(Viene de la entrada anterior)
Si alguien dudaba de que Roy Thomas y John Buscema estuvieran realizando los mejores números de la colección desde su arranque cinco años antes, y que los arcos argumentales de Ultrón y la Visión no habían sido suficientes para convencerlo, los nº 59 y 60 (dic 68-eno 69) volvían a dar en la diana con una historia que no solo presentaba a un nuevo personaje sino que introducía un grado nunca antes visto de tensión psicológica.
Hay un
nuevo justiciero rondando por las calles de Nueva York, frustrando robos con
sus poderes: sus manos emiten rayos de bioenergía (“aguijones”, como él los
llama) y las protuberancias posteriores de su disfraz, al vibrar, le permiten
volar. Aunque no se muestra particularmente dispuesto a cooperar con la
policía, el editor del Daily Bugle, J.Jonah Jameson confía en él pensando que,
quizá, un insecto (el recién llegado se hace llamar Yellowjacket -Chaqueta
Amarilla, en español-, una avispa predadora originaria de Norteamérica) barra
de las calles a otro al que le tiene ojeriza (Spiderman, por supuesto).
Al día
siguiente, todos los Vengadores excepto Goliath se reunen en la Mansión. Thomas,
antes de acelerar el ritmo con la acción, aprovecha para intercalar un par de
páginas dedicadas a la caracterización, mostrándonos que todos ellos tienen sus
propios asuntos personales atormentándolos. La Avispa está preocupada por Hank
debido al excesivo tiempo que pasa encerrado en su laboratorio; Pantera Negra
duda de si seguir en los Vengadores o retomar su trono en Wakanda; Visión ha
empezado a experimentar en carne propia el odio que la Humanidad suele
dispensar hacia lo diferente; y Ojo de Halcón se preocupa por la Viuda Negra, a
la que vemos trabajar con Nick Furia y Dum Dum Duggan en SHIELD. Buscema resuelve
este segmento con una eficaz composición de viñetas verticales, cada una
dedicada a un Vengador y sus meditaciones.
Edwin
Jarvis ha vuelto a su trabajo de mayordomo de los Vengadores (tras la paliza
que sufrió en el nº 55) cuando Chaqueta Amarilla irrumpe en la Mansión y lo
reduce (igual que había hecho Ojo de Halcón cuando quiso unirse al equipo en el
nº 16). A continuación, y con una actitud de arrogancia chulesca, se presenta
ante los Vengadores y solicita su adhesión al grupo sustituyendo a Hank Pym, al
cual asegura haber asesinado. Se inserta entonces un flashback en el que se
muestra cómo, la noche anterior, se coló en la casa de Pym en las afueras y lo
dejó inconsciente. Cuando se lo estaba llevando, el científico recuperó el
conocimiento y aumentó su tamaño para defenderse. La batalla derruyó el
edificio antes de que Chaqueta Amarilla le disparara con una pistola de gases
que provocó una disminución a su tamaño insecto solo para verse enfrentado a
una araña. Aunque no le vio morir devorado, no puede imaginarse de qué modo
podría haber escapado Pym.
La obvia
reacción de los indignados Vengadores es atacar y sacarle la verdad a golpes,
pero antes de que puedan reducirle, Chaqueta Amarilla huye llevándose como
rehén a una inconsciente Avispa, a la que traslada a su sofisticada base
miniaturizada y emplazada entre las ramas de un árbol. Privada de su
comunicador y sus aguijones de muñeca, Jan se niega a creer que Hank haya
muerto. ¿Por qué, si no, ha confesado Chaqueta Amarilla su crimen a los Vengadores?
El villano dice que, como jamás encontrarán el cadaver, no podrán procesarle; y
cuando ella trata de abofetearle, él la sujeta y la besa. Inmediatamente se
disculpa, pero a la Avispa esa agresión no le ha resultado desagradable.
