Míster Milagro fue uno de los muchos personajes que Jack Kirby creó en 1970 para la línea de comics que presentó en DC bajo el título colectivo de “El Cuarto Mundo”. A Kirby siempre le fascinaron las epopeyas y héroes cósmicos y en los cuatro títulos en los que empezó a desarrollar ese nuevo universo pudo dar rienda suelta con total libertad a su imaginación. Sin embargo, el resultado global fue algo desordenado, confuso incluso, una atropellada sucesión de conceptos y personajes que no terminaban de encontrar su lugar y propósito.
De hecho, el Cuarto Mundo de Kirby no tuvo demasiado éxito y su andadura original acabó siendo muy corta, quedando aparcado en el trastero del catálogo DC hasta que años después otros autores lo incorporaron plenamente al Universo canónico de esa editorial. El concepto de los Nuevos Dioses, si bien es visualmente atractivo, siempre ha sido una idea un poco difícil de explicar y bastantes de los autores que la han incorporado a sus comics no comprendieron el tono y trasfondo que necesitan esos personajes. Si bien se les denomina colectivamente Nuevos Dioses y adoptan algunos nombres extraídos de la mitología, no son divinidades sino seres humanoides extradimensionales (algunos de ellos con poderes) pertenecientes a dos civilizaciones tecnológicamente muy avanzadas y atrapadas en un conflicto eterno en el que chocan los ideales de Paz y Vida (Nueva Génesis) contra Guerra y Aniquilación (Apokolips).
Se trataba, por tanto, de historias con un importante subtexto alegórico y protagonizadas por personajes arquetípicos de gran poder. De todos ellos, Scott Free, Míster Milagro, siempre fue el más humano, el más cercano a los lectores, tanto por su origen y su carencia de poderes especiales como por el magnífico tratamiento que le dieron Keith Giffen y J.M.DeMatteis en la etapa que guionizaron de la “Liga de la Justicia Internacional” a mediados de los 80. Pero, por muchas miniseries con las que se intentara relanzarlo, nunca dejó de ser un personaje secundario al que nadie prestaba demasiada atención. Lo que lo hacía ideal para un tratamiento personal, incluso rompedor, imposible de aplicar sobre héroes de mayor fama y presencia en el Universo DC.
Así lo debió entender Tom King, que, a lo largo de una miniserie de doce números dibujada por Mitch Gerads, lleva a cabo un intenso trabajo no sólo de modernización del personaje para las nuevas generaciones de lectores, sino también de introspección utilizándolo como vehículo de sus propias preocupaciones y experiencias vitales y, al mismo tiempo, comprendiendo, respetando e incorporando el contexto que para aquél creó Jack Kirby en los 70. Su “Mister Milagro” bien podría ser el colofón de una trilogía temática precedida por “Omega Men” (2015) y “La Visión” (2016), sobre la difícil reconciliación de una vida superheroica inevitablemente violenta con el deseo de vivir una existencia pacífica y ordinaria.
Scott Free es el hombre que no puede ser capturado, contenido ni atrapado (en lengua inglesa, la expresión “scott free” significa salir indemne). Después de sobrevivir a una infancia brutal en el planeta Apokolips, llegó a la Tierra, donde se convirtió en Míster Milagro, un artista del escapismo que desafía a la muerte con ayuda de la tecnología de su universo. Han pasado los años y ahora está casado con una guerrera de Apokolips, Big Barda. Viven en Los Ángeles, donde Scott continúa con su carrera profesional en el mundo del entretenimiento. Con cierta frecuencia y mientras intenta llevar una vida lo más normal posible, regresa a su propia dimensión, el Cuarto Mundo, para informarse del conflicto siempre vivo entre el infernal Apokolips, de donde renegó, y el paradisiaco Nueva Génesis, su hogar adoptivo.
En el capítulo de apertura, vemos que, a pesar de su aparente buena salud, Scott intenta suicidarse, cortándose las venas en el baño de su hogar, una decisión que desconcierta tanto a Barda y sus amigos como a él mismo. Llevado urgentemente al hospital, Scott salva la vida, aunque emocional y psicológicamente sigue padeciendo un mal que no sabe explicar y que preocupa profundamente a su esposa. Comienza a sospechar que Darkseid, el terrorífico y despiadado tirano de Apokolips, ha conseguido su objetivo, la Ecuación de la Anti-Vida, y la ha utilizado para conducirlo a un pozo de depresión y psicosis.
