16 jun 2023

LOS VENGADORES EN LOS AÑOS 60 (13)

 

(Viene de la entrada anterior)

 

El siguiente dúo de historias, nº 34 y 35 (noviembre-diciembre 66) sólo puede ser calificado, y ello siendo generosos, mediocre. Lo único que puede destacarse de ellas –y no es mucho- es que sirven para presentar al Láser Viviente, un villano de segunda al que en el futuro se verá sobre todo integrado en grupos pero que, algunos años más tarde, conseguiría hacer honor a su nombre de batalla y transformarse en un ser de pura energía.

 

La primera viñeta ya lo muestra en plena acción, poniendo a prueba su equipamiento de supervillano tecnológico mientras fuerza la caja acorazada de un banco… pero dejando dentro el dinero. Cuando por la mañana los Vengadores acuden a examinar la escena del delito, les observa en su identidad civil del físico Arthur Parks. Entre la multitud de curiosos, la Avispa encuentra a una vieja amiga Lucy, cuyo novio actual es el hijo del director del banco, y le comenta que ha visto a Parks, con quien había mantenido una relación y que se tomó muy mal la ruptura. Éste, demostrando su inestabilidad mental, se enamora obsesivamente y de inmediato de la Avispa, proponiéndose conocerla.

 

Al volver al laboratorio de Pym, éste y Jan se encuentran con que Bill Foster ha regresado al trabajo después de enterarse de que la alianza de los Vengadores con los Hijos de la Serpiente en el último número no había sido más que una estratagema. Él y Goliath se ponen inmediatamente a trabajar en la investigación de una solución a la estatura del segundo (recordemos que desde el número 28 no podía reducirla a menos de 3 metros) mientras Jan se marcha a la peluquería. Y es entonces cuando el Láser ataca el laboratorio, convencido de que, si derrota a Goliath, ganará puntos ante la Avispa. Tras un largo combate, cae derrotado ante el Vengador y Ojo de Halcón y el Capitán América, que pasaban de visita, se lo llevan custodiado en el aerocoche del grupo (transporte que evolucionará más adelante hasta convertirse en el famoso Quinjet) sólo para dejarlo escapar de la forma más estúpida en pleno vuelo.

 

De regreso en su laboratorio, Parks mejora su equipo láser y empieza a causar destrozos importantes por toda la ciudad (eso sí, atacando sólo aquellas infraestructuras ya destinadas a la demolición). El Capitán y Ojo de Halcón recorren Nueva York en sus motos voladoras (el arquero la adoptaría como su principal medio de transporte a mediados de los años 80, a partir de la miniserie que protagonizó, escrita y dibujada por Mark Gruenwald) tratando de encontrarlo hasta que la Avispa, utilizando sus propias alas, lo localiza en un sótano. Pero, aunque el Capitán ha recubierto su escudo con una aleación resistente al láser diseñada por Stark, los tres acaban cautivos del villano. Habiendo atrapado a la Avispa en un bote de cristal, se marcha con ella dejando a sus dos compañeros encerrados en una jaula láser cuyos barrotes van acercándose peligrosamente.

 

El número siguiente, el 35, es el primero en el que Roy Thomas figura acreditado como guionista. Nacido en 1940, Thomas creció amando intensamente los comics y no tardó mucho en empezar a escribir y dibujar los suyos: ya a los siete años, creó un héroe llamado “Elefante Gigante”. Tras terminar la universidad en 1961, empezó a trabajar como docente en una escuela, pero dedicaba la mayor parte de su pasión y tiempo a los comics, editando una revista de aficionados y participando activamente en la creciente comunidad de fans.

 

Pero su sueño era más ambicioso. Quería trabajar en la industria y, concretamente, en DC, por entonces la principal editorial de comics de Estados Unidos. Escribió un guion para “Jimmy Olsen” que llamó lo suficientemente la atención del editor de Superman, Mort Weisinger, como para contratarle como ayudante. Thomas se mudó de Missouri a Nueva York, pero el intratable carácter de su nuevo jefe fue demasiado para él. No habían pasado dos semanas cuando, durante la pausa del almuerzo, se entrevistó con Stan Lee y quedó contagiado por su entusiasmo. En diez minutos, le había ofrecido trabajo en Marvel. No se lo pensó dos veces.