Más tarde, los Vengadores reciben la señal del comunicador de la Avispa y vuelan hasta su origen: la azotea del ayuntamiento de una pequeña localidad, donde la ven en compañía de Chaqueta Amarilla. Dispuestos a retomar la batalla, ella les detiene y les anuncia que va a casarse con él.
Y ahí
termina el episodio. Difícilmente el lector de la época podría haberse
imaginado semejante conclusion, aunque sí haber deducido lo que estaba
ocurriendo. ¿Cómo podría haber burlado Chaqueta Amarilla los dispositivos de
seguridad de la Mansión? ¿Dónde obtuvo poderes como el control sobre las
avispas, sus aguijones y, especialmente, el de reducir el tamaño? ¿Qué ocurrió
con el cuerpo de Hank Pym? Y, sobre todo, ¿por qué accedería la Avispa a
casarse con el asesino de su amante? Pero todo transcurre a tanta velocidad y
con un dibujo tan dinámico que al lector se le dejaba poco tiempo para pararse
a reflexionar
Ya no hacen bodas de superheroes como las de antes. Hoy no sería raro que apareciera anunciada alguna boda y, a la hora de la verdad, el número no contenga nada remotamente parecido a una ceremonia nupcial; o bien, sí, se casa una pareja, pero una diferente a la que todo el mundo creía. En fin, un engaño para que el lector pique y compre el episodio.
Pero en la
Edad de Plata, los mejores editores de comic-books sí sabían como celebrar
esponsales. Un ejemplo: “Aquaman” nº 18 (nov-dic 1964), en el que toda la Liga
de la Justicia de América acudía al evento (con sus correspondientes cascos
para poder respirar, suponemos que proporcionados por el “wedding planner” de
Atlantis. O el Annual nº 3 de Los Cuatro Fantásticos (1965), en el que no solo
aparecían todos los superheroes amigos de Reed Richards y Sue Storm sino
también una nutrida galería de villanos gracias a las maquinaciones del
diabólico Doctor Muerte. Esas sí eran bodas para recordar.
Y entonces, aparece “Vengadores” nº 60 (enero 69), firmado por el equipo habitual de Roy Thomas y John Buscema (entintado no muy brillantemente por Mike Esposito, que aquí firma como Micky Demeo), que no solo nos presenta una Mansión repleta de superinvitados y villanos dispuestos arruinar la fiesta, sino un romance enfermizo como nunca antes se había visto.
La historia
se abre con una escena en la que un sorprendido Capitán América recibe su
invitación para la boda de Chaqueta Amarilla y la Avispa. Es una forma muy
apropiada para comenzar el episodio dado que, después de todo, el Capitán
conoce a Janet y Hank desde hace más tiempo que cualquiera del resto de los Vengadores
en activo, por no hablar de que lideró al equipo durante treinta y dos números.
Pero su aparición aquí respondía a otra razón, ésta de carácter más personal
para Roy Thomas. Como ya he ido mencionando en varias entradas, aunque Stan Lee
le había prohibido utilizar a Iron Man, Thor o el Capitán como miembros en
servicio de los Vengadores, Thomas aprovechaba cada oportunidad que veía para
traerlos de vuelta como “estrellas invitadas”. El guionista recurrió a este truco
sobre todo con el Capitán; tanto, de hecho, que un lector nuevo u ocasional
bien podía pensar que nunca había llegado a marcharse.
En la
página siguiente, el Capi se dirige rápidamente a la Mansión de los Vengadores,
donde le dice a Jarvis que tiene prisa porque está en mitad de cierto proyecto.
De acuerdo con la nota al pie del editor, deberíamos suponer que se refiere al
de convertir a Rick Jones en su nuevo compañero asumiendo el alias de Bucky,
tal y como se pudo ver en las páginas de “Capitán América” nº 110 (portada de
febrero 69, aunque puesto a la venta en noviembre del 68). Esto genera una
incoherencia de continuidad dado que en ese número, se muestra claramente que
el Capi y Rick están viviendo en la Mansión de los Vengadores, así que no tiene
mucho sentido que aquél recibiera la invitación en algún otro lugar o que
Jarvis desconociera el “proyecto” que el Capi se traía entre manos.
