(Viene de la entrada anterior)
El nº 43 (agosto 67) comienza unos pocos días después de que los Vengadores averiguaran que la Viuda Negra se hallaba prisionera en algún lugar de China acusada de espiar para SHIELD. Pero por el momento, esa preocupación parece aparcarse cuando Mercurio muestra jubiloso a sus compañeros su reciente descubrimiento: haciendo vibrar sus piernas a gran velocidad puede volar durante cortos periodos de tiempo. Este es otro ejemplo de cómo un guionista no es capaz de encontrar aplicaciones interesantes a los poderes de un personaje, si bien no es más ridículo que imaginar que unas diminutas alitas en los talones le permiten volar a Namor.
Acto seguido, Hércules, cuya condición de
invitado en la Mansión durante su exilio del Olimpo no le ha rebajado los
humos, se niega a acatar las órdenes de un mortal como el Capitán América, lo
que le lleva a éste a provocar una pelea, enfrentando su agilidad a la fuerza
del dios. La sangre no llega al río y el Capitán, con una estratagema tan
sencilla, se gana la admiración y el respeto de Hércules. A continuación, llega
a la Mansión un abogado que comunica a Janet Van Dyne, la Avispa, que, dado que
acaba de cumplir 23 años, puede hacerse cargo de la herencia de sus padres, lo
que la convierte en multimillonaria. Lo más curioso de la situación es que
Thomas se atreviera a darle al personaje una edad muy definida, algo de lo que
nunca ha sido muy partidario el Universo Marvel en general.
Aprovechando el barullo, Ojo de Halcón se
escabulle y, vestido de civil (lo que, en su caso, se reduce a quitarse la
capucha y ponerse una gabardina encima del disfraz), acude a un bar de los
barrios bajos para entrevistarse con un informador que le puede poner sobre la
pista del paradero de Natasha. Tras una pelea en la que deja fuera de combate a
la patibularia clientela haciendo gala de las habilidades de combate aprendidas
del Capitán América (al que, desde su antagonismo inicial, ha aprendido a
respetar), Halcón consigue la información (sin aclararse, eso sí, cómo un
vulgar chorizo neoyorquino estaba en poder de la misma) y, acto seguido, sin
decir nada a sus compañeros y llevándose consigo tan solo a Hércules, coge una
nave y pone rumbo a China para rescatar a su amada.
En algún lugar secreto de ese país, el coronel
Ling recibe al general ruso Brusov, que ha llegado a la base militar para ver de
primera mano el Psicotrón, cuyo funcionamiento fue presentado en el número 41.
Pero primero, Ling le revela la existencia del Guardián Rojo, un ruso que los
chinos han convertido en el equivalente del Capitán América y cuyas habilidades
de combate demuestra en una breve exhibición de fuerza y agilidad (en ningún
momento se apunta a que el Guardián haya recibido algún tratamiento de Super
Soldado, sólo adiestramiento intensivo). El general ruso, aunque impresionado,
quiere ver un auténtico duelo entre los dos campeones y empieza a pensar cómo
atraer al americano a su terreno.
No va a tener que esforzarse mucho porque Ojo de Halcón y Hércules, que han localizado a la Viuda en esa base gracias a un emisor de señales que le dio (y que, además de pasar desapercibido para SHIELD, también lo ha hecho para los chinos que la mantienen cautiva), irrumpen justo a tiempo para ser reducidos y convertidos en cebo. El Guardián Rojo no tiene demasiados problemas para dejar inconsciente al arquero y, aunque no es rival físico para Hércules, sí consigue engañarlo para que entre en la sala del Psicotrón, donde queda atrapado en una ilusión psíquica en la que lucha eternamente contra la Hidra mítica.
Revisada hoy esta historia, resulta chocante
ver a la Unión Soviética y la República Popular China trabajando como aliados
cercanos para fabricar un arma devastadora e incluso intercambiando personal
valioso (años más tarde, el Marvel Official Handbook aclaraba que habían sido
los rusos los que crearon al Guardián Rojo, no los chinos, pero sí lo cedieron
para que custodiara el Psicotrón). En realidad, ambos países habían cortado sus
relaciones diplomáticas en 1962 y la situación se deterioró tanto que, en enero
de 1967, unos meses antes de que apareciera este comic, los Guardias Rojos
chinos atacaron la embajada rusa en Beijing. No mucho después, en 1969, llegó a
temerse que un conflicto fronterizo entre las dos naciones degenerara en guerra
atómica.