 

Desde 1965, momento en el que comenzó a trabajar para Marvel, Thomas se convirtió en el imprescindible apoyo de un Stan Lee cada vez más sobrecargado de trabajo y ansioso por delegar funciones. Sin demasiado entusiasmo ni frecuencia, lo había intentado con otros guionistas, pero el único que demostró estar a la altura y en perfecta sintonía con su manera de entender los comics, fue Roy Thomas. Éste, a diferencia de sus predecesores, no era un mero amanuense de la industria que se conformaba con hacer su trabajo de manera profesional sino un pionero de la nueva generación de autores jóvenes que amaban el medio y sus personajes, habían crecido con ellos y deseaban, a su vez, llevarlos a alturas nunca antes vistas.

 

Thomas empezó aprendiendo el oficio al nivel más básico, encargándose de los guiones de “Millie the Model” y algunos números de “Nick Furia y los Comandos Aulladores”, pero no tardó en hacerse cargo de títulos importantes como “X-Men” o “Los Vengadores”. Siendo una combinación de aficionado e intelectual, fue una figura fundamental a la hora de organizar el creciente Universo Marvel. Su edad, además, le hizo especialmente valioso porque, a sus 25 años, no estaba tan alejado de la edad media de los lectores de la editorial como la mayoría de los profesionales de la industria en ese momento.

 

Ahora bien, el nº 35 de “Los Vengadores”, su debut en una de las colecciones en las que dejaría una huella más profunda, no fue particularmente auspicioso. Tampoco podía serlo. En realidad, heredó la trama de Stan Lee y poco pudo hacer más que aportar los diálogos. Además y por el momento, debía asumir tanto a un Don Heck cada vez menos inspirado, como el hilo narrativo que había empezando en el episodio anterior.

 

La historia se abre resolviendo el climax con el que había terminado el número precedente. El Capitán América intenta utilizar su escudo para bloquear los rayos láser que van a freírle a él y Ojo de Halcón, pero la aleación que lo recubría se ha dañado y, sorprendentemente, “¡Se desintegra…Como si fuera de cartón piedra y no de metal!”. En un ejercicio de retrocontinuidad, el Índice Oficial del Universo Marvel aclararía años más tarde que este escudo no era el indestructible de adamantium/vibranium que todos conocemos. Temiendo que la aleación experimental de Stark pudiera dañar de algún modo su escudo original, había utilizado un sustituto elaborado con metal ordinario. Es de suponer que el que porta más tarde en este mismo episodio, sí es ya el auténtico.

 

Sin ser vista y antes de caer inconsciente por la inhalación de gas, la Avispa había conectado una señal de emergencia que sirve ahora de guía a Goliath para encontrar el laboratorio subterráneo y rescatar in extremis a sus amigos. Pero la señal de la Avispa se desvanece y ni los potentes artilugios de Stark pueden volver a encontrarla. Ello es debido a que el Láser se la ha llevado a un país latinoamericano, Costa Verde, donde va a ayudar a un par de aspirantes a dictadores a derrocar y sustituir al tirano actual. No hace falta decir que ambos pretenden traicionarlo en cuanto finalice su encargo. Las noticias de las actividades del Láser acaban llegando a la Mansión y los Vengadores vuelan hasta allí para enfrentarse a él.

 

Lo que sigue, tiene aún menos interés que lo anterior. Los Vengadores son puestos a la fuga por las armas y el ejército que ha reunido el Láser, quien, entretanto, sigue empeñado en conquistar el corazón de la prisionera Jan. Los héroes vuelven a la carga, pero son capturados (otra vez, desde luego, no se puede decir que estén a la altura de su rimbombante título: “Los Héroes Más Poderosos del Mundo”). Pero he aquí que Goliath, al que inmovilizan con unas grandes cadenas, se reduce a tamaño hormiga. Antes de salir de Estados Unidos se había sometido a un rayo experimental diseñado por Foster y él mismo con el que esperaba curarse. Y funciona. A partir de este momento, recupera el poder de adoptar cualquier tamaño a voluntad. Así que libera a la Avispa y sabotea el cañon gigante que había fabricado el Láser, dejando a éste fuera de combate. Los restos del ejército capturan a los revolucionarios, deponen al dictador y convocan elecciones libres. Todos contentos.

