(Viene de la entrada anterior)
El siguiente capítulo, “Juliet”, lleva a Aknatón hasta la Tierra para contactar con su siguiente aliado en las vísperas del apocalipsis ante la llegada de los zigoteanos. Juliet, una adolescente de quince años de Covert, Kansas, espera el final en una granja junto a su resignada familia. Una nave zigoteana llega para aniquilarlos pero, en el último momento, Aknatón y Za la salvan. El orsirosiano trata de superar en combate cuerpo a cuerpo a un mercenario zigoteano y, aunque vence, también resulta herido en un hombro. A continuación, con Za y Juliet, Aknatón abandona la Tierra detonando simultáneamente todo el arsenal nuclear y destruyendo anticipadamente el planeta, lo que, según él, ahorrará a la Humanidad una muerte más dolorosa y lenta a manos de los zigoteanos.
Este segmento es quizá el que mejor dibujo
tiene de los tres de los que hasta ahora se compone esta epopeya, transmitiendo
perfectamente en sus primeras páginas el sentimiento de angustia e impotencia
que sentirían unos humanos corrientes que nada pueden hacer sino escuchar la
radio y esperar con estoicismo su final. El guion, en cambio, es algo
decepcionante. El rescate de Juliet resulta algo torpe en su ritmo y acción.
Que Aknatón desafíe en duelo singular al mercenario no tiene justificación
alguna en el contexto de una guerra de ámbito planetario con tantos peones
implicados.
Y, sobre todo, no hay ninguna explicación
respecto a la singularidad de Juliet. En el capítulo anterior, se había
mostrado lo importante y único que era Za dentro de su especie, pero en este
caso no se se aporta información alguna sobre la muchacha terrestre aparte de
su género y edad. Juliet le pregunta a Aknatón por qué ella en particular
merece ser salvada y aquél, si bien puede ser entendible que no revele todos
sus secretos quedando tanta aventura por delante, le da una respuesta ambigua
que no aclara en absoluto cuál es su valor. ¿Es algo deliberado y responde a
algún plan que Starlin tenía para el personaje o fue un mero descuido?
Dicho esto, merece la pena destacar cómo el
autor elabora un poco más la filosofía de Aknatón en lo que se refiere a la
misión que se le encomendó. Tal y cómo él explica: "...pero hay diferentes categorías de muerte.
Está la muerte lenta y degradante de la esclavitud zigoteana; o una oscuridad
rápida y limpia que engulle al enemigo y al amigo”. Si bien en esta ocasión
se está refiriendo específicamente a ahorrarle a los terrestres su inminente miseria,
está claro que su intención es la de aplicar ese mismo enfoque a toda la
galaxia utilizando el aniquilador Cuerno del Infinito contra los zigoteanos. Esto,
claro, plantea la incómoda pregunta de por qué Aknatón esperó hasta que el
enemigo llegara a su propio planeta, Orsiros, para poner en marcha el plan. Si
los orsirosianos prefirieron aguardar al último momento y disfrutar cada
segundo hasta el inevitable final, ¿no es hipócrita privar a otras razas de la
galaxia de ese mismo derecho?
Como detalle menor, mencionar que la última página, que muestra la destrucción de la Tierra mientras la nave de Aknatón se aleja, está coloreada mientras que el resto de la epopeya hasta este momento se ha narrado en estricto blanco y negro. ¿Fue una decisión editorial atendiendo a criterios técnicos dado que la página del reverso, que ocupaba ya otra historia, sí estaba coloreada? ¿O fue una solución artística deliberada de Starlin con la que subrayar la espectacularidad del final de nuestro planeta?
El siguiente capítulo, “Whis´par”, cuenta cómo
el pueblo cuyas semillas sembró el propio Aknatón milenios atrás en un mundo
tropical de la Nebulosa del Cangrejo, selecciona a uno de ellos, Whis´par, para
acompañar al orsirosiano, al que veneran como un dios. Cuando ella expresa sus
dudas y preocupación respecto a su seguridad, Aknatón le explica su plan e
intenciones de visitar el planeta Vega para reclutar allí a quien debe actuar
como protector del trío…
La mitad de este episodio consiste en una sucesión de cabezas parlantes con bastante poco interés en la que Whis´par comenta su elección por parte de Aknatón; y la otra mitad es una exposición necesaria pero algo aburrida sobre los planes del orsirosiano. Aunque éste comienza en este punto a ser un personaje más “vivo” gracias a su interacción y conversaciones con sus compañeros, desde el punto de vista narrativo este segmento es quizá el más flojo. La solución de Starlin de colorear gradualmente las páginas conforme Aknaton arenga a sus compañeros y les transmite la esperanza que aún conserva en un futuro mejor, es interesante pero también más forzada que apropiada.
