(Viene de la entrada anterior)
Hace cincuenta años, no se esperaba de los comics que acuñaran de inmediato nuevos vocablos o expresiones. En el mejor de los casos, se les reconocía la incorporación al lenguaje de palabras y frases de jerga (sobre todo relacionadas con la juventud) años después de haber alcanzado su pico de popularidad. Pero he aquí que Marvel lo logró cuando en la portada del número 83 (diciembre 70) de “Los Vengadores”, hizo pronunciar a una de las mujeres que allí aparecían la expresión: “cerdos machistas”.
En realidad, el texto en inglés dice “chauvinist pigs”. La palabra chovinista, que se refería originalmente al exagerado fervor patriótico y nada tenía que ver con cuestiones de género, existía desde hacía más de cien años, bastante menos, desde luego, que el insulto “cerdos” que aquí la acompañaba. La expresión “Male Chauvinist”, por otra parte, empezó a popularizarse a finales de los años 60 acompañando el auge del Movimiento de Liberación de la Mujer. Pero el término “chauvinist pig”, que podríamos traducir y adaptar a nuestro idioma como “cerdo machista”, despegó rápidamente a raíz de su utilización en este comic, llegando a su punto máximo en 1972 (siendo adoptado incluso por el “New York Times”), si bien cayó en desuso casi con igual celeridad, quizá porque mucha gente no se lo tomó demasiado en serio, siendo reemplazado por términos más directos como “sexista”. En cualquier caso, “cerdo machista” sonaba lo suficientemente improbable como para aligerar sus connotaciones más ofensivas y convertirlo en una suerte de crítica burlona.
En otras palabras, colocar en la portada un personaje femenino que criticara a los “cerdos machistas”, bien podría haber sido una forma de decirles a los lectores que la historia que seguía a continuación probablemente no debería tomarse como un análisis serio de la cuestión de los derechos de las mujeres, lo que parece estar bastante en línea con las intenciones declaradas de Roy Thomas, según contaba en el prefacio a un Masterworks de Los Vengadores: “Entra, la Revolución está lista” (el título del episodio) fue mi propia interpretación, aunque admito que ligera, del movimiento de liberación de la mujer. No tenía en mente ningún argumento serio y una o dos de mis amigas feministas (en particular Trina Robbins, a quien conozco y admiro desde finales de los años 60) me lo reprocharon. En realidad, no consideré que la historia hiciera una declaración a favor o en contra de la “liberación de la mujer””.
Me atrevería a suponer que tanto Robbins (una pionera del comic underground y una de las autoras de comic más conocidas) como otras amigas “feministas” de Thomas no pensaban que la lucha de las mujeres por la obtención de iguales derechos que los hombres fuera un tema del que uno pudiera escribir a la ligera y sin elegir bando. Y, con la perspectiva que nos dan cincuenta años, podemos decir que el enfoque “desenfadado” de Thomas aún parece más incorrecto que entonces.
Pero claro, la mayoría de los lectores eran adolescentes varones que probablemente ni tenían una opinión formada al respecto ni les importaba –todavía- demasiado el asunto y cuyo principal interés al comprar este comic era disfrutar de una aventura entretenida con sus heroes favoritos.
Y esa aventura comenzaba en esta ocasión con fuertes toques femeninos, dado que en las cinco primeras páginas no aparecía ningún miembro masculino del grupo. La Avispa (que, recordemos, había acompañado a su marido Henry Pym a Alaska en el nº 75 después de coger una excedencia del grupo) se pasa por la Mansión para hacer una visita a sus camaradas cuando se encuentra la sala de reuniones ocupada por cuatro mujeres: la Bruja Escarlata; la Viuda Negra (ya con su nuevo uniforme, adoptado en “Amazing Spiderman nº 86 y tras correr su primera aventura en solitario entre los números 1 al 4 de “Amazing Adventures”); Medusa, reina de los Inhumanos; y una desconocida que responde al nombre de Valquiria. Wanda, ante la sorpresa de Janet, deja claras las intenciones del grupo: “¡Ya no es la Mansión de los Vengadores, Jan! De ahora en adelante, ésta es nuestra mansion, nuestro cuartel general. Porque somos…¡Las Liberadoras!”.