No se ha recuperado todavía del trauma cuando recibe una petición de auxilio de Nueva Génesis. La guerra entre este planeta y su gemelo oscuro Apokolips ha escalado a niveles cuasiapocalípticos. Las huestes de Darkseid lanzan un asalto total contra su adversario que, ahora sí, parece que va a ser el definitivo. Tras la muerte de Highfather, su hijo adoptivo, Orion (que en realidad es el hijo natural de Darkseid), asume el liderato de Nueva Génesis y adopta una serie de tácticas tan violentas y sombrías que las diferencias con Apokolips se difuminan. Así, Scott se ve obligado a participar en un conflicto que no desea, enfrentarse a viejos enemigos como la Abuelita Bondad y someterse al severo escrutinio de su “hermano”, Orion.
Tom King consigue hacer de Scott Free/Míster Milagro un personaje con el que resulta fácil simpatizar. No parece ni es lo que Kirby definió como Nuevos Dioses sino más bien un tipo normal y corriente al que le gusta tomarse de vez en cuando una taza de café y llevar camisetas de superhéroes. Su torpeza en los asuntos cotidianos y aversión a las peleas contrastan con la violencia de su familia y su especie.
También es alguien paradójico, un maestro del escapismo que se niega a ser aprisionado pero que acaba confinado por toda una serie de factores ajenos a su control. Cuando era un niño, su padre, Highfather de Nueva Génesis, lo entregó a Darkseid como parte de un acuerdo de tregua entre ambos bandos. Éste lo encomendó a su vez a la Abuelita Bondad, su lugarteniente encargada del orfanato donde se adiestraban desde la infancia sus guerreros de élite. En ese siniestro campo de entrenamiento dirigido no sólo a fortalecer los cuerpos sino a deshacer la identidad individual de los niños para transformarlos en súbditos leales de Darkseid, Scott Free conoció a Big Barda. Ambos se enamoraron y, una vez plenamente desarrolladas sus habilidades, escaparon con la intención de no volver jamás. Sin embargo y como se deja bien claro en la serie, en sus mentes nunca han dejado de ser cautivos de aquel lugar y las cicatrices que les dejó en sus almas no han sanado nunca.
Scott y Barda se ven también atrapados por el conflicto entre Nueva Génesis y Apokolips y un sistema de tradiciones, linajes y lealtades del que no pueden zafarse. A lo largo de la historia, se celebran conversaciones de paz entre ambos bandos en las que personajes que normalmente son enemigos mortales tienen que sentarse uno frente al otro para discutir los términos del alto el fuego. Ninguna de las partes cambia los principios, opiniones, objetivos o estrategias que les convierten en villanos a los ojos del contrario. Si se avienen a negociar es simplemente porque están agotados por una guerra que no hace sino diezmar a sus respectivos pueblos sin obtener ganancia aparente alguna. Hablan de atrocidades con una naturalidad terrorífica, encogiéndose de hombros con resignación y asumiendo que nada pueden hacer al respecto. Ese marco de pensamiento y acción es otro de los que tienen atrapado a Scott y respecto al cual, tampoco sus habilidades como escapista pueden hacer nada.
El deseo de escapar de Scott resulta conmovedor desde la perspectiva de la salud mental porque son muchas las personas de nuestro mundo que libran una lucha terrible contra el sentimiento de estar atrapados en un lugar, en una relación, en una profesión, en un cuerpo o incluso en una mente. El talento de Scott para escapar es un reflejo de lo fácil que nos resulta sentirnos sepultados por nuestras propias limitaciones. Algunos buscan una salida sin importar el precio; otros aprenden a aceptar sus vidas y disfrutar de lo que han construido.
Otro ámbito de responsabilidad de Scott, aunque éste asumido de buen grado, es su matrimonio con Big Barda. Es, en cierto modo, también una forma de esclavitud… de la que no quiere escapar. La relación entre ambos siempre ha sido una de las más entrañables del género superheroico. Otros personajes más famosos también pasaron por el altar, pero los guionistas nunca supieron bien cómo guiarlos en la transición de una vida de soltero a otra con nuevas y mayores responsabilidades. Joe Quesada ordenó eliminar el matrimonio de Peter Parker/Spiderman y Mary Jane porque creía que los superhéroes funcionan mejor cuando no tienen relaciones estables. Clark Kent/Superman y Lois Lane estuvieron casados durante más de una década antes de que el reinicio que supuso “Los Nuevos 52” terminara con su matrimonio.
(Finaliza en la siguiente entrada)
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