(Viene de la entrada anterior)
Tras la ampliación de su línea de comics en 1968, Marvel había experimentado un ligero bajón en las ventas. Ese bache fue suficiente para que Martin Goodman empezara a hablar de recortar gastos. Stan ya había pasado por eso antes, cuando en los años 50, la editorial experimentó graves dificultades y el propietario se marchó de vacaciones a Florida dejándole el encargo de despedir a la plantilla y recurrir al material ya existente en inventario.
Fue aquél un trauma que Lee arrastró durante mucho tiempo y, mientras existieran otras soluciones, no quería volver a pasar por ello. Aún así, no tuvo más remedio que contemplar la idea de pedir a algunos de los mejores artistas de Marvel que buscaran otro trabajo, por ejemplo, John Severin o John Buscema, ya que pensaba que ellos tendrían menos problemas para que otras editoriales les acogieran. Era un pensamiento derivado de una genuina preocupación por quienes trabajaban para él, porque la estrategia adecuada hubiera sido la opuesta: despedir a aquellos con menos talento y conservar a los mejores. Por suerte, no tuvo que hacer nada tan drástico.
Paranoico ante la posibilidad de que el increíble éxito de Marvel pudiera esfumarse, Lee les dio una directriz a sus dos principales pupilos, Roy Thomas y Gary Friedrich: no quería que las cosas cambiaran a partir de ese momento. Los comics debían ofrecer “la ilusión de cambio”, pero luego devolverlos al statu quo anterior. Los guionistas distaron de sentirse entusiasmados, pero era una orden de su editor.
Inseguro incluso acerca de la dependencia que estaba desarrollando Marvel de la narración seriada, Lee hizo otro anuncio en su página editorial, “Bullpen Bulletin”, en los comics de octubre de 1969: “Comenzando tan pronto como sea posible, abandonaremos nuestra política de historias de continuación. Sí, eso significa que trataremos de hacer una obra maestra Marvel completa en cada número. Nuestro trabajo va a ser mucho más duro –tendremos que acortar nuestras tramas, quizá atenuar las subtramas y ajustar nuestro ritmo. Pero es lo menos que podemos hacer por nuestros lectores y será divertido ver cómo funciona”.
Eso significó que la formula de sagas de tres números que había venido ensayando con éxito Thomas en “Los Vengadores”, tenia los días contados. Se publicaría la última, que ya estaba realizada para entonces, pero luego habría que regresar a los episodios autonconclusivos, que no sólo exigían del guionista imaginar nuevos adversarios cada mes (como alternativa al reciclaje interminable de los antiguos) sino que le impedía desarrollar las aventuras con la escala y detalle que merecían.
Por tanto, tras la trilogía en la que Ojo de Halcón asumía la identidad y poderes de Goliath y la de Ultrón Definitivo que vino a continuación, en el nº 69 (octubre 69) comienza la última de las publicadas en ese año, dibujada enteramente por Sal Buscema y Sam Grainger y quizá la más relevante en cuanto a la proyección futura de las ideas y personajes que introdujo.
La trilogía comienza con una escena ligada a lo que por entonces estaba ocurriendo en la colección de Iron Man: Goliath, Chaqueta Amarilla, la Avispa y Visión llegan al hospital para interesarse por el estado de Tony Stark, que está allí ingresado tras los sucesos, según informa una nota en una viñeta de la página 2, narrados en “Iron Man” nº 19, escrito por Archie Goodwin. Nota, por cierto, incorrecta, porque el episodio correcto a revisar era el 18, aparecido sólo un par de semanas antes del de “Los Vengadores”. Allí, Stark sufría un ataque al corazón al término de un asalto a la base de su enemigo Midas y su hija Madame Máscara. Los Vengadores llegaban a tiempo de rescatarlo, someterlo a su ultra-rejuvenecedor y trasladarlo a continuación al hospital.
Por supuesto, hay agentes de SHIELD custodiando al empresario e inventor, habida cuenta de que es su principal proveedor de tecnología. Aunque no se menciona explícitamente, el que los Vengadores se interesen por su estado está relacionado con que es aquél quien los financia y presta su Mansión como base.
