La segunda entrega de la Guerra Turania, el nº 20 (noviembre de 1972), “El sabueso negro de la venganza”, fue otra de las joyas de Marvel de la década, llevando al límite todo lo que Thomas y Smith habían aprendido desde aquellos tiempos, dos años atrás, en los que nadie sabía si el mes siguiente aún continuaría la colección o sería cancelada de un plumazo.
Abundante en afilados diálogos, el guión de Thomas era evocador sin llegar a lo relamido. “Es el

El detallado dibujo de Smith, coloreado principalmente en azules y grises, le dio a la secuencia de catorce dibujos una cualidad lánguida, onírica, en la que Conan descubre que un amigo herido había sido arrojado por la borda para que se ahogara, recorre la cubierta tapizada de cadáveres y se enfrenta al asesino, matándolo de una puñalada en el vientre antes de enzarzarse en una batalla, marcar de

En las 18 páginas anteriores, Smith nos ofrece un magnífico festín para la vista mientras Conan invade el palacio del malvado brujo Kharam-Akkad, se encuentra con una “criada del templo” que resulta ser la reina de Makkalet, casi desvela el secreto del Tarim y termina luchando por su vida contra un monstruoso perro negro.
Todo el número es un ejemplo de las hazañas gráficas y narrativas firmadas por Thomas y Smith que tenían encandilados a los aficionados, ya fueran lectores o profesionales, un símbolo de valentía creadora que pocas veces volvería a repetirse en el medio a tal altura. “Conan el Bárbaro” era la culminación de todo lo que Marvel había estado construyendo desde la presentación de Los Cuatro Fantásticos en 1961, una nueva sofisticación en el comic book que se dirigía a los jóvenes, pero que era leído con igual o mayor placer por los lectores maduros. Los personajes de la serie eran una mezcla de blancos y negros, pero especialmente grises, ya que evolucionaban en un entorno de ambigüedad moral en el que la vida era barata y el vicio omnipresente.
Más que ver a Conan abriéndose paso a mandobles entre la enésima horda de soldados, matones

Por desgracia, como había apuntado más arriba, la excelencia de Barry Smith era un lujo que en esos años un autor no se podía permitir, algo de lo que el número siguiente, el 21 (diciembre de 1972), titulado “El Monstruo de los Monolitos” resultó ser una dolorosa demostración. La historia empezaba bien, con un Barry Smith entintado prometedoramente por Dan Adkins, que ya había realizado un excelente trabajo en el episodio anterior. Pero a la altura de la cuarta plancha, éste abandona por motivos personales y es sustituido a toda prisa por nada menos que otros tres profesionales, P.Craig Russell, Val Mayerik

El problema se repitió en el nº 22 (enero de 1973), en el que una atractiva portada de Barry Smith ocultaba un material que no se correspondía con la misma. Y es que, una vez más, no se cumplieron los plazos de entrega y Thomas hubo de recurrir a una reedición, la del nº 1 de Conan.
Una de las más exitosas extrapolaciones de Thomas a partir del mundo Hybóreo de Howard fue

De hecho, Thomas adaptó a Sonja para que pudiera combatir junto a Conan sin problemas al tiempo que conservar su feminidad. También esperaba que contribuyera a expandir el género de Espada y Brujería dentro de Marvel, saltando a una serie de la que fuera heroína titular. Tal y como Thomas la escribió y Barry la dibujó en la colección, Sonja es una mujer totalmente autónoma y decidida que representaba mucho mejor el combativo

En la primera escena en la que la vemos, Sonja blande su espada contra unos guardias que tratan de mantenerla en el interior de las murallas de la ciudad. Ella les increpa con unos juramentos dignos del propio Conan, su rebelde pelo rojo brillando bajo la luz de la tarde y cubierta sólo por una camisa de cota de malla y unos shorts un tanto fuera de lugar pero muy de moda entre la juventud de los setenta.
Desgraciadamente, una vez más y a pesar de que la reedición de material antiguo del número anterior debería haber supuesto un respiro, volvemos a encontrarnos aquí con tropiezos gráficos que estropean el resultado global. Los dibujos de un cada vez más agobiado Barry Smith no mejoran en absoluto, más bien lo contrario, con la intervención de nada menos que tres entintadores de estilos dispares: Sal Buscema, Dan Adkins y Chic Stone.
Para entonces, Smith ya había decidido, ahora sí definitivamente, abandonar Marvel y,