Ojo de Halcón le pone al día de los extraños acontecimientos narrados en el episodio anterior, incluyendo la confesión de Chaqueta Amarilla de haber asesinado a Hank Pym. Entonces, la feliz pareja llega al lugar. El Capitán exhibe una discreta cortesía, pero Ojo de Halcón, que no soporta la situación, a punto está de iniciar una pelea. La Avispa parece tenerlo claro cuando increpa a sus justificadamente suspicaces compañeros: “¡Amaba a Henry Pym, pero dejó que mi dinero y su trabajo se interpusieran entre nosotros! Hank ya no está…¡pero tengo otra opoertunidad de ser feliz! Y esta vez no la dejaré pasar…¡Por nada!”.
Y entonces entran
en escena los inevitables villanos, haciéndose pasar por los encargados del
catering de la boda. Cuando Jarvis les abre la puerta, lo reducen sin ningun
problema –desde luego, no hay salario que pague ser mayordomo de los
Vengadores-. Los intrusos en cuestión son el Circo del Crimen, dirigidos por el
Jefe de Pista, un puñado de villanos de segunda fila que habían debutado en 1962,
en el número 3 de la colección de Hulk y que quizá estuvieran inspirados en un
Jefe de Pista anterior aparecido en “Captain America Comics” nº 5 (agosto 41).
Tras enfrentarse a Spiderman, los Vengadores y Thor, a estas alturas no habían
conseguido ascender de categoría y jamás llegarían a ser némesis de un héroe en
particular. Su objetivo en esta historia pasa por hacerse un nombre y vengarse
de Thor por la derrota que éste les infligió (en el nº 147, diciembre 67); y su
sistema consiste en volar por los aires la Mansión y a todos los superheroes
que asisten al evento utilizando nitroglicerina. Este es uno de los principales
agujeros de guion: ¿esperaba realmente semejante puñado de ridículos fracasados
acabar con una reunión de superheroes de tal calibre? Es una lástima que Thomas
no seleccionara a algún otro adversario a la altura de las circunstancias.
Mientras
tanto, Janet van Dyne se prepara para la ceremonia con la ayuda de las dos
féminas de los Cuatro Fantásticos: Sue Richards y Crystal. Esta última, miembro
de la Familia Real de los Inhumanos, se había unido al grupo como reemplazo
temporal de la Chica Invisible por su embarazo (dio a luz a Franklin Richards
en el Anual nº 6). Cuando entra en la estancia donde Janet ya está vestida de
novia, exclama “Gosh!” (traducido en español por un genérico y soso “¡Ay!”),
lo cual no suena apropiado para su estatus real. De hecho, en “Los Cuatro
Fantásticos”, escrito por Stan Lee, los Inhumanos“ tendían a expresarse de una
forma mucho más formal. Como era el caso antes comentado del Capitán América y
sus cambios de residencia, esta es otra muestra de lo difícil que era mantener
una rigurosa continuidad en toda la línea de comics Marvel cuando Lee dejaba de
ser quien lo escribía todo. En cualquier caso, es una inconsistencia leve que
con toda seguridad pasaron por alto los jóvenes lectores de la época y, además,
el resultado global seguía siendo muy superior a lo que podía leerse en DC
comics, donde cada editor manejaba a su antojo los personajes y argumentos bajo
su supervisión sin preocuparse por lo que sus colegas hacian en otras
colecciones.
A
continuación, John Buscema regala al lector una página-viñeta en la que
aparecen casi todos los superheroes que la editorial tenia en ese momento. Además
de los Cuatro Fantásticos, asisten al evento los actuales Vengadores (menos
Goliath, por razones que luego se aclaran), el Capitán América e Iron Man, el
Caballero Negro, los X-Men (sin el Profesor X), Daredevil, el Doctor Extraño,
Spiderman y Nick Furia. Los ausentes son Thor (que se encuentra peleando contra
Silver Surfer), Hulk (ver el mencionado número del Capitán América) y
Sub-Mariner (que, viviendo en las profundidades oceánicas, fue difícil de
avisar y probablemente no se enteró de nada).
