16 dic 2019

1999- BATMAN: GUERRA CONTRA EL CRIMEN – Paul Dini y Alex Ross


Tras su tratamiento del Hombre de Acero en “Superman: Paz en la Tierra”, el equipo formado por el guionista Paul Dini y Alex Ross pasó a dar su visión del Caballero Oscuro en esta novela gráfica que trata de profundizar en el origen, motivaciones y vida cotidiana de Batman/Bruce Wayne enfrentándolo, como fue el caso de Superman, a problemas del mundo real. Si en el comic de aquél fue el hambre en el mundo y la imposibilidad de resolver el problema de forma sencilla, en este es la relación entre pobreza, sufrimiento y crimen.



Tras un repaso rápido –e innecesario a no ser porque seguramente Alex Ross quería dar su propia interpretación de esas imágenes icónicas- al origen de Batman, se nos muestra la forma en que éste combate contra el crimen y cómo Wayne se relaciona con los tiburones financieros de Gotham. Éstos quieren remodelar completamente la zona de la bahía, donde el cierre de negocios y fábricas ha provocado desempleo y, consecuentemente, pobreza, desesperación y crimen.

Una noche, aunque Batman atrapa a un atracador, no lo hace sin que éste antes mate a los padres de un joven, Marcus, al que de repente se le ha arrebatado todo. Batman no puede evitar verse reflejado en ese muchacho y el resto del relato, mientras lidia con un sospechoso proyecto de remodelación urbana tanto en su identidad de Wayne como de Batman, es una excusa para que el protagonista reflexione sobre el crimen, sus consecuencias sobre las víctimas y los diferentes caminos que éstas pueden acabar tomando. Al final y aunque sabe que nunca podrá acabar con esa lacra, el héroe halla cierto consuelo en saber que cada pequeña victoria, aunque parezca insignificante, supone una esperanza no sólo para aquellos a los que ayuda, sino para él mismo en su búsqueda de redención.

A ojos de la ley, el promotor inmobiliario Randall Winters no es un criminal. Pero sí es éticamente cuestionable en tanto empresario sin ningún tipo de consideración por las vidas que va a arruinar su rentable plan urbanístico. En concordancia con el tema subyacente de toda esta serie de álbumes unitarios, el problema que se le plantea a Batman es uno que nos resulta muy familiar en nuestro propio mundo y que carece de fácil solución. La inmensa riqueza y recursos de Wayne, sin embargo, le dan la llave para, al menos en ese caso, marcar la diferencia y cambiar lo que parecía ineludible. Esta resolución se antoja floja desde el punto de vista narrativo.

Ni siquiera Batman es el responsable del hundimiento de Winters, al menos en su vertiente de héroe de acción. Su papel principal es otro e igualmente importante: evitar que la tragedia del joven Marcus acabe empujándole a una vida de delincuente. En este sentido, el guión está más acertado por cuanto Batman triunfa no gracias a su habilidad como luchador sino a su empatía, su humanidad y su sinceridad, unos rasgos que no suelen aflorar en el personaje dado que la mayoría de los guionistas de las últimas décadas han preferido optar por la versión taciturna, sarcástica y oscura.

Batman y Gotham presentan para el estilo pictórico y fotorrealista de Alex Ross desafíos
gráficos muy diferentes a los que le había planteado Superman. Ross, acostumbrado a plasmar a los superhéroes como dioses, no acaba de acertar plenamente en esta ocasión. Por supuesto, sus páginas siguen siendo espectaculares, pero en una historia en la que la pobreza y la decadencia urbana son tan importantes, no parece capaz de reflejarlas con el impacto requerido. Las escenas que tienen lugar en la zona de la Bahía parecen más decorados cinematográficos que auténticos escenarios de ruina humana y arquitectónica. Ross, que en otras ocasiones presta una gran atención al detalle, dibuja aquí lo justo para construir fondos muy genéricos que podrían corresponder a cualquier zona de cualquier ciudad. En una viñeta, por ejemplo, vemos un callejón oscuro con un vagabundo durmiendo en una caja de cartón, pero el resto de la calle está limpia y ordenada. En cambio, está mucho mejor retratado todo lo que tiene que ver con el otro Gotham, el de las clases más acomodadas, escenas para las cuales Ross recrea una especie de glamour deudor del de los años cincuenta.

El problema que plantea Batman es de una índole diferente. Como demuestran varias de las adaptaciones que se han realizado a cine o televisión, lo que funciona bien en las páginas de los comics no siempre lo hace en el mundo real y la técnica de Ross, de un naturalismo fotográfico, no termina de cuajar en un Batman convincente en lo que a su traje se refiere, sobre todo porque Ross elige –como en sus interpretaciones de otros superhéroes clásicos- vestirlo con su viejo traje de licra gris y negra, sin sofisticación tecnológica de ningún tipo. El personaje tiene mejor presencia cuando se halla en un plano más alejado o parcialmente oculto. Con todo y con eso, sigue siendo un tebeo gráficamente impresionante cuyas figuras parecen saltar fuera de la página. Los personajes, ya sean principales o meros transeúntes, son absolutamente verosímiles.

Por otra parte y en relación al disfrute visual del comic, se presenta un problema en cuanto al
formato de publicación. Originalmente, se publicó como un comic de formato tabloide, lomo engomado, papel brillante y con una molesta tendencia a combarse. Una desventaja dado que Ross elige narrar buena parte de la historia con páginas dobles y el formato impide abrir cómodamente el comic, perdiendo parte del impacto visual buscado. Una edición alternativa y posterior recoge esta obra junto a otras de Dini y Ross, pero dado que el tamaño de la página es menor, la calidad visual también sufre.

“Guerra Contra El Crimen” no es una historia convencional de Batman. Y no sólo porque esté narrado en primera persona y no haya ni un solo bocadillo ni diálogo. Tiene más corazón y reflexión que acción y sus 64 páginas se antojan demasiadas para lo que en el fondo se nos cuenta. Pero también es un tebeo sencillo de leer, respetuoso con el personaje y con un dibujo muy por encima de la media del género. No es la mejor historia de Batman que pueda leerse, pero sí un buen recordatorio de por qué es un héroe tan grande y querido.



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