1 ago 2023

1975- HOWARD EL PATO – Steve Gerber y varios (2)


(Viene de la entrada anterior)

 

Gerber y Brunner continuaron la historia en el siguiente número de “Giant-Size Man-Thing” (nº 5, agosto 75), en el que Howard se enfrentaba a Bessie la Vaca Infernal, una vaca lechera que había sido mordida en una granja por un vampiro. La acogida de los fans volvió a ser entusiasta. Seguían llegando a la redacción multitud de cartas, muchas de ellas de estudiantes universitarios, pidiendo que a Howard se le otorgara un título propio. Así que Marvel dio luz verde a una cabecera protagonizada exclusivamente por Howard y cuyo primer número apareció en enero de 1976.

 

Ese episodio inaugural mostraba inmediatamente que este no iba a ser un comic del montón, porque comenzaba con el protagonista pensando en suicidarse. Es difícil imaginar una apertura similar en “Amazing Spiderman” o “Los Cuatro Fantásticos”. Howard se expresa de esta manera: “¡Cuaaaghh! ¡Se acabó! ¡No lo aguanto más! ¡Este mundo es una porquería! Nah…Eso es lo que le ocurre. Está gobernado por monos sin pelo en vez de aves. ¿Qué estoy haciendo aquí? ¡Nada productivo, eso seguro! Así que, ¿por qué sigo aquí? Yo no soy masoquista. Un saltito desde esa torre y esta vida de miseria podrá terminar. Claro. Me iré con clase. El Gran Chapuzón. El último hurra. ¿Por qué no?”

 

Pero cuando trepa hasta la cima de la extraña torre en el río Cuyahoga, se encuentra con la atractiva joven Beverly Switzler, prisionera de Pro-Rata, el mago financiero loco que quiere convertirse en el Contable Jefe de todo el Universo utilizando su arma secreta: la calculadora cósmica. Para ese primer episodio, además, Gerber incluyó una aparición como estrella invitada de Spiderman. Hoy puede parecer un tópico, pero entonces no lo era ni mucho menos. De hecho, se trataba de toda una declaración de intenciones, un torpedo a la línea de flotación del establishment marvelita ya que nadie se esperaba que un funny animal como Howard pudiera integrarse en el segregado, “realista” y editorialmente muy protegido Universo Marvel.

 

Esta historia sentó las bases de lo que iba a ser la serie en el futuro: una mezcla de parodia y crítica social “disfrazada” de aventuras fantásticas. En concreto, el primer número parodiaba los comics de bárbaros, muy populares por entonces, introduciendo además un mensaje sobre cómo las vidas de la gente están controladas por quienes tienen el dinero. Gerber y Brunner estaban dispuestos, como este último recordaría más tarde, no sólo a romper todas las reglas sino a inventar otras nuevas para luego romperlas también. A veces, no obstante, el editor les pillaba in fraganti y rectificaba sus “transgresiones”; por ejemplo, en este primer número, Howard y su recién incorporada amiga Beverly atravesaban un portal transdimensional y aterrizaban en el nido de una enorme ave. Howard le decía inocentemente a Bev: “Reminds me of where I was first laid”, que en inglés podría interpretarse como “Me recuerda donde tuve sexo por primera vez” y que el editor cambió al más neutro “Me recuerda el lugar donde eclosioné”. 

 

Beverly se convirtió en el principal personaje secundario de la serie. En la sección de correo del nº 19 (diciembre de 1977), Gerber diría que "Beverly Switzler es Mary Skrenes". Ésta era una amiga del guionista, colaboradora ocasional en sus historias y co-creadora del personaje “Omega the Unknown” para Marvel.

 

"Se me ocurrió el personaje y el nombre", comentaría Skrenes mucho tiempo después. "Estábamos sentados en algún lugar, como un Burger, con Frank Brunner, hablando sobre el tema. Howard estaba escalando una torre de tarjetas de crédito con la intención de quitarse de en medio cuando llega a una abertura en la parte superior y mira dentro ...Yo dije "Y, por supuesto, tiene que haber una damisela ligera de ropa encadenada a la pared". A los chicos les gustó.

