(Viene del número anterior)
El número 92 (septiembre 71) fue, por varias razones, uno de transición para la colección. Y ello se percibe ya desde la misma portada, firmada por el gran Neal Adams, quien comenzaría en el siguiente episodio una breve pero gloriosa etapa como dibujante y coargumentista de la serie. También por la preeminencia que se le da en esa ilustración y en la conclusión de la historia a Thor, Iron Man y el Capitán América, presagiando el final del largo periodo en el que esos miembros icónicos habían tenido mayormente vetada su inclusión en el grupo salvo de manera puntual y como “estrellas invitadas”. Si bien la orden emitida años atrás al respecto por Stan Lee (a partir del nº 16, mayo 65) había sido mayormente respetada (e incluso aquí su peso en la portada no justifica el que tienen en el argumento), a partir del nº 93, el trío pasaría a recuperar, sin mediar explicación, su estatus de Vengador en activo.
Otro aspecto transicional de este número que no evidencia la
po
rtada es su punto de inflexión entre las dos fases de la larga saga que los
aficionados llegarían a conocer como “La Guerra Kree-Skrull”. La primera, que
había comenzado en el nº 89, se centraba en el intento de invasión a la Tierra
de los Kree y tenía poco que ver con los Skrulls (al menos, eso era lo que
parecía). La segunda, que empezaría ya plenamente en el nº 93, introduciría a
los Skrulls por la puerta grande, convirtiendo a nuestro planeta en el campo de
batalla de los dos imperios galácticos. Situado justo en mitad de ambas fases,
el nº 92 desarrolla y amplía los conceptos introducidos en los tres episodios
anteriores y prepara el escenario para la escalada bélica de los cinco
siguientes.
Recordemos brevemente que, entre los números 89 y 91, Roy Thomas y Sal Buscema habían narrado cómo tres de los Vengadores, Mercurio, la Bruja Escarlata y Visión, se habían visto involucrados en los esfuerzos del renegado Kree, Mar-Vell (conocido en la Tierra como Capitán Marvel) para escapar de la Zona Negativa y terminar con su relación forzosa con Rick Jones. Ambos lo conseguían, pero sólo para tener que enfrentarse a continuación al enemigo del Capitán, el usurpador Kree Ronan, que activaba el Centinela robótico contra el que ya habían luchado los Cuatro Fantásticos. La aventura se trasladaba luego al Ártico, donde los tres Vengadores, a los que se unían Goliath, Chaqueta Amarilla y la Avispa, trataban de liberar al cautivo Marvel y detener el rayo involucionador de Ronan.
Aquella peripecia finalizaba con Ronan abandonando la refriega
tras recibir noticias del imperio que ahora controlaba como dictador acerca de
una guerra con los Skrulls. Hank Pym, por su parte, anunciaba dramáticamente su
intención de renunciar por completo a su estatus de Vengador por considerar que
su aportación no era relevante. Aquella enfática declaración nos lleva a pensar
que la intención de Roy Thomas no era precisamente, tal y como veremos, la de
traerlo de vuelta tan solo dos números después y que su regreso se debió más
bien al deseo de Neal Adams. En cuanto a la Avispa, cuya sumisa e incondicional
adhesión a la renuncia de su marido ha envejecido bastante mal, tampoco estaría
ausente mucho tiempo y volvería en el nº 100 (aunque sólo porque, para celebrar
ese aniversario, se convocó a todos los personajes que habían sido alguna vez
miembros oficiales). Después de eso, permanecería ausente de la Mansión de los
Vengadores hasta el número 137 (julio 75), si bien entretanto realizaría apariciones
en otros títulos como estrella invitada.
La última viñeta del nº 91 transmite una sensación de final de etapa –incluso tiene la palabra “Finis” inscrita en la esquina inferior derecha-, pero, naturalmente, la historia estaba lejos de haber terminado. Lo que nos lleva, ahora sí, al nº 92, “Todas las Cosas tienen un Final”, dibujado por Sal Buscema y un no demasiado inspirado George Roussos como entintador.
