(Viene de la entrada anterior)
Aunque el debut de Pantera Negra en el nº 52 de “Los Cuatro Fantásticos” (julio 66) está considerado justificadamente como un hito en la historia del género desde una perspectiva histórica, lo cierto es que el personaje no sólo se limitó a aparecer esporádicamente al principio sino que ningún otro superhéroe negro siguió sus pasos.
La
industria del comic estaba disfrutando de una expansión de superheroes a
mediados de los años 60 y consideraba los personajes negros un potencial riesgo
financiero a la vista de las turbulencias raciales que azotaban el país en las
calles y campus universitarios. Sin embargo, gracias a las iniciativas de
activistas como Martin Luther King –a su manera y para muchos entonces, un
auténtico superhéroe- empezó a producirse una mezcla de culturas que despejó,
al menos hasta cierto punto, las dudas y temores de los sectores más rancios de
la industria.
Y este cambio queda bien reflejado en el nº 52 de “Los Vengadores” (mayo 68), otro paso en la integración racial de Marvel al pasar a formar parte Pantera Negra de la alineación oficial del grupo insignia de la casa.
Tras haber
sido recomendado por el Capitán América en el número anterior, Pantera llega a
la Mansión de los Vengadores para presentarse oficialmente. El edificio, sin
embargo, parece desierto y decide utilizar un acceso secreto del que le habló
el Capitán América tras haber luchador juntos contra un falso Zemo en “Capitán
América” nº 100 (abril 68). Después de superar algunas defensas, encuentra a
Goliath, Ojo de Halcón y la Avispa aparentemente muertos. No ha podido aún
reaccionar cuando Jasper Sitwell, un agente de SHIELD que había acudido en
busca de Tony Stark, lo arresta y llama a la policía. En el momento en que
están retirando los cuerpos, aparece Natasha, la Viuda Negra, que acaba de
regresar de unas vacaciones (ausencia que Ojo de Halcón explicaba en el nº 50
por los problemas que atravesaba su relación).
T´Challa es incapaz de convencer a la policía de su inocencia. Jamás han oído hablar de un país llamado Wakanda y no pueden contactar con el Capitán América para verificar su historia. Tampoco funciona la combinación de la puerta de la Sala de Reuniones de la Mansión que conoce Pantera gracias al Capitán, así que el recién llegado héroe accede a que los agentes le lleven a comisaría.
Cuando el Capitán
(justo después de haberse enfrentado al Cuarto Durmiente en los nº 101 y 102 de
su colección), Iron Man y Thor escuchan las noticias del arresto de Pantera,
empiezan a investigar cada uno por su cuenta, aunque obviamente no lo
suficientemente rápido como para llegar a algún lado antes de que el propio interesado
solucione el misterio.
Y es en este punto que el lector se entera de que Los Vengadores fueron “asesinados” por un nuevo villano, el Segador, hermano del Hombre Maravilla. Este ultimo había debutado como adversario del grupo y muerto en el número 9 (octubre 64) y la motivación del Segador es, por tanto, la venganza, aunque sus verdaderos objetivos son Goliath y la Avispa, miembros del equipo original que derrotó a su hermano, siendo Ojo de Halcón una mera víctima colateral. Tras irrumpir en la Mansión y abatirlos con un rayo de su guadaña, repara de alguna forma no explicada los desperfectos y espera a que se presenten el resto de los miembros fundadores para enfrentarse a ellos. Por supuesto, no contaba con que quien primero llegaría sería Pantera Negra.
Éste escapa
de la custodia de la policía (sin explicar por qué, entonces, se dejó arrestar
por ellos momentos antes), vuelve a la Mansión y encuentra una forma de entrar
en la Sala de Reuniones, donde, según había deducido correctamente, se escondía
el atacante. Y allí, efectivamente, está el Segador, que, como es de esperar,
presume de su plan y revela que los Vengadores no están muertos sino sumidos en
una especie de coma. Si no son sometidos a otra descarga de la guadaña del
Segador con la que revertir su estado en el plazo de tres horas, morirán. La
retorcida mente del villano justifica sus actos asegurando que no es un asesino
como Los Vengadores porque será la policía la que, en ultimo término, matará a
los heroes practicándoles una autopsia.
