18 dic 2023

LOS VENGADORES EN LOS AÑOS 60 (19)

(Viene de la entrada anterior)

 

El nº 49 (febrero 68), ya con John Buscema de vuelta en el apartado gráfico y, además, entintando sus propios lápices (lo que insufla al dibujo una energía y solidez ausentes en el trabajo de los entintadores que había tenido hasta ese momento en la colección), se abre con Hércules explorando el Olimpo que encontró desierto dos números atrás.

 

Al regresar al Templo de la Llama Prometeica, seguro de que allí encontrará respuestas, es atacado por Tifón, uno de los antiguos Titanes griegos, en busca de venganza por el destierro al que le condenó Zeus mucho tiempo atrás (la criatura mitológica que llevaba ese nombre no era uno de los Titanes sino un colosal monstruo humanoide y alado con cabezas de dragón por dedos y un gran número de serpientes repartidas por sus piernas. Al igual que los Titanes, fue derrotado por Zeus y desterrado al Tártaro, en el inframundo. Roy Thomas conocía el mito y hace decir a Hércules que los mortales creían que Tifón “tenía las cabezas de cien terribles dragones”).

 

El Titán se jacta de haber destruido la Llama, sin la cual los dioses griegos no pueden sobrevivir. Él mismo no pertenecía a esa raza divina sino a otra más vieja, por lo que no quedó afectado.

 

Volviendo a la Tierra y a la trama principal en la Mansión de los Vengadores, las filas del equipo se encuentran mermadas como nunca antes. En los dos últimos números, Magneto había secuestrado a Mercurio y la Bruja Escarlata para integrarlos en su renacida Hermandad de Mutantes Diabólicos; Hércules, como he dicho, estaba en el Olimpo; y el Capitán América abandonó el equipo para dedicar más tiempo a su vida personal. El Caballero Negro, que podría haber sido una buena adquisición para el grupo, se marchó ofendido tras revelarles el paradero de Magneto. Mientras esperan más noticias, Henry Pym se mantiene ocupado perfeccionando un casco cibernético que le permitirá combinar sus poderes como Hombre Hormiga y Goliath… o eso le dice a la Avispa, porque para sus adentros sospecha que el esfuerzo realizado en el último número, en el que creció hasta los siete metros, podría haber acabado con su carrera como Goliath.

 

Mientras tanto, la nave de Magneto llega a la base que tiene en la isla que levantó del lecho oceaníco en “X-Men” nº 4 (marzo 64). Allí les muestra a sus “invitados” el gran complejo tecnológico que puso en marcha utilizando sus poderes magnéticos y luego intenta de nuevo convencer a los dos Vengadores de que se unan a su causa. Enseguida se da cuenta del argumento que debe utilizar: “Me temo, queridos amigos, que me malinterpretáis…¡Y creéis que aún deseo dominar al Homo sapiens! ¡Ya no! Ahora sólo deseo que esta isla se convierta en un refugio donde los mutantes puedan venir a buscar su propio destino”.

 

Para demostrar sus intenciones, los lleva hasta la sede de la ONU en Nueva York, causando un revuelo que atrae a los Vengadores. Abriéndose paso entre los guardias de seguridad, Magneto ocupa el podio y se dirige a la Asamblea General allí reunida: “¡Escuchad todos mis palabras! ¡Durante demasiado tiempo ha sido la guerra la única consigna entre el Homo sapiens y el Homo superior! Hoy he venido a proponeros que los mutantes del mundo tengan su propia nación ¡con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU! ¡Entonces y sólo entonces habrá paz entre Humanos y mutantes!”. Esta es la primera mención en el Universo Marvel de la idea de una nación mutante, un concepto que luego tomaría forma en Genosha, Utopía y, más recientemente, Krakoa.

 

Obviamente, el tono arrogante y amenazador de Magneto no despierta precisamente las simpatías de los delegados, que se niegan a aceptar semejantes exigencias. Magneto reacciona con furia lanzando un micrófono contra el más vociferante de aquéllos, pero antes de que haga impacto es detenido por una flecha de Ojo de Halcón. Éste, cuyo traje carece de cualquier tipo de metal, es inmune a los poderes de Magneto y deja fuera de combate al Sapo. Pero cuando los guardias disparan contra el villano principal, éste aprovecha la circunstancia para desviar una bala y que impacte levemente contra el cráneo de Wanda para consternación de Pietro. Este había sido su plan desde el principio: provocar una situación conflictiva que degenerara en violencia y así atizar la latente desconfianza de Pietro hacia los humanos.