 

"Creo que hay un par de razones por las que Beverly se convirtió en un personaje recurrente", continuaba Skrenes. "Primero, funcionó muy bien para Howard tener una amiga que lo aceptaba tal y como era, plumas incluidas. Y podía ser un contrapunto optimista y positivo para el pesimismo cínico de él. La segunda razón me resulta un poco inquietante. Volviendo a aquella noche en la que introduje a Beverly en la trama de Steve, dije: "Y su nombre es Beverly Switzler. No, espera, quise decir Swizzle". Steve se emocionó y dijo: "¡No, tiene que ser Switzler!" Era una especie de "señal" para él. Nunca explicó por qué. Después de la muerte de Steve –falleció en 2008-, cuando llevé sus cenizas a Nueva York, alguien, probablemente su hermano Michael, me dijo que "Steve bautizó a uno de sus personajes en honor al edificio Switzler Hall en el campus de la Universidad de Missouri-Columbia". Nunca había escuchado ese nombre antes. Fue como la última broma que me hizo".

 

También en el número 1 se incorporó el tercer miembro del equipo artístico acreditado, el entintador Steve Leialoha. A principios de 1975, Brunner estaba interesado en encontrar a alguien que pasara a tinta sus dibujos pero que viviera cerca de su residencia, en la zona de la Bahía de San Francisco. Jim Starlin le recomendó a Leialoha, nativo de esa ciudad y que por entonces simultaneaba sus trabajos como autónomo para Marvel con otros para la editorial independiente “Star Reach”. Al tener la oportunidad de reunirse en persona y revisar juntos las páginas a lápiz de Brunner, ambos alcanzaron una sintonía que se aprecia en la calidad de cada una de las planchas.

 

El director de circulación de Marvel, Ed Shukin, no tenía demasiada fe en la nueva colección y ordenó imprimir para el número inaugural tan solo 275.000 ejemplares, el mínimo establecido por la editorial para una serie nueva a color. La tirada se vendió entera. Shukin reconocería haber infravalorado el potencial de Howard pero también afirmó que muchas copias no se vendieron a lectores sino a coleccionistas que acumularon todas las que pudieron para luego venderlas a precios inflados. Uno de ellos, Jim Kovacs, declararía haber comprado 900 ejemplares cuando salió a la venta (fue siguiendo el camión de reparto y según hacía sus paradas adquiría los ejemplares). En 1977, el precio medio de ese número en el mercado de segunda mano ascendía a 12,50 dólares sobre un precio de portada de 25 centavos. Esta situación irritó a Gerber, que opinaba que un puñado de especuladores habían saboteado las posibilidades del título: un lector que no pudiera hacerse con el número 1, tenía menos posibilidades de engancharse a la colección.

 

Meses después, en septiembre de 1976, en parte para atender la demanda insatisfecha del primer número, Marvel lanzó un especial Treasury Edition, el nº 12, de tamaño tabloide en el que, junto a un nuevo episodio, reeditaba aquel número inaugural y las apariciones previas del personaje en “Adventure into Fear” y “Man-Thing”.

 

A pesar de las justificadas quejas de Gerber, las ventas de la colección regular demostraron ser buenas. En 1977, un año después de su lanzamiento, cada número de la serie tenía 400.000 copias en circulación, un 45% superior a las del primer episodio, y de las cuales se vendían unas 200.000. La confianza de la editorial se materializó en la decisión de pasar la serie de bimensual a mensual en el séptimo número (diciembre 76).

 

En el número 2 (marzo 76), un amigo de Bev, el frustrado escritor Arthur Winslow, era poseído por un nabo espacial (sí, habéis leído bien): “¡Casi al momento, una siniestra simbiosis tiene lugar, y la mente de Arthur se extiende por todo un universo…! En un efímero instante, las creencias de una vida se ven confirmadas. El cosmos es… como siempre había creído que es. Ha de serlo. ¿Acaso mentiría un nabo estelar?”. Ambos descubren que pueden beneficiarse del otro. En el caso del ser alienígena: “¿Puedo sugerir entonces una unión, Arthur-carne? Tú obtienes mi conocimiento del universo, cosa que ha llegado a aburrirme, mientras que yo consigo la movilidad, el pulgar oponible y los placeres de la carne, los cuales tú desprecias pero que a mí me son negados en base a mi forma”.

