Como muchos superheroes de largo recorrido, Iron Man ha tenido una historia cíclica. Tras su enfermedad cardiaca crónica, el alcoholismo de Stark pasó a ser uno de los temas recurrentes en su trayectoria y central en dos arcos argumentales importantes, “El Demonio en la Botella” y “La Saga de Stane”, la última de las cuales dio origen al villano Obadiah Stane para la primera película del personaje. Otro de los eternos problemas de Stark es el de mantener su avanzada tecnología fuera del alcance de sus enemigos, algo que también sirvió de base para el guión de la segunda entrega cinematográfica. Este último desafío tuvo su origen en una de las más famosas sagas de Iron Man: “La Guerra de las Armaduras”.
Sobre la etapa de David Michelinie, Bob Layton y John Romita Jr en la colección de “Iron

Era una situación que el editor del título, Mark Gruenwald, no quería perpetuar so pena de ahuyentar definitivamente a los lectores y poner en peligro la propia continuidad de la veterana colección. Así que se puso en contacto con Michelinie y Layton para negociar su regreso a la serie, cosa que consiguió a partir del número 215 (febrero 87), aunque no contando ya con Romita Jr (que, además de haber aumentado su categoría profesional no se hablaba con Layton a causa del abandono de éste de Iron Man años atrás). Ambos coguionistas

Lo primero que hizo el nuevo equipo de guionistas fue soltar lastre y tomar las riendas de la colección. Cerró las líneas argumentales que no le interesaban, como la carrera espacial que había iniciado Stark construyendo una estación orbital, o las intrigas con IMA; se libró de personajes con los que no simpatizaba (Clytemnestra Erwin), recuperó otros de la antigua etapa (la señora Arbogast) e inventó alguno nuevo (Marcy Pearson como nueva relaciones públicas e interés amoroso de Rhodey).
Ahora bien, a pesar de que la serie había mejorado considerablemente en interés y que estaba recuperando el enérgico tono que Michelinie y Layton le habían insuflado años atrás, su equipo creativo sentía que no contaba con el esperado apoyo por parte de Marvel. Una noche, Michelinie, Layton y el editor ayudante de la serie, Howard Mackie se reunieron con el gran jefe en ese momento –aunque ya por poco tiempo-, Jim Shooter, en un restaurante italiano para poner en común ideas y argumentos. Layton expresó su insatisfacción por la falta de publicidad que la editorial estaba dándole al personaje; pensaba que él y Michelinie junto al dibujante Mark Bright, estaban haciendo buenas historias que merecían más apoyo por parte

Con esa premisa, “Iron Man” tomó una nueva dirección y Marvel, esta vez, sí, apoyó la idea con una campaña publicitaria bajo el título genérico “Stark Wars” (“La Guerra de las Armaduras” fue la denominación que se utilizaría luego para los tomos recopilatorios). “Es el momento para el Vengador de comenzar la Venganza”, rezaba el anuncio que apareció en los comics de la casa antes de que la saga comenzara en el número 225 (diciembre 87).
En el primer episodio se pone de manifiesto que en el Universo Marvel abundan los villanos acorazados que utilizan tecnologías muy avanzadas. Al examinar el equipo de un villano derrotado, Fuerza, Tony Stark averigua que éste contiene algo inquietamente familiar. Cuando investiga más a fondo, se da cuenta de que muchos de sus adversarios con armadura utilizan variaciones de los diseños que él mismo inventó para Iron Man, diseños tan secretos que ni siquiera se atrevió a patentar. Pues bien, inmediatamente queda claro que alguien –que

Cuando las autoridades no se muestran dispuestas a actuar con decisión y rapidez, Stark pide ayuda a un antiguo empleado suyo, Scott Lang (alias el Hombre Hormiga) para recuperar de los ordenadores de Hammer el fichero con los criminales receptores de la tecnología robada. Y a continuación toma una decisión que sabe que lo va a llevar por un camino espinoso: encontrar a todos aquellos que portan su tecnología o variaciones de ella y someterlos a un ingenio que quemará los chips dejando inservible la armadura correspondiente. Al mismo tiempo, un experto informático de una subsidiaria de Stark, pondrá en circulación por internet un gusano autorreplicante que borrará los planos de la tecnología de la armadura de cualquier ordenador ajeno a las Empresas Stark. Así, en el curso de su cruzada, Iron Man se enfrentará al Zancudo, el Escarabajo, el Controlador o los Saqueadores.
El verdadero problema es que muchos de sus aliados también utilizan la tecnología de las armaduras diseñadas por Stark y éste no está dispuesto a dejar que alguno de sus enemigos