Thor llega a continuación acompañado de un médico especialista, el doctor Santini, al que conoce en su identidad de Donald Blake; al mismo tiempo llega también el Capitán América. Es preciso recordar aquí que ninguno de estos dos superheroes –tampoco Iron Man, el alter ego de Stark- era Vengador en activo en aquel momento. Ya he mencionado multiples veces en esta serie de artículos el veto que Stan Lee impuso a Roy Thomas respecto a estos personajes, pero éste hacía ya meses que venía esquivando la prohibición incluyéndolos como “estrellas invitadas”. Esta es otra de esas ocasiones.
En cuanto al doctor José Santini, no fue éste su primer contacto con el mundo de los superheroes, porque ya había aparecido en “Cuatro Fantásticos” nº 68-70 (noviembre 67- enero 68). Allí era secuestrado y sustituido por el Pensador Loco como parte del plan de éste para engañar y destruir al cuarteto. En aquella historia, se le presentaba como un experto en química y radiación cósmica; ahora (como se explicaría con más detalle en “Iron Man” nº 19) resulta ser un experto en tejidos sintéticos y su aplicación a seres humanos. Aún asi, es obviamente la misma persona. Después de todo, en el Universo Marvel de los 60, los genios científicos multidisciplinares eran de lo más corriente.
La Avispa ve lo que parece ser el muñeco de un robot tirado en el suelo bajo un armario. Lo arroja a la papelera y el impacto lo hace crecer y lo devuelve la vida. Sale del cubo y comienza a andar llamando la atención de un par de agentes de SHIELD, que al comprobar la fuerza que tiene y tomándolo como una bomba ambulante, le disparan… sólo para que ello le duplique el tamaño. Irrumpe en la habitación de Stark, coge su cuerpo inconsciente y empieza a pelear contra los Vengadores que tratan de detenerlo. Thor lo reconoce como el Hombre Absorbente, porque ya se había encontrado con él en el pasado (concretamente, en el nº 140 de su colección, mayo 67).
En aquella aventura, obra de Stan Lee y Jack Kirby, el androide (concretamente, un estimuloide, cuyas células artificiales se multiplican con cada golpe que recibe), había sido enterrado por Kang en el siglo XX con el propósito de esconderlo hasta que llegara el momento de utilizarlo contra sus enemigos en su propio tiempo, el futuro lejano (parece un plan bastante absurdo, pero así es como piensan los supervillanos). El Hombre Creciente fue accidentalmente desenterrado en Nueva York y procedió a sembrar el caos, creciendo cada vez más. La batalla con Thor terminó en tablas porque fue Kang el que apareció y “desconectó” a su creación, devolviéndole su tamaño de juguete. A continuación, intentó regresar a su futuro con su invento, pero Thor utilizó su martillo para atrapar la máquina del tiempo del villano en un “vortex infinito universal”. El asgardiano creyó que había conseguido lanzar a Kang y su creación “más allá del Tiempo, más allá de cualquier lugar”, aunque, obviamente como veremos en este episodio, ambos consiguieron eludir ese destino.
Con el Hombre Creciente ya en las calles de Nueva York, Goliath crece hasta su máxima altura para enfrentarse a él, pero desoye las advertencias de Hank Pym y, al hacerlo demasiado rápido, se marea. ¿Resultado? El androide lo tumba de un solo puñetazo. Y entonces el Hombre Absorbente y Stark son atraídos por un rayo transportador al que también se lanzan los Vengadores para materializarse a continuación en la sala del trono de Kang, en el año 4000 d.C. (un momento que Buscema decide representar con una doble página-viñeta bastante lograda).
Un breve combate contra los guardias de Kang precede a la aparición de Pantera Negra, al que el villano también transportó desde Wakanda. Y, efectivamente, Kang confiesa que envió al Hombre Creciente como cebo para atraer a los Vengadores y ponerlos a su servicio. Señala entonces a una cámara en la que se encuentra su amada Ravonna.
La historia de amor entre Kang y Ravonna la contaron Stan Lee y Don Heck en los números 23 y 24 (dic.65-enero 66). Ella era la princesa de un pueblo del futuro conquistado por Kang. Inicialmente, Ravonna se mostró comprensiblemente reacia a los avances amorosos del villano, pero al final se enamoró de él. En el climax de aquella aventura, ella sacrificaba su propia vida para salvar a Kang de morir a manos de uno de sus generales. Los Vengadores (por entonces, el Capitán América, Ojo de Halcón, la Bruja Escarlata y Mercurio) estaban ya regresando a su época vía rayo transportador y nunca llegaron a saber de esa tragedia. Su relación de amor-odio seguirá apareciendo por los comics Marvel durante años, incluyendo versiones alternativas y todo tipo de giros.
