(Viene de la entrada anterior)
El número 103 (septiembre 72) es el primero desde el 96 en cuya portada no figuran ya los nombres de los tres Vengadores más famosos: Thor, Iron Man y Capitán América. Recordemos que durante muchos años estuvo vigente la limitación de Stan Lee en el uso de esos personajes para esta colección (con el fin de facilitarse a sí mismo las cosas en términos de continuidad, ya que él escribíal los guiones de varias cabeceras individuales de esos superhéroes). Ya en la Guerra Kree-Skrull, ese célebre trío ya había recuperado su estatus pleno de Vengadores en activo, pero Thomas siguió utilizando el reclamo de sus nombres en la portada, donde además sus figuras solían ocupar una posición central en la ilustración correspondiente. Ya en el nº 103, sin embargo, la leyenda que acompañará al título será la de “Earth's Mightiest Heroes”, “Los Héroes Más Poderosos de la Tierra”, la primera vez que se utilizó esa expresión.
La acción comienza con los Vengadores intentando averiguar
dónde pudo haber
llevado el Centinela a la Bruja Escarlata en el episodio
anterior, pero las búsquedas en sus propias bases de datos y en las de SHIELD
no arrojan resultados positivos. El único Vengador que podría saber algo, Mercurio,
decidió separarse del grupo y buscar a su hermana por su cuenta.
Efectivamente, Pietro sabe por dónde empezar a tirar del hilo y corre hacia el cuartel general de los Centinelas mientras rumia su amargura: “Hagamos lo que hagamos Wanda y yo, nos siguen tratando con irreflexivo desprecio. Hemos salvado el mundo con los Vengadores un centenar de veces para que duerman tranquilos aquellos que no se merecen dormir. Y no sienten por nosotros más que odio”. Una vez llegado a su destino, descubre que los Centinelas han vaciado la base y dedica unos momentos a recordar la última vez que estuvo allí (en “Uncanny X-Men” nº 59-60, agosto-septiembre 69), cuando los robots cazamutantes obedecían las órdenes de Larry Trask.
Larry Trask era hijo de Bolívar, y creó a los Centinelas
Mark II con la capacidad adicional de adaptarse a los poderes mutantes
utilizados en su contra. El Juez Chalmers era amigo de Bolívar y, desde la
muerte de éste, había venido apoyando a Larry, el cual ignoraba que él mismo
era un mutante precognitivo, un poder anulado gracias a un medallón diseñado
por su padre y que siempre llevaba consigo. Cuando Larry activó los Centinelas
Mark II (en “X-Men” nº 57-59), Chalmers le quitó el medallón. La consecuencia,
obviamente, fue que los Centinelas podían ahora detectar su naturaleza mutante
y se rebelaron contra él. Después de que fueran derrotados en el nº 59,
Chalmers reemplazó el medallón en el nº 60, lo que, en esta ocasión, además, de
volver a enmascarar el poder precognitivo de Trask, borró también todos sus
recuerdos de los Centinelas. El siguiente paso de Pietro, por tanto, es visitar
la casa del Juez Chalmers, donde Trask se aloja, para secuestrarlo e
interrogarlo sobre el posible paradero de los recién llegados Centinelas.
Mientras, los demás Vengadores siguen intentando encontrar
alguna pista de l
os Centinelas, Visión reflexiona sobre su amor por Wanda y la
oferta que recibió de su "hermano", el Segador, en el número
anterior: un cuerpo humano a cambio de ayudarle a matar a los Vengadores.
Entonces, se recibe un mensaje del doctor Peter Corbeau, jefe del proyecto
Starcore, quien alertó al mundo de la llegada de los Centinelas en el último
episodio. Alguien esta emitiendo cada hora y desde el desierto australiano un
rayo dirigido hacia el Sol. El efecto es el de un aumento en número e
intensidad de erupciones solares, lo que, en poco tiempo, puede acabar con toda
la vida orgánica de la Tierra.
El equipo se prepara para volar a Australia en un quinjet cuyo
motor desarrollará mayor velocidad gracias al poder del martillo de Thor. Rick
Jones aparece para acompañarles, pero el Capitán América le dice que es
demasiado peligroso. Rick le recuerda que “Hace
unas semanas conquisté todo el maldito universo. ¡Me cepillé a los Skrulls y a
los Kree…yo solito!”. Pero el Capitán se muestra inflexible y con buen
juicio le recuerda a su vez que “Fue algo
puntual, hijo…y contaste
con la ayuda de una supermente alienígena. Sigue
siendo un hecho que no tienes superpoderes”.
