(Viene de la entrada anterior)
A la hora de planificar el siguiente episodio de la Guerra Kree-Skrull, el nº 94, que llegó a los quioscos en septiembre de 1971, el equipo creativo titular de “Los Vengadores” no disfrutó del lujo (o, si se prefiere, soportó la carga) de contar con 34 páginas, como había sido el caso del número anterior. En lugar de eso, este episodio, con precio de portada 20 centavos, ofrecía sólo 23 (al no reducir el precio a los originales 15 centavos, el resultado de la maniobra fue una subida del 30% en el precio ofreciendo la misma cantidad de material).
Esa reducción no hizo que Roy Thomas abandonara la
estructura elegida para esta saga, a saber, dividir cada episodio en capítulos
con sus respectivos títulos inspirados por conocidas obras de ciencia ficción.
Así, el primer segmento lleva el encabezamiento “Más que Inhumano”, que hace
referencia a la novela de Theodore Sturgeon “Más que Humano” (1953).
A pesar de la grave situación a la que se enfrentan los Héroes Más Poderosos de la Tierra tras la conclusión del episodio anterior (recordemos que el Super Skrull había secuestrado a Mercurio, la Bruja Escarlata y el Capitán Marvel mientras el Capitán América, Goliath, Iron Man, Thor y Rick Jones luchaban y derrotaban a otros tres skrulls), la página-viñeta con la que se abre la historia roza lo cómico: uno de los derrotados skrulls, sujeto por Thor, se infla como un globo mientras el Capitán le inyecta un tranquilizante. Neal Adams, famoso por su estilo fotorrealista, parece estar disfrutando aquí del reto de representar de forma convincente el poder metamorfo de los Skrulls.
Desde la Mansión, los Vengadores contactan con Reed Richards
y le relatan su encuentro con los alienígenas, reconociéndolos éste como el
mismo trío contra el que lucharon los Cuatro Fantásticos y a los que
hipnotizaron para que adoptaran la forma y la mente de unas vacas en el segundo
número de su propia colección. La conversación le brinda a la Cosa la
oportunidad de volver a menospreciar groseramente a los Vengadores, como ya
hiciera en el número 92. Sin embargo, en esta ocasión, al lanzar la pulla fuera
del contexto de una audiencia gubernamental, al menos resulta algo más
gracioso: “iHabéis tenido suerte de no
toparos con el Super Skrull!. Ése sí que tenía nuestros poderes. Ese sí que os
habría aplastado”. Reed, avergonzado, le regaña: “¡Por el amor de Dios, Ben…!” “Pues lo habría hecho”, insiste su
amigo.
Pidiendo a los Vengadores que perdonen a su incorregible
compañero, Mister Fantástico, recordando que falta uno de aquellos skrulls
convertidos en vacas, promete revisar sus archivos para ver si encuentra alguna
información que ayude a nuestros héroes a descifrar los planes de los
alienígenas. Esto deja a los Vengadores cavilando sobre el otro misterio que
tienen entre manos: el paradero de la Visión, a quien no han visto desde la batalla
del final del número 93. El sintozoide había volado tras la nave del Super
Skrull y utilizado su poder de alteración de la densidad para colarse en su
interior y escuchar al alienígena decirle a Marvel que está sirviéndose de las
especiales ondas cerebrales de los gemelos mutantes para encontrar el escondite
de los Inhumanos. Ésa era la razón por la que se los llevó. Su deseo de
destruir Attilan responde a que los Inhumanos fueron originalmente una creación
de los Kree y, como se desvelará en el próximo número, el hermano del rey Rayo
Negro, Máximus, había prometido apoyar a los Kree en la guerra en curso. Visión
trata inútilmente de detenerlo, pero cuando el skrull dispara su arma, ésta
impacta con el campo de fuerza que rodea a la ciudad de los inhumanos y que
tanto los protege como les impide salir.