Este estado de cosas era conocido en
Occidente, donde los medios de comunicación informaban periódicamente del progresivo
distanciamiento ideológico y diplomático de China y la Unión Soviética.
Posiblemente, Roy Thomas, que se había graduado en Historia y Sociología tan
solo unos años antes, era conocedor de la coyuntura política internacional.
Pero también sabía que, primero, gran parte de sus compatriotas seguían
considerando al Comunismo como una entidad monolítica; y, segundo, que estaba
escribiendo para unos lectores adolescentes que no buscaban tanto veracidad
como entretenimiento sencillo. Así que optó por la versión más pulp y tosca
posible del Peligro Rojo. Incluso, en la resolución de este arco argumental en
el número siguiente, abraza con entusiasmo uno de los tópicos más repulsivos de
la ficción occidental tras la ruptura sino-soviética: mientras que los rusos
–que, al fin y al cabo, son europeos- poseen cierto sentido del honor, los
chinos son mezquinos y traicioneros.
Volviendo a la historia que nos ocupa, descubrimos
que los rusos, como todo villano que se precie, gustan de colocar a sus
prisioneros en cilindros de cristal transparente. En uno de ellos recobra el
conocimiento Ojo de Halcón para encontrarse a la Viuda Negra ocupando otro
junto a él, y al Guardián Rojo frente a ellos, listo para lanzar una gran revelación:
es el marido de Natasha, al que durante años ella había dado por muerto.
Así como el Espadachín había sido un villano extraído del pasado secreto de Ojo de Halcón, el Guardián Rojo lo fue del de la Viuda Negra. Una de las tareas encomendadas aquí al campeón soviético es convencer a su exmujer para que regrese al mundo del que huyó y trabajen juntos contra los capitalistas. Sus conexiones personales con la superespía hacen que su presentación en estos dos números resulte mucho más significativa de lo habitual porque no se trata sólo de un adversario como tantos otros sino de alguien con quien la Viuda tiene vínculos emocionales.
Este es un buen ejemplo de cómo Roy Thomas enfocaba sus
guiones. En primer lugar, introducía subtramas que se alargaban varios
episodios y que iban cocinándose a fuego lento hasta pasar a primer plano, como
es el caso de la misión de la Viuda Negra, que empezó en el nº 38. Y, en
segundo lugar, llevó un paso más allá la importancia que Stan Lee daba a la
caracterización y humanización de los personajes. Al añadir detalles a los
pasados de los héroes, los enriquecía, los hacía más interesantes y dejaba a
los lectores con ganas de más.
Mientras tanto, en la Mansión de los Vengadores, los compañeros de Ojo de Halcón han averiguado que éste y Hércules se han marchado a rescatar a la Viuda Negra y, siendo conscientes del riesgo de provocar un incidente internacional, deciden de todas formas reunirse con ellos y prestarles su ayuda.
La aventura finaliza en el número siguiente,
el 44 (septiembre 67), que comienza con el general Brushov todavía empeñado en
demostrar la superioridad comunista mediante un combate entre el Guardián Rojo
y el Capitán América. El coronel Ling, sin embargo, está convencido de que su
Psicotrón es mucho más importante. Una vez que amplíen su rango de operatividad
más allá de la estancia donde Hércules aún sigue atrapado en sus propias
pesadillas, podrían someter por miedo a todos los Estados Unidos… siempre y
cuando los rusos colaboren cediendo sus submarinos atómicos para acercar el
temible ingenio a las costas de ese país.
Brushov no está convencido. Quiere saber por
qué el Psicotrón no doblegó a la Viuda Negra (en los números 41 y 42). Ella asegura
que la razón fue que no es una traidora, por mucho que le acusara de ello un
desertor de SHIELD. La someten a un detector de mentiras que parece confirmar su
lealtad a la causa comunista, lo que les lleva a liberarla y reexaminar los
planos del submarino americano que ella robó de SHIELD. A pesar de que los
militares comunistas, en un flagrante agujero de guion, decidan, muy
convenientemente, ignorar el hecho de que la cogieron tratando de destruir el
Psicotrón en el nº 42, uno de los aspectos más destacables de esta historia es
que Natasha, por fin, demuestra habilidad como espía. Y es que, una vez Ojo de
Halcón es capturado, pasa a ejercer de triple agente: como espía rusa en
Estados Unidos, captada por SHIELD y convertida en agente propia para,
finalmente y cuando es descubierta, asegurar que ha estado en todo momento
trabajando para su patria, aunque lo que en realidad trata de hacer es ayudar a
su amante.