Tras la Guerra Kree-Skrull (nº 89-97), Rick se había quedado con los Vengadores un tiempo –para que así pudiera estar presente en el aniversario del nº 100-, pero era un personaje que ya no tenía cabida en esta etapa de la colección. Es en este momento que Thomas aprovecha para cortar el último vínculo con el grupo, marchándose amargado para afrontar la siguiente etapa de su destino en el nº 22 (septiembre 72) de la rediviva colección “Capitán Marvel”, donde recuperará su antigua relación simbiótica con el guerrero kree. Rick y Mar-Vell regresarán brevemente a “Los Vengadores” en los nº 106 y 108.
Mercurio descubre que Larry Trask no recuerda a los
Centinelas y deduce que es el medallón lo que inhibe su memoria. Al quitárselo,
Larry recupera su capacidad precognitiva y le revela que los Centinelas tienen
otra base en Australia. Pietro, en su calidad
de Vengador, requisa un avión y
un piloto para llevarlos a ese lugar e, impaciente por salvar a su hermana, le
cuenta a Trask sobre la distorsión espacial que un centinela usó para huir en
el número anterior. Trask, de alguna manera, logra canalizar esa misma
habilidad y llevar el avión directamente al aeropuerto más cercano a su destino
que, por supuesto, es el origen del rayo activador de erupciones solares del
que él no sabe nada.
El resto de los Vengadores llega antes de que se dispare el siguiente rayo. El quinjet no necesita aeropuerto y, de todos modos, es derribado por las defensas de la base, la cual resulta ser una especie de hormiguero tecnológico infestado de Centinelas. Visión es derribada y los Centinelas comienzan a adaptarse a sus nuevos adversarios. Mientras tanto, al llegar el avión de Mercurio, Trask experimenta una terrible una visión del futuro: un Centinela matando a los Vengadores, una gigantesca llamarada solar destruyendo la Tierra, y luego un fundido a negro.
E
l nº 104 (octubre 72) comienza con Larry Trask guiando a
Mercurio a una entrada lateral secreta mientras los Vengadores se abren paso
por el complejo vertical, en cuyo nivel inferior se encuentra el líder de los
Centinelas, Número 2, que explica su plan a la cautiva Wanda: está usando su
energía mutante para alimentar el rayo de erupción solar. Por alguna razón (que
no se llega a explicar), necesitaba una mutante, y en su calidad de figura pública
como Vengadora, ella era la más fácil de encontrar y capturar. Ahora bien, los
Centinelas fueron creados para destruir mutantes, no para matar a los humanos
que no lo son, así que el líder robótico ha calculado con precisión la
intensidad de la próxima erupción solar para que esterilice a todos los
humanos. Cuando muera el último, los Centinelas crearán en sus laboratorios una
nueva raza humana sin genes mutantes (nadie parece caer en la cuenta de que
esterilizar a los humanos con esa radiación solar causará el mismo efecto sobre
toda la vida de la Tierra).
Mercurio y Trask llegan a una puerta cerrada al final de un
túnel y el segundo
sufre una repetición de la precognición que experimentó en el
número precedente. Pietro utiliza su poder para estropear el mecanismo de
cierre de la puerta, al otro de la cual les espera un Centinela. El velocista consigue
neutralizarlo no sin que antes éste caiga sobre él y lo deje malherido. Le dice
a Trask que lo abandone allí, busque a Wanda y detenga a los Centinelas. Tras
quedarse solo, Pietro vislumbra un brillo en cuyo interior se materializa algo.
Los demás Vengadores avanzan poco a poco destruyendo robot tras robot hasta llegar al Número 2, secundado por otros tres Centinelas. Antes de que el rayo definitivo sea disparado, Visión reaparece acompañado de la Bruja Escarlata, la cual bloquea el ataque del Número 2 con un hechizo mientras Visión se enfrenta a los otros tres.
Larry Trask ha presenciado todo esto y se da cuenta de que
dos partes de su visión se han hecho ya realidad, pero aún ignora el
significado de la negrura con la que aquélla terminaba. Encuentra un dispositivo
de detección de mutantes apagado y, al encenderlo, no sólo proyecta un brillo
alrededor de él y de la Bruja Escarlata, sino también en el Centinela Número 2.
Resulta que cuando los Centinelas fueron enviados al Sol en la colección de los
“X-Men”, el Número 2 sufrió una mutación que le otorgó el poder de transportar
a otros Centinelas a través de deformaciones espaciales, tal y como se vió en
el nº 102. También le permitió saltarse la programación que le impedía dañar a
los humanos y, por tanto, pudo atacar a los Vengadores. (Presumiblemente,
también le hizo considerar la esterilización humana como una táctica
aceptable).