Dicho esto, este es el momento en el que la
acción va a empezar a cobrar fuerza. Además de conocer a la tercera adición al
grupo, obtenemos cierta orientación respecto a las intenciones de Aknatón.
Juliet, Za y Whis´par conforman un trío que, juntos, darán lugar a un ser mayor
que ellos y heredero de sus principales virtudes. De Juliet, Aknatón dice: “Una raza fuerte y ambiciosa con el don de la
inocencia juvenil todavía intacto”; de Za: “La demostración de que algo hermoso puede crecer de la pesadilla de la
realidad”; y de Whis´par: “Generaciones
de armonía con el medio ambiente y la sabiduría que va asociada a ella”.
Todos ellos crearán una especie de hippy cósmico capaz de derrotar a los
zigoteanos. Además, se sugiere de pasada que la capacidad de dudar y cuestionar
que tiene Whis´par es también un don crucial.
Otro punto interesante de este capítulo es que
Aknaton no se manifestó a Juliet y Za hasta que ambos experimentaron una
sensación de pérdida equivalente a la suya propia. Podría concluirse que esta
circunstancia formaba parte de sus criterios de selección. Sin embargo,
Whis'par no ha pasado por el mismo trauma. Su apacible vida sólo queda
interrumpida porque Aknatón aparece y le solicita su ayuda. Quiza podría
argumentarse que Za y Juliet no estuvieron preparados para acompañar a Aknaton
hasta perder todo lo que amaban, mientras que el pueblo de Whis'par lo venera
como una divinidad y, simplemente, cumplen sus órdenes.
Es al final de la historia cuando aparece, aunque sólo sea mencionado por otro personaje, el protagonista de esta serie de entradas: Vanth Dreadstar. Aknatón le dice a sus compañeros/discípulos: “Hay un hombre al que debo encontrar en un mundo llamado Vega. Para que sigáis vivos, necesitáis protección. Una protección que sólo quien busco puede proporcionar. Ni él ni yo seremos parte del nuevo comienzo del que os hablé… pero la muerte que lleva en sus manos asegurará su advenimiento”.
Que Starlin reserve para el final el reclutamiento
de Vanth sugiere que ya entonces comprendió el superior potencial de ese
personaje respecto a los demás, independientemente de que en aquel momento todavía
no vislumbrara un futuro para él más allá de “La Odisea de la Metamorfosis”.
Y así, en “Epic Illustrated” nº 3 (otoño 80), aparece por primera vez Vanth (el apelativo “Dreadstar” se incorporaría más adelante). Aknatón llega al helado planeta Vega y contacta con un miembro de la resistencia contra los invasores zigoteanos. Éste le cuenta el origen de su líder, al que llama El Hombre Frío, antes de caer abatido por el disparo de un grupo cazarrecompensas a sueldo de los zigoteanos. Cuando todo parece perdido para Aknatón, Vanth interviene en la última viñeta del episodio. Episodio que, sin ser particularmente brillante o emocionante, sí es necesario y funciona adecuadamente como eslabón que proporciona información relevante y hace avanzar la historia además de servir de prólogo a la presentación definitiva del carismático guerrero en la siguiente entrega.
Desde el principio queda claro que Starlin
tenía pensadas grandes cosas para el “protector” del trío responsable de
activar el Cuerno del Infinito. Mientras que cada uno de los episodios
anteriores de origen/reclutamiento de Za, Juliet y Whis´per estaba narrado
desde el punto de vista de esos personajes, quedando Aknaton como una suerte de
deidad omnisciente, Starlin invierte ahora los términos, adoptando la
perspectiva del orsirosiano mientras busca información sobre el esquivo hombre
cuya pista sigue.