 

Así, Mercurio, enfurecido, se enfrenta a sus camaradas y los deja fuera de combate temporalmente. Ni siquiera la Avispa logra hacer que escuche: “Ya no escucho…No escucho más que insultos de quienes juré proteger…¡porque soy mutante! Y ahora mi hermana puede estar muriéndose…derribada por la bala de un humano…¡Porque no escuché a Magneto!”. Recoge a la inconsciente Wanda y ambos parten con el Sapo y Magneto en la nave de este último. Se trata de un buen colofón a un hilo que Roy Thomas había ido preparando para estos personajes y que culmina con su separación de los Vengadores. La renacida Hermandad de Mutantes Diabólicos reaparecería poco después en “X-Men” nº 43-45 (abril-junio 68) e inmediatamente a continuación en “Los Vengadores” nº 53 (junio 68) en un crossover con los X-Men.

 

Los tres Vengadores restantes se retiran a la Mansión para lamer sus heridas y sumirse en sus lúgubres pensamientos. Ojo de Halcón piensa: “¡Después de la derrota de hoy ,todo el mundo sabrá que el Capitán América no está con nosotros! Con él dimitido y Hércules por ahí…¡Puede que estemos acabados!”.

 

El número termina como había empezado, con Hércules en el Olimpo combatiendo contra Tifón, que invoca un monstruo extradimensional que el campeón olímpico no tiene dificultades para derrotar. Antes de que Tifón utilice su hacha de poder para enviarlo al lugar de nieblas y sombras donde han ido a parar los dioses, ve que el Titán observa con ojos codiciosos su siguiente objetivo: la Tierra.

 

El nº 50 (marzo 68) comienza con Los Vengadores reducidos a tan solo tres miembros. El Capitán América renunció en el n° 47 y Mercurio y la Bruja Escarlata, víctimas de la manipulación de Magneto en el último episodio, se unieron a su Hermandad de Mutantes Diabólicos. Los restantes son Ojo de Halcón, la Avispa y Goliath, quien ya no puede crecer pero que ha restablecido su control cibernético sobre las hormigas. Hércules que fue nombrado oficialmente Vengador en el nº 45, está ausente en paradero desconocido (para sus camaradas, no para los lectores) desde el nº 47 y no se ha vuelto a saber de él desde entonces. Incluso la novia de Ojo de Halcón, la Viuda Negra, candidata a formar parte del grupo, se retiró del mundo superheroico en el nº 46.

 

La situación provoca tensiones entre los dos “machos alfa” restantes: Goliath (temeroso de que la reducción de sus poderes lo margine del grupo) y Ojo de Halcón (que, además de sentirse inseguro respecto de que su habilidad con el arco sirva de mucho, está afectado porque la Viuda se ha marchado de vacaciones sin decirle nada a raíz de la discusión que tuvieron en el nº 47). Ambos se acusan amargamente de incapaces y la Avispa debe interceder para que no lleguen a mayores. Deciden entonces ponerse en acción y localizar a Hércules para, al menos, poder ser un cuarteto.

 

Como ya se había visto en los números precedentes, el semidios griego había regresado al Olimpo sólo para encontrarlo desierto. El responsable resultó ser Tifón, que apagó la Llama Prometeica y condenó a los dioses olímpicos a vagar por una tierra de sombras, que es donde ha ido a parar también Hércules. Mata a un monstruo, una de las mitológicas Erinias, antes de encontrar a su padre Zeus y el resto del panteón divino. El celoso Ares no se alegra de verlo y empieza inmediatamente a agredirle verbalmente. Pero Zeus, tras enterarse de cómo su hijo ha llegado hasta ese lugar y quién es el verdadero enemigo, le hace callar. Dado que la naturaleza de Hércules es sólo medio divina, Zeus puede enviarle a la Tierra a detener a Tifón.