Número 2 se prepara para iniciar la última llamarada solar, cuando los demás Centinelas se vuelven contra él por ser “mutante” y lo destruyen. Sin embargo, su desactivación implica también la del resto de los Centinelas y uno de ellos cae sobre Larry Trask, aplastándolo… explicando así la parte final de su visión.
Los seis Vengadores salen de la base e Iron Man la sepulta
bajo tierra sin saber q
ue Mercurio está aún dentro, herido o quizá muerto.
Por supuesto, en el futuro aparecerían nuevas generaciones de Centinelas dispuestas a complicar las vidas de los X-Men. Esta versión en particular resurgiría de sus cenizas para replicar su plan en el “Marvel Super-Heroes” volumen 2 nº 6-8 (julio 91-enero 92), escritos en parte por Roy Thomas.
En cuando a Mercurio, sus camaradas Vengadores se pasarán
los próximos números buscándolo, aunque su destino no se revelará aquí, sino en
“Cuatro Fantásticos” nº 131 (febrero 73) y él mismo se lo comunicará a su
antiguo grupo en el nº 110 de su colección. El brillo que aquí contempla tras
quedar inmovilizado por el Centinela derrumbado sobre él lo genera la aparición
de los Inhumanos Crystal y su perro Lockjaw, que están teleportándose por el
mundo en etapas para volver al hogar de su pueblo, en Attilan. En este punto es
cuando el mutante velocista rompe c
on su hasta entonces inseparable hermana,
casándose con Crystal en “Cuatro Fantásticos” nº 150 (septiembre 74) e
integrándose en el seno de los Inhumanos, mientras que Wanda pasará a ser
considerada compañera de Visión. Mercurio, sin embargo, volverá a pasarse por
“Los Vengadores” en los números que desvelen más datos sobre su ascendencia, empezando
por el “Giant-Size Avengers” nº 1 (agosto 74) y continuando por los nº 185-187
(julio-septiembre 79).
Y este fue el adiós de Roy Thomas a “Los Vengadores”, colección de la que escribió setenta números consecutivos (desde el 35 al 104), entre diciembre de 1966 y octubre de 1972. Además de esta etapa, regresaría al grupo de forma esporádica (como el nº 132, en 1975) y de forma más prolongada en “Vengadores Costa Oeste” ya en los años 90. Pero son estos números que hemos ido revisando detalladamente en esta serie de entradas, por los que es más recordado.
En 1972, Roy Thomas llevaba más de media década trabajando
en Marvel Comics, ejerciendo de mano derecha de Stan Lee en asuntos
editoriales. Aunque
los cargos no importaban mucho en la Marvel de aquella
época, Thomas se convirtió, en la práctica, en "Associate Editor”, una
suerte de segundo al mando, en 1968, ayudando a Lee en cualquier asunto
relacionado con la línea de cómics. En ese flexible y poco formal contexto, Thomas
tenía la facultad de tomar cualquier decisión editorial que se le encargara.
Era un trabajo cómodo y fácil de gestionar trabajando dos o tres días a la
semana en la oficina y pasando los demás en casa escribiendo guiones (un
horario similar al que tenía Lee por entonces). Gradualmente, el poder
ejecutivo de Thomas fue aumentando.
Aquel año,
Lee se convirtió en Editor de Marvel (y, por poco
tiempo, presidente), asumiendo el cargo previamente ocupado por Chip Goodman. Y
lo consiguió dirigiéndose directamente a los propietarios, Cadence Industries, y
exigiéndoselo. A continuación, ascendió oficialmente a Thomas para que ocupara su
antiguo puesto como Editor Jefe, a cargo de todo Marvel Comics Group. Pero ello
no sucedió sin un breve drama entre bastidores.
Como editor, Lee se liberó de la mayoría de sus
responsabilidades diarias rela
cionadas con los cómics. Sin embargo, al
principio, se mostró reacio a ceder su antiguo puesto a su protegido, creyendo
que las habilidades más destacadas de Thomas residían en la creación de
guiones. Dado el gran respeto que Thomas sentía por su mentor, no hizo presión
por sustituirlo, pero sí por recibir un cargo oficial que reflejara sus nuevas
responsabilidades.
Conservando para sí las funciones de Director Artístico, Lee
nombró a Thomas “Story Editor”, mientras que el veterano artista Frank Giacoia
se convirtió en Ayudante de Editor Artístico. El experimentado entintador
estaba entusiasmado con el puesto, ya que le brindaba la oportunidad de ganar
un buen sueldo sin tener que dibujar y entintar todos los días durante horas y
horas. Pero en la estructura que estableció Lee, Thomas, el director de
producción John Verpoorten y Giacoia estaban orgánicamente al mismo nivel, por
lo que ninguno de ellos tenía autoridad sobre los otros dos en caso de existir
desacuerdo. Las principales obligaciones del Ayudante de Editor Artístico
consistían en la supervisión de las correcciones gráficas y el visto bueno a
los diseños de portadas. Sin embargo, desde el punto de vista de Tho
mas,
Giacoia no hacía su trabajo lo suficientemente rápido, lo que daba lugar a
retrasos en el ajustado calendario de producción.