Pero la verdadera razón por la que los Vengadores están allí es otra. Un ser de gran poder, el Gran Maestro, se le apareció y le retó a un duelo en el que ambos enfrentarían sus respectivos campeones. Esta es la primera aparición de este personaje, que se convertirá en recurrente del Universo Marvel en las décadas por venir (incluido el cinematográfico, porque muchos años después lo encarnaría Jeff Goldblum en la película “Thor: Ragnarok”). Con el tiempo, se revelaría que era uno de los Primigenios, como el Coleccionista (que había aparecido en los nº 28 y 51), cada uno de ellos tratando de combatir el aburrimiento de la inmortalidad especializándose en algo, en el caso del Gran Maestro, obligando a otros seres poderosos a participar en sus juegos. Para los lectores de 1969, por el momento, no era más que el villano alienígena del mes. Por cierto, que aunque sus interpretaciones artísticas le han rebajado unos cuantos centímetros el tamaño de su cráneo, el diseño básico que Sal Buscema creó ha aguantado medio siglo prácticamente intacto.
Pues bien, si vencía Kang, su adversario le concedería el poder sobre la vida y la muerte, lo que le permitiría revivir a Ravonna. Si pierde o declina participar en el juego, el Gran Maestro borrará la Tierra del plano de existencia. Kang elige a los Vengadores como guerreros. Éstos acceden, pero sólo si Kang envía a Stark de vuelta al hospital para que le operen, una petición que aquél satisface (situación que se resolverá positivamente gracias al doctor Santini en “Iron Man” nº 19).
Es entonces cuando se materializa el Gran Maestro y envía al Capitán América, Goliath y Thor a jugar la primera partida del juego. Sus oponentes, presentados en la última viñeta, son cuatro supervillanos que se hacen llamar el Escuadrón Siniestro: el Doctor Espectro, que esgrime como arma un cristal luminoso; un tipo musculado con una capa y un emblema en su pecho que responde al nombre de Hyperion; Halcón Nocturno, que lleva una capucha con dos protuberancias superiores y un atuendo que le relaciona con la noche; y el Zumbador, un supercorredor.
Y si esta alineación recuerda inmediatamente a Linterna Verde, Superman, Batman y Flash, es porque el parecido es completamente deliberado. El nº 70 (noviembre 69), de hecho, fue el primer crossover entre Marvel y DC, aunque uno no oficial, camuflado y que pocos lectores de la época supieron detectar.
La idea de un crossover entre personajes de ambas compañías era algo con lo que venían soñando desde hacía años los lectores, pero no fue hasta finales de los 60, cuando algunos de aquellos aficionados se convirtieron en profesionales viendo hecho su sueño realidad, cuando empezaron a tomársela en serio. Y así, durante una fiesta en el apartamento del Upper East Side neoyorquino que celebraron Roy Thomas y su mujer, Jean, Mike Friedrich le sugirió una idea subversiva a su anfitrión y otro de los invitados y amigo, Denny O´Neil: hacer una aventura en la que el grupo que guionizaba uno de ellos apareciera en la colección escrita por el otro y viceversa.
Ambos aceptaron el desafío, pero eran conscientes de que sus respectivos jefes no se tomarían a bien lo que sin duda considerarían una travesura concebida por unos jovenzuelos insensatos que desconocían las implicaciones legales de la misma. Así que acordaron hacerlo de forma indirecta, creando personajes que sólo se asemejaran a los de la competencia.
Por la parte de Thomas, el concepto tomó forma como el mencionado Escuadrón Siniestro, una versión retorcida y malvada del grupo de DC. O´Neil cumplió con la suya en el número “JLA” que salió aquel mismo mes, el 75, aunque diluyendo la idea en forma de personajes opuestos a los superheroes titulares con alguna vaga referencia a los Vengadores, como por ejemplo, un anti-Batman que utiliza una tapa de basura como el Capitán América su escudo; o una alusión a Thor que incluye el anti-Superman en una de sus bravatas.