La inclusión de Medusa en este “golpe de Estado” vengador es bastante extraña considerando que, en este punto de la historia del Universo Marvel, la reina de los Inhumanos no había tenido relación previa alguna con nadie del equipo y, de hecho, apenas había salido del hogar de su pueblo, el Gran Refugio, en el Himalaya. A priori, la Chica Invisible, de los Cuatro Fantásticos, habría sido una elección más lógica. Por otra parte, Thomas (o Stan Lee) podrían haber considerado que el estatus maternal de ésta no la hacía la opción más apropiada para este intento de toma del poder. Con todo y con eso, Medusa sigue pareciendo fuera de lugar aquí. Incluso su hermana menor Crystal, que hasta hace muy poco residía en Nueva York como miembro de los Cuatro Fantásticos, tendría mejor encaje en esta historia. Lo mismo podría decirse de Marvel Girl, la cual, además, estaba huérfana de colección dado que la de los “X-Men” había sido recientemente cancelada. Es posible que la intención de Thomas hubiera sido darle un empujón al nuevo serial de los Inhumanos que estaba empezando a aparecer en “Amazing Adventures”. También es cierto que Marvel tenía tan pocas superheroinas por entonces que las opciones para nutrir las filas de las Liberadoras eran, cuanto menos, limitadas.
Los argumentos que utiliza Valquiria para defender su causa son tan endebles que la facilidad con la que el resto muerde su anzuelo resulta un insulto a su inteligencia (aunque solo aparentemente, como veremos). Aquélla empieza recordando su propio origen como científica ninguneada por su jefe, trabajando tanto y tan duro que cayó desmayada y accidentalmente absorbió un gas que le dio superfuerza. Luego asegura que Chaqueta Amarilla acaparaba la gloria y marginaba a la Avispa, aunque en la imagen que acompaña su acusación no vemos tal cosa; también afirma que Mercurio monopolizó los titulares de un caso sin reconocerle debidamente el mérito a su hermana. Teniendo en cuenta lo unidos que estaban los gemelos, díficilmente Wanda se habría enfrentado a su hermano por una nimiedad semejante. La única excepción es la de la Viuda Negra, que había sido rechazada para una membresía de Los Vengadores sin razones de peso.
En cuanto al argumento para convencer a Medusa (“Eres la más esclava de todos. Tu precioso Rayo Negro ni siquera habla…¡Pero tú estás atenta a todos sus silencios!”), es el más absurdo de todos, dado que un suspiro del rey de los Inhumanos podía causar una destrucción inmensa. ¿Debía acaso abandonar esa responsabilidad que, por otra parte, soporta por amor? Y eso sin tener en cuenta que ni siquiera es Vengadora. La propia Medusa, cuando Valquiria le lanza un ultimatum, responde dubitativa: “Lo sé…¡No debería! Pero…” y se marcha con ellas para enfrentarse a los Vengadores en combate. Es una pequeña vacilación que, como se aclara al final, tiene sentido: todas se hallan bajo un hechizo que las hace receptivas a la manipulación. Por desgracia, ese giro combinado con los absurdos argumentos utilizados por Valquiria, tiene el efecto (quiero pensar que involuntario) de minimizar los auténticos problemas subyacentes que afectaban a las mujeres del mundo real: la usurpación por parte de los hombres de los méritos atribuibles a mujeres; el sexismo en los medios de comunicación; el dominio de maridos abusadores…. Dado que es la magia la que anima a esas mujeres a actuar y no la fuerza de los argumentos aportados, el lector bien podría pensar que éstos, después de todo, no eran tan importantes.
Hay otro aspecto del episodio que es tanto o más recordado y reseñable que este enfoque “pseudofeminista” y que ha envejecido un poco mejor. Y es que resulta que los cuatro Vengadores varones han viajado hasta Rutland, en Vermont, alertados por información sobre un posible secuestro que tendrá lugar durante el desfile de Halloween. Y a la puerta a la que llaman es la del organizador del evento: Tom Fagan.
Tanto Fagan (que trabajaba por entonces como periodista local) como ese desfile con el que llegó a estar indisolublemente asociado, habían aparecido en los cómics mucho antes de este episodio de “Los Vengadores”. Este apasionado aficionado a los comic-books había escrito una carta a “Detective Comics” nº 327 (mayo 64) promocionando ese desfile (comic este, por cierto, que, casualmente, fue también el que presentó el “New Look” del editor Julius Schwartz para Batman). La inclusión de Batman y otros personajes relacionados en aquel evento anual pronto llevó a la inclusión, en años sucesivos, de otros héroes (y villanos) de los comics. Esto, a su vez, atrajo a otros aficionados, incluido uno que recientemente había ascendido a la liga profesional: Roy Thomas, que empezó a asistir al desfile y las fiestas asociadas en 1965.