Los Vengadores llegan a la base rastreando una sospechosa señal que, efectivamente, resulta ser una trampa. Batallan contra las fuerzas defensoras hasta que el Capitán cae por un foso que le conduce hasta uno de los cilindros transparentes donde Ojo de Halcón y Natasha se encuentran prisioneros. Pero gracias a su escudo y su fuerza, se libera inmediatamente y, por fin, le da a Brusov el combate que tanto había estado deseando contra el Guardián Rojo. El Capitán supera a su contrincante tras un duelo más largo de lo esperado, pero cae inconsciente cuando Ling le propina una descarga eléctrica por la espalda.
Mientras tanto, después de que su cilindro de
contención se rompa repentinamente, Ojo de Halcón se apresura a buscar a la
Viuda, quien supone es la responsable de su liberación. Ésta aprovecha la
confusión reinante para sabotear el Psicotrón. Ling se da cuenta e intenta asesinarla
con un fusil, pero el Guardián Rojo, que ha recuperado el sentido, se
interpone, no sin evitar que el disparo provoque una explosión y el
derrumbamiento de las instalaciones. Ojo de Halcón rescata a la Viuda, herida
por el disparo de otro soldado y Hércules, libre ya de la influencia del
destruido Psicotrón, abre un paso seguro. Los otros cuatro Vengadores, que
están sobrevolando el lugar, recogen a sus compañeros para regresar a Estados
Unidos. Durante el viaje, el Capitán América reflexiona sobre la nobleza de su
adversario: “Por lo que he podido
deducir, le debo la vida al Guardián Rojo. Es extraño. Nacimos para
enfrentarnos, pero un vínculo invisible nos unía. Luchábamos en bandos
diferentes…Pero cada cual con su propio código. Y por ese código, el hombre
llamado Alexei estuvo dispuesto a morir”.
Al llegar a Nueva York, Natasha es llevada de
urgencia al hospital y tratada de su herida mientras un angustiado Ojo de
Halcón muestra una sensibilidad poco habitual en los viejos tebeos de la
Marvel, en los que las únicas que se permitían cierto sentimentalismo eran las
mujeres mientras que los hombres eran o bien exageradamente masculinos o bien
indiferentes hacia el amor: “¿De qué
sirven mis habilidades con el arco si no pueden ayudar a la persona que más me
importa? Si la pierdo ahora…cuando de veras la he encontrado…” Tan solo el
Hombre Gigante, allá por el número 14 (marzo 65) había expresado unos
sentimientos semejantes cuando la Avispa se encontró al borde de la muerte.
Cuando se recupera, Natasha les explica varias cosas. Su marido Alexei fue un hábil piloto de pruebas encargado de testar las más peligrosas aeronaves, por lo que cuando le comunicaron que había muerto durante una misión, ella no sospechó. Ahora se da cuenta de que lo habían seleccionado en secreto para adiestrarlo como el Guardián Rojo, pero en aquel momento ella tomó la decisión de convertirse en la Viuda Negra en su honor.
Posteriormente, Marvel efectuaría importantes
modificaciones en el origen de la superespía rusa. En la miniserie “Viuda
Negra: Origen Letal” (2010), se contaba que Natasha fue entrenada como una más
del escuadrón de Viudas Negras durante la Segunda Guerra Mundial, ya antes de
conocer a Alexei, pero también portaba implantes de memoria contradictorios,
uno de los cuales entraría en juego en esta historia primeriza. Aquella
miniserie escrita por Paul Cornell, también desvelaba que Natasha recibió un
suero para mantenerse joven durante mucho tiempo, posiblemente una variante de
la Fórmula Infinito que se inoculó a Nick Furia.