El papel que jugaron los Kree en la creación de los
Inhumanos se había revelado en 1967, en una historia de complemento que se
publicó entre los números 146 y 152 de la colección de Thor (noviembre 67-mayo
68) y en la que se narró el origen de esa especie desconocida por gran parte de
la Humanidad. Se trató de un ejercicio de retrocontinuidad que añadía nueva
información a la que los lectores ya conocían de los Inhumanos, los cuales
habían debutado en el nº 45 (diciembre 65) de “Los Cuatro Fantásticos” (aunque
Medusa ya llevaba dando mal desde el 36, marzo 65). El campo de fuerza que
rodea su ciudad, entonces sólo conocida como Gran Refugio, se desplegó en el
número 48 (marzo 66). Los Kree, por su parte, fueron creados por Stan Lee en
1967, medio año antes de que en “Thor” nº 147 (diciembre 67) se revelara que
uno de sus experimentos con los primeros Homo sapiens había dado como resultado
la especie de los Inhumanos.
Sin embargo, había otro concepto en esta escena que sí fue
nuevo para los lectores, a saber: la noción de que existía algún tipo de
afinidad (al menos a nivel de "ondas cerebrales") entre los Inhumanos
(Inhomo supremis) y los mutantes (Homo superior). En “Thor” nº 146, se había revelado
que los Inhumanos inducían mutaciones en sus niños sometiéndolos a las Nieblas
Terrígenas. Podemos presumir que esas mutaciones son las que producen unas
ondas cerebrales similares a las de los mutantes humanos.
Curiosamente, y al parecer por simple coincidencia, había una historia guionizada por Gerry Conway con una temática similar que se estaba desarrollando paralelamente en “Amazing Adventures” nº 9 (noviembre 71) y en la que Magneto confundía a los Inhumanos con mutantes. Y digo que fue coincidencia porque hay muchos indicios que apuntan a que los equipos creativos que desarrollaban respectivamente “Los Vengadores” y el serial de los Inhumanos en “Amazing Adventures”, trabajaban en la casi total ignorancia del trabajo que realizaban unos y otros.
El segmento termina con la Visión abandonando la nave tras
darse cuenta de que no es rival para el Super Skrull y que un combate podría
dañar a la dormida Wanda, de la que se ha enamorado aunque no esté preparado
para admitirlo: “Dejo mi corazón a bordo
de esa nave estelar, en caso de tener un corazón”.
Y aquí empieza el segundo capítulo, titulado “1971: Una Odisea Espacial” en claro homenaje a la película de Stanley Kubrick estrenada tres años antes. Ahora bien, lo que verdaderamente llama la atención es el cambio de dibujante. Neal Adams desaparece para dejar paso a John Buscema
Por supuesto, Adams y Thomas, como en todo lo referente a su colaboración en esta saga de “Los Vengadores”, tenían versiones diferentes de las circunstancias que llevaron a Buscema a dibujar las diez siguientes planchas. No voy a dar mayor credibilidad a una sobre la otra, pero sí apuntaré algunos hechos que pueden arrojar alguna pista sobre lo sucedido.
Agosto de 1971 fue el mes de los Giant-Size de Marvel, un
formato que derivaba de la decisión tomada unos meses antes por parte de Martin
Goodman respecto a ampliar las páginas de los comic-book normales de 32 a 48
páginas. Sin embargo y como he apuntado al principio, casi inmediatamente, la
extensión de los comics volvió a verse reducida a 32 páginas. Evidentemente,
todos los que trabajaban en Marvel habían previsto que los cómics programados
para septiembre tendrían 48 páginas y un precio de portada de 25 centavos. Para
cuando el personal y los creadores freelance se enteraron del brusco giro
editorial y que volvían a las 32 páginas y 20 centavos, la producción de los
comics de ese mes ya había comenzado y el equipo editorial y los creadores
tuvieron que esforzarse para adaptar su contenido al nuevo formato antes de la
fecha límite de la entrega a imprenta. En algunos casos, historias ya
realizadas de 34 páginas tuvieron que dividirse en dos y buscar material de
relleno para aumentar el número de planchas de cada una de esas mitades, que
saldrían en meses consecutivos.