 

Éste, ha robado en el Olimpo el poder de la Llama Prometeica y lo ha trasladado a su hacha de combate, la cual pone ahora a prueba atacando un buque de guerra estadounidense en el Mediterráneo. Los cañones del buque no tienen efecto sobre el Titán.  

 

Y entonces llega el trío Vengador. Ojo de Halcón se aferra al hacha de Tifón con una flecha magnética impidiendo que dispare contra el barco. Sin embargo, el villano se limita a tirar de la cuerda unida al ástil y derriba al arquero, que queda inconsciente. Goliath dirige a las hormigas para que excaven una sima bajo los pies de Tifón justo cuando está a punto de asestar el golpe fatal contra Ojo de Halcón y luego lo pone a salvo antes de que aquél se recupere y lo persiga. Ya no puede aumentar su tamaño y entablar un combate cuerpo a cuerpo con alguien de semejante poder, pero sí disminuirlo a las dimensiones de un insecto y desaparecer de la vista, y eso es lo que hace.

 

Justo a tiempo, Hércules desciende del Olimpo y se lanza a luchar contra su enemigo a base de los consabidos puñetazos y afectadas frases grandilocuentes tan comunes en la Marvel de la época. Tras cinco páginas de mamporros, Hércules salda la pelea a su favor utilizando una técnica de judo que aprendió del Capitán America y que deja a Tifón inconsciente.

 

Reducido su oponente, Hércules, cuyo exilio ha sido revocado por Zeus, comunica a sus camaradas que abandona el equipo y regresa a su hogar entre los dioses. Arrastra al Titán derrotado montaña arriba hasta el Olimpo y arroja su hacha al brasero sagrado para volver a encender la Llama Prometeica, lo que devuelve la vida a los dioses. Zeus ordena que arrojen a Tifón al pozo del Hades y organiza un festín para su hijo, el cual, sin embargo, extraña ya la amistad de sus amigos mortales.

 

Por fin, tras decenas de números mediocres, la colección empieza a tomar impulso incluso aun cuando el grupo se halle en sus horas más bajas. Thomas conserva el estilo y algunas de las fórmulas heredadas de Lee (esa discusión inicial, por ejemplo; o las frases pomposas en mitad de una batalla), pero sabe darle al conjunto mayor solidez y, probablemente, le entrega a Buscema guiones más terminados que le facilitan al dibujante la labor y evitan que éste deje agujeros de guion.

 

Eso sí, el tratamiento del único personaje femenino sigue siendo manifiestamente mejorable de acuerdo a la sensibilidad actual. Y es que la Avispa no hace aquí absolutamente nada. Puede entenderse que el único capaz de plantar cara a un villano del poder de Tifón sea Hércules (de hecho, es un número que está dedicado casi exclusivamente a él, lo cual, además, se adecúa a la perfección al dinámico estilo y dominio de la anatomía de Buscema), pero en otras ocasiones al menos se le había reservado cierto espacio para que interviniera en la acción. No solamente no es ese el caso, sino que, además, se la representa en el rol de novia sumisa aspirante al matrimonio. Mientras pilotan la nave en busca de Hércules, se arrima cariñosamente a Pym pensando: “¡Quizá sea egoísta, pero ahora mismo no me preocupa lo que les pase a los Vengadores! Si Hank no recupera los poderes, quizás ambos lo dejemos…¡Y nos casemos!

 

El nº 51 (abril 68) se abre con Hank Pym, vistiendo un traje nuevo especialmente diseñado para soportar el bombardeo de unas radiaciones con las que espera recuperar su poder de aumento de tamaño. Sin embargo, el experimento, en el que le están ayudando sus dos compañeros Vengadores (el resto, como ya vimos, ha renunciado), no sale como estaba previsto y sólo la intervención de la Avispa le salva la vida. Pero no nos hagamos ilusiones porque, de nuevo, el papel de Janet en esta aventura no irá mucho más allá. Aparte de liberar a sus cautivos compañeros cuando llegue el momento, se limitará a exhibir su esbelta figura en bikini y dejarse secuestrar por un monstruo para que Ojo de Halcón la salve. Un detalle a tener en cuenta: la viñeta en la que Buscema muestra a la heroína en bikini y la mano del villano, al otro lado de una pantalla, aproximándose a ella… una imagen poco sutil que evidentemente pasó bajo el radar del Comics Code.