Por otra parte, la intención original de
Thomas fue que el Guardián Rojo muriera en este episodio y, de hecho,
reaparecería como parte de la Legión de los No Muertos en “Vengadores” nº
353-354 (julio-agosto 92). Más tarde, desconozco si a causa de un error o como
parte de uno de esos ejercicios de retrocontinuidad a los que es tan
aficionado, Brian Michael Bendis lo “resucitaría” en “Daredevil” 61-64 (junio-sept
1998), como un hombre ya anciano y con una nueva identidad, tratando de vengarse
de una todavía joven Natasha. Entretanto, el gobierno ruso crearía más
versiones del Guardián, incluyendo un androide que fingía ser Alexei en la
novela gráfica de la Viuda “La Guerra Más Fría” (1990), escrita por Gerry
Conway. En el Anual nº 1 de Namor (1991) y el 13 del Capitán América (1994),
aparecerán también Guardianes Rojos durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque
quizá la versión más longeva e interesante fuera una que no retrataba esta
figura como agente del gobierno ruso: la doctora Tania Belinskaya, que debutó
en “Los Defensores” nº 35 (febrero 76), creada por Steve Gerber.
Volviendo al número de los Vengadores que nos ocupa, la Viuda, desde su cama del hospital, le cuenta también a sus compañeros que para esta misión SHIELD la había sometido a una sugestión posthipnótica que la llevaba a creer firmemente que estaba del lado de los comunistas cada vez que éstos ponían a prueba su lealtad. Una treta que le permitió sobrevivir al Psicotrón y engañar al detector de mentiras.
Sin embargo, existen al menos tres importantes
agujeros en esta historia. En el n.° 39, Nick Furia afirmaba no saber qué era
exactamente el arma que los chinos ocultaban, por lo que es pura suerte que la
sugestión post-hipnótica contrarreste los efectos del Psicotrón. En segundo
lugar, a la Viuda le entregan como señuelo que presentar a los chinos los
planos de un submarino presuntamente muy avanzado, pero ella, aparentemente por
iniciativa propia, roba un avión experimental que, presumiblemente, se quedan
sus captores. Pero el principal absurdo reside en la estúpida iniciativa de los
villanos al mostrarle a Natasha, sospechosa de espionaje, su arma secreta (estupidez
que, por otra parte, es crónica entre los villanos de los cómics de superhéroes
y en muchas novelas de espías). Y, para enredar aún más las cosas, se nos dice
que la llevan hasta el Psicotrón porque un desertor de SHIELD la había
traicionado, algo que no formaba parte del plan inicial de Furia. Es más que
posible que Roy Thomas acabara bastante perdido en su propio guion.
Al término de este número 45, Roy Thomas deja
al lector con lo que ya se había convertido en uno de los sellos distintivos de
Marvel: una escena que muestra a los personajes (en este caso Ojo de Halcón y
la Viuda Negra) transformados respecto a lo que habían sido antes de comenzar
la historia. Como los aficionados habían aprendido a esperar a estas alturas,
el Universo Marvel estaba en perpetuo movimiento y fluida interrelación: los
personajes se creaban, evolucionaban, se relacionadan unos con otros en
distintas colecciones e incluso morían. Estos comics transmitían una sensación
de cronología ordenada y coherente de la que carecían por completo otras
editoriales de superhéroes.
El apartado artístico también merece una mención. En este episodio, Buscema se encontraba todavía en una fase transitoria entre una etapa más tradicionalista y el nuevo estilo Marvel, más orientado a la acción. Sus lápices vienen entintados por Vince Colletta, cuyo acabado menos contundente que el de su predecesor, George Bell, aporta sin embargo una finura especial inesperadamente agradable a la vista. Desde la primera página, con un trabajo particularmente destacable de Ojo de Halcón y la Viuda Negra prisioneros en el laboratorio secreto del Guardián Rojo, hasta una magnífica secuencia de dos páginas en la que Buscema demuestra su maestría con la figura humana en la pelea del Guardián con el Capitán América, pasando por las escenas finales que muestran la destrucción de la base comunista, Colletta demostró que aún tenía buena mano para redondear el trabajo de ciertos autores. En años futuros, Marvel seguiría recurriendo a él para mejorar la apariencia de páginas dibujadas por artistas mucho menos dotados que Buscema.
(Sigue en la próxima entrada)
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