 

La travesía del desierto que supusieron estos episodios finales de la segunda etapa de la colección aún habría de dilatarse más. Los números 36 y 37 (enero-febrero 67) son abiertamente malos, indignos de una Marvel que estaba sofisticándose rápidamente en colecciones como “Los Cuatro Fantásticos” o “Amazing Spiderman”. Tampoco Thomas era todavía libre para hacer y deshacer a su antojo, como demuestra el que Stan Lee rechazara su petición de reincorporar a la formación a Thor e Iron Man, dos personajes que podían aportar al grupo el poderío físico que a todas luces necesitaban incluso con el regreso de Goliath. Lee, que por entonces aún se ocupaba de escribir los guiones de la colección de Thor, sin duda tenía pocas ganas de volver a preocuparse por las incoherencias en la continuidad entre ésta y “Los Vengadores”.

 

Así que, por el momento, Thomas, que quería aumentar el número de miembros para tener más juego dramático (algo que no debió hacer demasiada gracia a Don Heck), hubo de conformarse con traer de regreso a Mercurio y la Bruja Escarlata y empezar a jugar con la idea de añadir a la Viuda Negra.

 

La historia comienza con el regreso de la Bruja Escarlata sin previo aviso a la Mansión. Según le explica al Capitán América, mientras estaban en su aldea natal en el país centroeuropeo de Transia, apareció de la nada un platillo volante que abdujo a Pietro cuando entró en él a investigar. Los hechizos de Wanda no surtieron efecto y tampoco pudo contactar con los Vengadores (estaban en Costa Verde viéndoselas contra el Láser Viviente), así que se sirvió de los privilegios como Vengadora para coger un avión de vuelta a Nueva York tan pronto como fue posible.

 

Mercurio y la Bruja Escarlata, durante su licencia de Los Vengadores, habían intervenido en “Thor” nº 134 (nov.66), en el que se presentó al Alto Evolucionador y sus experimentos con animales en lo alto de la montaña Wundagore, en Transia (aunque no será hasta este número de “Los Vengadores” que ese país recibirá tal nombre). Años más tarde se establecerá, en la colección de “Los Vengadores”, el importante papel que ese personaje había jugado en las vidas de Wanda y Pietro. Tan solo un mes después, en “X-Men” nº 27 (diciembre 66), el Profesor Xavier intentaría reclutarlos para combatir contra la organización conocida como Factor Tres. Como vemos, los hermanos habían estado muy ocupados durante sus vacaciones.

 

El Capitán llama al resto del equipo y Ojo de Halcón se presenta en compañía de la Viuda Negra, proponiéndola como miembro oficial. Pero Goliath se opone, argumentando –no sin razón- que tan solo unas semanas atrás la ex espía rusa había atacado a los Vengadores en connivencia con el Espadachín y Power Man, y que, como miembro fundador no estaba dispuesto a que el equipo se convirtiera en un asilo para villanos reformados. Una observación esta última poco delicada habida cuenta de que la Bruja, Mercurio y Ojo de Halcón sí tenían antecedentes delictivos, pero también se habían redimido desempeñando un heroico papel en el grupo.

 

Esa reacción tan airada (incluso la Avispa reconviene a su amante) desata una pelea entre Pym y Barton que remite a los tiempos turbulentos en los que las discusiones eran lo habitual entre sus filas. De hecho, el equipo parecía haber dejado atrás esa etapa desde el número 26. El Capitán aplaza la decisión respecto a la membresía de la Viuda y todos –incluida ésta, algo que no se justifica- vuelan a Transia en dos aerocoches. Cuando se acercan al pueblo en cuestión, la Bruja siente la presencia de un campo de fuerza que envuelve la localidad y su aviso evita que se estrellen. Sin embargo, los poderes y habilidades de todos ellos tampoco pueden penetrarlo, así que Wanda les guía por un sistema de pasadizos subterráneos que conoce desde su infancia y que desembocan en un complejo de tecnología extraterrestre dominado por un ordenador inteligente. Éste ha tomado prisionero al alcalde del pueblo y mantiene en animación suspendida a Mercurio…¡y a la Bruja Escarlata!

