28 oct 2019
1977- THORGAL – Van Hamme y Rosinski (1)
“Tintín”, una de las revistas puntales de la historieta europea, nació en 1946 principalmente como soporte de la serialización de las aventuras del inmortal personaje de Hergé (que también participó en la gestión de la cabecera como director artístico). Inicialmente abierta sobre todo a dibujantes adscritos a la línea clara, poco a poco fue abriéndose a otros estilos gráficos, bien más caricaturescos bien más realistas, pero siempre dando prioridad al género de Aventuras en cualquier contexto y época. Había detectives, marinos, aviadores, pilotos de automóviles, investigadores de lo oculto, cazadores del Lejano Oeste, héroes espaciales… La revista sirvió para dar a conocer a autores del calibre de Edgar Pierre Jacobs, Paul Cuvelier, Derib, Vance, Hermann, Gregg, Andreas, Duchateau, Cosey, Eddy Paape, Jacques Martin… Algunos de ellos ya eran profesionales reputados antes de ser publicados en “Tintín”, pero en sus páginas pudieron desarrollar algunos personajes o series hoy clásicas, como “Luc Orient”, “Rich Hochet”, “Lefranc”, “Michel Vaillant”, “Bernard Prince”, “Umpa Pa”, “Bruno Brazil”, “Comanche”, “Rork”… o la que ahora nos ocupa, “Thorgal”.
En 1977, el nuevo personaje debutó en esa revista serializando sus primeras historias a base de seis páginas una vez al mes (la cadencia de la aquélla era semanal); un debut discreto que para nada auguraba que a la vuelta de no muchos años Thorgal iba a convertirse en una de las series más vendidas de Ediciones Lombard. Tanto, de hecho, que incluso hoy (aunque Jean Van Hamme ya no se encarga de los guiones), sigue registrando tiradas de casi 200.000 ejemplares, vendiendo 400.000 al año y acumulando ventas totales desde su nacimiento de 18 millones de álbumes. Al nivel, por tanto, de “Asterix”, “Blueberry” o “Lucky Luke”, no es aventurado decir que es el personaje que mantiene a flote a la editorial.
Su padre literario, el belga Jean Van Hamme, es una de las personalidades más importantes del comic europeo y un creador con una experiencia, trasfondo y cualificación poco habituales. Profesor de Economía Política y poseedor de cuatro carreras universitarias (Derecho, Economía, Ingeniería Comercial y Comercio Internacional), pasó los veranos de su juventud recorriendo miles de kilómetros de Europa, África y América con su mochila a cuestas. Su carrera profesional se inició en el mundo de los negocios, como alto ejecutivo en empresas como United States Steel Corporation o Phillips, para la que tuvo que explorar posibilidades de negocio en África, Oriente Medio y el Sudeste Asiático, habiendo de negociar –y sobornar- a gobernantes corruptos.
Pero en realidad su primera vocación había sido la literaria, no la financiera. Si siguió esta última fue por las presiones de su acaudalada familia para que se dedicara a algo provechoso. Su primer amor había sido la Literatura y en los comics encontró una forma de reencontrarse con ella. Desde 1968, empieza a escribir guiones para el dibujante Paul Cuvelier, que formaba parte de la plantilla del semanario “Tintín”. A partir de ahí y poco a poco, va introduciéndose más en el mundo del comic con series propias o ajenas, nuevas o iniciadas por otros, que tocaban todo tipo de géneros: “Epoxy”, “Michael Logan”, “Corentin”, “Domino”, “Historia sin Héroes”, “Mr.Magellan”,“Arlequín”… hasta que en 1976 renuncia definitivamente a sus responsabilidades empresariales para dedicarse en exclusiva a escribir (además de comics, también las novelas de Largo Winch, más tarde trasladadas a viñetas con enorme éxito y al cine con no tanto). “Thorgal” fue su primera gran obra.
