18 ene 2024

2023- LOQUIOS – Neus Nadal y Tomeu Pinya





Tener hijos siempre ha sido algo natural. El impulso reproductor, como sucede con todas las formas de vida conocidas, forma parte de nuestro ADN. Durante miles de años, traer progenie al mundo, además, formó parte de lo esperado, incluso exigido, por todas las sociedades humanas. Los matrimonios tenían ese propósito, incluso deber. Nadie lo cuestionaba. Y cuando los hijos no llegaban, era considerado como una desgracia, una vergüenza.

 

A lo largo del siglo XX, los países industrializados empezaron a experimentar una serie de transformaciones en todos los órdenes, entre ellos los modelos familiares y los roles que se esperaba desempeñara la mujer en la sociedad. Hoy, las mujeres pueden elegir casarse o permanecer solteras sin por ello ser cuestionadas o menospreciadas por su entorno; y con esa libertad y los avances biomédicos, vino también la posibilidad, no sólo de controlar la concepción sino de interrumpir el embarazo (aunque esta última cuestión sigue siendo difícil de asumir por ciertos sectores).

 

Ahora bien, toda libertad implica tomar decisiones. Y tener hijos es una de las más importantes para una mujer y su pareja. Y ello, a su vez, significa no sólo asumir las consecuencias de tal decisión sobre uno mismo y sobre quienes le rodean sino, desgraciadamente, soportar las presiones, convencionalismos e intrusiones tanto del entorno más próximo como de un sistema de salud a menudo distante y poco empático. Y ése es uno de los puntos en los que incide “Loquios”, adaptación al comic de Tomeu Pinya de la obra teatral escrita por Neus Nadal, una auténtica píldora concentrada de realidad y emociones que incide sobre aspectos incómodos de la maternidad, el parto y la crianza que la mayor parte de las ficciones deciden esquivar.

 

La historia comienza cuando dos mujeres en situaciones y con expectativas opuestas descubren que están embarazadas. Laura y Miquel llevan tiempo buscando un hijo y cuando, por fin, el test arroja resultado positivo la euforia los invade y se sumergen en los predecibles preparativos: acondicionar un cuarto para el bebé, elegir su nombre, crear un diario con los hitos de la gestación…

 

Para Amanda, en cambio, supone una pésima noticia. Ella y su pareja, Pau, no querían hijos y la noticia les cae como un jarro de agua fría. Si siguen adelante, la vida que tenían prevista ya nunca se hará realidad. Pero, de repente, empiezan a actuar sobre Amanda las presiones de su entorno: Pau, aunque no ilusionado, tampoco se muestra ya reacio a tener al bebé lo cual deja sobre ella la responsabilidad última respecto a continuar la gestación o no; su hermana no hace más que advertirla de las posibles consecuencias psicológicas de un aborto… Amanda, cansada, se rinde y decide seguir adelante con el embarazo aun cuando no siente el menor instinto maternal.

 

Laura, por su parte, pierde al bebé. Ella y Miquel lo intentan una y otra vez, pero, invariablemente, cada proceso acaba en aborto prematuro. Y sobre ella, también, se abate la incomprensión y los argumentos trillados propinados como latigazos bienintencionados por un entorno poco empático. Su suegra cambia su entusiasmo inicial por una retahíla de hirientes tópicos sobre los inconvenientes de los embarazos y su marido pone sobre la mesa las ventajas de la adopción; pero todos esos consejos casi mecánicos y esa incomprensión de su dolor, en lugar de consolarla, la hacen sentirse todavía más sola e infeliz.

 

Las historias de Laura y Amanda son inversas (lo que para una sería una bendición, para la otra se convierte en una maldición) pero temáticamente complementarias, discurren en paralelo -su único punto de contacto es la sala de espera de la ginecóloga- y ambas tienen un sabor trágico y un desenlace en absoluto feliz. De hecho, el comic termina porque los autores ya han expuesto los puntos que deseaban y en algún momento tenían que abandonar a sus protagonistas, pero la historia de las dos mujeres dista de llegar a su conclusión (la última escena, en la que ambas, que nunca han llegado a interactuar, coinciden brevemente en la consulta de la ginecóloga, es particularmente descorazonadora). Frente a Amanda se adivina una maternidad infeliz y probablemente poco comprometida; en cuanto a Laura, cuyo aspecto físico ha ido deteriorándose conforme sus esperanzas de ser madre se disolvían, seguirá inmersa en un largo e infructuoso viacrucis que, podemos aventurar, deberá recorrer en solitario, al menos emocionalmente.

 

Siendo una traslación de una obra teatral, “Loquios” consiste principalmente en escenas de diálogo. A priori, esto puede parecer una limitación severa para las posibilidades narrativas del autor, pero Pinya se las arregla para que las interacciones entre los personajes sean siempre dinámicas y muy expresivas, jugando ocasionalmente con la composición de página para esquivar la monotonía de una sucesión de cabezas parlantes página tras página, por ejemplo, estableciendo montajes paralelos con los que desarrollar simultáneamente la historia de Laura y Amanda, rompiendo los límites y formas de las viñetas o insertando páginas-viñeta que funden diferentes instantes del proceso que atraviesan ambas (particularmente inspirado y eficaz es el que refleja el trauma que acompaña al primer aborto de Laura). No era fácil alcanzar un equilibrio entre las historias de las protagonistas, pero Pinya consigue que ninguna de las dos se sobreponga a la otra en espacio, intensidad o relevancia del mensaje.

 

Por otro lado, los fondos son muy reducidos, incluso esquemáticos, centrando toda la atención del lector en los personajes, retratados con un estilo caricaturesco de línea fina y ágil, pero con un rango expresivo adecuado a las situaciones que viven. Un dibujo que, podríamos decir, refleja perfectamente la realidad sin ser estrictamente realista y que permite identificarse con el dolor, frustración, vulnerabilidad y angustia de las dos protagonistas. Destacar también la utilización del color para separar las respectivas tramas y resaltar el tono emocional de sus experiencias: ocres, amarillos y anaranjados para la esperanzada Laura; y morados y azules para la tristeza y pesimismo de Amanda.

 

“Loquios” es, en definitiva, una obra dura que aspira a revolver conciencias y recordarnos o descubrirnos aspectos de la condición femenina que no por cotidianos y comunes dejan de ser menos duros. Los autores exponen con tanta crudeza como sensibilidad y empatía los momentos más traumáticos de muchas experiencias maternales desde la concepción hasta la crianza; critican los estereotipos y lugares comunes con los que la sociedad sigue tratando de encorsetar a las mujeres; recuerdan la carga emocional que soportan las madres (las que tienen un bebé y las que aspiran a tenerlo, las que lo pierden y las que lo encuentran sin desearlo); nos recuerdan las agresiones psicológicas e incluso físicas de algunos médicos poco considerados para los que sus pacientes son poco más que unas líneas en un informe (las escenas de las revisiones ginecológicas son particularmente incómodas); y reflexionan, en fin, sobre el dolor de la pérdida y la insensibilidad de quienes aconsejan, opinan y enjuician sin comprender ni compartir realmente el dolor del otro.

 

Un tebeo, en fin, mucho más intenso, mollar y cruel de lo que su brevedad y grafismo amable podría hacer suponer y que puede recomendarse a cualquier lector adulto dispuesto a reflexionar sobre las facetas menos reconfortantes de ciertos aspectos de la vida femenina a menudo presentados bajo estereotipos dulcificados; porque ni todas las mujeres quieren ser madres ni lo son cuando el bebé llega, ni todos los embarazos son deseados o terminan bien.

 

 

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