Conforme pasaba el tiempo, Thomas se sentía cada vez más frustrado; tanto, de hecho, que llegó a considerar dejar la empresa para aceptar la invitación de Carmine Infantino, editor de DC, para unirse a su equipo. Sin embargo, su buen amigo Gil Kane le aconsejó tener paciencia y esperar a que la situación se resolviera por sí sola. Poco a poco, el propio Lee fue tomando conciencia de los problemas que él mismo había generado y, tras unos meses, llamó a Thomas a su despacho y le comentó su descontento con el rendimiento de Giacoia. Lee le preguntó por qué no lo presionaba para que fuera más productivo y cuando Thomas le informó de que no tenía ascendiente ejecutivo sobre él, Lee nombró oficialmente a Thomas Editor Jefe para que resolviera los problemas de una vez por todas. A no mucho tardar, Giacoia dejó el puesto y volvió a trabajar como freelance. Su cargo quien desde hacía tiempo era el dibujante titular de "Amazing Spider-Man", John Romita, que desempeñaría esa función durante las siguientes dos décadas.
Con Roy Thomas al mando de las operaciones diarias de Marvel,
la editorial aceleró la incorporación de nuevos conceptos. En abril de 1972, su
catálogo me
nsual era de veinte títulos. Para diciembre ya eran 38. Podemos
imaginar la carga de trabajo que esto le supuso a Thomas. Ahora debía ir a la
oficina cinco días a la semana y apenas le quedaba tiempo para escribir
guiones. Se quedó con Conan (tanto en la colección mensual como luego en las
historias en blanco y negro de “La Espada Salvaje”) y “Los Cuatro Fantásticos”,
de la que había tomado las riendas en el nº 119 (febrero 72). Pero en cuanto a
“Los Vengadores”, de los que, como he dicho, había firmado setenta episodios,
pensó que ya era suficiente. Si había que prescindir de algunos personajes para
poder seguir adelante, debían ser éstos.
Sin Roy Thomas no habría existido el Universo Marvel que hoy
conocemos. Desempeñó un papel esencial no sólo en la expansión del mismo,
añadiendo nuevos personajes, historias y conceptos, sino que realizó una
excelente labor a la hora de mantener y vertebrar la continuidad establecida
desde los inicios por Stan Lee, dedicando historias y sagas enteras a
interrelacionar colecciones y personajes y corregir aspectos introducidos de
forma algo torpe e improvisada por su mentor.
Durante seis años, Roy Thomas no solo se mantuvo al frente
de “Los Vengadores” sino que revitalizó profundamente la colección. A pesar de
que su trabajo quizás no figure entre las obras maestras más aclamadas del
género, su legado fue esencial para la futura trayectoria del grupo y, por
extensión, el Universo Marvel. Sus historias se caracterizaron por un sólido tratamiento
de personajes a largo plazo, trascendiendo los clichés para otorgarles
auténtica personalidad y vulnerabilidades. Tanto, de hecho, que consiguió
sostener
la serie utilizando figuras aparentemente secundarias como La Visión,
Ojo de Halcón, Bruja Escarlata o Goliat. Esta autonomía respecto de los
miembros fundadores fue un cambio de paradigma cuya importancia hoy resulta
difícil cuantificar.
Dicho esto, sus guiones pueden resultar, para la sensibilidad de un lector moderno, algo vetustos o incluso rancios. Caen fácilmente en la verborrea fácil y melodramática, marginando muchas veces la labor del artista de turno. A veces le puede su nostalgia por la Edad de Oro y los personajes de DC, como lo demuestra su abuso del Escuadrón Supremo/Siniestro o el descarrilamiento de la Guerra Kree-Skrull en su climax. Su enfoque de los personajes femeninos es, cuanto menos, problemático y muchas veces tropieza en las estructuras de sus historias, comprimiendo demasiado eventos que necesitarían de un mayor desarrollo, divagando más de la cuenta y perdiendo el foco solo para rematar en el último momento a toda velocidad.
Se pueden matizar todos estos factores considerando la época, las preferencias personales y la forma de trabajar en la editorial, pero eso no me impide recomendar esta etapa con mucha precaución a un lector moderno no particularmente interesado en la formación y evolución del Universo Marvel, tanto desde el punto de vista de su mitología como editorial.
(Continúa en la siguiente entrada)

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