28 sept 2024

2023- NO SUELTES MI MANO – Duval, Bussi y Cassegrain

 

Tras triunfar entre público y crítica con su colaboración en “Nenúfares Negros” (2019), el dúo compuesto por Frédéric Duval y el dibujante Didier Cassegrain vuelven a adaptar otra novela del popular escritor de thrillers Michel Bussi, en concreto la séptima de su bibliografía, “No Sueltes mi Mano” (2013).

 

La acción se sitúa en un paraje inusual, la exótica isla de Reunión, en el Océano Índico, que políticamente es un departamento de ultramar de Francia y que es conocida por sus playas de ensueño, sus lagunas de color turquesa, sus coloridos mercados y su volcán dormido sólo a medias, el Piton de la Fournaise. Es en este pequeño paraíso turístico, concretamente en el lujoso hotel Alamada, en Saint-Gilles-Les Bains, donde el matrimonio de Martial y Liane Bellion está pasando unos días de vacaciones junto a su hija de seis años, a la que llaman cariñosamente Sofa. Tras un baño en la piscina, Liane sube a la habitación… y ya no vuelve a bajar. Inquieto por el tiempo transcurrido, Martial le pide a una empleada que abra la puerta sólo para encontrar la estancia revuelta y con manchas de sangre en la cama, las paredes y las cortinas. Parece claro lo que ha ocurrido, aunque no hay cadáver.

 

Al principio, el esposo se muestra desolado y cooperador con la policía, aunque no sabe cómo probar su inocencia ante ciertos testimonios del personal del hotel que parecen señalarle como sospechoso para la encargada de la investigación, la testaruda y ambiciosa capitana Aja Purvi, a la que ayuda su segundo y forense criminal, el teniente Christos Konstantinov, apodado el Profeta.

 

Cuando las pruebas se acumulan en su contra, Martial huye con la niña, lo que, para la policía, equivale a una confesión. Se pone entonces en marcha una caza del hombre por la isla. Pero la presa conoce el lugar y resulta ser más escurridizo de lo que nadie había anticipado. Por otra parte, el hallazgo de más cadáveres que de algún modo parecen haberse cruzado involuntariamente con el drama en curso, complica y agrava todavía más la situación. Aja y Christos librarán una carrera contra el tiempo para separar lo real de lo falso y averiguar la verdad que se oculta en el pasado y que constituye la clave del misterio presente.

 

Como no he leído la novela en la que se basa este comic, no puedo valorar la fidelidad a la misma de esta adaptación, pero daré por buena la hipótesis de que el guionista se ajusta a la historia y no añade aportaciones propias, especialmente porque el propio escritor, conocido apasionado del comic, se involucró en el proyecto de traslación de su texto al lenguaje de las viñetas. El trio de autores consigue, sin perder el hilo de la trama principal, ir variando constantemente la perspectiva entre diferentes personajes. Ello no sólo le confiere a la intriga un ritmo muy dinámico que facilita la lectura de las 123 páginas de que consta el álbum e impele a seguir leyendo para averiguar la conclusión, sino que permite ir introduciendo información relevante proveniente de distintas fuentes y, sobre todo, plantar en el lector la semilla de la duda respecto a la culpabilidad del fugitivo. Como todo thriller que se precie, las apariencias son engañosas y se van sucediendo los giros y el suspense aumenta conforme se aproxima el intenso clímax.

 

Eso sí, la historia avanza y concluye a base de encajar quizá demasiados deux-exmachina, más molestos una vez se analiza el conjunto a posteriori que durante la lectura del mismo. Por otra parte, aunque los autores juegan con las escenas, encuadres y montaje para manipular al lector, este truco no termina de funcionar. Por mucho que una cada vez más asustada Sofa se convenza de que su padre ha matado a su madre, ¿por qué entonces se iba a molestar la narración en seguir tan de cerca al asesino? Es demasiado obvio que se nos esconde información que dará una nueva interpretación a los hechos. Cualquier lector avispado dudará de la culpabilidad del sospechoso, aunque ello no menoscabe demasiado el placer de la lectura dado que siempre queda por resolver la identidad y motivos del auténtico culpable.

