(Viene de la entrada anterior)
Tras el intenso arco “Implacable” (46-50) de Bendis y Maleev, la colección entra en un hiato para ofrecer una historia, “La Búsqueda de la Visión” (nº 51-55) que no trata en absoluto de Daredevil, sino de un personaje secundario presentado años atrás en la historia “Partes de un Hueco” (nº 16-19): Maya López, también conocida por su alias, Eco. Y como en aquella ocasión, estos números vienen firmados por el ecléctico David Mack, padre de la criatura.
Maya/Eco era una chica sorda y superdotada de ascendencia nativa americana, que era capaz

Cuando Maya regresa a la ciudad, ha pasado tiempo desde que vio por última vez a Matt y la vida de éste, como se fue viendo en la colección, había experimentado profundos y traumáticos cambios, incluyendo el inicio de una nueva relación sentimental. Eco desconoce todo esto cuando se reencuentra con su antiguo amante. Es un momento tenso e incómodo en el que Maya, decepcionada, no duda en agredir verbalmente a Matt: “¿Pasas de una sorda a una ciega? ¿De qué vas? ¿Te das cuenta de que estás pirado?”

Lo primero que llama la atención de este arco es, por supuesto, su arte. Sobre la aproximación gráfica que aquí adopta David Mack, tengo la opinión dividida. En primer lugar, hay que decir que no estamos ante un comic convencional, entendido este como planchas con una rejilla de viñetas y una continuidad clara entre ellas. Lo que hace el artista, en su mayor parte, es componer una serie de ilustraciones que ocupan la página entera, con o sin viñetas formando parte de ellas, y en las que integra los más diversos elementos, técnicas, estilos y texturas. Hay dibujo tradicional a lápiz y/o a tinta,

Ahí tenemos, por ejemplo, los dos últimos números en los que –de una forma un tanto forzada- aparece Lobezno con un aspecto claramente basado en el de Hugh Jackman en las películas de los X-Men. En este excesivamente largo pasaje, de nuevo, hay buenas ideas gráficas orientadas a poner al lector en el lugar de la sorda Maya. Así, por ejemplo, el característico sonido “Snikt” con el que emergen de sus manos las garras de Lobezno, no está representado por una rotunda onomatopeya en el propio recuadro principal (no me atrevo a llamarlo con propiedad viñeta), sino que Mack la sitúa fuera de éste y lo acompaña con un efecto gráfico puntiagudo.

Pero toda esa colección de collages y montajes, por muy bonitos, personales y sutiles que sean, resultan algo cargantes cuando se prolongan más de ciento veinte páginas. Dado que la profusión de detalles, colores, formas y textos en los rincones más extraños de cada página absorbe inevitablemente la mirada, el ritmo de lectura se ralentiza hasta el punto de correr el riesgo de perder el hilo general y el interés por los recovecos de la memoria de Maya. Hay también cierta incoherencia en el tratamiento gráfico de la protagonista,

En su forma, en su fondo y en los temas que aborda “La Búsqueda de la Visión” es un comic adulto dirigido a un tipo de lector que no se ajusta a la media de los que leen los superhéroes convencionales. No hay peleas para salvar al mundo o la chica de la amenaza del supervillano o alienígena de turno, sino un viaje interior y personal por el que se exploran cuestiones como la forma en que un sordo tiene que enfrentarse a una sociedad que no entiende ni termina de aceptar a quien padece una minusvalía; o como superar la ira y la decepción con la propia vida sin culpar a nadie más que a uno mismo.
Sin embargo, la extensión de esta historia, cinco números, es excesiva para lo que cuenta. Tenemos aquí muchos recuerdos –algunos de ellos innecesarios dado que corresponden a hechos ya narrados en la propia colección- y autoexamen, dos breves encuentros con Daredevil compuestos solo de diálogos (ocho páginas en total), uno con Kingpin (cinco páginas), otro con el chamán indio y la larga secuencia de dos números (con pelea y conversación) con Lobezno (que no solamente pasaba casualmente por allí sino que encima conocía al chamán y gracias a él tuvo su propia visión).