 

Y es que resulta que quien había avisado a los Vengadores no era más que un robot enviado como cebo para atraerlos hasta allí. El Capitán dice que ya había sospechado algo a raíz de los extraños nuevos poderes que había exhibido “ella” y la facilidad con la que les había guiado hasta la trampa (lo cual no dice mucho de él ni como líder ni como táctico). Este androide “femenino”, que dice llamarse Ultrana, es una extensión del ordenador, cuyo nombre es Ixar y que ha venido desde Sirio para secuestrar superseres, extraerles sus poderes e imbuir con ellos a sus androides, los Ultroides, con los que está librando desde hace siglos una guerra estelar (sí, está claro que Thomas recicló el nombre más tarde para bautizar al que se convertiría en principal némesis de Los Vengadores: Ultrón). 

 

Lo que sigue vuelve a ajustarse a la ya cansina fórmula que asfixia la colección: los Vengadores son vencidos y hechos prisioneros, pero alguno de ellos escapa y libera al resto para la batalla final. En este caso, los Ultroides capturan a Goliath, Ojo de Halcón y la Avispa, pero el Capitán y la Viuda se escabullen antes de ser a su vez capturados. Pero como todo lo que Ixar sabe de los Vengadores -y que le ha permitido diseñar cilindros de contención adaptados a los poderes de cada uno de ellos- lo tomó de las mentes de Wanda y Pietro, y estos se habían ausentado (en el número 30) sin saber que Goliath había recuperado recientemente su habilidad para cambiar de tamaño, éste aprovecha para hacer uso de ella –misma táctica que en el episodio anterior-, reducirse al tamaño hormiga, escapar de su cautiverio, liberar al resto y empezar así la batalla decisiva.

 

El giro final de la historia es doble y sí aporta un elemento sorprendente, aunque no lo suficiente como para redimir la mediocridad de toda la trama. Por una parte, quien creían que era el alcalde del pueblo resulta ser el propio Ixar, que presumiblemente mató al humano semanas atrás, asumiendo su cuerpo y lugar en el pueblo con el fin de estudiar de cerca a Wanda y Pietro. Aunque es Ojo de Halcón quien descubre el truco, es la Viuda la que doblega finalmente al villano. Y ello amenazándolo con matarle: “Sí, Ojo de Halcón…¡Y estoy apuntando a Ixar! ¡Le dispararé si no se rinde! (…) Recuerda que a mí no me limita ningún juramento (..) si hemos de morir todos, me aseguraré de que no sobreviva para jactarse de su victoria (…) ¡Mírame Ixar! ¡Mira con atención los ojos de la Viuda Negra! ¿Son los ojos de alguien capaz de lanzar amenazas insustanciales!”.

 

Unos métodos, en fin, que no hubieran gozado de la aprobación del resto de los Vengadores y que ella y Ojo de Halcón deciden mantener en secreto para no cerrar la puerta a una posible inclusión de ella en el grupo. Por otra parte, Mercurio y la Bruja recuperan su condición de miembros a partir de este número.

 

En general, los números finales de esta etapa comandada por Stan Lee y Don Heck son muy prescindibles. Las tramas y villanos son genéricos y repetitivos, no hay apenas ideas originales y el dibujo está hecho con prisas y a desgana. La colección iba a la deriva y no hacía en absoluto honor a su hipotética premisa de reunir a los héroes más poderosos del Universo Marvel. Inseguro aún de la dirección a tomar y probablemente muy supervisado por su mentor, Thomas repetía la fórmula que ya había agotado aquél hacía muchos meses, tratando de recuperar elementos, como las disputas en el seno del grupo, que habían dado buen resultado pero que ya no hacían sino deteriorar la imagen del grupo.

 

Habría que esperar a la llegada de John Buscema para que Roy Thomas encontrara su inspiración y sentara las bases para una de las etapas más recordadas de la colección. Pero en el número 38 (marzo 67), el nuevo guionista ya consigue aportar algo nuevo. Como he dicho más arriba, quería ampliar la alineación oficial de Los Vengadores y tenía claro que al equipo le hacía falta más “músculo” con el que poder orquestar escenas de puro poder físico. Como Thor le seguía estando vedado, optó –quizá a sugerencia de Lee- por su sucedáneo más próximo: Hércules.

 

El semidios griego había sido presentado en el primer Anual de “Journey into Mystery”, en octubre de 1965, como rival de Thor, en cuya colección pasó a ser invitado regular a partir de entonces. En “Tales to Astonish” nº 79 (mayo 66), la colección que compartían Namor y Hulk en sus respectivos seriales, se enfrentó con el gigante esmeralda en una historia clásica firmada por Stan Lee, Jack Kirby y Bill Everett. Ya para entonces se había establecido que Hércules tenía una fuerza tan inmensa como escasa continencia e inteligencia.