Su historia de origen es casi mítica,
comenzando por la trágica muerte de sus padres cuando él aún era un adolescente
bajo las zarpas de unos osos de las nieves. Luego desapareció, automárginándose
de la sociedad y siendo visto sólo muy de vez en cuando, vagando desnudo por las
montañas nevadas. Ya adulto, reapareció para exterminar hasta el último
ejemplar de aquella especie animal, debiendo huir a continuación de las
represalias que contra él tomaron aquellos cuyo sustento dependía de esos
animales. Más tarde cuando la flota zigoteana apareció en Vega (Bifrexia según
la denominación nativa), Vanth volvió para luchar equipado con tecnología
alienígena. Se nos informa también de que tiene la fuerza de veinte hombres,
que descubrió las profundas cavernas que su planeta utilizó para ocultar su
fuerza aérea, se convirtió en líder de la resistencia y equipó sus naves con motores
fotónicos, lo que les permitió igualar a los invasores y contenerlos más tiempo
de lo esperado. Cuenta también con una espada de energía muy especial que materializa
de la nada pero que rara vez usa.
Pero, como digo, todo ello tiene resonancia
mítica. Ni siquiera cuando Aknatón pregunta cómo es Vanth personalmente obtiene
una respuesta clara. Todo lo que hemos aprendido de él en un par de páginas es
su impecable reputación como invencible guerrero, lo que permite a Starlin
presentarlo dramáticamente al final del capítulo (el resto habían sido
flashbacks), de espaldas y observando desde las alturas la refriega en la que
se ha metido Aknatón.
En este punto, al lector le queda claro que el verdadero núcleo de esta serie no es Aknatón, sino Vanth. De hecho y de acuerdo al monomito del camino del héroe, va a ser Aknatón quien desempeñe el papel de mentor que, eventualmente, deba morir para que Vanth cumpla en solitario su destino.
Vuelven a producirse aquí algunas
inconsistencias y agujeros de guion, quizá menores, pero llamativos si se
efectúa una lectura atenta. Por ejemplo, si Aknatón tenía fundados motivos para
pensar que la resistencia bifrexiana no podría contener la invasión zigoteana
durante tanto tiempo –cosa que fue posible sólo gracias a la aportación de
tecnología avanzada por parte de Vanth, algo con lo que claramente Aknatón no
había contado-, ¿cómo iba a funcionar su plan? ¿Vanth no estaría ya muerto o
capturado? Y si había previsto el futuro, ¿por qué fue una sorpresa para él que
los bifrexianos hubieran durado tanto?
Por otra parte, los cazarrecompensas zigoteanos tenían un tiro limpio sobre Aknatón y el bifrexiano rebelde. ¿Por qué eligieron disparar contra el segundo en lugar del último orsirosiano de la galaxia? ¿Y por qué el líder del grupo de asesinos felicita al tirador por ello? Además, resulta a estas alturas bastante confuso el nivel de poder y capacidades de Aknatón. Lo hemos visto realizar grandes hazañas y si resultó herido en el segundo capítulo fue más por arrogancia y descuido que por falta de poder. En cambio, aquí lo vemos sentirse bastante indefenso ante una mera cuadrilla de matones.
La apurada situación en la que se encuentra
Aknatón se resuelve en el siguiente capítulo, “La Reunión”, en el que Vanth
llega al rescate exhibiendo sus artes de combate y su espada de energía. Tras
aplastar a sus adversarios, Aknatón le explica cómo funciona esa arma y que fue
él quien la colocó en Bifrexia a la espera de que alguien como Vanth la
descubriera. Por último, le pide su colaboración para la misión que le llevará a
exterminar a los zigoteanos por toda la galaxia. Un segmento que, aunque carece
de los grandes conceptos y textos de páginas anteriores, tiene un ritmo
excelente, abundante acción, imágenes muy poderosas y una presentación contundente
de lo que este nuevo personaje es capaz de hacer.
Pero, en realidad, es una presentación muy
breve. Vemos a Vanth en acción desatada, derribando a sus enemigos con armas de
fuego, utilizando sus propias manos y, finalmente, su espada. Ésta puede absorber
varias formas de energía para luego o bien trasladar ésta a su portador y
otorgarle superfuerza y posiblemente otros poderes o bien proyectarla como
rayos. Incluso Aknatón se sorprende de la forma en que la espada se ha
fusionado con Vanth hasta el punto de quedar absorbida dentro de su propio
cuerpo). Starlin nos ofrece lo que creemos querer ver y deja fuera las más
importantes cualidades de esa leyenda viva: su personalidad y su rostro, el
cual permanece semioculto en las sombras durante buena parte de la trifulca.