“La Búsqueda de la Visión”, dejando aparte su trabajo de caracterización y su derroche visual, es un arco que bien puede obviarse dentro de la trama general de la colección y que, de hecho, habría funcionado bastante mejor como miniserie. Es más, originalmente, fue planteada a Marvel como una serie limitada pero la editorial decidió en ese punto no sacar más comics en tal formato y lo incluyó en cambio dentro de la colección. Un movimiento del que tuvieron que retractarse cuando los lectores empezaron a desertar. El número 49 de la colección regular tuvo unas ventas de poco más de 60 mil ejemplares; el siguiente, el número 50, 65 mil. Para cuando terminó “La Búsqueda de la Visión”, esas cifras habían caído a 53 mil, recuperándose notablemente en cuanto Mack se marchó. ¿Por qué? Probablemente porque este comic no es Daredevil, ni en cuanto a su presencia (unas ocho páginas) ni en cuanto a su formato, tono

Tras este particular hiato en la colección regular, Bendis retoma su puesto como guionista acompañado de David Mack a los lápices y tinta, en esta ocasión en el arco argumental titulado “El Rey de la Cocina del Infierno” (nº 56-60). Se nos dice, nada más comenzar, que ha pasado nada menos que un año de lo narrado en la saga anterior, que finalizó con Kingpin derrotado y Daredevil desenmascarándose y proclamando ante los representantes de los bajos fondos que él era el nuevo dueño del barrio. Inmediatamente después, inició una violenta campaña contra el crimen que limpió las calles de forma tan completa que la zona empezó a prosperar. Ese proceso de higienización de la delincuencia le costó poco. Acto seguido, él y Foggy Nelson utilizaron las indemnizaciones ganadas en los pleitos legales por difamación para reconstruir la Cocina del Infierno mejorándola aún más. Tanto fue su éxito que llegan a ofrecerle presentarse a la alcaldía de Nueva York. Su doble identidad continúa siendo un rumor de fondo que nadie ha podido o querido confirmar.

El narrador de todo esto en los dos primeros capítulos del arco es Ben Urich, que mantendrá un papel central en la trama dado que es a él a quien Milla, preocupada, le pide que averigüe el paradero de Matt después de resultar herido tras s

Matt –que, recordemos, lleva casi un año sin vestir el uniforme rojo- sobrevive a la paliza y busca refugio en una clínica semiclandestina, donde lo encuentra Urich. Y ahí tiene lugar el punto de inflexión de esta historia: una charla en la que la el periodista recrimina a Matt su comportamiento de los últimos meses: “Yo te digo: ¿Qué aspecto tiene un hombre que se disfraza de diablo y padece una crisis nerviosa? ¿Qué aspecto tiene? Si tuviera que cerrar los ojos e imaginármelo, se parecería mucho a esto. Se parecería mucho a ti tomando el papel de tu mayor enemigo. Casándote a espaldas de todos. Ignorando a los tuyos…mosqueando a los federales…Castigando a tu mejor amigo haciéndole limpiar tu basura”
Es otro momento este en el que me parece que Bendis cae en el psicoanálisis de baratillo porque, utilizando a Urich como portavoz, explica el comportamiento de Matt como un trauma derivado de la muerte de Karen Page. Pues bien, esto basta para que Matt cambie de opinión,

Y de esta forma tan absurda es como Milla sale de la vida del protagonista, habiéndose casado en secreto y sin que los lectores hubieran podido asistir al evento, sin siquiera haberse presentado adecuadamente y disfrutar de un arco lo suficientemente amplio como para que los fans se encariñasen con ella. Podría haberse contabilizado como un affaire más del fracasado en amores Matt Murdock, un romance efímero del que todos nos olvidaríamos pronto de no haber sido por el “detalle” del matrimonio. Hubiera sido interesante ver cómo el guionista manejaba esa relación en firme en el contexto de las peculiares actividades superheroicas de uno de sus miembros, pero Bendis ni se molesta en darnos un atisbo de ello. Quizá las expectativas que tenía en el personaje de Milla resultaron exageradas y luego no supo qué hacer con ella, viendo más atractivo recuperar la relación de Daredevil con la viuda Negra tal y como hizo en el siguiente arco argumental.

Este arco, por tanto, tiene un sabor a cierre de etapa y a reinicio de lo de siempre: se finiquita la trama del caso legal por difamación y los problemas derivados de la revelación de la identidad secreta de Matt, la relación con Milla, la carrera policial y vida del agente Driver e incluso la trayectoria que venía siguiendo el propio protagonista en los últimos años de la serie. Como suele ser habitual en Bendis, tiene tantos aciertos como errores pero, en cualquier caso, se trata de comics de ágil lectura, que desafían los tópicos ya muy gastados del género superheroico y que abordan tramas extensas y temas maduros articulando su discurso en diálogos bien conseguidos.
Poco que añadir a lo ya expuesto en otras entradas anteriores respecto al trabajo de Maleev. Sigue abusando de la repetición de imágenes y del retoque fotográfico, pero aquí consigue darle a sus viñetas un granulado y una luz muy acordes con la atmósfera de la historia. También mejora en las escenas de acción, tanto en la gran pelea con los yakuza como en el enfrentamiento final con los mafiosos.
(Continúa en la entrada siguiente)
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