El polaco Grzegorz Rosinski descubrió muy pronto el comic europeo gracias a las historietas del periódico Vaillant, que el partido comunista francés distribuía por los países del Pacto de Varsovia. Empezó a dibujar tebeos en 1955, con catorce años, convirtiéndose luego en editor jefe de una revista de scouts. De 1961 a 1967 estudió Artes Gráficas en Varsovia y a continuación dibujó numerosos álbumes de comics en el escaso mercado de su país, sobre todo de tema policiaco, de aventuras, históricos y de ciencia ficción. Durante un viaje a Bruselas en 1976, conoce a André-Paul Duchâteau y Jean Van Hamme, un encuentro decisivo que le llevará a colaborar con las revistas “Tintín”, “Le Trombon Illustré” y “Spirou” hasta que en 1977 llega la serie que le dará fama internacional: “Thorgal”.
El primer album, “La Maga Traicionada”, apareció en 1980 (en lo sucesivo haré referencia a la edición en álbum y no a la serialización en revista) y consta de dos historias. En la primera de ellas (30 páginas), que da título al volumen, nos encontramos a un hombre que está siendo encadenado por unos vikingos a una roca para que muera ahogado al subir la marea. Su nombre es Thorgal Aegirsson y su delito haberse hecho amante de la hermosa Aaricia, hija del rey Gandalf el Loco. Dejado a su suerte, Thorgal es rescatado por la hechicera Slive, que tiene sus propios deseos de venganza contra Gandalf, el cual la tuvo prisionera nueve años para obligarla a casarse con él. No lo consiguió y aunque escapó de su cautiverio, perdió un ojo en la huida.
Slive le ofrece un trato a Thorgal: ella le salva de una muerte segura a cambio de que él se convierta en su sirviente durante un año. Y así, Thorgal, siguiendo las instrucciones de la hechicera, obtiene unos brazaletes mágicos custodiados por un gigante y un enano, engaña y toma prisionero a Gandalf para que Slive pueda vengarse de él. No contaré mucho más pero baste decir que Thorgal prefiere romper su juramento antes de convertirse en un verdugo y que finalmente se reúne con Aaricia.
La segunda historia, de 16 páginas (a todas luces realizada años después) y titulada “Casi el Paraíso”, comienza cuando Thorgal cae junto con su caballo en una profunda grieta en el hielo. Al despertar, descubre que está en una especie de edénico jardín subterráneo, donde ha sido cuidado por dos seductoras y jóvenes hermanas, Ingrid y Ragnhild. Dicen ser centenarias y desean que él permanezca allí con ellas como su amante. Pero su otra hermana, la más joven Skadia, le dice que le han mentido y le ofrece escapar de esa lujosa cárcel si la lleva consigo puesto que lo que más desea es ver el Sol. Al final de la peripecia, Thorgal descubre la verdadera naturaleza de las tres hermanas y recobra su libertad. Se trata de un cuento muy efectivo en su tratamiento de los temas de la inmortalidad y la libertad y que remata con brillantez un argumento ambiguo. Supone, también, la confirmación del gusto de Van Hamme por la figura de la mujer fatal, un tópico recurrente en su obra y que podemos encontrar en sus otras series más famosas, como “XIII” o “Largo Winch” y de los que hay varios ejemplos en la propia Thorgal, empezando por la mencionada Slive.
El segundo álbum, “La Isla de los Mares Helados” (1980), concluye lo iniciado en “La Maga Traicionada”. Ya de vuelta en la aldea de Gandalf, Thorgal está a punto de casarse con Aaricia antes de marchar los dos juntos para vivir en algún otro lugar, cuando dos grandes águilas secuestran a la joven y la llevan a bordo de un barco que se impulsa sin remos ni velas y que está comandado por un imponente guerrero de rostro oculto por un yelmo. Acompañado de Bjorn, el hijo de Gandalf y hermano de Aaricia, y una tripulación de vikingos, Thorgal sale en su persecución con un drakkar, pero conforme se internan en las desconocidas y heladas aguas del ártico, estalla un motín. Abandonados en un bote, Thorgal y Bjorn son dejados a su suerte. Poco después, ambos se separan accidentalmente a resultas de una pelea.
Por fin, Thorgal es recogido por los nativos de una de las islas de la zona, los Slug, que viven bajo el yugo de los Dominantes, quienes raptaron a Aaricia. Thorgal recluta la ayuda de algunos de los slugs para enfrentarse a los tiranos, cuyo líder resulta ser Slive, la hechicera de “La Maga Traicionada”, atrincherada en una fortaleza que resulta ser una nave espacial. Antes de morir, revelará a Thorgal su propio y extraordinario origen como último representante de una raza de humanos venida de las estrellas y atrapada accidentalmente en la Tierra.
