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PAÍS DE SUEÑOS es el tercer arco argumental de la colección y el más corto de todos, constando de sólo cuatro números, autoconclusivos e independientes pero insertos en el creciente universo de fantasía que Gaiman estaba creando sobre la marcha. No sería la última vez que el guionista continuaría una saga de desarrollo largo con un arco narrativo compuesto de historias cortas. No se trataba tanto de “recargar las baterías” tras el esfuerzo que suponía un relato extenso y complejo como de aprovechar aquellas ideas que había ido teniendo conforme escribía las narraciones largas y que no hallaban acomodo en éstas. Dada la calidad de sus historias, esta antología siempre se ha contado entre las más apreciadas por los seguidores de la colección por su variedad temática, imaginación y belleza gráfica.
El primer capítulo, “Calíope” (nº 17) nos cuenta la historia de un escritor frustrado, Richard

Es una historia sobre el origen de las ideas y la falta de ellas, sobre el proceso de creación, el bloqueo del escritor y los extremos a los que éste es capaz de llegar para superarlo y alcanzar la gloria, forzando –en este caso literalmente- la fuente misma de la creatividad. Gaiman se sirve del episodio para reflexionar sobre el acto de narrar historias –algo sobre lo que vuelve una y otra vez durante toda la colección- pero no celebra ni ensalza el aspecto comercial de la misma. Los dos escritores que aparecen en la trama son individuos desesperados (sobre todo Madoc, aunque queda claro que Erasmus Fry lo estuvo también en su momento) que no encuentran nada de

El terror inherente a esa historia es evidente: para un escritor, alguien que se gana la vida contando historias, lo que más asusta no es tanto la falta de ideas como las bajezas a las que es capaz de llegar para invocarlas. “Calíope” es un retorcido cuento que examina sin romanticismo alguno el precio del éxito. A la fascinación terrorífica de la historia se une la calidad gráfica de Kelley Jones, cuyo estilo deudor de Bernie Wrightson a base de formas retorcidas, fondos barrocos e iluminación tenebrista contribuye a hacer de este uno de los episodios más recordados de la colección.
Si “Calíope” era original, Gaiman da un paso más allá en el siguiente número, el 18, “El Sueño de

Gaiman nos cuenta esta historia como si de una fábula se tratase, una fantasía de animales parlantes como las que se cuentan a los niños alrededor de un fuego de campamento. Esto es lo importante de este episodio: no que los principales personajes sean gatos, sino que Gaiman toma lo que hasta ese momento había sido una serie de horror/fantasía oscura y lo transforma, aunque solo sea por un momento, en un dulce cuento sobre gatitos. Es una apuesta en la que Gaiman arriesga su credibilidad como autor de una colección “seria”, pero de la que sin

Esta fábula con protagonistas animales y conspiraciones gatunas secretas preparó a los lectores para lo que vendría a continuación: una perspectiva diferente de la figura de William Shakespeare y una fantasía sobre la creación de “El sueño de una noche de verano” y las hadas “reales” que la inspiraron.
El número 19, titulado como la arriba mencionada comedia de Shakespeare, ganó nada menos que el “World Fantasy Award” en la categoría de “Ficción Breve”, superando al resto de obras literarias que se presentaban a concurso, una hazaña que nunca antes había conseguido comic alguno… y que no volverá a repetirse porque los indignados y abochornados escritores forzaron a la

Brillantemente ilustrado por Charles Vess, este episodio nos lleva hasta un luminoso día del verano de 1593, en el que Will Shakespear y su troupe de actores ambulantes representan una comedia encargada por Morfeo utilizando como escenario las colinas próximas a la aldea de Wilmington, en concreto la que exhibe la característica silueta prehistórica del Hombre de Wendel y que resulta ser nada menos que una de las puertas al mundo de las hadas.
Porque Shakespeare y sus actores pronto se dan cuenta de que su enredo de hadas, duendes, enfermos de amor, equívocos, intrigas y engaños, no va a ser representado para una audiencia normal. Oberon y Titania –los auténticos rey y reina del mundo de las hadas- junto con algunos de sus pintorescos súbditos, acuden a contemplar ese espectáculo que los tiene a ellos por protagonistas.

Una vez más, y como sucede una y otra vez en la colección, nos encontramos ante una historia sobre el poder de las historias. Shakespeare paga a Morfeo con una historia, y éste la utiliza para recompensar a sus invitados Oberon y Titania por los buenos tiempos que le proporcionaron en el pasado. Les dice: “No os olvidarán. Para mí era importante que los mortales recordasen al rey Oberón y a la reina Titania hasta el fin de esta era”. En resumen, las historias sobrevivirán a sus creadores y a sus protagonistas.
Morfeo continúa explicando la auténtica naturaleza de la obra a un Oberon distante que se refiere

Pero no es este el único mensaje que esconde el episodio. Hay algo más: los narradores de historias sufren. Morfeo lo expresa así cuando habla con Titania sobre Shakespeare: “Will es un vehículo servicial para las grandes historias. A través de él vivirán una era humana, y sus palabras resonarán en el tiempo. Es lo que él quería. Pero no comprendió el precio. Los mortales nunca lo hacen”. Y añade: “…el precio

Esa perla de sabiduría proveniente de un Neil Gaiman aún muy joven en su carrera profesional es fácil de interpretar como un aviso a sí mismo, para recordarse que lo que de verdad cuenta es la lucha por crear, no el éxito a alcanzar. Naturalmente, quizá sea esta una interpretación psicológica muy simplista, porque Shakespeare no es Gaiman. Pero si nos alejamos de Sandman un momento y reflexionamos sobre la forma en que Gaiman ha gestionado su éxito y popularidad desde aquellos años, vemos a un escritor inusualmente consciente del tipo de historias que está contando y el tipo de narrador que siempre ha querido ser. Incluso en sus primeros años como autor, fue capaz de aproximarse a sus propias obras con cierta perspectiva. Quizá el avatar de Morfeo le permitió obtenerla. O quizá fue precisamente eso lo que desde el principio le atrajo de la figura de Sueño.
“Sueño de una Noche de Verano” hubiera supuesto el remate ideal de esta saga. Pero no fue así.