Pantera
resulta ser inmune a los rayos del Segador gracias a las hierbas que ingiere
para obtener sus poderes y, tras la consabida pelea, el villano parece caer
sobre su propia hoja y morir. Ni que decir tiene que Pantera se lleva la
guadaña, irrumpe en el hospital donde se custodian los cuerpos de los Vengadores
y les devuelve la vida. Más tarde, descubren que el Segador simuló su propia
muerte y escapó. El villano se convertiría en un adversario habitual del grupo,
siempre obsesionado por la muerte de su hermano. Roy Thomas lo recuperaría en
los nº 78 y 79 (julio-agosto 70) como miembro del grupo “Legión Letal” y allí
se enteraría de que el cerebro de Visión había sido elaborado con las pautas
cerebrales del Hombre Maravilla, lo que modificaría su objetivo para los
números 102 (Agosto 72) y 106 a 108 (diciembre 72-febrero 73, ya en la etapa de
Steve Englehart). La resurrección del Hombre Maravilla en el nº 153 (noviembre
76) lo dejará sumido en una confusion que intentará resolver en el nº 160 (junio
77), etc, etc…
Volviendo
al comic que nos ocupa, los tres Vengadores en activo, haciendo caso de la
recomendación del Capitán y a la vista de sus recientes actos, votan y otorgan
a Pantera la condición de miembro oficial. T´Challa les pregunta sobre el resto
de los Vengadores y Goliath hace una rápida recapitulación de su destino: el
Capitán, Thor e Iron Man están en excedencia y Hércules regresó al Olimpo. En
cuanto a Mercurio y la Bruja Escarlata, creen que Magneto los tiene retenidos,
por lo que su siguiente misión será rescatarlos.
Para su incorporación a los Vengadores y en un intento de subrayar el progresismo racial de la compañía –y de él mismo-, Stan Lee dio la orden de que Buscema modificara todas las viñetas ya dibujadas con la mascara original del personaje para dejar al descubierto la parte inferior de su rostro y, por tanto, el color de su piel. Curiosamente, ésa había sido la intención original de su creador, Jack Kirby, dos años antes, pero entonces Lee había visto las cosas de otra manera. Ahora, soplando nuevos vientos en la sociedad americana, no tenia inconvenientes en presumir abiertamente de su espíritu progresista dejando clara la etnia del superhéroe y haciendo de los Vengadores el primer supergrupo en integrar un miembro negro.
Eso sí, Thomas
eliminó la palabra “Negra” de su nombre para que nadie relacionara al personaje
con el grupo militante de los “Panteras Negras”, una decisión por otra parte
lógica puesto que nada tenia que ver el uno con los otros. Además, Thomas
trataba de distanciarse de la incómoda costumbre de Jack Kirby de colocar la
palabra “Negro” en el nombre de todos los personajes de esa raza. Quizá para no
ofender a propios y extraños, explicó sus razones para el cambio de nombre en
la propia sección de correo de los lectores de ese número diciendo que ya había
dos Vengadores reservistas con la palabra Negro en sus nombres (la Viuda Negra
y el Caballero Negro) y que dejar parte de la cara al descubierto permitiría a
los lectores ver más claramente sus expresiones. Fueran cuales fuesen las
razones, ambos cambios, el del uniforme y el nombre, de algún modo restaban
carisma al personaje y no pasarían muchos números hasta que se rectificaran.
Por otra
parte, Thomas no tuvo reparos en reflejar la desconfianza y prejuicios de la
América blanca hacia los negros: T´Challa es arrestado como sospechoso de
asesinato por el muy caucásico Sitwell. En cambio, los Vengadores, a diferencia
de SHIELD, no tienen ningún inconveniente en aceptarlo exclusivamente en virtud
de sus méritos.
