16 ago 2020

1962- SPIDERMAN EN LOS SESENTA– Stan Lee y Steve Ditko (1)


Spiderman es uno de los personajes fundamentales de Marvel y uno de los superhéroes más populares y queridos del mundo. Quizá porque, aunque tiene maravillosos superpoderes, éstos no le han librado de afrontar las mismas penurias y dificultades cotidianas que cualquier persona con sus amigos, su familia, sus novias y sus trabajos. Sus poderes le permiten hacer el Bien pero no mejorar su propia vida; y su inherente humanidad, su cercanía con el mundo real y, claro, sus peculiares habilidades, han sido lo que le ha granjeado el cariño de millones de fans desde hace casi seis décadas. Es un superhéroe que nunca, ni siquiera hoy tras tantas peripecias y vicisitudes editoriales y después de registrar una inmensa evolución desde sus orígenes, ha perdido su toque y su proximidad con el lector.


Fue el mismo mes en el que apareció el número 5 de “Los Cuatro Fantásticos”, cuando Marvel presentó un nuevo personaje que estaba destinado a adquirir una popularidad e importancia tales que eclipsaría a los fundadores de la nueva era de superhéroes, Los Cuatro Fantásticos.

A comienzos de 1962, con unos “Cuatro Fantásticos” que marchaban viento en popa, Stan Lee y Jack Kirby dieron rienda suelta a su creatividad presentando a una nueva panoplia de personajes. En mayo, aparece Hulk al frente de su propia colección; en agosto, dentro de uno de los títulos de monstruos de la casa, “Journey Into Mystery”, debuta Thor; Ant-Man actúa por primera vez en otra cabecera genérica, “Tales to Astonish”, en septiembre. Y había un tercero, listo para aparecer en otra de las colecciones genéricas, “Amazing Fantasy”, que era la peor vendida del catálogo de la casa en ese momento.

Pero antes, hay que hablar de Steve Ditko. Puede que Lee y Kirby pusieran los cimientos del Universo Marvel con “Los Cuatro Fantásticos” y crearan la mayoría de sus personajes, pero fue el menos reivindicado Ditko el que dio forma al personaje que pronto acabó siendo el mayor éxito de la editorial, la imagen de la misma, de hecho.

A diferencia de Stan Lee y Jack Kirby, sus colegas en Marvel Comics, Stephen Ditko no entró en la industria del comic book justo cuando ésta daba sus primeros pasos a finales de los años treinta y primeros cuarenta, sino que perteneció a la primera generación de fans que alcanzó estatus profesional como artistas de comics. Nacido en 1927 en Johnston, Pensilvania, Ditko ya mostró desde la infancia una fuerte atracción por las tiras de comics de la prensa, como “Príncipe Valiente” o “The Spirit”. De hecho, fue su interés por Batman lo que le llevó, tras graduarse del ejército (se había alistado tras terminar el instituto, aunque la Segunda Guerra Mundial ya había terminado, y cumplió servicio en la Alemania de posguerra), a solicitar una ayuda gubernamental para veteranos y matricularse en la Escuela de Historietistas e Ilustradores, uno de cuyos profesores era Jerry Robinson, co-creador del Hombre Murciélago.

Se graduó en 1953, desarrollando un estilo que se asemejaba no poco al de Robinson y enseguida encontró trabajo en la industria. Su primer comic apareció publicado en “Daring Love” nº 1 (1953), editado por Youthful Magazines; y luego se pasó a Crestwood Publicacions, donde trabajó para Jack Kirby, que junto a Joe Simon creaba la mayor parte del material para sus revistas. Pero no tardó en descubrir que en Charlton Comics podía conseguir todo el trabajo que deseara y, además, sin apenas interferencias editoriales. Charlton no sólo le dio acogida entonces sino que más adelante lo recogería cuando Ditko abandonó Marvel en los sesenta. Fue en su primera estancia allí cuando empezó a aventurarse en el género superheroico con una versión temprana del Capitán Atom.

Su entrada en Atlas (la antigua denominación de Marvel) fue consecuencia de una serie de hechos políticos, médicos y accidentales: la instauración del Comics Code Authority en 1955 recortó los títulos de terror que habían sido su principal aportación a la editorial; la tuberculosis lo mantuvo inactivo
durante un prolongado periodo; y la pérdida en un incendio de las instalaciones de Charlton le obligó a buscar otras fuentes de ingresos.