Si se piensa bien, “Fachada” sí funciona como adecuado epílogo a “País de Sueños”, porque finaliza, como lo hacen todas las cosas, con la Muerte. Y aunque Morfeo no hace acto de presencia, sus palabras “el precio de lograr lo que quieres es lograr lo que una vez quisiste” toman forma concreta en la protagonista de esta historia, Urania Blackwell, alias Element Girl. Muy apropiadamente, Colleen Doran fue quien se ocupó de dibujar este triste número. Su estilo, habitualmente luminoso y limpio, fue adecuadamente “ensuciado” para la ocasión por el entintador Malcolm Jones III.
Lo que se nos cuenta aquí es lo que sucede mucho después de que hayas conseguido lo que antaño deseaste. La presencia de Morfeo es innecesaria, porque soñar implica esperanza y eso es algo que ya no le queda a Urania. Todo lo que tiene es su desagradable supercuerpo, en un perpetuo proceso de descomposición pero, al mismo tiempo, incapaz de morir definitivamente. Es algo muy

Element Girl apareció por primera vez en la Edad de Plata del Universo DC, en el nº 10 de la colección de “Metamorfo”, escrita por Bob Haney, creador de los Teen Titans originales. Como Metamorfo, Element Girl podía cambiar su forma y, como su nombre sugiere, transmutar todo o parte de su cuerpo en diversos elementos en varios estados de la materia. Personaje poco original donde los haya, nadie se molestó en recuperarla y permaneció totalmente olvidada hasta que Gaiman la rescató del limbo para este número de “Sandman” en el que explora la diferencia entre la fantasía (el estilo de vida superheroico tal y como se mostraba en los comics de los sesenta) y la incómoda realidad.
Aquí la vemos como una reclusa en su propio apartamento, incapaz de conectar con nadie del

Pero su locura no se manifiesta de una forma agresiva, al menos para los demás. Se siente continuamente aterrorizada, tal y como le dice a Muerte, la hermana de Morfeo, cuando ésta se le aparece atraída por su deseo de morir: “No es que me dé miedo suicidarme. Me…Me dan miedo muchas cosas. Me dan miedo los ruidos por la noche, los teléfonos y las puertas cerradas, la gente…todo me da miedo. La Muerte, no. Quiero morir. Pero es que no sé como hacerlo”.
Muerte, en su envoltura de encantadora chiquilla punk, no la ayuda inmediatamente más allá de brindarle una bienvenida compañía. Cuando Urania pregunta retóricamente: “¿Voy a ser un monstruo durante otros dos mil años?” ¿Dos mil años de

Pero Element Girl ya ha traspasado la línea que le permitiría comprender lo que Muerte quiere decir y, al final, se vuelve al mismo ser que le otorgó sus poderes tiempo atrás, cuando durante un breve tiempo se sintió maravillosa: Ra, el Sol. Mira de frente al brillante disco amarillo que se levanta sobre el horizonte de la ciudad, se convierte en cristal y luego se descompone en polvo. No fue Muerte la que se la llevó, pero ella, finalmente, obtuvo lo que deseaba tan fervientemente.
Esta fue la última vez que Gaiman recurrió al Universo DC en busca de personajes para sus historias (a excepción de una breve y anecdótica aparición de unos superhéroes en la última saga de la colección). El guionista nunca se había sentido demasiado cómodo utilizando personajes ya establecidos dado que corría el riesgo de que los reescribieran para adaptarlos a la continuidad pasada o presente del universo “oficial”, algo que ya le ocurrió en su colaboración para un anual de “La Cosa del Pantano”, en el que le obligaron a modificar los diálogos tres veces a medida que la editorial iba cambiando de planes sobre uno de los personajes que allí aparecía (Firestorm). En el número 5 de “Sandman” había

A partir de entonces, Gaiman ya sólo se valió de personajes que no interesaban a nadie, como el Sandman de los setenta o Element Girl, hasta que ya no tuvo necesidad de apoyarse en otra cosa más que en sus propias creaciones. En otro orden de cosas, Gaiman volvería de nuevo al personaje de Element Girl en las mucho más cómicas aventuras de “Wednesday Comics” (2009), pero ese serial de 12 entregas era más un tributo cariñoso a una época más inocente y lúdica que una historia verdaderamente relacionada con la de “Sandman”, emotiva y cercana.
Y así, con este adiós a la Edad de Plata de los comics y la despedida de alguien que una vez deseó ser mágico, termina “País de Sueños”. En años posteriores, Neil Gaiman demostraría repetidamente su talento como tejedor de historias cortas, pero ya en esta saga vemos su capacidad fabuladora integrada dentro de un tapiz mucho mayor.
(Continúa en la siguiente entrada)
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