27 sept 2022

2006- DOCTOR EXTRAÑO: EL JURAMENTO – Brian K.Vaughan y Marcos Martín

 

El Doctor Extraño ha sido siempre un personaje secundario al lado del relumbrón popular del que gozan otros superhéroes, quizá porque la problemática propia de los personajes mágicos (¿qué pueden hacer y cómo? ¿sus poderes son ilimitados? ¿cómo representar sus capacidades?) no atraía a muchos guionistas, que probablemente no sabrían que hacer con ese extraño mundo mágico multidimensional en el que se movía el hechicero.

 

Miembro de los Defensores durante mucho tiempo, el Doctor Extraño le debe al guionista Brian Michael Bendis su recuperación y mejora de estatus al incluirlo como uno de los Iluminati en la colección de los “Nuevos Vengadores”. Pero las diversas miniseries que trataron de dar impulso a una posible cabecera regular, no obtuvieron una buena recepción entre los lectores (ni siquiera la escrita por J.Michael Straczynski en 2004). 

 

No mucho después, con el Hechicero Supremo aún huérfano de colección propia, le llega el turno a Brian K.Vaughan, que ya a comienzos del nuevo siglo había destacado como guionista de series aclamadas como “Los Runaways”, “Y, el Último Hombre” o “ExMachina”. Arrinconada por toda la expectación que levantó el evento “Civil War” en Marvel, en 2006 se publica “El Juramento”, una miniserie de cinco números, completamente aislada de lo narrado en ese famoso crossover y en la que Vaughan regresa a las bases del personaje tal y como fueron asentadas por Stan Lee y Steve Ditko en 1963. Es una aventura que se caracteriza por su sencillez, su ritmo y su carácter de fábula moral.

 

Al enterarse de que su fiel sirviente Wong tiene un tumor cerebral incurable, el Hechicero Supremo de la Tierra se obsesiona por encontrar un remedio y viaja a una dimensión paralela para robarle un elixir mágico a un demonio. Antes de administrárselo a su amigo, lo envía a uno de sus antiguos colegas médicos para que lo analice, descubriendo que, involuntariamente, ha entrado en posesión de una panacea universal. El preciado líquido es robado de su Sancta Santorum por un mercenario, el Bandolero, que deja gravemente herido al mago.

 

Wong lo lleva a la consulta de la Enfermera de Noche, una cualificada doctora que atiende en solitario una clínica clandestina en la que cura a superhéroes heridos en el curso de sus andanzas y que no pueden acudir a los hospitales para no comprometer su identidad secreta. Ésta le extrae la bala y le hace una cura de urgencia, empeñándose luego en acompañar a Strange y Wong en la investigación para encontrar tanto al elixir y como al responsable.

 

Vaughan consigue contar una historia que es entretenida tanto para los aficionados y conocedores del personaje como para aquellos que nada sepan de él. Para ello se ayuda de flashbacks propiciados por la inclusión de un personaje ajeno al círculo habitual del héroe, Linda Carter, la Enfermera de Noche, que Stan Lee creó en 1961, antes de Los Cuatro Fantásticos, sólo para ser olvidada durante mucho tiempo hasta que Brian Michael Bendis la rescatara un par de años antes para su etapa en “Daredevil”. Es cierto que Strange no tiene una de esas continuidades realmente complicadas e impenetrables para el lector no comprometido con el personaje, pero Vaughan elige utilizar un villano y una trama ajenas a su pasado… editorial, que no biográfico, ya que en esta miniserie los conecta al mismo origen del héroe.

 

La historia tiene un buen ritmo y ofrece giros argumentales, toques de humor, dilemas bastante profundos y un villano razonablemente complejo en sus metas y motivaciones. Hay ideas inteligentes y escenas muy bien resueltas que sitúan a “El Juramento” por encima del nivel de “aventura del mes”. El clímax entre Strange y el villano, por ejemplo, es poco previsible en su desarrollo. Vaughan consigue añadir significado y peso a las escenas que transcurren en el presente alternándolas con otras del pasado al tiempo que se rompe la linealidad narrativa. En una época en la que tantas historias menores se estiraban (“descomprimían”, según el término al uso) para rellenar varios números, “El Juramento” es una miniserie que merece exactamente la extensión que tiene, cinco episodios, ni más ni menos.