La razón por la que la versión Marvel de la JLA fue mucho más explícita que la de los Vengadores en DC pudo deberse a la diferente situación de cada guionista en su respectiva editorial. Roy Thomas era su propio editor (estrictamente hablando, era Stan Lee, pero tenia un grado de libertad que lo equiparaba a tal) y, con tal de salvaguardar ciertos riesgos legales, podía hacer más o menos lo que le pareciera bien. Pero Denny O´Neil respondía ante Julius Schwartz y es posible que no tuviera tiempo o autoconfianza como para proponerle la idea, tratando en cambio de deslizarla en la historia de forma mucho más indirecta.
Ya he dicho que sólo un puñado de aficionados captaron el homenaje-parodia, sobre todo la del Escuadrón Siniestro, pero no fue el caso de los editores de uno y otro lado. Roy Thomas nunca le dijo a Stan Lee lo que pretendía ni lo que estaba haciendo porque sabía que a éste no le gustaba crear polémicas ni antagonismos con la competencia. Lo mismo ocurrió con Julius Schwartz en DC. Si se enteraron de lo que sus jóvenes protegidos habían hecho no dijeron ni palabra y, no detectando una infracción de los copyright, los abogados no entraron en liza.
A la vista de la ausencia de reacciones, la broma continuó un año después, cuando Mike Friedrich se hizo cargo de los guiones de la “Liga de la Justicia” y pactó con Roy Thomas otro crossover clandestino que se materializó en un nuevo equipo sosias de los Vengadores presentado en la Liga, los Campeones de Angor (JLA nº 87, febrero 71); y en la reformulación del Escuadrón Siniestro como Escuadrón Supremo en “Vengadores” nº 85 (febrero 71). Ya hablaremos de ello cuando lleguemos a ese punto, pero baste decir ahora que en esa ocasión Schwartz sí cayó en la cuenta, regañó a Friedrich y le dijo que no volviera a hacer nada semejante. Marvel, en cambio, no sólo dejó hacer sino que permitió que el Escuadrón siguiera apareciendo en el Universo Marvel hasta culminar en una excelente maxiserie escrita por Mark Gruenwald y de la que ya hablé en su respectiva entrada.
La portada del nº 70, por Sal Buscema, es otra variación del ya familiar cliché gráfico de dos filas de superheroes enfrentados y abalanzándose los unos contra los otros uno a uno, algo que en la colección habíamos visto en el nº 53 y en el Anual nº 2, ambas cubiertas obra del hermano de Sal, John.
Mientras Pantera Negra, Chaqueta Amarilla y Goliath esperan el resultado del combate de sus compañeros contra el Escuadrón Siniestro, el Gran Maestro revela a Kang que su mente está en contacto con su planeta de origen, un mundo de ordenadores vivientes con los que ha creado al Escuadrón. Antes de empezar la batalla, Iron Man se une al Capitán América, Goliath y Thor, los cuales se preguntan brevemente dónde había estado mientras su jefe estaba en poder del Hombre Creciente (los Vengadores aún no sabían en este punto que Stark era Iron Man).
Lo ocurrido con Stark entre el pasado número de “Los Vengadores” y el presente lo habían narrado Archie Goodwin y George Tuska en “Iron Man” nº 19 (noviembre 69): el doctor Santini consigue salvar a Tony utilizando tejido sintético para reparar su corazón. Pero entonces surge uno de esos problemas de continuidad que llevaron a Stan Lee a retirar a los personajes fundadores del grupo en cuanto obtuvieron serie propia. Y es que la historia muestra el éxito de la operación y la esperada recuperación de Stark, siendo anunciado al mundo por el Capitán América. En ese momento, el industrial sigue en el hospital y, justo después de salir, se marcha por su cuenta para cerrar la trama que había quedado abierta con Midas y Madame Máscara. Mientras tanto, en los Vengadores, el Capitán está inmerso en plena crisis con Kang y el Gran Maestro. Si se supone que la escena de “Iron Man” nº 19 tiene lugar después de que finalice la historia en curso de los Vengadores, ¿cómo demonios puede aparecer Iron Man en este nº 70? ¿No debería estar todavía en el hospital?