Por fin, los Vengadores parecen estar reforzando sus filas tras haber alcanzado su punto más bajo en el número anterior, con tan solo tres miembros en activo y Goliath recién repuesto de los problemas con sus poderes. Stan Lee seguía negándose a que Thomas recuperara para la colección a Thor y el Capitán América, cuyas colecciones guionizaba él mismo y para las que no quería depender de enlaces de continuidad con otros títulos que le restaran autonomía y tiempo. En cuanto a Iron Man, que había salido de la colección “Tales of Suspense” dejando espacio a su colega el Capitán América, pronto obtendría título propio.
Así que
Thomas, por el momento, tenia que seguir conformándose con recurrir a
personajes de menor perfil, como ya había sucedido con la Viuda Negra o
Hércules. Con todo, Pantera Negra supone un bienvenido refuerzo a una alineación
que se mantendrá estable hasta el nº 58 (cuando se añadirá la Visión), un héroe
cuya agilidad y habilidades de combate lo convertían en un adecuado sustituto
del Capitán América. Lo que nadie se preguntó entonces es por qué el rey de un
país africano abandonaría todas sus responsabilidades para marcharse a Estados
Unidos y unirse a los Vengadores. Mucho más tarde, en “Pantera Negra” vol.3 nº
8 (junio 99), el guionista Christopher Priest dio una explicación al respecto: T´Challa
pensó que los Vengadores y sus ocasionales intervenciones en otros países,
podrían llegar a suponer una amenaza para su reino, así que se unió a ellos
para investigarlos.
Por otra parte, no debería sorprender que nadie hubiera oido hablar de Wakanda, porque ya se explicó en “Los Cuatro Fantásticos” que el país hacía todo lo posible para permanecer oculto. En comics muy posteriores, como “Pantera Negra” v3 nº 30 (mayo 2001) o “Vengadores 1959” nº 1 (mayo 2011), se explicaría, en un ejercicio de retrocontinuidad, que mucha gente y gobiernos ya eran entonces conocedores del secreto desde hacía tiempo.
Tras haber
cogido el relevo titubeante de Stan Lee en el nº 35 y empezado a colaborar con
John Buscema a partir del nº 44, la asociación de ambos autores empieza a
cobrar auténtico brío con este episodio, encontrando una personalidad propia en
lugar de tratar de seguir de cerca la estela de Lee y Kirby. Roy Thomas hace un
buen uso de su afición a la continuidad recuperando para el argumento algo
sucedido cuarenta números atrás y utilizándolo para presentar adecuadamente a
un nuevo miembro del equipo. Por su parte, John Buscema está en su salsa con un
personaje, Pantera Negra, que destaca por su fisicidad (no tanto en el diseño
del traje del Segador, tan ridículo que parece sacado de la colección
contemporánea de Daredevil, cuya galería de villanos rozaba la vergüenza).
Aunque el mejor resultado artístico lo alcanzaba Buscema entintando sus propios
lápices, el esfuerzo y tiempo requeridos no venían compensados económicamente,
así que aceptó otros entintadores con resultados irregulares. Vince Colletta,
que solía diluir la energía de los lápices de Kirby, aquí hace un buen trabajo,
superior al que George Tuska, menos acabado y con un punto caricaturesco,
ofrecería en varios números posteriores.
Por aquel
entonces, Roy Thomas escribía los guiones de otro supergrupo de la casa, los
“X-Men”, si bien sus multiples obligaciones le iban a hacer abandonar ese
título de forma inmediata. Sin embargo, antes de irse y dejar la colección en
las manos de Gary Friedrich (en el nº 43), decidió dar un golpe sobre la mesa,
primero matando al Profesor Xavier en el número 42 (mayo 68) y a continuación y
como colofón, enlazando la colección con “Los Vengadores” a través de Magneto,
cuyo regreso a la Tierra él mismo había escrito en estas páginas y en cuyo nº
49, como vimos, se había escapado llevándose consigo a Mercurio y La Bruja
Escarlata.