Un año antes de “Los Vengadores” nº 83, Thomas ya había hecho un guiño al evento y su organizador en un número de Daredevil que mostraba a la amada de ese héroe, Karen Page, regresando a su ciudad natal en Vermont, un pueblo llamado "Fagan Corners". Pero en 1970, decidió subir la apuesta e incluir al propio Fagan, el desfile y las fiestas en el episodio que ahora nos ocupa. Eso sí, lo que Buscema dibujó no era una fiel imagen del auténtico evento en esa época y no sólo porque los héroes y villanos “reales” participen en la historia, sino porque hay que poner mucha atención para encontrar a algún personaje de DC (el único mínimamente reconocible, entre la multitud, es Batman). En años posteriores, cuando tanto Marvel como DC publicaron historias ambientadas en Rutland durante esa festividad, se mostraron bastante más liberales a la hora de permitir que las propiedades intelectuales de la compañía rival compartieran página. Pero para esta primera aparición, Batman y sus camaradas eran todavía personas “non gratas”, aunque es difícil decir con certeza si la razón fue no querer darle publicidad gratuita a DC, preocupaciones legales sobre la violación de derechos de autor y/o marca registrada, o una mezcla de ambas.
Por eso Fagan aparece aquí disfrazado de Halcón Nocturno, el análogo malvado de Batman que había creado Thomas como miembro del Escuadrón Siniestro el año anterior, en el nº 70 de “Los Vengadores”. Más tarde, el auténtico Fagan (que murió en 2008, pocos días antes de Halloween) respondería a ese guiño poniéndose un disfraz de Halcón Nocturno para otro desfile. Y puesto que había decidido trasladar a alguien real a su historia, Thomas decidió aplicarse la broma e incluirse también él mismo y su entonces esposa Jeanie disfrazados como Spiderman y la Chica Invisible respectivamente.
Los cuatro Vengadores ocupan una de las carrozas del desfile con el fin de proteger a quien viaja en el vehículo siguiente, el doctor T. W. Erwin, “eminente matemático que ahora da fama a la cercana Universidad de Miskatonic (guiño a Lovecraft) con sus teorías e investigación sobre el Tiempo Paralelo”. Por alguna absurda razón, no se separa de una de sus máquinas, que es precisamente lo que buscan los Señores del Mal, vistos por última vez en el n.° 55, al término del cual todos excepto Torbellino fueron encarcelados. Klaw los ha liberado y los dirige ahora en este asalto contra los Vengadores que acaba ponieno a éstos en serios apuros. Para entonces, el desfile ha dejado de ser ya un pintoresco decorado y desaparece por completo de la trama.
Y entonces, llegan las Liberadoras para salvar la noche. La Avispa ciega temporalmente con su picadura al Fundidor; la Viuda Negra neutraliza a Klaw de la forma más estúpida (una de sus “picaduras” y una patada); Medusa atrapa a Torbellino con su cabello y la Bruja Escarlata utiliza un hechizo para lanzar un árbol (previamente arrancado por Goliath) contra el Hombre Radioactivo. Mercurio felicita a las recién llegadas sin sospechar que éstas, inmediatamente, se van a volver contra ellos. Medusa inmoviliza a Pietro mientras su hermana Wanda aplaude; Pantera Negra, que dice no pelear con mujeres ni aun cuando éstas tengan superpoderes, cae derribado por la Viuda y la Avispa; y Valquiria utiliza su lanza de poder para dejar inconscientes a Visión y Goliath al grito de “¡Al Paredón, Cerdos Machistas!”, una expresión que, salvo por el cambio del singular al plural, parece haber sido tomado por Thomas del título de un artículo sobre el movimiento de liberación de la mujer aparecido en el número de mayo de 1970 de la revista “Playboy”, firmado por Morton Hunt: “Up Against the Wall, Male Chauvinist Pig!”.
Las Liberadoras llevan al Dr. Erwin y a los encadenados Vengadores al laboratorio universitario del primero, donde se encuentra su Proyector de tiempo Paralelo experimental, que, según él mismo dice, no ha sido probado y que tanto puede funcionar como explotar una vez se active. Es el momento que elije Valquiria para desvelar que ella es en realidad la bruja asgardiana Encantadora. En “Hulk” nº 102 (abril 68), había atacado Asgard junto al Verdugo sólo para fracasar y ser exiliados por Odin a una dimensión estéril. Si alguna vez abandonaban ese plano, sus poderes se reducirían a la mitad. Sobrevivieron juntos allí hasta que la gobernante femenina del lugar apareció y le pidió al Verdugo ser su consorte. Él no se lo pensó dos veces (veremos a ambos otra vez en “Defensores” nº 4, donde se la identificará como la Reina Casiolena) y abandonó a la Encantadora a su suerte. Ésta acabó hallando la forma de viajar a la Tierra, eso sí, con su poder disminuido y un odio furibundo hacia los hombres bullendo en su interior. En fin, que su feminismo militante ha quedado reducido a una mera pataleta de amante despechada.