Para el nº 93 de “Los Vengadores”, Neal Adams había
entregado una historia de 34 páginas meticulosamente dibujada a lápiz… que
salió a la venta el mismo mes que DC Comics publicaba “Green Lantern/Green
Arrow” nº 86 (el segundo de la famosa “saga de las drogas”) y que, podemos
imaginar, Adams dibujó simultáneamente a “Los Vengadores”. Esto nos da una idea
de lo muy ocupado que estaba siempre Adams. Si se estaba retrasando en el
número de páginas que le habían encargado para el nº 94 (y todo el mundo parece
coincidir en que nadie en la editorial esperó nunca que dibujara más de unas 20
páginas), no es sorprendente que, en medio del caos al que se enfrentaban
Thomas y el resto del equipo creativo de Marvel, éste, en su rol de editor
asociado, decidiera buscarse una póliza de seguro asignando uno de los
capítulos del número 94 a John Buscema, aun cuando esa no fuera la solución
ideal para nadie.
Y, por supuesto, si había que contratar a un artista que
pudiera acercarse a la calidad de Neal Adams y que, además, estuviera
familiarizado con los personajes, ¿quién mejor que John Buscema? Al fin y al
cabo, no sólo había dibujado por entonces más números de “Los Vengadores” que
cualquier otro artista de la casa aparte de Don Heck, sino que también había
colaborado frecuentemente con Tom Palmer, quien, casualmente, entintaba el
número 94j completo. Su distintivo estilo garantizaría al menos cierta
coherencia visual entre los dos capítulos de Adams y el de Buscema.
En este punto, Wanda y Pietro Maximoff están de suerte. La única razón por la que el Super Skrull los había mantenido con vida era, como he dicho, utilizarlos para rastrear el paradero de los Inhumanos. Una vez cumplida esa función, ya no le servían para nada y seguramente los hubiera arrojado al vacío espacial antes de dar el salto hiperespacial a la Galaxia de Andrómeda, hogar del Imperio Skrull. Sin embargo, el villano está demasiado preocupado por su propio regreso del exilio como para dedicar pensamientos a sus prisioneros, así que sale del puente dejando a los hermanos mutantes mirando silenciosamente a su compañero de cautiverio, el Capitán Marvel. Éste imagina lo que están pensando: “Saben que soy un Kree y que los skrulls querrán sacarme información estratégica. Sienten y saben que no traicionaré a mi mundo pese a estar desterrado como el Super Skrull”.
La nave en la que viajan llega al mundo hogar skrull pero,
al acercarse a su capital, son atacados desde el mismísimo palacio imperial. Al
parecer, el Emperador Dorrek aún no está listo para recibir con los brazos
abiertos a quien en su día exilió por considerarlo un rival potencial. En
cuanto la nave aterriza, el Super Skrull sale de ella para presentar batalla. La
escena se traslada a la sala del trono del palacio, donde se encuentran Dorrek
y su hija, la Princesa Anelle. El Emperador Dorrek, séptimo de ese nombre,
apareció por primera vez en el nº 18 (septiembre 63) de “Los Cuatro
Fantásticos”, la misma historia que presentó al Super Skrull. Su sensible y
pacífica hija, la Princesa Anelle, debutó más de un año y medio después, en el
nº 37 (abril 65), en el que el cuarteto viajaba por primera vez al mundo trono
de los skrull.