El tormento por sentirse culpable de las muertes provocadas por sus enemigos con su tecnología, le ha llevado al término de la saga a comprometer el futuro de su empresa, perder su reputación, arruinar la vida sentimental de su incondicional amigo Rhodey, enemistarse con el Capitán América, ser expulsado de los Vengadores y perseguido por SHIELD y el gobierno americano. Aún así, no ceja en su empeño y para enfrentarse a la última amenaza, una imparable armadura diseñada por Edwin

Al término de la saga, Stark parece haber conseguido su objetivo. No sólo ha eliminado todas las armaduras existentes con su tecnología sino que ha engañado al mundo haciéndole creer que la persona que ocupaba la armadura roja y plateada ha muerto. Puede reanudar su vida, reconstruir lo que ha perdido en su cruzada y levantar la empresa a la que tenía abandonada. Su intención es destruir la armadura que acaba de fabricar para evitar que alguno de sus componentes vuelva a caer en malas manos. El último capítulo de la saga, el 232 (julio 88), es una larga pesadilla en la que Stark debe hacer frente a la culpa por haber permitido el robo de sus armas y al término de la cual comprende que: “Me creía con fuerza para enfrentarme a la culpa…para negarla. Pero seguía mordiéndome como…en fin, una bestia insaciable. Mi subconsciente ha sido más listo que yo. Sabe que no podré destruir a la bestia. Sólo puedo aceptarla. Admitirla como parte de mí. Reconciliarme…y seguir adelante como pueda el resto de mi vida”.
De la misma forma que la anterior etapa de Michelinie y Layton en la serie redefinió, actualizó

Pero sobre todo, es aquí donde empiezan a emerger la paranoia y tendencias controladoras de Stark. El remordimiento de las muertes causadas por el mal uso de su tecnología lo lleva a un comportamiento impulsivo e irracional que, de hecho, acaba provocando una muerte. En este punto, Stark llevaba años tratando de deshacerse de su pasado como fabricante de armas. Como alcohólico en perpetua rehabilitación, sus problemas para controlar sus impulsos también están presentes en la historia.

Tengo poco que decir respecto al apartado gráfico. Mark Bright es un dibujante del montón, eficaz pero poco imaginativo, alguien que no lleva a nadie a comprar sus comics simplemente por el dibujo. El entintado de Layton, sobre todo a la hora de dibujar esas armaduras centelleantes, mejora algo el resultado –no en vano ha sido uno de los artistas más influyentes a la hora de conformar

“La Guerra de las Armaduras” está considerada todavía hoy como una de las mejores sagas del personaje y no sin razón. “El Demonio en la Botella” supuso en su momento un auténtico aldabonazo no sólo para Tony Stark/Iron Man sino para el propio comic de superhéroes. Puede que “La Guerra de las Armaduras” no tenga ese carácter transgresor y sea una historia más conformista, pero también es más madura, está mejor narrada y sufre de menos apresuramiento y desorganización que aquélla. Michelinie y Layton aumentan la tensión episodio a episodio, haciendo que el protagonista deba hacer sacrificios cada vez más dolorosos hasta perderlo casi todo, armadura incluida, antes de sobreponerse y triunfar. Es una historia de obsesión, remordimientos y deseo de justicia, con abundante acción, tratamiento de personajes, una premisa interesante y temas de calado como la responsabilidad sobre las propias creaciones, los límites de la justicia y la ética, la sensatez –o falta de ella- de los ataques preventivos, el coste del compromiso y el peligro de las obsesiones. Es sencilla de seguir y no requiere de un profundo conocimiento del mito del personaje, al cual redefinió para los años siguientes –y en buena medida hasta hoy- como un hombre poderoso dentro del Universo Marvel, implacable y obsesivo, respetado por unos y odiado por otros.
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