Examinando el origen de Thorgal podemos ver fácilmente las claves de su éxito, aunque en su momento no fuera tan fácil aventurar la buena acogida que le dispensaron críticos y lectores. Si bien las premisas son muy básicas (héroe en pos de venganza y/o su amor perdido, rescate de la amante en apuros, búsqueda de un camino propio lejos de quienes no le comprenden ni respetan), la serie tenía ya un indudable potencial. Su protagonista, atractivo, atlético, moreno, valiente, honesto, inteligente y hábil con las armas, corre sus aventuras en un entorno exótico, el de los Vikingos, ese pueblo de conquistadores, piratas y comerciantes escandinavos que vivió su época dorada entre los siglos VIII a XI de nuestra era.
En las primeras páginas del primer volumen, nos enteramos ya del origen de la característica cicatriz que Thorgal tiene en su mejilla derecha y su relación sentimental con la bella Aaricia, hija de un líder vikingo cuyo nombre se inspira en el de un personaje de “El Señor de los Anillos”. Es imposible no sentir simpatía por este hombre valeroso, injustamente tratado por renegar de la violencia (es un escalda o trovador, en oposición a la ocupación guerrera de los vikingos) y atreverse a amar a una mujer que pertenece a una clase social superior. Aunque pacífico, también se apunta implícitamente que es un rebelde: niño encontrado de padres desconocidos (sus orígenes, ya apuntados en “La Isla de los Mares Helados”, irán definiéndose algo más en álbumes posteriores), en lugar de integrarse adoptando el estilo de vida vikingo, insiste en seguir sus propios valores aun cuando eso le granjee el desprecio y la alienación de la comunidad que le acogió.
En este sentido, Thorgal es uno de esos aventureros de nuevo cuño, contestatario y pacifista, que empezaron a menudear en el comic europeo desde mediados de los setenta y entre los que también militaban Buddy Longway o Jonathan. Es humilde en sus maneras y atuendo y aunque diestro con las armas (especialmente el arco), no busca sino vivir en paz y evitar los conflictos siempre que sea posible, aunque no los rehúya cuando de lo que se trata es de proteger a sus seres queridos.
Muy rápidamente, Van Hamme incluye también desde el principio una dimensión fantástica en la forma del personaje de Slive, los objetos “mágicos” y la secuencia del gigante guardián…para luego, en el segundo volumen, añadir otra capa, la de la ciencia ficción, que explicará el origen de Thorgal. En siguientes episodios, el guionista desarrollará con mayor acierto, profundidad y sofisticación esta triple vertiente: aventuras en un contexto histórico, fantasía heroica y mitológica y ciencia ficción. En Thorgal encontraremos hadas, naves espaciales, viajes en el tiempo, caballos alados, dioses nórdicos y castillos medievales, ciencia y magia… una mezcolanza arriesgada que podría haber derivado en un pastiche indigesto y desordenado, pero que gracias a la inteligencia e imaginación de los guiones de Van Hamme y la elegancia y solidez gráfica de Rosinski, le confirió a la serie una fuerte identidad propia y muy particular a pesar o gracias, precisamente, a ese mismo eclecticismo.
La estructura narrativa se divide en una concatenación de actos bien delimitados, una obligación editorial por cuanto cada uno de ellos se publicaba íntegramente en un número, dejando un intervalo de un mes hasta la aparición del siguiente. Cada acto está separado por una elipsis más o menos amplia y viene acompañado de un cambio de escenario. Esta estructura se mantendrá mayormente invariable hasta “Los Arqueros” (1985). Con el inicio de la posterior saga de El Pais Qa, el desarrollo de las historias ya se planificará de acuerdo a las tradicionales cuarenta y seis páginas de un álbum.
Gráficamente, las primeras planchas de Rosinski están todavía alejadas del estilo que acabaría desarrollando a no mucho tardar: la composición es sencilla y tradicional, las secuencias a veces están resueltas de forma un poco torpe y la línea adolece de falta de dinamismo. No quiero decir ni mucho menos que en este punto sea un mal dibujante. Al fin y al cabo, en esa etapa de su carrera Rosinski no sólo tenía una sólida formación artística sino un respetable recorrido como profesional gráfico y dibujante de comics. Es, simplemente, que aun tenía un amplio recorrido de mejora.