En 1961, Lee encontraba amplia inspiración en el particular y muy atmosférico estilo de Ditko y pronto empezó a hacer constar sus respectivos nombres en las historietas de monstruos que hacían juntos, muy alejadas en tono a las que también realizaba Kirby por aquel entonces. Las figuras de Ditko eran débiles, casi enfermizas, con rostros desfigurados por el rictus y el sudor. Aquel mismo año, en su número 7, Lee rebautizó “Amazing Adventures” como “Amazing Adult Fantasy” y lo dedicó exclusivamente a historias realizadas conjuntamente (Kirby abandonó la publicación para empezar “Los Cuatro Fantásticos”).

Y en este punto es donde hay que decidir qué versión sobre el origen creativo de Spiderman tiene más peso. En aquel momento, con una Marvel que todavía tenía que demostrar su valía para no desaparecer y el torbellino de trabajo que todos los meses tenía que afrontar una
plantilla minúscula, nadie pensó que estaban haciendo Historia y no se guardan registros sobre quién inventó qué, cuándo y de qué forma. Sólo con el paso de los años y ante la fama que cosecharon sus personajes –y el consecuente dinero que ello suponía-, Stan Lee y Jack Kirby quisieron atribuirse méritos que, quizá, no les correspondían, al menos exclusivamente.

En un primer momento, Stan Lee, siempre tan buen publicista de sí mismo y con un don de gentes fuera de lo común, se llevó los laureles prácticamente en solitario. Pero conforme iban apareciendo más y más estudios sobre esta Marvel primigenia y Jack Kirby levantaba su voz reclamando su parte en el pastel creativo, Lee fue reculando y consintiendo en compartir la gloria con éste. A finales de los ochenta, Kirby, en plena batalla legal con Marvel por la recuperación de originales y el reconocimiento sobre sus aportaciones creativas más allá del apartado gráfico, quiso atribuirse la creación de absolutamente todo el catálogo Marvel de aquellos años, lo que era absurdo. Y entre la mala memoria de Lee –que cambió y adornó su discurso varias veces con el paso de las décadas- y el resentimiento de Kirby, ¿dónde está ese punto medio que probablemente sea el que nos acerque más a la verdad?

Pues bien, en el caso de Spiderman, quizá podamos hallarlo en Steve Ditko, cuya participación en estas trifulcas se limitó a una sola carta, en la que ofrecía una narrativa bastante mesurada y coherente de cómo había transcurrido ese proceso que desembocó en la creación del personaje. Al fin y al cabo, él –que siempre tuvo un temperamento algo taciturno y reservado, evitando el contacto con fans, periodistas y colegas- jamás reclamó dinero o gloria para sí mismo y sólo fue a raíz de unas excesivas declaraciones de Kirby para la revista “Comics Journal” en 1990, que decidió salir del retiro público e intervenir con la mencionada carta a la redacción de esa publicación en la que detallaba lo sucedido.

Para empezar, hay que decir que en Spiderman confluyeron elementos que habían ido apareciendo en historias anteriores de Marvel; un recurso éste el de reciclar y reformular ideas muy habitual en una editorial que se veía obligada, mes tras mes, a poner en circulación varias publicaciones que giraban alrededor de los mismos temas: ciencia ficción, fantasía y terror. Así, en “Amazing Adult Fantasy” 14 (julio 62), ya se había introducido el concepto de mutantes en la forma de un jovencito con poderes que se parecía mucho a Peter Parker. El Tío Ben y la Tía May aparecieron en “Strange Tales” 97 (junio 62); y la idea de una araña que adquiría extraordinarias capacidades al ser irradiada ya estaba en “Journey into Mystery” 73 (octubre 61).

Como vemos, había ya ciertos ingredientes que flotaban en el aire: crear personajes con poderes equivalentes a los de ciertos animales, la radiación como catalizador de aquéllos… No está muy claro qué directrices le dio
Stan Lee a Jack Kirby al respecto del nuevo personaje que tenía en mente o siquiera si le dio alguna (él afirma que le proporcionó el marco general y los perfiles de los principales personajes). Sea como fuere, el artista diseñó su versión de Spiderman y dibujó las seis primeras páginas, que a continuación fueron a parar a Ditko para que las entintara.

