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En septiembre de 1967, aparece el primer Anual de los Vengadores, aunque entonces se denominó “King Size Special” nº 1. En él se ofrecía una historia de duración más extensa de lo habitual en la que se reunían todos los Vengadores, antiguos y nuevos, complementada por algunos pin-ups e ilustraciones (una de ellas, un plano en sección alzada de la Mansión, cimentando la idea de que ésa era su denominación oficial, utilizada solo a partir del nº 38). En aquellos tiempos, los Anuales eran ocasiones especiales, a menudo con historias importantes y de calidad. Por desgracia, no fue el caso del que ahora nos ocupa.
La historia comienza cuando Tony Stark está efectuando la demostración de un equipo para control de motines en una prisión. Mal momento el que elige Arthur Parks (el Láser Viviente, presentado en los nº 34 y 35) para intentar fugarse porque, evidentemente, Iron Man sale a su encuentro. Durante el combate, sin embargo, Parks desaparece envuelto en un rayo de luz. Iron Man asocia el efecto con el ingenio teleportador del Mandarín, pero éste se suponía muerto tras lo acontecido en “Tales of Suspense” nº 86 (noviembre 66). Como todo villano que se precie, sin embargo, escapó. Aquí nos informa de que se teleportó justo a tiempo, una explicación lógica dado que siempre había dominado esa tecnología.
En cualquier caso, Iron Man contacta con los Vengadores (grupo del que él está, recordemos, temporalmente en excedencia) para avisarles de que el villano fugado ha jurado venganza contra ellos (este especial se sitúa inmediatamente después del nº 44, cuando la Viuda Negra aún está en el hospital recuperándose de su misión en China).
Efectivamente, el responsable de la teleportación de Parks es el Mandarín, que lo traslada a su base y le proporciona un nuevo uniforme. El villano ha congregado asimismo a otros viejos enemigos recurrentes de Los Vengadores: la Encantadora, el Verdugo, Powerman y el Espadachín. Le hace también una oferta a Submariner pero cuando éste se niega, lo desintegra fulminantemente (aunque la escena resulta ser un montaje holográfico destinado a impresionar y asustar a sus recién reclutados sicarios). El Mandarín les muestra a continuación un diamante sintético gigante que, asegura, es el arma definitiva que le otorgará control sobre todo el planeta.
Entretanto, Iron Man llega a la Mansión de los Vengadores y es atacado por Hércules, que lo confunde con un intruso. Curiosamente, la policía escucha el jaleo en el interior pero no puede entrar a investigar porque, nos dicen, la Mansión “está fuera de nuestra jurisdicción, como la ONU y el Edificio Baxter”.
Es Thor, que conoce a ambos contrincantes, quien detiene la pelea y aclara la confusión. El asgardiano, que también estaba en excedencia del grupo, ha acudido para alertar a sus compañeros de que la Encantadora y el Verdugo han regresado a la Tierra. Se presentan los Vengadores en activo y el Capitán América menciona que desconoce el paradero de Power Man y el Espadachín desde la última vez que combatió con ellos en “Tales of Suspense” nº 88 (enero 67).
El misterio lo aclara Nick Furia, que contacta con ellos para decirles que los cinco villanos han estado encabezando invasiones armadas en Asia, África y Sudamérica. SHIELD no puede intervenir, dice, porque es una organización norteamericana (a pesar de que su nombre integra la palabra “Internacional”) y pide a los Vengadores que intervengan. El Capitán forma tres equipos y los envía uno a cada teatro de operaciones, mientras él mismo y Mercurio se quedan en la Mansión tratando de averiguar la identidad de la mente maestra tras el plan (en un claro agujero de guion, Iron Man no comparte sus recientes sospechas respecto al Mandarín).
Las zonas que están atacando los villanos y sus ejércitos de mercenarios son todas ellas ricas en diamantes. El Mandarín asegura que bastará con que una de las ofensivas tenga éxito y también, aunque no aclara el motivo, que él no puede liderar personalmente ningún ataque.
Power Man y el Espadachín se encuentran en algún lugar de Sudamérica, aparentemente Brasil, y mientras sus tropas combaten, se trasladan en un aerocohete al Palacio Presidencial, desde donde amenazan con destruir la capital…¡con una espada explosiva voladora de enormes dimensiones! Los encargados de desbaratar el chantaje son Goliath, la Avispa e Iron Man, que acaban descubriendo que los dos villanos trabajan para el Mandarín.
En Asia, probablemente la India, Hércules y la Bruja Escarlata deben verse las caras con unos trolls asgardianos dirigidos por el Verdugo y la Encantadora. No hace falta ser muy avispado para imaginar que se producirá un combate entre dioses por una parte (Hércules y el Verdugo) y hechiceras por otra (la Bruja Escarlata y la Encantadora), una batalla que les llevará a otra dimensión y en la que también intervendrá un Gigante Helado.
