando al
personaje por un peregrinar entre colecciones (durante el cual fundaría Los
Defensores) hasta renacer, en 1972, en la cabecera de “Marvel Premiere” y ya
bajo la égida de Steve Englehart y Frank Brunner. Pero de eso hablaremos en
otra ocasión.
El número 62 (marzo 69), comienza con los tres Vengadores en activo (Pantera Negra, Ojo de Halcón y Visión) más su aliado el Caballero Negro, muertos de frío y abandonados por el Doctor Extraño (que había tenido que marcharse rápidamente a salvar a Eternidad de las garras de Pesadilla en el nº 180 de su colección, mayo 69) en la loma de una montaña próxima a Wakanda. Utilizando un dispositivo de su cinturón, T´Challa llama a un quinjet no tripulado que les traslada a su reino. Tras sobrevolar un paisaje selvático, se introducen por una esclusa y continúan viaje por una especie de país de las maravillas tecnológico hasta llegar a su destino (en su momento, ese entorno artificial se presentó como un prodigio de modernidad al que aspirar, aunque hoy nos parezca una aberración ecológica).
Mientras
Pantera finaliza el procedimiento de apagado del quinjet, sus tres compañeros
salen de la nave solo para encontrarse con un agresivo recibimiento por parte
de la seguridad wakandiana. Pantera, indignados por ese tratamiento, exige ser
llevado ante el líder provisional que dejó al mando mientras él estaba en el
extranjero, M´Baku, el principal guerrero del país pero que ahora, nada
dispuesto a hacerse un lado, ha organizado una conspiración para asegurar su permanencia
en el trono. Droga a los Vengadores durante una fiesta de bienvenida y se
enfrenta a Pantera Negra vestido con la piel de un gorila blanco y haciendose
llamar Hombre Mono. El usurpador demuestra poseer no solo una fuerza y
resistencia sobrehumanos, sino cierto apoyo por parte del pueblo wakandiano,
que siente que su rey los abandonó para convivir con quienes consideraban sus
enemigos tradicionales, los hombres blancos.
Mientras
pelean, el Hombre Mono dice querer llevar a Wakanda a una época más primitiva y
sencilla (lo que le permitirá gobernar más fácilmente, claro) y revela que su
poder proviene de la ingesta de la carne y sangre de un gorila blanco, lo que
lo sitúa en términos de poder por encima de Pantera Negra. Ni la agilidad ni el
ingenio de T´Challa le ayudan a superar a su adversario, cuya derrota, en último
término, propiciará él solo tratando de aplastar simbólicamente a su enemigo. A
todo esto, los tres camaradas de Pantera despiertan y Visión los libera del
cautiverio, aunque para cuando esto sucede, el drama ha concluido.
Presumiblemente, el Caballero Negro volverá a su hogar en su propio avión (mencionado
en el número anterior) y no regresará hasta los números 70 y 71.
Una aventura, en fin, bastante convencional que no está a la altura de la etapa que Thomas y Buscema habían registrado hasta ese momento. Los Vengadores seguían sin ser particularmente poderosos con una alineación reducida que ni con la ayuda del Caballero Negro ayuda a resolver una “simple” lucha por el trono. Situación, por cierto, que, como le ocurría periódicamente a Namor, se repetiría con excesiva frecuencia como para poder considerar a T´Challa un buen monarca.
Que este
sea más un número de Pantera Negra que de los Vengadores no es un espejismo.
Probablemente, Thomas quiso utilizar estas páginas para aportar algo más de contexto
a un personaje que carecía de colección propia y que habría de esperar todavía
unos años para obtenerla. Sería en 1973, cuando la cabecera antológica “Jungle
Action”, que se inició en 1972 ofreciendo reediciones de viejas historias
selváticas de Atlas, cambió su orientación en el número 6 (sept. 73) para
dedicarse a narrar, de la mano del guionista Don McGregor, las peripecias de
Pantera Negra. En el nº 5, de hecho, se reeditó este episodio de “Los
Vengadores” como introducción al personaje y su entorno.
Por otra parte, este sería el último número dibujado por Buscema en esta su primera etapa en la colección, dado que Stan Lee lo reclutó para encargarse del proyecto que por entonces merecía toda su atención, “Silver Surfer”, y del que ya hablé en su respectiva entrada.
(Continúa en la siguiente entrada)
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