Algunos de los rasgos que definirán la serie desde el punto de vista gráfico ya están presentes en los dos primeros álbumes, como son la atención por el entorno natural, el buen diseño de personajes (de diversas anatomías y rasgos) y un amor por el detalle que irá incrementándose en entregas posteriores.
En resumen, el arranque de la serie, dentro de un marco de aventura clásica y lineal, es inventivo y de lectura absorbente, sentando las bases sobre las que se edificará el rico universo de Thorgal en los años venideros. Lo cual no deja de ser muy meritorio puesto que es dudoso que en ese momento Van Hamme imaginara el largo recorrido que la serie tenía por delante. Respetando esas raíces sin renegar de ellas ni contradecirlas, supo ir construyendo de forma coherente, ladrillo a ladrillo, el particular universo de este personaje a lo largo de los siguientes treinta años.
En “Los Tres Ancianos del País de Arán” (1981) nos encontramos a Thorgal y Aaricia ya casados y viajando por un país indeterminado a la búsqueda de un lugar donde establecerse en paz. Dado que su relación ya se había explicado en los álbumes anteriores (ampliándose luego en “El Hijo de las Estrellas”), su matrimonio era predecible, como también su autoexilio para evitar las fricciones con el padre y hermano de ella, vistas también al comienzo de la serie. No han llegado muy lejos cuando sale a su encuentro el enano deforme Jadawin, invitándoles a una fiesta en el misterioso País de Aran. Thorgal tiene reservas pero ante la ilusión de Aaricia, cede. Sospechas que no hacen sino aumentar cuando llegan a su destino no sólo porque los habitantes de la aldea en cuestión tienen expresión de dementes y piel grisácea sino porque nadie parece estar divirtiéndose de verdad. El festejo está organizado por unos igualmente misteriosos Bienhechores, que moran recluidos en una cercana torre levantada en mitad de un lago. El deseo de Aaricia de pasarlo bien desemboca en la consumación de una supuesta profecía que la designa a ella como reina del lugar.
Cuando Aaricia es secuestrada por los Bienhechores y llevada a la fortaleza, comienza el desesperado intento de Thorgal de recuperarla, lo que le llevará a enmascarado competir por ella en un torneo, enfrentándose a otros guerreros en una serie de pruebas. La aventura, llena de acción, obligará al héroe a cruzar portales que le conducirán a dimensiones paralelas y viajes en el tiempo, conociendo a la Guardiana de las Llaves, un personaje que volverá a aparecer en diversas ocasiones en la serie.
Dejando aparte la repetición de la fórmula de la dama en peligro a la que el héroe debe rescatar, “Los Tres Ancianos del País de Arán” es una historia bien escrita, con giros y sorpresas a lo largo de toda la trama. Los villanos no son muy complicados ni carismáticos: sádicos y egoístas, sólo les preocupa su propio poder y la obtención de la inmortalidad, un tópico del género fantástico. Sin embargo, Van Hamme los escribe con convicción y demuestra su talento para caracterizar rápidamente a los personajes con un par de pinceladas. La tensión y el suspense, siempre crecientes, están bien modulados y sabe centrarse y seleccionar únicamente las escenas relevantes para la historia obviando las que no. Algo parecido se puede decir de los diálogos: precisos y sin abusar de su uso, dejando que las imágenes de Rosinski hablen por sí solas.
Rosinski, por su parte, experimenta una apreciable mejora respecto a los álbumes anteriores, si bien todavía no domina las expresiones faciales, especialmente en lo que al protagonista se refiere. En cambio, sus villanos están dibujados a la perfección para resultar detestables: las multitudes de aldeanos enloquecidos son inquietantes, Jadawin es grotesco y los Bienhechores malignos con o sin sus máscaras. Aumenta el nivel de detalle en las viñetas y mejora el trabajo en las texturas y atmósferas así como la secuenciación de los momentos de acción y suspense, como lo demuestra el buen ritmo y la claridad de aquél en el que Thorgal se infiltra en la fortaleza.
(Continuará en la siguiente entrada)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario