Son innumerables las ficciones que abordan el tema del primer amor, el amor juvenil, o el reencuentro con el amor en la madurez tras una separación o una muerte. Pero creadores y consumidores a menudo olvidan que el amor es un sentimiento que se puede experimentar a cualquier edad. Las historias de amor no tienen por qué tener lugar siempre entre gente joven, sana, atractiva, con un brillante futuro frente a sí y exudando alegría vital. Zidrou y Aimée de Jongh nos demuestran en “La Obsolescencia Programada de Nuestros Sentimientos” que el amor también puede manifestarse en las vidas de personas con edad para ser abuelos, con cuerpos gastados y asfixiadas por la sensación de hallarse en un declive inevitable dominado por la soledad, la monotonía y la falta de sentido.