El caso es que Ditko le hizo notar a Lee que el concepto de aquel nuevo personaje se parecía demasiado a un superhéroe que Kirby y Simon ya habían creado en 1959: “The Fly” (a su vez, una fusión de elementos de otros dos superhéroes, “The Silver Spider” y “Night Fighter). Es posible que el propietario de Marvel, Martin Goodman, o el mismo Stan Lee, se curaran en salud y decidieran apartar ese concepto de Kirby por temor a posibles demandas por plagio con Archie Comics, que tenía los derechos de “The Fly” (que, recordemos, no era un oscuro personaje de décadas atrás sino que se había publicado tan solo tres años antes).

Por tanto, tras delegar los guiones de “Thor” y “Ant-Man”–a partir, eso sí, de sinopsis escritas por él mismo- en su hermano Larry Lieber, Lee se concentró en este nuevo personaje,
reformulando la idea inicial, que era la de un adolescente huérfano que, en virtud de un anillo mágico, se transformaba en un superhéroe adulto que luchaba contra el crimen con sus poderes y la ayuda de una pistola lanzarredes. Una mezcla entre el Capitán Marvel y el Capitán América muy del gusto de Kirby. Pero parece que esas páginas primigenias, que no se conservan, ni siquiera llegaban a mostrar al superhéroe totalmente formado y terminaban con el muchacho dirigiéndose a la casa de un vecino científico donde, se suponía, adquiriría sus poderes. Difícilmente podría acreditarse a Kirby como creador de Spiderman con este escaso material que, además, no se parecía en nada a lo que luego sería el superhéroe definitivo, su entorno y estilo.

Pues bien, ya fuera un concepto ideado en su totalidad por Lee o creado en colaboración cercana con Ditko, el caso es que Spiderman constituiría la culminación y epítome de todas sus ideas acerca de cómo debía ser un superhéroe no tradicional, llevando esa meta todavía más lejos de lo que lo había hecho con “Los Cuatro Fantásticos” y “Hulk”.

Y así, en el número 15 de “Amazing Fantasy” (agosto 62), ambos creadores presentaron al personaje que les otorgaría inmortalidad (de paso se eliminó del título la palabra “Adult”, que no sólo no había conseguido atraer a un público más sofisticado sino que probablemente había causado un descenso en las ventas al dificultar el acceso del público natural de este material, el infantil-juvenil).

Por aquel entonces, Stan Lee obligaba a todos los artistas de Marvel a dibujar como Jack Kirby; no necesariamente copiarle sino adoptar su dinamismo y escenificación dramática. Con tal de conseguir trabajo, muchos dibujantes se avinieron a la insistencia de Lee renunciando a seguir sus personales estilos. El resultado no fue para nada satisfactorio aunque sí coherente desde el punto de vista editorial. Era lastimoso ver a Don Heck, un ilustrador muy dotado para dibujar
cosas y personas cotidianas, esforzarse por insuflar a sus viñetas un dinamismo que no formaba parte de su estilo y talento. Herb Trimpe, John Romita Sr y otros fueron apartados de sus naturales inclinaciones artísticas para ajustarse al estilo de Kirby.

Sin embargo, no fue eso lo que ocurrió en el caso de Ditko y quizá por ello sea por lo que, aunque no fue el mejor de los artistas de la plantilla, siempre se le recuerde junto a Lee y Kirby como uno de los padres fundadores de Marvel. Su estilo, de hecho, era el polo opuesto al de Kirby, especializado en dibujar personas corrientes y reflejar todo tipo de emociones en sus rostros, un talento que resultó crucial a la hora de construir el mundo realista de Peter Parker, el alter-ego de Spiderman.

Se ha argumentado que Lee consideró que el dibujo de Kirby, por su inclinación a la épica y las figuras musculosas, no era el adecuado para una serie sobre un adolescente y más centrada en el realismo cotidiano, pero no estoy tan seguro de que esa sea la verdadera razón. En primer lugar, porque en 1962, el estilo por el que se haría famoso Kirby (anatomías rotundas, máquinas y entornos fantásticos y espectaculares, dinamismo y energía desbordantes) no había madurado y, de hecho, la forma
que tenía de dibujar hombres y mujeres corrientes no estaba tan diametralmente alejada de la de Ditko. Y, en segundo lugar, porque había demostrado sobradamente su capacidad para dibujar series que, o bien transcurrían en el mundo real (ahí están sus títulos románticos de los cincuenta, por ejemplo) o tenían un componente realista (“Sky Masters”). De hecho y en primera instancia, Lee le pasó a Kirby el encargo.

