2 ene 2019
LOS CUATRO FANTÁSTICOS de Lee y Kirby (8)
(Viene de la entrada anterior)
“Los Cuatro Fantásticos” nº 10 nos había contado que el supergrupo vivía en el mismo universo que los autores de sus comics, Lee y Kirby y, por tanto, que el nuestro. El siguiente número, el 11 (febrero 63), continuaba esa idea, centrándose no en la simple acción o la resolución de un problema estúpido (una práctica común en DC era el de realizar primero una portada llamativa y extravagante como “Las Tres Esposas de Superman” y luego inventar una historia que casara con esa ilustración), sino en un inserto de 11 páginas titulado “Una visita a Los Cuatro Fantásticos”. A los aficionados les gustaba el colorido y la acción, claro, pero de repente también parecían interesados en los propios personajes: quiénes eran, de dónde venían, que les motivaba y, en el caso de los FF, los entresijos privados de sus miembros. Y Stan Lee decidió incluir una historia sin acción alguna en la que los personajes hablaban directamente al lector.
El que a Lee se le ocurriera publicar esto en un comic de superhéroes es una prueba de la fuerza que estaba cobrando esta nueva dimensión en los lectores. Pero aunque la historia ofrecía mucha información del pasado de los personajes, su exposición se realizaba con ese tono humorístico y autocrítico que Lee pronto extendería a toda la línea de comics. La historia se abre con una página-viñeta mostrando una fila de clientes de todas las edades esperando turno en un quiosco de barrio… para comprar el último número de los FF. Ya en el recibidor del edificio Baxter, encontramos al cartero del grupo, Willy Lumpkin.
El atribulado cartero de los FF tiene su propia historia. En los días previos a la Edad de Plata los superhéroes aún estaban por renacer y muchos creadores de comic book trataban de buscarse las lentejas en otros medios, particularmente las tiras de prensa. Stan Lee y su compañero de Timely, el dibujante Dan DeCarlo consiguieron vender una tira en 1960 protagonizada por Willy Lumpkin, el cartero de una pequeña localidad. La tira no sobrevivió más de catorce meses, pero Lee recicló al personaje para los FF.
Nos enteramos a continuación de que el acceso al ascensor privado del grupo sólo puede ser activado por una señal de sus cinturones. Ya en los pisos que conforman su cuartel general en el edificio Baxter, los FF comienzan su rutina diaria abriendo la correspondencia de los aficionados. La Antorcha anuncia que se val al garaje a trabajar en su coche y Mr.Fantástico trata –otra vez- de revertir a La Cosa a su forma humana. El experimento fracasa y Richards, Ben y Sue rememoran viejos tiempos. Reed y Ben se conocieron en la universidad (el primero estudiaba ciencias y el segundo se concentraba en los deportes) y mientras que el primero parecía provenir de una clase alta, el segundo tenía unos orígenes sociales más humildes. Más tarde ambos se alistaron para luchar en la Segunda Guerra Mundial, Reed en el servicio secreto (los fans lo podrían ver en acción unos meses más tarde en el nº 3 de “Sargento Furia y sus Comandos Aulladores”) y Ben como piloto de caza en los Marines –este episodio se borraría más tarde de la continuidad por ser temporalmente imposible).
La relación entre Sue y Reed se hace más explícita cuando éste dice: “Siempre has sido tú, desde que éramos pequeños, viviendo puerta con puerta”. Y hablando de la Chica Invisible, una de las cartas que revisan parece disgustarla profundamente. Resulta que hay fans que han escrito diciendo que no era más que una carga para el equipo y que debería desaparecer. Lee responde con contundencia a través de las palabras de un indignado Mr.Fantástico. Un pastel de cumpleaños parece aliviar la tensión.
Lo cierto es que este intento de difuminar la línea entre realidad y ficción fue recibida con cierta indiferencia por los lectores. Al fin y al cabo, aunque les gustara pensar otra cosa, aquéllos querían ver a sus héroes en acción, no charlando durante páginas y páginas. Tras este episodio, todo regresó a la “normalidad”. Ya no habría más cruces entre los Cuatro Fantásticos y su “comic” -excepto por una pequeña anécdota en el nº 34- ni charlas de tú a tú de los personajes con los lectores. Tampoco volverían a aparecer Lee y Kirby en sus comics con la salvedad de un pequeño cameo humorístico en el Anual nº 3.
El número se cerraba con el enfrentamiento del grupo contra El Hombre Imposible, una historia que aunaba acción y humor absurdo, una aventura que recibió tanto correo negativo que Lee prefirió aparcar el personaje hasta que Roy Thomas le sugirió retomarlo en los años setenta. En cuanto a Kirby, éste le dijo a un entrevistador que había sido la peor idea en la que había trabajado durante su estancia en Marvel. Y, con todo, Stan reeditó el episodio en el Anual nº 3 y Jack Kirby lo inmortalizó en su legendario sketchbook de los setenta: un volumen que contenía sólo 134 de los incontables personajes que dibujó. Ni siquiera Johnny Storm pasó la selección.