Para cuando estalló la Guerra Kree-Skrull, el Super Skrull
ya llevaba bastante tiempo exiliado. Desde su primer enfrentamiento con los
Cuatro Fantásticos, había intentado varias veces tomar la revancha solo para
caer derrotado una y otra vez. Como castigo por sus constantes fracasos, fue
relegado a tareas menores de patrulla (“Thor” nº142, julio 67). Pero incluso
después de ser manipulado por Loki para luchar contra el Dios del Trueno, y
posteriormente sufrir un severo castigo, el desafortunado Super Skrull recibió
otra oportunidad de manos de su Emperador. Enviado de vuelta a la Tierra para
descubrir por qué los antiguos enemigos de su pueblo, los kree, habían enviado
a un agente a nuestro mundo —un capitán llamado Mar-Vell—, el guerrero esperaba
no solo recuperar el favor de su emperador, sino también casarse con la
princesa Anelle. Por desgracia para él, sus esfuerzos volvieron a ser en vano,
dado que Mar-Vell volvió el poder de superhipnosis de su adversario contra sí
mismo (“Capitán Marvel nº 3, julio 68), obligándolo a abandonar su misión y
regresar al espacio exterior, donde permaneció, aún en exilio, hasta que se le
ocurrió el plan que ahora acaba de llevar a cabo.
Un plan que, incluso sin destruir el Gran Refugio, no le
había salido nada mal. Y, sin embargo, en lugar de ser aclamado como un héroe
conquistador, el veterano Super Skrull se encuentra aprisionado en el interior
de una esfera de energía especialmente diseñada para contrarrestar sus poderes.
En este punto, el patético villano desaparece de la saga. Regresará en “Capitán
Marvel” nº 25 (marzo 73), trabajando para un amo en la sombra que resultará ser
Thanos.
Dorrek ordena que los prisioneros del Super Skrull sean
llevados a su presencia. Lo que realmente le interesa es el secreto de la
Omnionda, un invento kree que, además de ser “el único medio de comunicación instantánea entre galaxias”, puede
adaptarse como arma de destrucción masiva. Obviamente, Mar-Vell se niega a
revelar el secreto, pero el emperador no tarda en identificar su punto débil.
La Convención de Fornax le prohíbe torturar al kree, pero ese acuerdo no se
aplica a los terrícolas, así que transporta a Wanda y Pietro a una arena donde deben
enfrentarse a una bestia salvaje. Pero la verdadera amenaza son unos pequeños
seres vegetales que se multiplican rápidamente (parecidos a los Tribbles de “Star
Trek”) y que amenazan con asfixiar a los hermanos mutantes. Para salvarles la
vida, Mar-Vell accede a cooperar. Anelle, mientras tanto, se convierte en un
incordio. Sí, es una princesita sensible y generosa y su padre un villano de
manual, pero sus constantes quejas y lamentos acaban por resultar cargantes.
Aquí termina el segundo segmento del capitulo. A pesar de que Tom Palmer entinta a los dos dibujantes de este número, el cambio de un segmento al otro es patente. Es imposible pasar por alto el contraste entre la narrativa más melodramática y condensada de Buscema, muy al estilo Kirby, y el enfoque más rompedor y detallado de Adams. También es evidente que Buscema no había visto el trabajo de Adams en el número anterior antes de ponerse a dibujar sus páginas, porque el diseño de la nave skrull cambia por completo. Además, de repente tiene tripulación, y los cautivos del Super-Skrull están retenidos en posición vertical en vez de horizontal. El guionista Roy Thomas intenta arreglar la incoherencia insertando una línea de diálogo que sugiere que el Super Skrull contaba con una nave nodriza en órbita, con la que se reunió tras despegar de la superficie con una más pequeña.
El tercer capítulo retoma la acción en la Tierra y a Neal
Adams como dibujante. Su título es “He Aquí los Mandroides”, homenaje a la
novela corta de CF “He Aquí al Hombre” (1966), de Michael Moorcock, ampliada
más tarde a formato de novela y publicada en 1969 (y cuya versión en comic,
firmada por Doug Moench y Alex Niño, aparecería más tarde en el nº 6 –noviembre
75- de una revista de Marvel en blanco y negro, “Unknown Worlds of Science Fiction).
En el nº 91, los lectores habían conocido a los tres técnicos gubernamentales a los que los Vengadores habían salvado en el Ártico de la máquina involucionadora de Ronan el Acusador. Luego, en el nº 92, esos funcionarios habían prestado declaración ante la Comisión de Actividades Extraterrestres presidida por el senador H.Warren Craddock, dejando en mal lugar a los héroes. Y ahora, los encontramos siendo sometidos a la fuerza por Craddock a un artefacto alienígena que reacciona ante la presencia de posibles influencias kree.