El número comienza unos días después de haber regresado del
Ártico (y participado luego en una aventura con los Inhumanos, narrada en el
serial de éstos en “Amazing Adventures” nº 8, sept 71), con una de esas escenas
domésticas con las que tan a menudo arrancaban los comics de Marvel entonces
–al menos para los equipos cuyos cuarteles generales servían también de
hogares, que en esa época eran todos-. Curiosamente, esta escena, que debería
transmitir una sensación de distensión y calma, es una de las más inquietantes
de episodio, con Mercurio haciendo chistes y Visión vestido con un sueter de
cuello alto que le hace parecer un crooner setentero al estilo de Neil Diamond.
Es un intento evidente de humanizar a los héroes y mostrarlos bajo una luz más
relajada y cordial de lo que el lector acostumbraba a ver, pero lo cierto es
que esta escena parece extraída de un mundo alternativo.
Naturalmente, los lectores veteranos saben perfectamente que
ese ambiente relajado –con un punto de sexismo- no va a durar mucho. Jarvis irrumpe
en la estancia presa de una gran agitación y agitando un periódico en el que se
ha publicado una noticia referente a los tres técnicos del gobierno a los que
los Vengadores rescataron en el episodio anterior. Les pidieron que mantuvieran
en secreto lo allí sucedido para impedir que el intento de invasión de Ronan
hiciera cundir el pánico –un argumento cuestionable habida cuenta de la cantidad
de incursiones alienígenas que a esas alturas ya habían tenido que soportar los
terrícolas-. Sin embargo, los técnicos deciden romper su silencio y, además, en
la prensa. En su defensa hay que decir que esos hombres eran funcionarios del
gobierno federal y hubiera sido poco realista –e injusto- por parte de los
héroes esperar que omitieran semejantes acontecimientos traumáticos al informar
a sus superiores. Por otro lado, una cosa es informar a tu jefe y otra muy
distinta acudir al Daily Bugle.
Goliath se une a la Visión, Bruja Escarlata y Mercurio y enciende la televisión para enterarse de las últimas novedades al respecto. El Presidente ha formado una Comisión de Actividades Alienígenas presidida por el beligerante senador H.Warren Craddock, preocupado porque los Vengadores hayan ocultado al Capitán Marvel, quien, después de todo, es un alienígena perteneciente a la misma especie que Ronan.
En ese momento entran Mar-Vell y Rick Jones. El primero se
ofrece a entregarse para no mancillar la reputación de sus amigos. Pero
Mercurio, la Bruja Escarlata y Rick Jones se niegan. Goliath cree que quizá no
es tan mala idea: “Nosotros sabemos que
no es un espía, pero ellos no. Quizá debiera entregarse. Así se calmará todo el
mundo y podremos buscar a las auténticas ratas del espacio que pueda haber ocultas”.
Visión aporta su propia opinión al respecto: “Si permitirmos que se confine a un Kree sin motivo, no tardarían en
seguirle los androides…y los mutantes…y luego los gigantes…hasta que al final,
el zurdo lucharía a muerte contra el diestro por los restos de un planeta
arrasado”.
Incluso teniendo en cuenta el nivel de los guiones de los
comics de superhéroes de entonces, Roy Thomas no se muestra aquí muy sutil a la
hora de exponer su propia opinión, estableciendo una obvia comparación entre la
“Comisión de Actividades Alienígenas” y el histórico Comité de Actividades
Antiamericanas de la Cámara de Representantes, dirigido por el infame Joseph Mcarthy.
Por otra parte, Visión asegura que la Mansión está fuera de la jurisdicción de
las autoridades locales y federales (sin aclarar cómo es eso posible) y que,
por tanto, el Capitán Marvel está seguro en su interior. Sin embargo, él desea
regresar al imperio Kree para ayudar en su lucha contra los agresores Skrulls y
oponerse a la tiranía a la que Ronan somete a su propio pueblo (algo que habíamos
visto en los dos últimos episodios).
En ese momento, pilotando un helicóptero, Carol Danvers se aproxima al tejado de la Mansión para aterrizar en él, pero una avería en el motor a punto está de hacer que se estrelle. El Capitán Marvel y Visión la salvan y cuando Wanda se interesa por el estado del androide tras haber absorbido con su cuerpo superduro el impacto, éste le responde con desagradable frialdad, como si no hubieran estado a punto de besarse tan solo unos días atrás: “Soy un androide, Wanda. Tú, aunque mutante, eres humana y demasiado sensible en cuanto a ciertas cosas”.