Volviendo a la historia que nos ocupa, el escueto relato de los orígenes del Escuadrón que hace el Zumbador se desarrollará un poco más (y también se contradirá al menos en un detalle) a medida que avance el episodio. Posteriores apariciones del Escuadrón irán añadiendo más información, pero la esencia de la ingeniosa idea de Thomas queda expuesta de forma bastante clara en la página cinco: como quien interviene aquí son poderosos amos del Tiempo y el Espacio, lo que hizo el Gran Maestro fue algo más que sacarse de la manga unos antagonistas para los campeones de Kang: “Fue sencillo para él retroceder en el Tiempo para alterar las vidas de cuatro de vuestros semejantes terrícolas, convirtiéndoles en supervillanos con poderes como mínimo iguales a los vuestros”. Es decir, lo que hace el Primigenio es moldear toda una Tierra alternativa; y, además, exhibir cierto sentido del “juego limpio”, creando superseres que sean adversarios no completamente invencibles (de lo contrario, ¿qué sentido tendría esforzarse tanto por crear un atleta “sin poderes” como Halcón Nocturno)?
El Gran Maestro informa a los Vengadores de que deben combatir individualmente en diferentes partes del mundo. Iron Man vuela al Tal Mahal (en parte para esquivar las incómodas preguntas de sus compañeros) y Thor utiliza su martillo para enviar al Capitán y a Goliath a sus respectivos destinos. El Capitán América lucha contra Halcón Nocturno en la Estatua de la Libertad. Éste es el único villano para el que Thomas inventa una identidad civil –similar a Bruce Wayne- y que, además, se molesta en informar de ella al Capitán: Kyle Richmond, un aburrido magnate hasta que el Gran Maestro le concede el poder de fuerza aumentada durante las noches, lo que completó el mismo con entrenamiento y diferentes artilugios tecnológicos. Por supuesto, el Capitán resulta vencedor al repeler con su escudo unas cápsulas explosivas cuya detonación noquea a su adversario.
Para la segunda aparición de Halcón Nocturno en el Universo Marvel, en “Daredevil” nº 62 (ilustrado por Gene Colan), Thomas perfilaría mejor su origen, explicando que Richmond había encontrado una fórmula alquímica en un viejo libro cuya ingesta había doblado sus capacidades naturales durante las horas nocturnas… libro que había sido colocado en su biblioteca por el manipulador Gran Maestro. En la siguiente aparición del Escuadrón Supremo al completo, operando bajo las órdenes de Nebulón en “Los Defensores” nº 13 y 14 (mayo-junio 74), Halcón Nocturno se pasará a las filas de ese equipo.
Iron Man se enfrenta al Doctor Espectro en el Taj Mahal. Éste posee un Prisma Sentiente que emite rayos de luz. El Vengador deduce que el cristal sólo puede operar con luz visible y lo contrarresta con un rayo ultravioleta. La noción de un arma portátil que emita luz y que se comunique con su portador es algo que este villano comparte, claro, con Linterna Verde, aunque también en este caso Thomas diferencia a su personaje haciendo que el Prisma no sólo tenga inteligencia propia sino que además sea bastante perverso.
Como ya he apuntado, nada se dice aquí de la identidad secreta del Doctor Espectro y, de hecho, ni siquiera se le ve la cara. Ese vacío les permitiría a los creadores de la siguiente historia en la que participó el personaje, Mike Friedrich y George Tuska en “Iron Man” nº 63-66 (oct.73-feb 74), revelar que se trataba del doctor Kinji Obatu, el ministro de economía de una nación africana. En cuanto al Prisma, resultó ser un Skrull llamado Krimonn, castigado a permanecer atrapado permanentemente en esa forma cristalina por haber intentado derrocar al gobierno de su planeta. Lanzado al espacio para lo que se pretendía fuera un exilio eterno, Krimonn fue interceptado por el Gran Maestro, mejorado con poderes energéticos y luego enviado a la Tierra, donde fue descubierto por el ambicioso Obatu.
Thor e Hyperion combaten frente a la Esfinge. El segundo proviene, según él mismo cuenta, de un mundo situado en un átomo que fue destruido por los experimentos nucleares de los hombres. El Gran Maestro lo agrandó para que pudiera vengar a los suyos con sus poderes de fuerza, vuelo y vision atómica. Claramente, Thomas quería equipararlo con Superman, tanto con sus poderes como con su origen en un mundo ya destruido. Y esto último constituye precisamente la contradicción que antes mencionaba respecto al origen del Escuadrón narrado por el Zumabador al comienzo del número. Justo antes, Halcón Nocturno decía: “Y dad por seguro que os venceremos, aunque sólo seamos terrícolas como vosotros”… una designación que claramente no se aplica a Hyperion (el cual, más adelante, recibiría el nombre de sonido vagamente kryptoniano, Zhib-Ran), a menos que se considere que como su mundo estaba en un átomo de la Tierra, todos los que allí vivían eran terrestres en un sentido amplio.