Si se
presta un poco de atención, hay algunos detalles que pueden provocar una
sonrisa por su escasa coherencia. Por ejemplo, que Spiderman esté presente dado
que, en su propia colección, era un fugitivo de la policía. O ese cuadro de
texto que aclara que todos los heroes están bebiendo ponche sin alcohol, lo
cual puede parecer llamativo hoy habida cuenta que no se tiene la misma
consideración relativa al tabaco: Nick Furia y Ben Grimm están fumándose
tranquilamente sus característicos puros. Los tiempos cambian y la
consideración social de ciertos hábitos también.
Tan pronto como termina la ceremonia, Ojo de Halcón, incapaz de soportar la prepotencia de Chaqueta Amarilla, abandona la estancia y entra en las cocinas solo para toparse con el Circo del Crimen. Tomado por sorpresa (un tanto incomprensiblente, dado que ningún asistente a la boda Richards-Storm debería esperar otra cosa en esta), es rápidamente superado e inmovilizado.
A
continuación, se sirve el pastel a los invitados y cuando Jan va a cortarlo, de
su interior surge la serpiente gigante de Madame Pitón, puesta fuera de combate
por Pantera Negra y Visión antes de que pueda hacer daño a la novia. En este
punto, se produce el giro más inesperado y absurdo de toda la historia: los
Vengadores deciden que es asunto exclusivamente suyo y mandan a todos sus
superheroicos amigos a casa antes de conocer la magnitud real de la amenaza.
Pero claro, teniendo en cuenta el poder ahí reunido y la calidad de los
villanos a batir, de no haber sido de esa forma la pelea habría durado tres
viñetas. De hecho, incluso prescindiendo de los X-Men, Spiderman, Doctor
Extraño, etc, el Circo del Crimen no es ni de lejos rival para los Vengadores.
Pero
entonces, en el fragor del combate e impresionado por ver a la Avispa en
peligro… ¡Chaqueta Amarilla se convierte en Goliath! ¡Ambos son la misma
persona! La historia que les contó a los Vengadores sobre la muerte de Pym no
había sido más que una fantasia producto de su, como veremos, mente enferma.
Con la fuerza de Goliath de vuelta entre sus filas, los Vengadores detienen
fácilmente la agresión. Roy Thomas tuvo el detalle de dejar que Janet, cuyo rol
había sido pasivo durante toda la aventura, disfrutara al menos de la
satisfacción de derribar de un puñetazo a la Princesa Pitón. En cuanto a Ojo de
Halcón –que, tras haberse liberado de sus ataduras, llega a la refriega una vez
ha acabado-, su torpeza e ineficacia podrían interpretarse aquí como una
decisión narrativa totalmente arbitraria, un mero recurso cómico. Sin embargo,
este momento será el primer paso para el importante cambio que experimentará el
personaje un par de números más tarde.
Ya solo queda aclarar todo este lío de Hank Pym y su desdoblamiento de personalidad. Y, encima, en una sola página de cierre. Según él mismo afirma, su exposición accidental a “varios gases que aún no habían sido probados”, hizo que su mente sufriera una forma de “esquizofrenia” (según lo llama la Avispa, aunque más podría identificarse como un caso de desorden disociativo de identidad), que le llevó a creer ser una persona completamente distinta, “en muchos aspectos el opuesto a Hank Pym”: desinhibido, pícaro, pasional, decidido y arrogante. Jan, sin embargo, no tardó en darse cuenta de la verdad a raíz del beso del número anterior. Y, en vez de desvelar el misterio a Hank o a sus compañeros Vengadores –y así conseguirle a su amante una muy necesitada asistencia psiquiátrica- decidió sacar partido de la situación y manipular a Chaqueta Amarilla para que hiciera algo a lo que, cuando estaba en sus cabales, se había resistido, a saber, casarse con ella. ¡Qué bonito es el amor verdadero!