 

La localización en una isla tropical cumple la función de crear un contraste entre la atmósfera tranquila, relajada, incluso familiar del lugar y la urgencia por resolver una situación de posible secuestro de una niña por parte de un padre asesino. Todo parece transcurrir a un ritmo parsimonioso, la gente se conoce desde siempre y la luz y la exuberante naturaleza invitan a abandonarse sin prisa a los pequeños placeres cotidianos (también se apunta, no obstante, que la isla no es ajena a problemas endémicos de los países desarrollados, como la droga, el desempleo o la prostitución, ocultos a los turistas que sólo se fijan en el exotismo local). Pero esta virtud de las gentes de Reunión se convierte también en fuente de prejuicios para los policías franceses de ultramar, que no consideran a los agentes locales capaces de encargarse del fugitivo y presionan a la temperamental capitana Purvi para que se haga a un lado y les deje desplegar las fuerzas especiales.

 

Quizá el único problema que le encuentro a “No Sueltes mi Mano” (aparte de un desenlace demasiado convencional) sea la caracterización. La historia está tan centrada en la trama (la investigación, la persecución, los giros) que deja de lado la construcción de personajes. Es difícil sentir ira, pena o compasión respecto a Martial, ni siquiera cuando conocemos la solución al enigma enraizado en su trágico pasado. Se nos deja claro que Aja es una mujer de carácter fuerte, testaruda y tenaz, pero también cansada de la indolencia o incompetencia de los agentes bajo su mando y los prejuicios –en razón de su sexo, su etnia mestiza y su origen isleño- de sus superiores del continente. Pero más allá de eso, poco o nada se nos cuenta de su contexto familiar o su pasado que aporte algo más de riqueza y matices a su personaje.

 

El resto del reparto son básicamente comparsas… excepto Christos, “El Profeta”, y su compañera sexual y sentimental, Imelda. Ambos hacen una pareja absolutamente entrañable: un viejo policía amante de la buena vida y su avispada y liberada “cafre” (el término que reciben los negros en Reunión), que tiene cinco hijos de tres padres diferentes y es más astuta y al menos tan valiente como Aja. Christos e Imelda son el corazón emocional del comic, personajes que, contribuyendo de forma esencial a la investigación, también invitan a sonreír con ternura en lo que, por otra parte, es una historia bastante sórdida.

 

En cuanto al tratamiento gráfico, el estilo de Cassegrain, semicaricaturesco y de línea suelta, recuerda al de Miguelanxo Prado. Para empaparse de la atmósfera y geografía de la isla, Cassegrain viajó hasta allí para documentarse, lo que sin duda le permitió acertar en múltiples niveles. Para empezar, representa con eficacia, encanto e individualidad a los abundantes personajes que intervienen en la trama (aunque para algunos lectores puede resultar molesto la falta de volumen y formas alargadas de sus caras). Lo mismo puede decirse de la vida cotidiana en Reunión, un lugar de gran belleza, sí, pero cuyos paisajes de postal no son lo más relevante aquí. Buena parte de la intriga tiene lugar en carreteras, barrios humildes, aparcamientos, edificios oficiales y poblaciones corrientes y poco destacables pero muy bien retratadas.

 

También el paisaje étnico de este microcosmos (en Reunión viven europeos, africanos, malgaches, indios, chinos y mestizos de todo lo anterior, cada grupo con sus propias costumbres y tradiciones) está bien captado gráficamente, un “detalle” nada menor por cuanto tiene su peso en la trama. Aunque los colores son más planos que en “Nenúfares Negros”, el artista, sí captura muy bien la luz y tonos tan especiales que tiene el trópico.

 

“No Sueltes mi Mano” es una historia de intriga emocionante, con buen pulso narrativo, un dibujo mejor de lo que pueda parecer con un primer vistazo superficial y que, gracias a la diversidad de su reparto e inusual entorno, tiene una personalidad propia.


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