 

El episodio se abre con otra de esas cansinas trifulcas, esta vez recuperando la diferencia de opiniones entre Goliath y Ojo de Halcón respecto al nombramiento de la Viuda Negra como miembro oficial. Ésta había jugado un papel fundamental en la derrota de Ixar en el número anterior, pero Goliath sigue negándose a admitirla. La presidenta de turno, la Avispa, sugiere a todos que se calmen hasta que Natasha acuda para comenzar la reunión que abordará la cuestión. Iron Man y Thor, los otros dos miembros fundadores, no pueden presentarse, pero comunican que aceptarán la decisión que se tome, sea ésa cual sea. Por cierto, que esta es la primera vez que vuelve a mencionarse la presidencia rotativa desde la disolución de la formación original de los Vengadores. Desde entonces, el Capitán América había ocupado ese lugar.

 

Entretanto, Hércules está arreglando cuentas a puñetazos con Ares, el dios olímpico de la Guerra, por haberse negado éste a rescatarle de las garras de Plutón en “Thor” nº 129 (junio 66). El combate es interrumpido por la Encantadora, que les ofrece a ambos una bebida. La asgardiana, sin embargo, está aliada con Ares y ambos engañan a Hércules para que beba lo que es en realidad una poción amorosa extraída de la Fuente de Eros. Hércules se convierte así en un esclavo enamorado al que la manipuladora hechicera dirige contra los Vengadores. Una estratagema que también aprovecha Ares para indisponer a Zeus contra su hijo, convenciéndole de que ha renunciado al Olimpo en favor de Asgard.

 

En la Mansión de los Vengadores, la Viuda Negra sigue sin aparecer. No saben que ha sido “secuestrada” por SHIELD y llevada al Helitransporte. No hacía mucho, había solicitado unirse a esa organización y Nick Furia le brinda ahora la oportunidad de probar su capacidad y lealtad en una misión secreta en China, donde todavía hacía poco le habían lavado el cerebro (en el nº 29). Ella accede, pero le prohíben expresamente que le revele nada de todo esto a Ojo de Halcón.

 

Y asi, cuando Natasha llega a la Mansión para comunicarles a sus recientes camaradas (a excepción del Capitán, ausente por motivos personales tal y como se narra en “Tales of Suspense” nº 88) que no se molesten en votar su incorporación porque regresa a China, deja a todos patidifusos. Pym no la cree y la acusa de haber sido siempre una espía comunista; y Ojo de Halcón abandona su arco y flechas dimitiendo de los Vengadores. La Avispa, disgustada con Pym por la rudeza con la que ha llevado la situación, se marcha con él.  

 

Y ese es el momento que elige la Encantadora para atacar a los Vengadores presentes: Goliath, Mercurio y la Bruja Escarlata. La fuerza y vigor divinos de Hércules son demasiado para todos ellos, que no tardan ser arrollados por él. La Bruja Escarlata envía una señal de auxilio a la Avispa y Ojo de Halcón quienes, aunque al principio no parecen muy inclinados a acudir, acaban haciéndolo. Teniendo en cuenta sus poderes, su ayuda no parece que vaya a cambiar el resultado de la batalla, pero he aquí que, por mera casualidad, el arquero utiliza la primera flecha que encuentra (recordemos que había dejado tiradas sus armas al marcharse irritado) y que resulta estar cargada de azufre, precisamente la sustancia que contrarresta el Agua de Eros.

 

Así, Hércules recobra su voluntad y la Encantadora se prepara para proseguir la pelea en solitario, pero el semidios le ordena desistir y marcharse. Ella así lo hace, revelándose en una viñeta posterior que la razón podría ser que se ha enamorado de él. Zeus se manifiesta y reconviene a Hércules por haber viajado al mundo de los mortales sin su permiso, castigándole a permanecer exiliado en la Tierra durante un año.

 

Y así es como Hércules pasa a ser invitado de los Vengadores durante ese periodo, si bien habría de esperar hasta el número 45 para ser nombrado miembro de pleno derecho. En cuanto a la dimisión de Ojo de Halcón, nadie parece recordarla y en el episodio siguiente lo veremos ya de vuelta al equipo sin que se haga mención a su arrebato. 

 

(Continúa en la siguiente entrada)

 

 


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