El único destello que nos puede dar una pista del carácter de Vanth es cuando irrumpe entre las filas enemigas gritándole a Aknatón: “Corre Calvito”. Y algo más adelante, cuando el orsirosiano le dice: “Traje esta espada a tu mundo hace siglos sabiendo que algún día alguien como tú la poseería”; y Vanth, que acaba de salvarle la vida, le responde con tanta insolencia como ironía: “Confío en que la espera mereciera la pena”. ¿Estaba Starlin sacando provecho de la moda “antiheroica” que hacía fortuna en los comics de superhéroes de la época (como el éxito triunfal que cosechaba Lobezno, de los X-Men)?
En relación al poder de Aknatón sobre el que
hablaba más arriba, Starlin “aclara” cómo un ser tan poderoso como él puede ser
fácilmente superado por un puñado de mercenarios. Su “explicación”: “Es cierto que no soy rival para ti en un
enfrentamiento individual. Mi especialidad es la exterminación masiva”. Y
también se nos dice que “Los Orsirosianos
siempre hemos sido demasiado cerebrales para ser eficientes luchadores cuerpo a
cuerpo”. Aún así, podría pensarse que alguien capaz de controlar los
poderes que le hemos visto exhibir, volar por el espacio sin protección a
velocidades superiores a las de la luz, detonar simultáneamente todo el arsenal
de un planeta y proteger de ello a quienes tiene cerca, bien podría librarse de
unos cuantos matones. Al fin y al cabo, ha tenido 100.000 años y la más
avanzada tecnología del cosmos a su disposición para prepararse para esta
misión.
El capítulo 7 (aparecido en “Epic Illustrated”
nº 4, invierno 80) nos lleva al planeta Delloran, un mundo devastado que un día
albergó una sociedad muy avanzada. Allí llegan Aknatón y Vanth para encontrarse
con Joenis Soule, un inmortal creado artificialmente por los orsirosianos para
custodiar el Cuerno del Infinito. Alrededor de una hoguera, reflexiona sobre lo
que está sucediendo antes de entregarles la llave que da acceso al arma
definitiva. Joenis, el personaje más sensible de todos los que han ido
desfilando por esta aventura, es un ser maldecido por la compasión y la
conciencia, obligado a permanecer entre los restos chamuscados del mundo que
había llegado a amar, sin nada que hacer en todo ese tiempo más que pensar y
atormentarse con preguntas para las que no tiene respuesta. Ante el horror y la
inevitabilidad de todo lo que está sucediendo en el universo, decide
suicidarse. Este desenlace le plantea a Vanth un desafío inquietante: cuando
llegue el momento ¿podrá ser más fuerte que Joenis?
Una duda razonable, pero que margina otra que
Starlin debería haber abordado. Al comienzo de este capítulo, Vanth todavía
duda si debería confiar o no en Aknatón; y, sin embargo, le siguió sin
preguntar demasiado, abandonando la resistencia en su propio planeta y, por
tanto, dejando que cayera en poder de los zigoteanos. ¿No hubiera merecido esto
una reflexión más profunda, el asomo de una duda? En cambio, Vanth nunca mira
hacia atrás, no dedica ni un pensamiento a su mundo natal, la gente que
dependía de él y lo reverenciaba como su salvador. De forma bastante repentina
e inexplicada, su única preocupación ha pasado a ser si el plan de Aknatón es o
no moralmente correcto.
Con todo, esta es una de las mejores entregas de la serie hasta el momento, un episodio en el que, aunque todavía sabemos muy poco de Vanth, el guionista claramente lo presenta como un contraste de Aknatón. Hasta cierto punto, ambos son similares y, como se verá, comparten el mismo destino. Sin embargo, Vanth reacciona de forma negativa a los movimientos que Aknatón efectúa en este juego maquiavélico y aporta una perspectiva moral que bien podría poner en peligro todo el plan. La tensión entre ambos es palpable tanto en los diálogos como en el dibujo.
Y hablando de dibujo, este es uno de los capítulos más sobresalientes de “La Odisea de la Metamorfosis”, unas viñetas expresionistas resaltadas por el contraste cromático entre el azul frío de la muerte y el amarillo y naranja cálidos de la ira.
(Continúa en la siguiente entrada)
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