Mercurio llevaba ya tiempo sintiéndose incómodo entre las filas de los Vengadores; y Wanda no pudo elegir al hallarse herida por una bala que el propio Magneto se había arreglado para dirigir contra ella con el fin de manipularlos. En el nº 43 de “X-Men” (abril 68) se revela que Wanda ha perdido su poder mutante, por lo que puede suponerse que sigue junto a Magneto porque éste ha prometido curarla, aunque lo que en realidad está haciendo es fabricar una máquina de control mental.
Los X-Men
atacan la isla-fortaleza de Magneto solo para ser derrotados y capturados. Tan
sólo la intercesión de Pietro impide que el villano acabe con ellos en el acto,
optando por encerrarlos para prolongar su humillación. Pero en el nº 44 (mayo
68), el Ángel consigue escapar para recabar la ayuda de los Vengadores, aunque
su misión queda temporalmente interrumpida por el ataque del Cuervo Rojo. En el
nº 45 (junio 68), Cíclope también escapa, pero es interceptado por Mercurio,
que trata de convencerle de las buenas intenciones de Magneto y su proyecto de
crear una nación mutante independiente. Ambos pelean y Cíclope sale victorioso…
justo cuando llegan los Vengadores para encontrarlo junto al cuerpo
inconsciente de su antiguo compañero.
Y ahora saltemos al número de Los Vengadores que enlaza con el de los X-Men, el 53 (junio 68), justo en el mismo punto: Pantera Negra, Goliath, Ojo de Halcón y la Avispa le ordenan a Cíclope que no se mueva, pero éste, que no reconoce a Pantera, sospecha que pueden ser robots de Magneto y responde disparando sus rayos oculares y, en la confusion subsiguiente, escapando para liberar a sus compañeros mutantes.
A
continuación se encaja un flashback en el que se nos informará de cómo han
llegado los Vengadores hasta la isla de Magneto: el Ángel, tras librarse del
Cuervo Rojo, llegó hasta la Mansión y guió al grupo hasta allí. Por el camino,
sin embargo, detectan una señal originada por un pequeño transmisor oculto en
las alas del mutante. Como no pueden determinar si han sido atraídos a una
trampa por éste o si Magneto colocó subrepticiamente el artilugio sobre él, lo
inmovilizan y dejan en la nave. Ojo de Halcón dispara una flecha espía que les
muestra a Cíclope hablando con Mercurio, por lo que asumen que los X-Men se han
unido a la Hermandad de Mutantes Diabólicos de Magneto. Fin del flashback.
Es ahora
cuando nos enteramos de que, de hecho, el plan de Magneto era atraer a los
Vengadores hasta su isla para eliminarlos simultáneamente a los X-Men, a los
que ha venido sometiendo a su máquina de control mental, por lo que obedecen
sus órdenes y atacan a los recién llegados. Los Vengadores, ante esa tesitura,
creen confirmada su suposición de que los héroes mutantes están en el bando del
villano. Ángel, que al haberse encontrado fuera de la isla no había sufrido el
efecto de la máquina mental, sabotea ésta tras haberse liberado y la batalla se
decanta a favor de los Vengadores.
Pero Magneto se dispone a jugar su última carta y mientras vuelve las paredes de metal contra sus oponentes, le ordena al Sapo que active los explosivos que ha colocado en esa sección de la base. Sin embargo, el Sapo, que ha venido soportando un sin fin de maltratos, amenazas y humillaciones de quien consideraba su amo, ha llegado al límite y hace explotar toda la isla. Mientras todo se viene abajo, recoge a Wanda (que siempre le había tratado amablemente) y un debilitado Pietro y los conduce por unas escaleras hasta un avión de escape fabricado con materiales no metálicos y, por tanto, immune a los poderes de Magneto. Mientras los X-Men y los Vengadores escapan por su cuenta, la isla revienta y entre las aguas emerge el casco abollado de Magneto.