Mientras tanto, en la Mansión de los Vengadores, una llamada
de Nick Furia les avisa en clave de que van a tener problemas. Clint Barton,
decepcionado consigo mismo tras fracasar a la hora de detener la nave del Super
Skrull, destruye la última dosis del suero de crecimiento de Hank Pym,
anunciando su intención de abandonar la identidad de Goliath. Sin embargo, el
suero que aún corre por su organismo le permitirá todavía durante un tiempo
conservar su tamaño gigante. Los aficionados más veteranos ya conocen hacia dónde
se dirige esta subtrama, e incluso quienes no sean expertos en Los Vengadores probablemente
puedan aventurar una buena hipótesis. Su regreso al arco y las flechas será
bienvenido por todos, aunque, personalmente, hubiera preferido que Roy Thomas y
Neal Adams hubieran encontrado la manera de hacer que Barton completara esa
transición sin comportarse como un idiota.
Visión llega con sus noticias del paradero de los gemelos
Maximoff pero ya es demasiado tarde: dado que los héroes no han comparecido
ante la Comisión que él preside, Craddock ha enviado a arrestarles a tres
agentes de SHIELD (de los que Furia ya les había avisado) enfundados en unos
trajes acorazados de batalla, los Mandroides, diseñados por Tony Stark para
vencer incluso a sus compañeros de grupo. Una nota al pie de Stan Lee recordaba
que Roy Thomas ya había usado el término “mandroide” una vez para nombrar a un
villano robótico al que se había enfrentado el Capitán Marvel en el número 18
de su colección (noviembre 69). Es difícil culpar al guionista por querer
sacarle un poco más de provecho al nombre (es un vocablo memorable, aunque
también bastante obvio) y, de hecho, estos Mandroides disfrutarían de una
trayectoria en el Universo Marvel mucho más prolongada que la de su homónimo
robótico.
Empieza la batalla contra los Mandroides. Sospecho que no
solo el Capitán América, sino también bastantes fans veteranos de Marvel, habían
olvidado hace tiempo los patines de Iron Man. De hecho, ese gadget se remonta a
bastante tiempo atrás, casi al origen del personaje. Se mencionaron por primera
vez en “Tales of Suspense” nº 40 (abril 63), en la segunda aparición de Iron
Man, mostrándose cinco meses después, en el nº 45. Nadie sabe por qué Thomas
y/o Adams se sintieron obligados a recuperar un accesorio de la armadura a
todas luces innecesario, incluso absurdo (al fin y al cabo, el personaje puede volar).
En la propia historia, intentan explicarlo: Tony Stark diseñó a los Mandroides
para enfrentarse a Los Vengadores, pero ocultó deliberadamente la existencia de
patines en su propia armadura, considerando que ello le podría dar una ventaja
en caso de pelea. Pero es difícil encontrarle el sentido a ese razonamiento
cuando tal ventaja no dura más de tres viñetas, justo el momento en el que tropieza
con los patines y se deja a sí mismo fuera de combate de la forma más
humillante.
Y justo en ese momento, surgiendo de una alcantarilla, se produce la inesperada entrada en escena de Tritón, el inhumano anfibio, visto por última vez en San Francisco (en “Amazing Adventures” nº 7, julio 71), tras intervenir en una pelea entre la familia real inhumana y un grupo de culturistas playeros. ¿Por qué aparece ahora? ¿Es posible que los Inhumanos entren en la guerra de parte de sus creadores originales, los Kree? Esas respuestas se darán en el próximo número, en el que Roy Thomas y Neal Adams resolvieron las tramas que habían dejado pendientes en su etapa de cuatro números del serial de los Inhumanos en “Amazing Stories”, ignorando por completo todo lo que el nuevo equipo creativo de esa serie había estado haciendo con los personajes desde que el dúo dejó la cabecera.
(Continúa en la próxima entrada)
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