Y la guinda del pastel es que, aun cuando no hubiera forma de que Chaqueta Amarilla consiguiera una licencia de matrimonio bajo su auténtico nombre, la unión es legítima. Bueno, quizá la burocracia en el Universo Marvel permite hacer estas cosas. (Tampoco se explica cómo el amnésico Pym tuvo la previsión de llevar su disfraz de Goliath debajo del de Chaqueta Amarilla. ¿Quizá la Avispa tuvo que algo que ver?)
Independientemente
de los abultados fallos del guión, todo este turbio asunto que hoy dispararía
todas las alarmas de un lector adulto, por supuesto, no afectó en absoluto a
las mentes de los lectores de doce o trece años que devoraban –devorábamos-
ávidamente estos tebeos, por lo que no tuvieron problemas en asumir con
naturalidad lo que Thomas y Buscema presentaron como un final feliz para todos.
De hecho, este matrimonio fue canon durante décadas sin que nadie lo pusiera en
cuestión (aunque sí hubiera consecuencias a largo plazo, como enseguida
veremos).
Con el tiempo, el cambio de sensibilidades y el aumento de sofisticación argumental del género superheroico, Marvel volvería sobre los acontecimientos de los números 59 y 60 en las páginas de dos proyectos independientes que efectuaron un ejercicio de retrocontinuidad.
El primero
fue una miniserie, “Vengadores: Año Dos”, escrita por Joey Casey y dibujada por
Will Rosado entre 2006 y 2007 y en la que se ampliaba lo sucedido en ambos
números clásicos. Ahí se introducía una subtrama de fondo en la que IMA robaba el
Super-Adaptoide y lo utilizaba para crear un ejército de androides similares a
él. El Gobierno no confiaba en la Visión y ordenaba a SHIELD que lo pusiera
bajo custodia para asegurarse de que no tenía nada que que ver con ese
incidente.
Entretanto, las autoridades norteamericanas le creaban una identidad civil a T´Challa como ciudadano estadounidense, Luke Charles, profesor de Historia (que, en la serie regular, no veremos hasta el nº 77); Goliath sentía la presión de presidir los Vengadores; y Ojo de Halcón y la Viuda Negra rompían definitivamente su relación debido a la vinculación de ésta con SHIELD. Precisamente, los Vengadores mantenían una agria reunión (especialmente Ojo de Halcón) con Nick Furia, quien desea reclutar su ayuda para enfrentarse a la amenaza del ejército de Super Adaptoides. Los Vengadores solo acceden cuando se les garantiza que liberarán a Visión para que se una a ellos.
Al final,
los androides son destruidos, aunque el Super-Adaptoide original escapa. Hank
Pym, después de destruir a todos esos robots, experimenta una ira y una
frustración que le llevan, tras un accidente de laboratorio, a desdoblar su
personalidad y crear la de Chaqueta Amarilla. No solo no engañó a la Avispa,
sino que el resto de los Vengadores lo reconocieron tras su mascara aunque,
atendiendo al consejo del psiquiatra de SHIELD, decidieron seguirle el juego para
no provocarle un shock que pudiera dañar permanentemente su cordura. Por tanto,
todo lo que Jan y el resto de los Vengadores hicieron en la segunda mitad del
nº 59 y la mayoría del 60, incluida la boda, fue por el bien de Hank.
En
2010-2011, el guionista Brian Michael Bendis dio otra versión diferente de
estos eventos en “Avengers Assemble: An Oral History of the Avengers” –una obra
de prosa ilustrada que se serializó durante varios meses como complemento de
las colecciones de “Los Vengadores” y “Los Nuevos Vengadores” antes de
recopilarse en un volumen-. Todo el asunto de Janet van Dyne casándose con un
nuevo superhéroe que no era Hank Pym habría sido un montaje cocinado por la
empresa de relaciones públicas de ella y destinada a, por una parte, permitir
que ambos disfrutaran de una boda “normal” (¿¿??) y, por otra, lanzar la
identidad y carrera de Hank como Chaqueta Amarilla. Naturalmente, dado que se
presenta como una “historia oral” tejida a base de entrevistas concedidas por
los Vengadores años después, uno bien podría pensar que esta narrativa es un
intento de fabricar una versión “oficial” que camufle los auténticos y
retorcidos hechos.