A partir de
aquí, todos los personajes seguirán su camino. De los Vengadores continuaremos
hablando. Los X-Men, en el nº 46 (julio 68), se verán otra vez las caras con
Juggernaut y, con el Profesor X todavía dado por muerto, serán disueltos por el
Gobierno. Mercurio luchará contra Spiderman en “Amazing Spider-Man” nº 71
(abril 69) y, ya con su hermana y el Sapo, reaparecerán en “X-Men” nº 59-60 (agosto-septiembre
69, ya en la etapa de Thomas y Neal Adams), cuando todos los mutantes sean
capturados por los Centinelas. Tras esa aventura, saltarán a los nº 75 y 76 (abril-mayo
70) de los Vengadores, donde se reincorporarán el equipo. De Magneto no volverá
a saberse nada hasta que reaparezca por sorpresa en la Tierra Salvaje en
“X-Men” nº 62-63 (noviembre-diciembre 69). Y en cuanto a su isla, Chris
Claremont la recuperaría en el nº 147 (julio 81).
No es este
un capítulo particularmente reseñable más allá de poder ver a Buscema dibujar a
los mutantes (y apreciar de nuevo la enorme diferencia que le separaba tanto de
Don Heck como de Werner Roth, encargados por entonces del apartado gráfico de
“X-Men”) y ofrecer el primer crossover entre los X-Men y Los Vengadores, una reunión
que, a veces de forma amistosa y otras no tanto, se repetirá multiples veces en
las décadas por venir.
Roy Thomas vuelve a demostrar su ánimo de cohesionar un Universo Marvel en expansión no solo recuperando antiguos personajes o historias mediocremente rematadas en su dia, sino conectando diferentes títulos a través de las tramas, un recurso que ya había utilizado su mentor Stan Lee pero que él perfeccionaría. Por otra parte, el episodio no deja de ser una excusa para atraer lectores de los X-Men a Los Vengadores, forzando a todos los heroes a combatir entre sí. Ya para entonces era una fórmula sobada pero, al menos, Thomas añade a la clásica excusa del malentendido el control mental del villano de turno.
Peor encaje
tiene en este episodio la recuperación de las antiguas rencillas en las filas
de los Vengadores a las que tanto había recurrido Stan Lee durante la etapa en
la que el Capitán América lideró el equipo. La animadversión entre Ojo de
Halcón y Hank Pym ya se había apuntado, pero resulta bochornoso, hasta
inverosímil, que ambos se pongan a discutir por el liderazgo en mitad de una
peligrosa misión hasta el punto de llegar a las manos y obligar a Pantera y la
Avispa a intervenir. Más fino estuvo Thomas en el tratamiento del Sapo, cuya
“traición” a resultas del maltrato recibido resulta una buena aportación con la
que darle más fondo a un personaje que hasta ese momento había sido de un
patetismo irritante.
Y, como de costumbre, encontramos esos estúpidos agujeros de guión fruto probablemente de la improvisación, las prisas y el propio Método Marvel (en virtud del cual muchas veces el guionista tenia que remodelar su historia inicial a partir de las páginas que el dibujante le entregaba). Así, no tiene demasiado sentido que los Vengadores afirmen que desde el principio conocían el plan de Magneto (y que por ello habían fingido atar al Ángel) y luego se hubieran empleado tan a fondo en su combate contra los X-Men… Es el tipo de errores con el que el lector moderno y/o adulto debe mostrar cierta condescendencia en aras de disfrutar del espíritu de la historia y comprender que en aquellos años, ni lectores ni guionistas tenían por costumbre mostrarse tan puntillosos y analíticos como en la actualidad.
(Continúa en la entrada siguiente)
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