En la capital de una nación africana (probablemente Sudáfrica), Thor y Ojo de Halcón van tras el Láser Viviente. Estando el dios asgardiano en la ecuación, no parece una lucha justa así que el guionista se saca de la manga al robot Último (creado por el Mandarín en “Tales of Suspense” nº 76, abril 66), que sí es un adversario a la altura de Thor. Los problemas de éste a la hora de doblegar al androide son un ejemplo típico de cómo los guionistas (antes Stan Lee y ahora Roy Thomas) rebajaban su nivel de poder respecto al que exhibía en su propia serie. Sea como sea, esta pareja de Vengadores también averigua que es la mano del Mandarín la que orquesta el plan.
De vuelta en la Mansión de los Vengadores, El Capitán América ha triangulado la fuente de las transmisiones del Mandarin y, con Mercurio, toma prestado un cohete militar para llegar hasta su base, nada menos que una estación orbital. El resto de los Vengadores, no se sabe cómo, se reúnen con ellos. Como nota curiosa, mientras combate contra el Mandarín, el Capitán se muestra más preocupado respecto a la resistencia de su escudo de lo que lo estaría años más tarde, dado que en este punto no se había establecido todavía que estaba fabricado con una aleación indestructible de vibranium y adamantium.
Es ahora cuando el Mandarín explica su plan maestro: cuando se alimenta con diamantes auténticos, su gema sintética emite un rayo de odio que afectará las mentes de todos los terrestres, creando un caos que le permitirá asumir el poder. Las invasiones lideradas por sus secuaces estaban destinadas a tomar el control de naciones ricas en diamantes naturales.
Los pocos diamantes que el Mandarín ya tiene en su poder son suficientes, sin embargo, para enfrentar a cada Vengador contra el que tiene más próximo: dios contra dios (Thor y Hércules), hermano contra hermana (Pietro y Wanda), viejos enemigos (Ojo de Halcón contra Iron Man) e incluso amigos (el Capitán contra Goliath). La apurada situación la salva la Avispa, pero no en un momento de reivindicación de su personaje como heroína valiente y astuta sino de forma estúpidamente accidental: ella, como los demás, quedó afectada por el rayo de odio, pero como, en su tamaño de insecto, nadie la había visto y se encontraba cerca del Mandarín, es hacia él donde dirige rabiosamente su aguijón, dejándolo brevemente fuera de combate y apagando el rayo. Un último intento por su parte acaba con la destrucción de la estación y él mismo expulsado al espacio a través de un agujero. Los Vengadores escapan en un cohete (no necesariamente en el que llegaron) justo antes de que la estación explote.
Toda la trama está repleta de deus ex machina, agujeros de guion y despropósitos varios. El argumento es, no ya infantil, sino terriblemente malo. Para empezar, cae en la falacia de que el resto de los países del mundo que no son Estados Unidos son tan pequeños que un minúsculo ejército puede conquistarlos o que basta con tomar la capital para subyugar a la población. No es que Thomas estuviera solo en esta ilusión. Muchos comics y series (la primera Star Trek sin ir más lejos) tendían a presentar toda la población de un país o planeta concentrada en una sola ciudad.
Lo único destacable de este número es que que contribuye a subrayar el liderazgo del Capitán América, cuyo mando es aceptado por todos dado que fue miembro tanto de la encarnación original del grupo como de la actual. En un momento dado, Iron Man piensa: “El Capi asigna los equipos y traza la estrategia como si hubiera nacido para ello. A veces creo que es el Vengador más poderoso de todos”.
Al final, este “King Size Special” no es más que una excusa para mostrar a todos los Vengadores, activos e inactivos, peleándose entre ellos y contra un montón de supervillanos (excepto Hulk, que no se reunirá con sus compañeros como aliado hasta el nº 100), con una fórmula muy trillada, la de la división en equipos para enfrentarse a diferentes aspectos de una amenaza mayor antes de reunirse todos para la batalla final, que había sido presentada en los comics de la Sociedad de la Justicia de América en los años 40, tebeos de los que Roy Thomas era un gran aficionado.
Y para colmo, el dibujo corre a cargo de Don Heck, dado que John Buscema seguía ocupado con la serie mensual (Heck, sin embargo, también dibujaría el número 45 de la misma al mes siguiente). Un Heck, además, particularmente poco inspirado, tal y como demuestra su pobre representación de Iron Man, que casi parece dibujada por un niño. Figuras rígidas, escenas de acción poco inspiradas y un extraño vaivén de estilo: las escenas del Verdugo y los trolls se dirían inspiradas por Kirby, mientras que en la batalla de Thor contra Último se deja entreveer a Gene Colan.