 

La historia no carece de puntos flacos, sin embargo. Por ejemplo, resulta un tanto incómodo colocar como motor de la trama un elixir que cura todas las enfermedades conocidas, porque es imposible no imaginar el final (difícilmente Marvel querría conservarlo con la alteración de todo su universo que ello conllevaría). Aún así, aunque preveamos que la cura no acabará salvando a la Humanidad, todo lo que gira en torno a su robo (cómo, por qué, quién) sigue sosteniendo bien la historia, por no hablar de la incertidumbre acerca del destino de Wong (recordemos que en ese punto Extraño era un personaje secundario sin colección propia y que el guionista bien podría haber tenido libertad para deshacerse de sus personajes adláteres). También resulta muy obvio y tópico la naturaleza corporativa del auténtico villano tras la conspiración (y que aquí, de todas formas, no revelaré para no incurrir en spoilers a los lectores menos avispados).

 

He mencionado también la presencia de humor, lo que le da un toque cómico a ciertas escenas. Ahí está, por ejemplo, el rápido intercambio en la sala de espera de la clínica entre Araña y Puño de Hierro (“Sí, soy Puño de Hierro. No, no sé dónde está Powerman. Somos socios, no pareja”). Pero en otras ocasiones ese humor parece un tanto autoconsciente, lo que agrieta la sensación de realismo o drama, de que está en juego algo que puede cambiar el destino de la Humanidad. Es el caso, por ejemplo, de esos rápidos intercambios verbales cargados de ironía entre la Enfermera y Strange, propios de una comedia de los años 30, durante la operación a vida y muerte en el cuerpo del primero; o en el enfrentamiento del mago contra un horrible monstruo lovecraftiano que ha destruido la clínica de la Enfermera. Tampoco me resulta satisfactorio el desenlace de ese combate. Si la intención de Vaughan al hacer que Strange utilice la pistola personal de Hitler era desmitificadora, cómica o irónica, no creo que haya tenido éxito en ninguno de los casos.  

 

En este sentido, la historia diluye algo ese halo de reinos místicos, entidades inenarrables, sesudas filosofías orientales y planos dimensionales que había envuelto las aventuras clásicas del personaje. Sí, tenemos incursiones en otras dimensiones y combates mágicos, pero “El Juramento” es más un thriller urbano que una odisea mística. La utilización de la magia es menos barroca visualmente y no requiere de esas pomposas invocaciones de seres extradimensionales.

 

Teniendo en cuenta sus réplicas ingeniosas y sarcásticas y su vena un tanto arrogante y ruda (en un momento dado dice que tiene muy poca paciencia con la Ley), podríamos preguntarnos si este Doctor Extraño es el mismo que en su día escribieron, por ejemplo, Steve Englehart o Roger Stern, casi siempre caracterizado por cierta presuntuosidad y circunspección. Distintos guionistas siempre vierten parte de sí mismos en sus personajes, así que no hay que escandalizarse por tener aquí a un Hechicero Supremo algo diferente, más cercano al lector, del que nos tenía acostumbrados Marvel.

 

Como todos los grandes héroes del Universo Marvel, Strange se convirtió en un defensor del Bien tras experimentar una situación personal muy complicada y reinventarse a sí mismo, lo que no le ha impedido seguir viéndose atormentado por sus fracasos y debilidades. Cirujano egocéntrico y soberbio, ponía su talento exclusivamente al servicio de pacientes que le proporcionaran fama y dinero. Un accidente de automóvil dejó los nervios de sus manos dañados para siempre y, por tanto, quedó incapacitado para ejercer su profesión. Buscando desesperadamente una cura, conoció en el Himalaya al Anciano, un místico que le tuteló en su reconversión en Hechicero Supremo de la Tierra.