Pero fuera cual fuera la razón (disconformidad con el enfoque gráfico del nuevo héroe, sobrecarga de trabajo de Kirby), el caso es que Lee entendió que el estilo que necesitaba para Spiderman no era el de Kirby y no obligó a Ditko a someterse a los dictados gráficos y narrativos de su colega.

Narrada con el gusto de Lee por los diálogos realistas –con un punto melodramático, eso sí-, esta primera aparición de Spiderman nos contaba en solo once páginas su origen. El tímido y apocado Peter Parker, huérfano y al cuidado de sus bondadosos y entrados en años tíos Ben y May (el asunto de su orfandad e identidad de sus padres no se abordaría hasta décadas después), es mordido accidentalmente durante un experimento por una araña radioactiva y obtiene
increíbles habilidades arácnidas, que al principio utiliza para hacerse un nombre en el mundo del espectáculo. Un día y dejándose llevar por el resentimiento acumulado y el egoísmo, deja escapar a un ladrón al que podría haber detenido; y cuando llega a casa esa noche, descubre que el criminal ha asesinado a su tío Ben. Es entonces cuando comprende que “Todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”, una frase, ascendida a la categoría de lema, que se ha repetido mil veces no sólo en los tebeos de Spiderman sino en el universo superheroico en su conjunto y que incluso fue citada por el Tribunal Supremo de los Estados Unidos en 2015 atribuyéndosela al personaje.

Por cierto, la portada para este último número de “Amazing Fantasy” fue en realidad la segunda que se presentó. La primera, también realizada por Ditko, fue rechazada por no ser lo suficientemente dinámica y oscurecer en exceso el disfraz del héroe (también pudo tener algo que ver el conocido disgusto de Lee por la planta de los pies, que se veía claramente en ese primer intento). Así que fue redibujada por Kirby bajando el ángulo y ocultando la calle para situar al personaje recortado contra el cielo en una pose mucho más dramática. También y de acuerdo con declaraciones de
Ditko, Lee y su jefe, Martin Goodman, no quisieron que el héroe adoptara poses grotescas o amenazadoras que recordaran a una araña…¡por miedo a la censura del Comics Code Authority!.

Este breve comic, uno de los más importantes de la historia del medio (y cuyas planchas originales pasaron a formar parte de la Biblioteca del Congreso en 2008), es un ejemplo del tipo de narrativa directa y eficiente que desplegaban los tebeos de Marvel de aquella época. No había mucho espacio en el que jugar con la trama o las caracterizaciones pero no se desaprovecha ni una sola viñeta. Los intervinientes quedan bien definidos en sus actitudes, personalidades y motivaciones y se introducen ya todos los elementos fundamentales que van a constituir el núcleo del personaje: su entorno familiar y escolar, su temperamento y nula vida social, sus poderes, su modesta extracción social, su talento científico y la tragedia que servirá de catalizador para el cambio y motor de su actividad superheroica durante décadas.

Con Spiderman, Lee ofreció un personaje todavía más cercano a la realidad cotidiana de los lectores de lo que lo estaban Los Cuatro Fantásticos o Hulk, cuyas aventuras y circunstancias seguían teniendo una alta dosis de fantasía con la que no resultaba fácil para los fans identificarse. Con Spiderman, por el contrario, Lee rompió todas las barreras e hizo de él un adolescente vecino de una zona residencial de Nueva York, impopular en el instituto y cuyo interés por las ciencias le alienaba de sus compañeros; un huérfano criado por su cariñosa pero sobreprotectora tía; tenía problemas con las chicas, problemas con el dinero e incluso problemas de autoestima e identidad. Las cosas nunca le iban a resultar fáciles y, de hecho, bastantes números de la colección regular que se le otorgó poco después terminaban con una viñeta en la que se recordaban y resumían los muchos problemas que lo atormentaban. 



(Continúa en la siguiente entrada)

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