No es la única aeronave en rondar el edificio. Nick Furia,
al frente de un escuadrón de jets de SHIELD los vigilan siguiendo a regañadientes
órdenes del gobierno con las que el espía no está de acuerdo. Carol Danvers les
dice a los Vengadores que ha pedido una excedencia como jefa de seguridad de
Cabo Kennedy para ayudar a Mar-Vell y devolverle el favor que él hizo por ella
en el pasado. Se ofrece a acompañarlo a una alejada granja propiedad de unos
amigos, donde podrá quedarse hasta que todo se calme. El Kree se muestra
reticente, puesto que huir le hace parecer culpable, pero Visión lo convence
para que acceda, aunque Danvers no permite que Rick les acompañe.
Abandonan la Mansión a bordo de un quinjet que rápidamente
deja atrás a los aviones de SHIELD. Esto motiva una reprimenda de Craddock, que
acusa a Furia de haberles dejado marchar deliberadamente, algo que él admite
ante su amigo Dum Dum Dugan diciendo que no estaba dispuesto a colaborar en la
repetición de lo que su país les hizo a los norteamericanos de origen japonés
durante la Segunda Guerra Mundial, internándolos a la fuerza en campos de
“recolocación” (un vergonzoso asunto sobre el que Roy Thomas volvería años más
tarde tanto en la colección de “Los Invasores” como en “All-Star Squadron” para
DC).
Tras comprobar que Mar-Vell y Danvers se alejan sanos y salvos de la Mansión, los Vengadores vuelven el interior, dejando a Rick Jones solo y recordando una pila de viejos cómics que encontró cuando estaba en un orfanato. En ellos aparecían, entre otros, el Capitán América, Sub-Mariner y el androide Antorcha Humana. Fue entonces cuando decidió que quería “ser” un superhéroe. Pero las cosas eran más sencillas en aquellas viejas historias que en el complejo mundo moderno. A juzgar por su decisión de continuar utilizando a Rick en varios otros comics, se diría que Thomas siempre sintió una cierta simpatía por el personaje, quizá por estimar que este aspirante a superhéroe representaba bien al lector de estos comics, o quizá por verse él mismo, apasionado de los viejos superhéroes, reflejado en él.
Esa ensoñación en la que aparecen superhéroes de la Edad de
Oro –no todos publicados por Timely-Marvel-, parece una inclusión bastante
gratuita, aunque, con la perspectiva que da el tiempo, podemos entenderla como
un prefacio a otra escena de dentro de cinco números, esta sí, mucho más
significativa (que Thomas ya la tuviera planeada, es otra cuestión sujeta a
debate). Aparte de los tres superhéroes mencionados, en esa imagen podemos
encontrar al Fantasma de la Feria”, alias Fantoman, publicado por Centaur
Comics (julio 1939); El Lama Verde, un héroe pulp en origen, cuyas historietas
editó Prize Comics a partir de diciembre de 1940; The Heap, publicado por
Hillman Periodicals en diciembre 1940; Fighting Yank, que debutó en la
editorial Nedor Comics en septiembre de 1941; y Catman, propiedad original de
Tem Publishing Co desde septiembre de 1940.
Según recordaría el propio Thomas: “… Hice que Sal dibujara a Rick pensando en los superhéroes sobre los
que había leído en los viejos cómics de los años 40… (Naturalmente, le
proporcioné material de referencia. Nada de héroes de DC, por supuesto…). Hice
que se coloreara esa viñeta en tonos de un solo color por si acaso un antiguo
propietario de derechos de autor asomaba su cabeza litigante. ¿Revisé junto a
Stan mi utilización de héroes que no eran Timely/Marvel? Probablemente no. Pero
debería haberlo hecho, ya que recibir una carta de un abogado indignado era
algo que me habría metido en problemas con Stan o, peor aún, con el editor
Martin Goodman, incluso aunque este último ya no era dueño de la empresa que
dirigía”. (recordemos que Goodman había vendido la compañía en 1968 a Perfect
Film & Chemical Corporation, aunque conservó su puesto de editor jefe hasta
1972).