 

Vaughan sabe cómo volver a contar rápidamente el origen del personaje para un público moderno, integrándolo además de forma orgánica en la propia trama e hilando distintas hebras de su pasado para desembocar en un clímax final en el que deberá tomar una decisión de vida o muerte. De hecho, ese pasado suyo como médico es central en toda la historia y el propio título de la miniserie no hace referencia a algún abstruso encantamiento sino al juramento hipocrático. Esta declaración que prestan todos los estudiantes de medicina al graduarse y cuya forma actual se adoptó tras la Segunda Guerra Mundial incluye la frase: “Me comprometo solemnemente a consagrar mi vida al servicio de la Humanidad”; pero también esta: “ La salud y la vida del enfermo serán las primeras de mis preocupaciones”. Ambas podrían servir también para un Hechicero Supremo, pero en el caso que nos ocupa, entran en contradicción: ¿Debe Strange salvar a su paciente (Wong) a costa de sacrificar una posible cura para todas las enfermedades de la Humanidad? ¿Vale la vida de un hombre, de su amigo más fiel, la de incontables seres?

 

Por eso, puede que “El Juramento” no sea la historia definitiva del Doctor Extraño, pero desde luego sí nos cuenta mucho sobre él. Wong, por su parte, recibe un tratamiento más sofisticado y un peso en la trama mucho más prominente del habitual en las historias de Extraño, lo cual supone un aporte muy bienvenido. Por ejemplo, se nos cuenta cómo, además de encargarse de los asuntos domésticos y de seguridad del Sancta Sanctórum de Extraño, fue él quien lo adiestró en las disciplinas marciales.

 

El dibujo de Marcos Martin (que volvería a colaborar con Vaughan años después en la muy recomendable “Private Eye”) no sólo es muy eficaz y estéticamente acorde a la historia, sino que en bastantes momentos recuerda al del propio Steve Ditko. Quizá no conjure tan bien ese mundo de ensueño, magia y misterio que tan bien supieron plasmar Ditko, John Brunner, Gene Colan o Paul Smith, pero tampoco es justo utilizar a esos gigantes del comic como vara de medir a los demás. Martín tiene una línea definida, clara y agradable, define bien los fondos y las figuras y su narrativa es clara. Aunque de vez en cuando se permite alguna composición poco ortodoxa, no abusa de espectacularidades vacías para impresionar continuamente al lector. Las transiciones entre lo mundano y lo sobrenatural están bien plasmadas y resiste la tentación de retratar a los personajes con el glamour propio del género de superhéroes. Así, Strange es un hombre ya maduro con el físico de un estudioso más que de un atleta; igualmente, la Enfermera de Noche ya no es una jovencita sensual sino una mujer de cierta edad con los rasgos bien marcados. El color de Javier Rodríguez, sobrio y suave, complementa bien el aspecto gráfico.

 

Hay muchos aficionados en el mundo de los comics de superhéroes que parecen valorar la continuidad por encima de cualquier otro factor. Para ellos, una “gran” historia es aquella que causa un impacto sobre la realidad de los personajes, una lectura obligatoria por las muchas repercusiones que tendrá lo que en ella sucede para el futuro de los protagonistas. Sin embargo, muy a menudo, ese tipo de historias tienden a ser un tanto endebles, demasiado autoconscientes y preocupadas por dejar huella, dejando en un plano secundario las bases de la narración gráfica.

 

“El Juramento” recoge un personaje que había quedado algo marginado en el Universo Marvel y lo deja al final más o menos en el mismo punto (con la única adición de una posible relación sentimental con la Enfermera de Noche, algo que futuros guionistas del personaje prefirieron ignorar). Y eso es un valor en sí mismo porque conforma una historia autocontenida que se despliega y desarrolla ante los ojos del lector, ofreciendo unos cuantos giros, jugando con la narrativa e incluyendo algunos puntos morales dignos de reflexión. Existe en sí misma y no para preparar el siguiente gran crossover de la editorial o anunciar una posterior serie regular. Es por eso que es una aventura muy recomendable tanto para los conocedores del personaje como para aquellos recién llegados con interés en introducirse en su mundo.

 

 

1 comentario:

  1. Tengo esta historia en mi biblioteca y tiene todo lo que podrías esperar de un guion profundo y personajes sólidos habituales en Vaughan, la delicadeza en los trazos y narrativa gráfica de Martin y todo lo bueno que implica un cómic de superhéroes.

    ¡Gracias por la reseña!

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