Sin embargo, muchos años antes de que cualquiera de estos guionistas se dedicara a revisar la historia de los números 59 y 60, ya se dejaron notar sus consecuencias. En 1981, Jim Shooter (que también era editor jefe de Marvel por entonces) echó un vistazo a la trayectoria de Pym, prestando especial atención a su frecuente cambio de identidad y poderes, su pérdida de memoria tras crear a Ultrón y el episodio de Chaqueta Amarilla. Y decidió que estaba ante alguien con severos problemas mentales.
Y así,
viendo que con ello podía escribir una gran historia, Shooter sometió a Hank a
una crisis nerviosa que le llevó a una corte marcial presidida por sus camaradas
Vengadores por comportamiento imprudente durante un combate. Para colmo,
tratando de amañar el veredicto, maquinó un ataque falso del que preveía
emerger como héroe victorioso. Cuando Jan descubrió la conspiración y trató de
disuadirlo, él la pegó. Según Shooter, había escrito la escena de ese número
213 de tal forma que el golpe fuera accidental, pero el dibujante Bob Hall lo
malinterpretó y lo representó como un bofetón claramente deliberado. Sea como
fuere, Shooter ya había escrito a esas alturas varias escenas en las que Hank
aparecía como un individuo claramente agresivo contra Jan, por lo que el
maltrato físico acabó siendo no tanto un detonante sino un sintoma de la
crisis. Al final de la etapa de Shooter, los Pym ya no estaban casados y Hank
sería desde entonces visto por los aficionados no como miembro fundador de los
Vengadores y pilar fundamental del grupo durante muchísimos años, sino como el
primer y más despreciable maltratador del Universo Marvel.
El daño
causado al personaje en aquellos números de 1981 ha perdurado hasta hoy y,
posiblemente, sea ya irreparable. En parte, eso se debe a que fue lo más
interesante que se había hecho con él en toda su larga trayectoria. Con todo,
los guionistas de Marvel han tratado una y otra vez de aportarle un carisma que
nunca tuvo y redimirlo, empezando por Steve Englehart, que lo incorporó a los
Vengadores Costa Oeste no como superhéroe sino como científico aventurero y
genio residente.
En cuanto a Janet van Dyne, se las arregló mejor que su ex marido en los años posteriores a su divorcio. Habiendo sido creada en 1963 como mera compañera e interés romántico de Pym en su identidad de Hombre Hormiga, durante bastante tiempo se la presentó como una heredera millonaria y venal a la que, aparte de Hank, no le interesaba nada más que lucir modelitos y cambiar de uniforme cada dos por tres. Tras su divorcio, asumió la presidencia de los Vengadores en el número 217 (marzo 82), liderando al equipo con eficacia durante los siguientes sesenta números. Con el paso del tiempo, Hank y ella dejaron a un lado los recuerdos más amargos de su pasado e incluso retomaron su relación una o dos veces, aunque ya nunca con carácter permamente. Jan ha tenido otros romances aunque, afortunadamente y a diferencia de lo que sucedió con Hank, su personalidad no ha vuelto ha quedar definida por ellos.
Sea como sea, Thomas y Buscema (que también hacían equipo en el nuevo comic de Submariner), demostraron con esta historia que no se dormían en los laureles. Además, en un ejemplo de arte imitando a la vida, Thomas contrajo matrimonio con Jean Maxey en julio de 1968, escribiendo este arco argumental de Chaqueta Amarilla justo después.
(Continúa en la siguiente entrada)
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