Tras las prodigiosas innovaciones de los seis primeros números, la serie enfrió su ímpetu y moderó su progresión. El periodo subsiguiente sería una especie de compás de espera en lo que a guiones se refiere, pero como compensación adquirió una estética consistente gracias al entintado de Dick Ayers. Puede que no fuera el mejor artista de la industria, pero sus trazos neutros le dieron a la colección un look característico.
En este nuevo periodo el principal obstáculo creativo fueron siempre los villanos. Muchos de ellos eran de tercera fila, perdedores: ridículos, aburridos y unidimensionales, como Kurrgo, el Hombre Imposible y el Fantasma Rojo. Cuando comparas estos primeros villanos de los 4F con el rico catálogo de malvados que Stan y Steve Ditko crearon para Spiderman, se hace evidente cuál era el talón de Aquiles del equipo Lee-Kirby. Probablemente esta es la razón de que los dos principales adversarios del cuarteto, el Dr.Muerte y Namor, volvieran una y otra vez hasta casi saturar a los aficionados.
Por otra parte, su punto fuerte residía en el sólido tratamiento de los personajes. La Cosa, con el tiempo, adoptó un slang típico de Brooklyn que compensaba con su chispa su metafísica angustia vital. Ben se dirigía a Reed como “estirado” (stretcho), hacía oscuras referencias a una misteriosa Tía Petunia, maldecía a la despreciable banda de la Calle Yancy e incorporó exclamaciones sonoras como “Es la hora de las tortas” (en el nº 22, enero 1964).
Un año había bastado para que Marvel superara sus repetitivas y mediocres historias de monstruos espaciales y los reemplazara por estos llamativos héroes. Y lo hizo con enorme éxito: aunque DC Comics se llevó la mayor parte de Premios Alley aquel año, la Academia del Comic Book votó a los Cuatro Fantásticos como “mejor título”.
El año 1963 fue el de la consolidación del Universo Marvel. Stan Lee fue mezclando los personajes que había ido creando en otras colecciones. Con ello no sólo hacía publicidad de otros títulos de la casa y animaba a los lectores a comprar las aventuras del héroe invitado, sino que su ficción ofrecía una ilusión de realidad: si todos ellos vivían en Nueva York, lo lógico es que se encontrasen de vez en cuando. Y eso a los lectores les encantó. En “Amazing Spiderman” nº 1 (marzo 63), el arácnido superhéroe solicita su ingreso en los 4F –es rechazado al exigir un sueldo por sus servicios- Fue el aval de unos personajes ya populares a un recién llegado que, con los años, les superaría en fama. Aquel mismo mes, en el nº 12 de Cuatro Fantásticos (marzo 63), aparece Hulk en su primer enfrentamiento contra La Cosa.
Fueron estas iniciativas las que hicieron de Stan Lee uno de los mejores editores del medio. Esos crossovers “polinizaban” los títulos, presentando a los aficionados de un solo título al resto de personajes de la compañía al tiempo que levantando un universo densamente poblado que serviría de semillero de nuevas ideas a los guionistas. Decía Lee: “Pensé que haciendo que los personajes se encontraran unos a otros y se involucraran en sus respectivas historias haría que todo fuera más realista. Y, naturalmente a los lectores les encantaba cuando se montaba una pelea”.
Los combates entre héroes estallaban a menudo debido a malentendidos, desencuentros que resultaban verosímiles a causa, precisamente, de sus imperfectas personalidades. En este caso, además del combate entre un Hulk egoísta, algo malvado y paranoico y una Cosa aún dominada por la rabia de haberse convertido en un ser monstruoso, se dio inicio a una rivalidad entre ambos personajes que duraría mucho tiempo. La Antorcha mantenía su propio duelo con Rick Jones, tratando de impresionarle con sus poderes sin darse cuenta de que Rick es el único conocedor del secreto de Hulk. Este matiz presumido y chulesco de la Antorcha sería transferido con alguna modificación al personaje de Spiderman (cuyo primer número, ya lo he comentado, salió a la calle el mismo mes que este episodio de los FF).
La aparición de Hulk como artista invitado coincide con la publicación aquel mismo mes del último número de su propia colección, el 6. Parece que la decisión de cancelar ese título fue algo precipitada y tomada en el último momento ante el volumen de ejemplares sin vender devueltos por los distribuidores. Lee había albergado la esperanza de que un cambio artístico de última hora (de Kirby a Ditko) más un crossover con la colección insignia de la casa, podrían salvar de la quema a Hulk.