Entretanto, los Vengadores se preguntan si han hecho lo correcto al ayudar a escapar al Capitán Marvel y se arrepienten de no haber consultado antes a los miembros más veteranos, el Capitán América, Iron Man y Thor. Al mirar por la ventana, Goliat ve a un matón amenazando a un transeúnte menos fornido a cuenta de la polémica desatada en torno a los Vengadores, y sale al exterior para intervernir sin percatarse de que todo es un montaje para entregarle en mano una citación judicial. Al día siguiente, los Vengadores deberán comparecer en una audiencia pública, pero Pietro, para otras cosas tan suspicaz, no tiene problemas con ello: “Contaremos nuestra versión y se sabrá la verdad”.
Y así, a la mañana siguiente, los cuatro Vengadores y Rick
acuden a comparecer ante la Comisión en un edificio rodeado de una multitud
furibunda. Además de los tres técnicos que destaparon todo el asunto de
Mar-Vell y los Kree, comparecen Reed Richards y la Cosa, de los Cuatro
Fantásticos. El primero sólo puede testificar que los Kree provienen de otra
galaxia y que, aunque nunca ha conocido a Mar-Vell, acepta la palabra de los
Vengadores respecto a sus buenas intenciones. En cambio, la Cosa adopta una
actitud más hostil: “¿Los Vengadores?
¿Qué Vengadores? Los Vengadores que yo conocía eran Thor, Iron Man…tipos así.
Quizá esos nuevos sean legales…Yo no los conozco de nada, pero deberían haber
traído aquí a Marvel en lugar de ayudarlo a salir pitando. No necesitamos
superhéroes como ésos”.
Personalmente, me parece una salida de tono injustificada e
incoherente con el personaje, por otra parte muy habituado a tratar con
alienígenas. Pero es que, para colmo, es especialmente desagradecido dado que
los Vengadores se vieron involucrados en toda esta situación por contestar una
señal de alarma del Edificio Baxter mientras sus ocupantes estaban fuera de la
ciudad. Y, por último, no es que estos Vengadores sean precisamente unos recién
llegados, dado que tres de ellos llevaban militando en sus filas desde el nº
16, lo cual es un periodo significativo incluso para el “Tiempo Marvel”. Quizá
Thomas quiso ejemplificar en Ben Grimm el arquetipo del individuo al que se
creía amigo y simpatizante y que, presionado por el gobierno y la opinión
pública, se convierte en un traidor de esa antigua amistad. Visión sube al
estrado y trata de exponer sus argumentos de forma serena y recordar que todo
el proceso se está asemejando a una caza de brujas, pero desestiman su
testimonio llamándole robot y sugiriendo que podría limitarse a repetir lo que
otros le digan.
Toda esta escena evoca las audiencias de la antes mencionada Comisión de Actividades Anti-Americanas de McCarthy, que alcanzazó su punto más vergonzante en 1954. Probablemente, la mayoría de los lectores contemporáneos de este cómic eran demasiado jóvenes para recordarlas personalmente y es posible que, siendo aún un episodio muy reciente de la Historia estadounidense, no figurara todavía en los libros de texto de primaria y secundaria. Asi que es posible que Thomas pretendiera realizar con este episodio no sólo un ejercicio didáctico sino una defensa de ciertos valores.
Aunque Craddock y su lista de sospechosos de ser espías
alienígenas es un trasunto de Joseph McCarthy y su lista de ciudadanos
simpatizantes de la causa comunista, lo cierto es que el papel que habían
jugado los Vengadores en la aventura anterior distaba de ser ejemplar. Ya
mencioné lo poco acertado de pedirles a unos investigadores del gobierno que
guardaran el secreto, pero es que, en el fondo, lo que hizo el grupo fue
ocultar una seria amenaza contra la especie humana; amenaza que, recordemos, no
ha sido conjurada dado que Ronan escapó. No informaron de lo sucedido a las
Naciones Unidas, SHIELD o departamentos del gobierno que debieran haber estado
al tanto (el suceso tuvo lugar en Alaska, territorio estadounidense). Cámbiese
la invasión alienígena por algo como un accidente nuclear y a los Vengadores
por un grupo de científicos humanos de nuestro mundo e imagínese el alboroto
que se organizaría si el asunto que pretendían encubrir saliera a la luz.