De esta forma, la historia en dos partes de Red Sonja concluyó magistralmente con “La Canción de Red Sonja” (nº 24, marzo 1973). En ella, la pelirroja tienta a Conan prometiéndole sus favores a cambio de que la acompañe en su intención de irrumpir en la cámara del tesoro del palacio real para robar algo. No tarda en quedar claro que Sonja ha manipulado y utilizado a Conan, quien se da cuenta de que ha encontrado su igual. Al final de ese número, mientras arrolla a Conan con su caballo y se pierde en la distancia con su botín, Sonja le dice: “Mis labios no los tocarán los de ningún hombre, cimmerio, salvo los del que me derrote en el campo de batalla…¡Y eso no lo conseguirás ni siquiera tú!”. En sólo dos

“La Canción de Red Sonja” fue uno de los mejores comics de la Marvel de los setenta, el clímax –y canción del cisne- de la colaboración de Roy Thomas y Barry Smith en una colección, “Conan el Bárbaro”, que no sólo cambió la editorial y le permitió sobrevivir en los malos tiempos que se avecinaban sino que, además, proyectó su sombra sobre toda la industria. Este último episodio fue la integración perfecta de genialidad técnica y éxito artístico, un logro que se realizó sin sacrificar ni la calidad de la historia ni la caracterización de los personajes. La combinación de todos esos elementos convierte a este número no sólo en el estándar por el que todos los comics deberían medirse, sino en el punto álgido de las carreras de Thomas y Smith. Aunque ambos seguirían aportando obras de calidad al medio, nunca volverían a establecer el mismo grado de empatía artística con otros colaboradores como la que ellos compartieron.
Y aunque es cierto que su trabajo en la serie de Conan en general sirvió de inspiración a toda una

La obsesión de Smith con el detalle y su compromiso con el realismo, hizo del mundo Hibóreo de Conan un entorno de fantasía de tal exuberancia que consiguió lo imposible: cambiar la imagen que los fans tenían de Conan, del musculoso bárbaro pintado por Frank Frazetta (que durante años había adornado las portadas de las novelas de Howard) por la de su propia interpretación. Y, sin embargo, su intención no fue nunca apabullar al lector colocando bellas instantáneas una al lado de otra, sino que todo su innegable talento gráfico quedaba supeditado al verdadero objetivo que Smith nunca perdió de vista: narrar una historia.
Pero el trabajo de Smith no hubiera sido suficiente para poner a Conan en lo más alto del podio.


Nadie lo podía haber previsto entonces, pero este número de “Conan el Bárbaro”, lejos de ser un avance de la grandeza que estaba por venir, fue en realidad el clímax de una época. Sí, los aficionados aún podrían leer magníficas historias en el futuro. Al fin y al cabo, Roy Thomas permaneció en la colección y en el número 25 (abril 1973), Smith fue sustituido por aquel en quien originalmente se había pensado para dibujar al personaje tres años antes: John Buscema, quien permanecería asociado a Conan durante década y media. Pero la magia de esta primera etapa se extinguió pronto, siendo sustituida por

De todas formas, Thomas y Smith aún tendrían un último momento de gloria con Conan, aunque no en la colección mensual.

Barry Smith, disponiendo ahora de más tiempo y libertad, alcanzó un nivel estético y narrativo absolutamente magistral: su línea delicada, clasicista, capaz de reflejar tanto momentos de ternura como de brutal violencia, los intrincados fondos ya fueran naturales o urbanos, la sutileza de sus figuras y la habilidad con la que construía el suspense o la claustrofobia. Aunque el artista parecía haber alcanzado su cénit en el nº 24 de la colección regular, “La Canción de Red Sonja”, su visión de Conan carecía del toque final que aseguraría su inmortalidad. Ese toque era el