Pero todas estas disquisiciones perderían su sentido cuando años después se narrara su origen auténtico: el Gran Maestro lo había creado a partir de material peudoorgánico y recuerdos falsos como duplicado del heroico Hyperion, miembro del Escuadrón Supremo que, como decía, se presentará más adelante en esta colección.
El caso es que Thor vence a Hyperion haciendo que su martillo lo encoja y aprisione en una esfera de arena cristalizada. ¿Cómo es eso posible? ¿De dónde sale ese nuevo poder nunca antes visto? Respuesta corta: es magia. Respuesta larga: estos eran los tiempos en los que los guionistas de Marvel trataban a Mjolnir como una varita milagrosa capaz de realizar cualquier truco que imaginaran y que pudiera sacar al asgardiano de apuros.
Por último, Goliath está aguardando a Zumbador cerca del Big Ben, en Londres. Éste tiene la distinción entre sus compañeros del Escuadrón Siniestro de contar con un segundo antecedente además del Flash de la Liga de la Justicia. El Zumbador original había sido un supercorredor cuyas aventuras fueron publicadas por Marvel (llamada Timely entonces) en la Edad de Oro. Creado en 1941 por el dibujante Al Avison y un guionista cuyo nombre se ha olvidado, este Zumbador tuvo su propio título y formó equipo con el Capitán América y otros héroes en el All-Star Squadron, un precursor temprano de los Vengadores que apareció en los dos últimos números de “All Winners Comics” en 1946.
Roy Thomas recuperaría a ese personaje en 1974 para el “Giant-Size Avengers” nº 1, pero, por el momebnto, en 1969, Marvel todavía era reticente a la hora de incorporar a sus antiguos personajes en el nuevo Universo Marvel creado a partir de “Cuatro Fantásticos” nº 1, lo que explica la línea de diálogo de este Zumbador indicando que tomó su nombre de “un viejo héroe de los comics”.
En cuanto a su origen, habría que esperar hasta “Amazing Spiderman” nº 222 (nov 81) para descubrir, gracias al guionista Bill Mantlo y el dibujante Bob Hall, que James Sanders había comenzado como un científico al que ayudó el Gran Maestro creando su pastila de la supervelocidad y asumiendo en primera instancia la identidad de Speed Demon
Pues ahí está Goliath esperando a su contrincante cuando aparece el Caballero Negro a lomos de su caballo Aragorn dispuesto a ayudarle (se había trasladado a Inglaterra en “Doctor Extraño” nº 178 (marzo 69) tras descubrir el origen de sus ancestros en “Marvel Super-Héroes” nº 17 (nov 68). El Zumbador parece poner en apuros al Vengador cuando el Caballero interviene y lo detiene con su Espada de Ébano. Pero Goliath sólo había fingido vulnerabilidad y ahora la interferencia del Caballero le da motivos al Gran Maestro para declarar que en esa primera fase los Vengadores no han tenido una clara victoria. El Caballero Negro jura, en la última viñeta, ir al futuro y compensar su error (viñeta, por cierto, que contiene un error, pues lleva su espada al cinto, mientras que ésta había sido transportada con Goliath a la época de Kang un instante antes).
Esa última viñeta, además, es engañosa. Muestra al Caballero Negro con el puño en alto y, a su alrededor, las cabezas incorpóreas, flotando en el aire, de Kang, el Gran Maestro, los cuatro Vengadores que habían combatido en este número y los miembros del Escuadrón Siniestro. El montaje parece sugerir que todos los personajes que han jugado un papel en la historia, regresarán en el episodio siguiente. Pero, de hecho, el Escuadrón no aparecerá más que en una viñeta resumen. Posiblemente, Thomas y Buscema no estaban seguros en este punto de si el cuarteto de villanos repetiría en el tercer y último capítulo de esta saga, aunque también podría haberse tratado de un intento deliberado de despistar a los lectores. Sea como fuere, en el nº 71, ambos crearán un nuevo equipo antagonista de los Vengadores: nada menos que Los Invasores.
(Finaliza en la siguiente entrada)
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