Y, para empeorar las cosas, los Vengadores dejan que Mar-Vell se marche para ahorrarle un mal trago. En primer lugar, el Capitán Marvel probablemente ha pasado por peores situaciones, por no hablar de que contaría con el apoyo público de los Vengadores. En segundo lugar, Mar-Vell no sólo es un Kree, sino un Kree que en el pasado fue enviado como espía. Podría aportar muchísima información sobre su pueblo, su armamento, su historia, Ronan, etc; información que facilitaría a los humanos defenderse de las agresiones de ese imperio. Incluso Reed Richards admite que no sabe mucho sobre los Kree. Mar-Vell bien podría haber aprovechado la ocasión para demostrar su lealtad y compromiso hacia la Tierra.
Por esos motivos, el desarrollo de la historia, aunque meritorio en sus intenciones, no puede sino calificarse de tosco. Thomas trata de meter con calzador un argumento político e histórico que no encaja en lo que de otro modo sería una historia realmente buena. Para colmo, en el siguiente número descubriremos que no todos los que están incendiando la opinión pública son quienes parecen ser, una revelación que pulveriza los argumentos expuestos por el propio Thomas.
Lo que sí es más verosímil y coherente con lo sucedido en Alaska es la indignación de los ciudadanos. Es natural que se irriten al descubrir que sus héroes han encubierto un plan extraterrestre que les habría convertido a todos en cavernícolas y, para colmo, dejaran escapar a un sospechoso. El ánimo y opinión públicos pueden cambiar en un instante al influjo de los políticos y los medios de comunicación entonces, y de las redes sociales hoy.
Quizá el problema resida en que, a la hora de abordar
problemáticas de actualidad, Roy Thomas no era Dennis O´Neil. Thomas destacó a
la hora de introducir la poesía y la literatura en los comic-books, algunos de
cuyos ejemplos hemos visto en esta misma colección. Su área de conocimiento
académico era la Historia y las Ciencias Sociales, mientras que su amigo
O´Neil, además de licenciarse en Literatura Inglesa y Filosofía, trabajó como
periodista, lo que le puso en contacto con el mundo real, algo que demostró por
aquellas mismas fechas con su trabajo para “Green Lantern / Green Arrow” en DC.
En ese punto de la audiencia, Rick Jones recuerda súbitamente un sueño que tuvo la pasada noche en la que Mar-Vell y Carol Danvers se aproximan a la granja. Ésta deja entrar solo al Kree e inmediatamente es atacado por unos tentáculos. Rick se da cuenta de que no es un sueño sino un mensaje que ha captado a través del enlace mental que compartía con el héroe. Así que sale apresuradamente de la sala para ayudar a su compañero, lo que provoca la ira de Craddock, que exige que se le traiga de vuelta. Dado que no es posible, la sesión se aplaza hasta el día siguiente.
Cuando los Vengadores regresan a la Mansión, se encuentran
con un Jarvis cariacontecido en mitad de un desastre. Una turba iracunda forzó
la entrada en la Mansión y el mayordomo desactivó las medidas de seguridad para
que nadie resultara gravemente herido (al fin y al cabo, fueron diseñadas para
detener a supervillanos). Después de turbamultas, audiencias y helicópteros
accidentados, el auténtico momento dramático del episodio llega justo al final,
cuando aparecen Thor, el Capitán América e Iron Man, bastante insatisfechos con
la forma en la que los actuales miembros han manejado la situación. Su solución
no puede ser más drástica: disolver los Vengadores haciendo uso de su
privilegio de miembros veteranos. Los cuatro deprimidos Vengadores en activo
abandonan el edificio dejando a Jarvis que limpie antes de cerrar.
Y este es el final de este capítulo de la Guerra Kree Skrull… que, como puede verse, está bastante falta de Skrulls (al menos, así lo parece. Recordemos que pueden adoptar cualquier forma). La preocupación de los lectores por el aparente final de su grupo favorito duraría poco tiempo. Al comienzo del siguiente arco argumental, en el número 93, se “arreglaría” el desaguisado final devolviendo el protagonismo al trío principal de los Vengadores.
(Continúa en la próxima entrada)
No hay comentarios:
Publicar un comentario