 

Mientras se relajan en la piscina del apartamento de ella, los tres son abducidos por el Coleccionista, al que no habíamos visto desde el nº 28 (mayo 66). En aquel número no era más que un chiflado obsesionado por añadir rarezas a la colección que escondía en una base secreta, pero aquí asciende de categoría y lo vemos en poder de una nave, en la que aprisiona a los héroes (al menos, Buscema no recurre a los tradicionales tubos transparentes). Resulta que el alienígena se ha hecho con los servicios forzosos de Thor, al que engañó para que bebiera una Pocion de la Obediencia y al que ahora obliga a descargar las energías de su martillo encantado sobre Goliath, ya que quiere devolverle a este los poderes de crecimiento y tener todos los “ejemplares” de su colección en su estado óptimo.

 

El Coleccionista utiliza su Visor Cósmico para localizar a su siguiente objetivo. El Capitán América está con la Pantera Negra en África (“Tales of Suspense” nº 99, marzo 68); y Hulk, manipulado por Loki, se dispone a entrar en Asgard (“Tales to Astonish” 101, marzo 68). Así que envía a Thor a capturar a Iron Man. Los dos amigos pelean con el previsible resultado de que el segundo queda en bastante mal estado. Mientras tanto, la Avispa, como he dicho, escapa y libera a Goliath y Ojo de Halcón. El Coleccionista envía tras ellos un robot gigante pero los Vengadores lo derrotan (con un Goliath ya en pleno uso de su poder de aumento de tamaño) no sin que antes aquél cause graves desperfectos en la nave.

 

Entretanto, Thor recupera el control de su mente, recoge al debilitado Iron Man y vuela hasta la nave del Coleccionista justo a tiempo de recoger a sus camaradas antes de que aquélla explote. Por supuesto, el villano no encontrará aquí su final. Steve Englehart lo recuperará para la colección en el nº 119 (enero 74), aunque su intervención más memorable empezará en el nº 168 (febrero 78), el comienzo de la Saga de Korvac escrita por Jim Shooter y en el curso de la cual se desvelará que sus esfuerzos por “coleccionar” a los Vengadores siempre obedecieron a su deseo por salvar tantos de ellos como pudiera de la masacre entre sus filas que se produciría en el nº 177 (noviembre 78).

 

Por el momento y una vez recuperado Iron Man –sin que los demás lo sepan, ha estado al borde la muerte-, el Capitán América contacta con ellos por radio y les propone a Pantera Negra como nuevo miembro de los Vengadores.

 

Aunque la trama no es gran cosa (como toda historia en la que participa el Coleccionista, éste se dedica a capturar a los Vengadores y éstos escapan y lo derrotan) y que no tardaremos en ver historias más complejas (el siguiente episodio presentará al Segador, que a su vez dará paso a la Visión), este es un número en el que Thomas quiso introducir dos cambios importantes, quizá ambos relacionados entre sí.

 

Por una parte, restableció el estatus de Goliath como el Vengador físicamente más fuerte de la alineación actual. Tras la marcha de Hércules y la persistente negativa de Stan Lee a que Thor e Iron Man se reincorporaran a las filas vengadoras (quizá la aparición de ambos aquí fue una especie de premio de consolación autorizado por Lee; o un intento de Thomas de convencer a su mentor de lo espléndidos que podrían lucir todos esos personajes juntos), necesitaba un personaje capaz de enfrentarse a enemigos de gran fortaleza física. Quizá por ello, aunque de forma demasiado rápida y conveniente y culminando un algo rídiculo vaivén de poderes, permitió que Pym recuperase sus habilidades de Hombre Gigante.

 

Así y todo, seguían siendo un trío. Era perentorio encontrar otros héroes “desocupados” (esto es, sin colección propia con la que coordinar la de “Los Vengadores”, tarea que ya empezaba a ser un auténtico dolor de cabeza editorial), con los que fortalecer sus filas. Y ahí es donde entra Pantera Negra.

 

(Continúa en la siguiente entrada)

 

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