 

El Arthur-Nabo empieza a causar inmediatamente problemas a Howard y Beverly. En concreto, aquél sale en busca de esta para disfrutar de esos placeres carnales que tanto anhelaba, con frases tan delirantes como estas: “Ya no soy simplemente Arthur Winslow. Ahora llevo una doble vida. Así que te agradecería que me llamaras Hombre Nabo cuando voy de uniforme”. Cuando la situación empieza a calentarse, Beverly le pregunta: “¿S-Seguro que puedes mantener un nivel de excitación, Arthur…? El vestirte como un nabo parece haberte cambiado de algún modo”. A lo que él responde: “¿Te gustaría pasar algunas de mis nuevas hojas, Beverly?”.

 

Por si esto fuera poco, al comienzo del episodio podía verse claramente a Howard y Beverly en la cama, él “desnudo”, ella con un fino camisón, dando claramente a entender la existencia de intimidad sexual entre ambos. No es de extrañar que “Howard el Pato”, con este tipo de desafíos a la censura sorprendentemente tolerados por Marvel, se convirtiera muy pronto en una serie de culto.

 

También encontramos en este episodio a la Señora del Riñón, una molestia recurrente para Howard en el futuro. Esta insoportable señorona, con bastón, zapatillas deportivas, mascarilla y ridículo sombrerito, increpa a Howard por fumar en el autobús: “Tú y tu tabaco…tus comidas fritas…tu moral decadente y tus mujeres libertinas…¡Tu conspiración internacional de envenenamiento de riñones! (…) Os sentís tan seguros con vuestro secretismo… tan seguros de que el hombre de la calle no va a creerse lo de la amenaza a sus riñones”. Es triste que esta parodia de los conspiranoicos pueda seguir entendiéndose a la perfección hoy día.

 

Sin embargo, no todo era miel sobre hojuelas tras las bambalinas. El dibujante Frank Brunner se sentía cada vez más descontento. Todo había empezado al no figurar acreditado como coguionista en el número 1 (sólo se le reconoció como coargumentista) lo cual le privaba de recibir más ingresos por las reediciones del material. También afloraron tensiones creativas con Gerber porque ya en el segundo episodio, éste empezó a escribir guiones completos pero sin entregárselos de una sola vez a Brunner sino por partes (seis páginas primero, otras seis después…) exigiendo además que el artista lo respetara al pie de la letra. El dibujante encontraba opresivo este sistema al no poder imprimir el ritmo narrativo que él consideraba adecuado por no contar con la totalidad de la historia desde el principio.

 

Pero es que, además, Brunner no estaba de acuerdo con la política de Marvel respecto a la devolución de originales, lo cual le llevó, también, a discutir con Gerber. Por entonces, de cada historia de 17 a 19 páginas, el guionista tenía derecho a quedarse con dos planchas originales; el resto se repartía, dos tercios para el dibujante y un tercio para el entintador (la parte del guionista se eliminó en 1980). En aquella época, había algunos guionistas que, entendiendo que no tenían realmente derecho a recibir páginas originales, se las cedían a los artistas. Pero Gerber no era uno de ellos y se negó a acceder a la petición de Brunner de que le devolviera esas páginas. Por último, después de que Brunner se enterara de las cifras de ventas del primer número, solicitó a Marvel que le aumentara el precio por página, pero se lo denegaron. Así que abandonó la colección tras entregar el dibujo del segundo número.

 

Brunner no se marchó en silencio. Inmediatamente, se embarcó en una competición con Howard creando su propio material centrado en un pato caricaturesco. Lo primero que hizo fue un poster vendido por correo al mercado de los fans y titulado “Scarface Duck”. Mostraba a un pato muy parecido a Howard, con una estética inspirada a las películas de gangsters de los años 30. Lo segundo fue un nuevo comic titulado “The Duckaneer”, realizado en colaboración con Steve Leialoha y que debutó en el primer número (julio 76) de “Quack!”, publicado por Star*Reach y distribuido exclusivamente en el naciente circuito de las librerías especializadas. Marvel no le dio importancia a estos plagios-homenajes pero a Gerber, que consideraba a Howard como una creación muy personal, no le hizo ninguna gracia. Tras enterarse de la existencia del poster, contactó con Brunner y le exigió una parte de los beneficios, a lo que aquél se negó contestándole que Gerber no había escrito, dibujado ni negociado nada de ese producto. De acuerdo con Brunner, ambos proyectos tuvieron éxito. Según él, el poster vendió 10.000 copias y el número de “Quack!”, 16.000.