El tiempo nos ha revelado que la aparición de Hulk en este número bien podría haber sido más perjudicial para el personaje que otra cosa. En pocas ocasiones la portada de un comic prometía tanto y su historia ofrecía tan poco. Lo que debería haber sido un bombazo de acción y suspense resultó –con la excepción de la portada de Kirby- una decepción. Guionista y dibujante estiraron la historia hasta el punto de que la acción no comenzaba hasta la página 17 (de 23). Al final, el esperado enfrentamiento se reducía a tan sólo tres páginas sin demasiada gracia. Lee y Kirby compensarían con creces este bache la próxima vez que los dos colosos cruzaran sus caminos.
Harry Donenfeld, fundador de DC Comics, llevó una vida casi legendaria. Pero su director editorial e hijo, Irwin Donenfeld, no estaba a la altura de su padre. Harry regañaba constantemente a su vástago delante del personal de la empresa e Irwin afirmaría más tarde que el cofundador de la editorial, Jack Liebowitz, se comportaba más con él como un padre que el suyo propio. Una de las decisiones editoriales más cuestionables de Irwin fue que los monos vendían comics. Al parecer, allá por 1951, un número de “Strange Adventures” en cuya portada aparecía un gorila, se vendió excepcionalmente bien, así que Irwin decidió que debía entre los aficionados debía existir una especie de oscura afición por los simios. Pronto, Superman se encontró luchando contra un supergorila llamado Titano y Superboy se hizo con una nueva mascota, Super Mono. Hubo historias de complemento protagonizadas por Congorilla y Bono el Chimpancé Detective. Y en 1958 apareció incluso un BatMono.
Alguien le debería haber avisado a Stan Lee de que no debía dejarse arrastrar por esa absurda fiebre. La idea de combinar en FF nº 13 (abril 1963) un malvado cosmonauta comunista con un trío de supersimios fue una de las ideas menos inspiradas de Lee.
Eso sí, semejante fallo quedaba hasta cierto punto compensado por el encuentro del equipo –los primeros hombres en llegar a la Luna en el Universo Marvel- con un extraño y sabio ser residente en la Luna, el Vigilante. Esfinge de neutralidad, se alzaba estoico y pasivo ante los sucesos apocalípticos que tenían lugar a su alrededor sin tomar parte en ellos. Fue el primer “secundario” de la colección y el primer personaje divino-cósmico de Kirby. El Vigilante era un adelanto de las futuras aventuras cósmicas del cuarteto, miembro de una especie de mitología espacial al que a no mucho tardar se unirían Silver Surfer, Galactus o los Kree. Como curiosidad, digamos que esta fue la primera historia de los FF entintada por el enigmático Steve Ditko. La segunda y última llegaría en el Annual nº 1. Según declaró el propio Lee, siempre consideró a Ditko como el mejor entintador del temperamental dibujo de Kirby, apreciación con la que no estoy en absoluto de acuerdo.
Tras el número entintado por Ditko, regresa Dick Ayers en el 14 (mayo de 1963) junto al Príncipe Namor en su quinta aparición en las páginas de esta colección. La aventura comienza cuando Reed descubre a Sue explorando con una cámara remota las profundidades submarinas, buscando a Namor. El conflicto sentimental de Sue con Sub-Mariner está lejos de resolverse. Éste tenía motivaciones y defectos con las que ella podía identificarse. Los fans de la revista se sentían intrigados por el extraño poder que Namor parecía tener sobre una Chica Invisible emocionalmente indecisa.
El padrastro de Alicia Masters, el andrógino Amo de los Muñecos, vuelve de su aparente muerte en el nº 8 para obligar a Namor con sus poderes a enfrentarse otra vez con los Cuatro Fantásticos y así conseguir su venganza a través de él. Namor secuestra a Sue con el fin de convertirla en cebo de una trampa. El plan del Amo de los Muñecos fracasa por la intervención de un pulpo gigante y el rey de Atlantis permite al grupo dejar sus dominios submarinos en paz después de que la influencia de aquél haya desaparecido. El elemento más extraño de la aventura es que Alicia, la novia de Ben, acompaña al equipo en su aventura aún cuando su presencia no aporta nada desde el punto de vista narrativo.
A partir de este número 14 comenzaría a imprimirse en la esquina izquierda de las portadas un pequeño recuadro de colores mostrando las caras de los personajes, el precio del comic y el nuevo nombre de la compañía: Marvel Comics. Parece ser que esa denominación fue idea de Steve Ditko. Por fin, la línea de comic books de Martin Goodman había conseguido una identidad propia y diferenciada tras lanzar sus colecciones sin el sello de editorial alguna desde 1957. Irónicamente, Stan Lee, cuyo propio nombre acabaría siendo sinónimo de Marvel, fue partidario de recuperar el antiguo nombre de Atlas, pero Goodman insistió en el nuevo. Había dado instrucciones al personal para que le sugirieran algunas de las palabras que aparecieran en los comics mejor vendidos de su catálogo, como “Astonish”, “Suspense”, “Uncanny” …o la ganadora: “Marvel”
(Continúa en la siguiente entrada)
A mi me encanta el Fantasma Rojo y los 3 supersimios.
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