Aunque en la serie a color se habían hecho algunos esfuerzos para reflejar los sangrientos resultados de las batallas y enfrentamientos en los que participaba Conan, no se podía obviar la vigilancia del Comics Code Authority aun cuando sus normas se hubieran relajado tras la edición de los nº 96 y 97 de “Amazing Spiderman” (los conocidos como “números de las drogas”). Pero ahora, dado que “Savage Tales” se distribuía sin el sello del Comics Code, Smith fue por fin libre de reflejar toda la sangre que antes sólo había podido sugerir. Y para ello, él y Thomas no pudieron haber elegido mejor historia que “Clavos Rojos”, uno de los más extraños relatos largos escritos por Howard. Repleto de terror, violencia, torturas sádicas, muertos vivientes y tensión sexual, la historia era perfecta para la línea editorial de “Savage Tales”. Y, además, fue tan fiel esa adaptación que hubo que dividirla en dos entregas, aunque los lectores debieron esperar varios meses entre una y otra. Stan Lee no se sentía muy seguro respecto a las ventas y tardó en dar el visto bueno a un tercer número de la cabecera, que

La primera parte de la historia comienza con una elaborada secuencia mostrando cómo un vagabundo Conan une fuerzas con una de las mujeres guerreras típicas de Howard, Valeria de la Hermandad Roja, antes de que ambos acaben explorando la misteriosa ciudad de Xuchotl, una urbe amurallada y completamente techada. Pero antes de eso, el lector ya ha asistido a varios momentos maravillosos servidos por Smith, incluyendo a Conan alanceando un estegosaurio en la página 13; o golpeándolo con su espada mientras gira su cintura en la plancha 15; o, dos páginas, después, la entrada de ambos compañeros en la aparentemente desierta ciudad. Una vez dentro, ambos se verán envueltos en la cruel y silenciosa guerra que libran dos facciones enfrentadas por antiguos agravios.
Barry Smith nunca pretendió que su Conan fuera el vivo reflejo del de Howard. Siempre le

El número de “Relatos Salvajes” se completaba con la bella ilustración de Smith para un poema de Howard titulado “Cimmeria”. Dejando aparte reediciones de sus historias e ilustraciones sueltas, esa fue la última incursión de Smith en el mundo de Conan. En el tintero quedaron los planes de Roy Thomas de adaptar con él la novela “La Hora del Dragón”, en la que el bárbaro se convierte en rey de Aquilonia; o posibles colaboraciones para la nueva revista en blanco y negro para adultos dedicada exclusivamente al personaje, “La Espada Salvaje de Conan”.

En 1974, Roy Thomas abandonó las labores nominales de editor asqueado por la política de la editorial con los autores y agotado por la sobrecarga de trabajo, siendo sustituido por el dúo Len Wein-Marv Wolfman. Thomas, no obstante, consiguió mantener vivo el entusiasmo y la pasión por los personajes propios de un fan. Negoció con Marvel y mantuvo un puesto especial como guionista y editor de sus propias series,

A Thomas no le había resultado fácil sacar adelante su corazonada. Fue una apuesta arriesgada en su momento: Conan no era un personaje propiedad de la casa, estaba fuera de la continuidad en la que se movían el resto de sus héroes disfrazados, inserta en una temática ajena a lo que resultaba familiar para los lectores de Marvel, protagonizada por un personaje tan carente de superpoderes como de humor y escrúpulos, difícilmente integrable en los puritanos parámetros del Comics Code y dibujado por un artista prácticamente novel que se internaba en arriesgados experimentos estilísticos y narrativos que poco tenían que ver con la tradición del comic book americano.

Además, Marvel se benefició de la quiebra, en 1974, de Lancer Books, que tenía los derechos de publicación de las novelas y relatos de Conan. Esa circunstancia hizo que durante casi diez años, la única forma de acercarse al personaje de Howard fueran los comics que publicaba la editorial. “Conan el Bárbaro” vendía todos los meses la espectacular cifra de 250.000 ejemplares, a lo que había que sumar las ventas de “La Espada Salvaje de Conan”. Eventualmente, ello llevaría a Hollywood a producir una película de imagen real sobre el bárbaro, protagonizada por un joven e inexperto Arnold Schwarzenegger y sobre la que prefiero no hablar.
El éxito de la traslación de Conan a las viñetas llevó a la creación de otros personajes “bárbaros”

Conan, en definitiva, cambió no sólo las vidas y carreras de Roy Thomas y Barry Smith, sino toda la industria del comic book.
Creo que Arnold Schwarzenegger estará en deuda con todos los fans de Conan hasta que haga Conan Rey de Aquilonia. Hay rumores, pero nunca se han consagrado. Por cierto, hay un magnífico podcast sobre Conan que te dejo por si interesa. Saludos: https://gabrielrosselloblog.wordpress.com/2017/03/08/la-leyenda-de-conan-el-cimmerio/
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