 

Steve Gerber tenía sus propias ideas respecto al merchandising. El 12 de marzo de 1976 (más o menos cuando salió a la venta el nº 2 de la colección) firmó un contrato con Marvel para fabricar y vender por correo pines de “Vota a Howard el Pato en el 76”, relacionados con un arco argumental que ya tenía planificado y en el que el protagonista se presentaría a presidente de Estados Unidos. Marvel recibiría un 5% de cada pin vendido.

 

Aquel contrato de licencia debería haber aclarado cualquier ambigüedad que pudiera haber existido hasta ese momento con respecto a la propiedad del personaje. En la Sección 4 del mismo, titulada “BUENA VOLUNTAD, ETC.”, se incluía esta declaración: “El Licenciatario [Gerber] reconoce el gran valor del Nombre y las Propiedades y la(s) Marca(s) y de la buena voluntad asociada con ellos y reconoce que el Nombre y las Propiedades y la(s) Marca(s) y todos los derechos sobre los mismos (incluidos los derechos de autor) pertenecen exclusivamente al Licenciante [Marvel]”

 

El preámbulo del contrato define específicamente los términos utilizados. El término "Nombre" se refiere al "nombre, personaje, símbolo, diseño, semejanza, sonidos y representación visual de Howard el Pato y/o cada uno de los componentes individuales de los mismos". El término "Propiedades" significa "derechos de autor sobre materiales literarios y/o artísticos que presenten, contengan y/o consistan en los nombres, personajes, símbolos, diseños, semejanzas, representaciones sonoras y visuales" de Howard el Pato. La(s) "Marca(s) de asunto" se definen como "Registro(s) de marca comercial del Nombre y/o componentes del mismo". Esto es, Gerber había reconocido en el contrato que Howard era propiedad exclusiva de Marvel.

 

Además, en la Sección 5 del acuerdo, titulada "TÍTULO DEL LICENCIANTE Y PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS DEL LICENCIANTE", el contrato dice: "El licenciatario acuerda que no atacará el título ni ninguno de los derechos del Licenciante o los otorgantes del Licenciante en y para el Nombre y/o las Propiedades y/o la(s) Marca(s) del Objeto así como no atacará la validez de esta licencia". En otras palabras, Gerber también había acordado contractualmente no desafiar nunca los derechos de propiedad exclusivos de Marvel sobre Howard el Pato. Y lo había hecho voluntariamente, sin que aparentemente existieran conflictos sobre las secciones descritas. Añado toda esta información porque será relevante más adelante, cuando llegue el momento de narrar la que fue una de las batallas más sonadas del comic norteamericano entre un creador y una editorial.

 

Gerber contrató al artista Bernie Wrightson, por entonces conocido por sus comics de terror para Warren y “La Cosa del Pantano” de DC, para hacer el dibujo del pin, que se vendió a un dólar más un cuarto de dólar de gastos de envío. Gerber gestionó el cobro de sus cheques a través de Mad Genius Associates, una cooperativa en la que participaba con otros guionistas como Mary Skrenes, Jim Salicrup, Don McGregor o David Anthony Kraft.

 

La serie mensual de Howard se utilizó de soporte para publicitar el pin, anunciado en la sección de correo del cuarto número. Unos meses después, el número 8 contaba, tras una llamativa portada, el arranque de la campaña presidencial del protagonista. Aunque la fecha de cubierta era enero de 1977, el número se puso a la venta, como era costumbre, unos meses antes, concretamente el 28 de septiembre de 1976, poco más de un mes antes de que Estados Unidos celebrara en el mundo real sus propias elecciones, de las que saldría elegido Jimmy Carter. Toda esta estrategia contribuyó a cimentar la fama de la serie. En los meses siguientes, Gerber sería entrevistado a cuenta de ella en revistas como “Playboy” o periódicos como “The Washington Post”.

 

Pero me estoy adelantando. Retrocedamos al punto en el que Brunner abandonó la serie.

 

(Continúa en la siguiente entrada)

 


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