Lo que pretende la villana es utilizar el Proyector de Erwin para regresar a Asgard, donde podrá restaurar plenamente su poder. También revela que se sirvió de hechizos para adoptar otro aspecto y manipular las mentes de las Liberadoras. Se dispone a asesinar a los Vengadores masculinos con su magia cuando la Bruja Escarlata la rodea con una esfera que rebota su hechizo sobre ella y provoca una explosión. Cuando el humo se disipa sólo hay un gran agujero. Naturalmente, la asgardiana no sólo no está muerta sino que regresará en el próximo número. Sin embargo, sí ha sufrido una derrota aplastante y, considerando los elaborados subterfugios que había empleado y su veteranía como villana, que sea tan rápida, limpia y contundentemente anulada por un simple hechizo de Wanda parece demasiado abrupto cuando no indigno.
Thomas gana un par de puntos por dejar que las dos Vengadoras femeninas digan la última palabra en el “debate” con sus camaradas masculinos con el que se cierra la historia. Pero lo estropea justo en el cartucho de texto final, cuando resume toda la cuestión atribuyéndosela a la manida “Guerra de los Sexos”, con la clara implicación de que la controversia es eterna, enconada e insoluble. Lamentablemente, una postura tal no puede sino devaluar las justas reclamaciones de las mujeres. Aun cuando Thomas no hubiera deseado hacer una declaración política con esta pequeña y excéntrica historia, al final su intento de esquivar la cuestión resulta una declaración en sí misma.
La sugerencia de la Bruja Escarlata en la viñeta final apuntando a que las Liberadoras podrían regresar un día, acabaría materializándose, aunque casi cuatro décadas después y con una alineación diferente, conservando sólo a Valquiria y la Viuda Negra. El grupo, para el que Hulka recuperó el antiguo nombre, apareció en “Hulk” (serie de 2008), nº 9 (enero 2009). Que Marvel pudiera presentar entonces sin polémicas y con absoluta naturalidad un equipo compuesto exclusivamente por nueve mujeres fuertes, indica lo mucho que habían cambiado los tiempos y la editorial con ellos.
Por mucho que divierta ver a Roy y Jean Thomas participando en el comic y se agradezca la recuperación de los Señores del Mal, lo cierto es que el personaje que realmente llama la atención de este episodio es Valquiria. Incluso en esta primera aparición y como villana, no se puede evitar pensar que es una figura más interesante que la Encantadora. Por eso es decepcionante que la hechicera asgardiana revele al final que aquélla nunca existió. Thomas, aparentemente, no se dio cuenta entonces que había reemplazado a una nueva y carismática villana por una mas antigua y a la que ya resultaba difícil tomar en serio tras encajar tantas derrotas. Este es quizá el único defecto serio de la historia: desaprovecha el potencial de Valquiria como villana. Puede arrojar coches con las manos desnudas y monta un carro tirado por caballos voladores, pero sólo un par de viñetas la muestran en acción antes de descartarla en favor de la Encantadora. A posteriori, sin embargo, Thomas debió darse cuenta de su error y la convirtió en un personaje con entidad propia y un pasado bastante enrevesado y trágico (lo veremos en “Defensores” nº 4).
En octubre de 1969, Stan Lee había empezado a dar marcha atrás en la política que él mismo había anunciado en julio de ese año respecto a que las historias de la editorial fueran autoconclusivas, publicando una columna en los números correspondientes a aquel mes con la que intentaba calmar los temores expresados por los lectores, quienes creían que el Universo Marvel perdería esa complejidad e interconexión que tanto les habían atraído. Finalmente, en su sección “Stan´s Soapbox” de octubre de 1970, el editor tiró la toalla.
Por supuesto, si tomamos las palabras de Lee al pie de la letra, Marvel habría reanudado meses atrás la publicación de historias de continuará sin que los aficionados se hubieran dado cuenta. Lo cierto es que la editorial, en octubre de 1970, seguía produciendo muchos números autoconclusivos, incluido el de los Vengadores que acabamos de comentar. Resulta irónico que Roy Thomas, a estas alturas, todavía escribiera episodios autonónomos para los Vengadores habida cuenta de que esta colección fue una de las últimas en doblegarse a las directrices de Lee (el número 71, en concreto, fue la última entrega de una trilogía). ¿Quizás a Thomas le gustaba trabajar con mucha anticipación? De hecho, el siguiente episodio, como veremos, sería otro de los autoconclusivos.
(Continúa en la siguiente entrada)
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