En el número 45 (octubre 67), los Vengadores van a asistir a una ceremonia en Central Park para homenajearles por su victoria frente al Mandarín en el Anual nº 1. De hecho, ese día va a ser declarado festivo y bautizado como Día de los Vengadores. Iron Man y Thor, que habían participado en la aventura anterior, acompañan a los miembros en activo, como también su invitado Hércules, que está pensando en regresar a su hogar en el Olimpo. Mercurio y la Bruja Escarlata también están presentes, aunque el primero ha recuperado su antiguo resentimiento hacia las masas de gente, que suelen adoptar posturas anti-mutantes.
Ojo de Halcón acude desde el hospital en el que aún está ingresada la Viuda Negra, que le ha dado una respuesta más bien ambigua a su propuesta de matrimonio. La Avispa aprovecha la ocasión para estrenar nuevo uniforme (otro más en la larga lista que lucirá la heroína a lo largo de su carrera) y flamante deportivo. Tanto el público como la prensa conocen su identidad civil y que recientemente ha recibido en herencia cinco millones de dólares. Esto sucedió en el nº 43, y ya entonces su abogado parecía conocer su doble identidad. Sin embargo, esta es la primera vez que se explicita que aquélla es de dominio público. El resto de los Vengadores todavía conservan secretas sus respectivas identidades. Curiosamente, la prensa conoce la relación sentimental entre la Avispa y Goliath, pero no ha sido capaz de conectar ésta con Janet van Dyne y Hank Pym. Por otra parte, Janet pone otra vez en práctica su irritante hábito de flirtear con otros superhéroes para poner celoso a su amante, en este caso sirviéndose de Hércules. Afortunadamente para Pym, el dios olímpico decide por esta vez ser respetuoso y no entrar al trapo.
El único Vengador ausente es el Capitán América y mientras lo esperan, algunos de sus colegas realizan una exhibición de sus poderes y habilidades para entretener a la muchedumbre. Thor e Iron Man se marchan para atender asuntos personales y cuando el Capitán finalmente llega en moto escoltado por la policía, no justifica su tardanza pero sí medita sobre la posibilidad de abandonar su carrera superheroica (un paso que dará finalmente en “Tales of Suspense” nº 95, noviembre 67). Tanto las meditaciones del Capitán como las de Hércules y Mercurio anticipan los futuros acontecimientos que reducirán la formación de los Vengadores a su mínimo histórico, con tan solo Goliath, la Avispa y Ojo de Halcón como miembros activos.
La ceremonia da comienzo y culmina con el anuncio de que Hércules pasará a ser miembro oficial del grupo (la Viuda Negra también era candidata a tal honor, pero ha decidido renunciar a su identidad superheroica). Aun sin disponer de los poderes que Thor extrae de su martillo místico (vuelo, control del rayo, apertura de portales dimensionales…), Hércules sería el segundo Vengador más fuerte de la historia del grupo. Si alguien piensa que ese puesto corresponde a Iron Man, conviene repasar el nº 163, septiembre 77, en el que el olímpico propina una severa paliza al Vengador acorazado. Por otra parte y en contra de la línea que han seguido las películas de los Vengadores, no considero a Hulk un miembro del grupo. Es una lástima que Roy Thomas, después de haber pasado un año trabajando para integrar al personaje en las filas del grupo (del nº 38 al 45), decidiera prescindir de él tan solo cinco episodios más tarde. De haberlo conservado, dispondría de un personaje lo suficientemente poderoso como para asegurar la victoria del equipo, pero no tanto como para tener que obligarlos a luchar cada mes con enemigos de primerísima división como Thanos, Ultrón o Galactus. Ese era precisamente el problema, ya lo mencioné, con Thor, cuyos poderes debían rebajarse cada vez que luchaba junto a los Vengadores so pena de que todos sus compañeros quedaran eclipsados y sin posibilidad de intervenir en una batalla para la que el dios asgardiano se bastaba y sobraba.
Camuflado entre la multitud como un humano ordinario, se encuentra el Super-Adaptoide, un androide creado por IMA capaz de absorber las habilidades y poderes de otros y que un tiempo atrás, en “Tales of Suspense” nº 82-84 (octubre-diciembre 66), había hecho precisamente eso con el Capitán América, Goliath, Ojo de Halcón y la Avispa, que eran los Vengadores de ese momento. La batalla solo terminó cuando el Adaptoide creyó haber matado al Capitán. Como SHIELD desmanteló IMA en “Strange Tales” nº 149 (octubre 66), el androide se quedó sin propósito alguno y esperando nuevas órdenes, que es como apareció en “X-Men” nº 29 (febrero 67) donde Mímico lo desconectó obligándolo a absorber sus poderes artificiales. En ese momento, el Adaptoide perdió todos los poderes y habilidades ganados de los Vengadores. Ahora, después de conocer que su adversario, el Capitán America, seguía vivo, se acerca a Central Park para rematar su misión. Cuando se da a conocer (como muchos androides de Marvel, éste no es una mera máquina programada sino que tiene cierta vida interior, tal y como denotan sus globos de pensamiento) y empieza a pelear contra los Vengadores, absorbe los poderes de Pietro y Wanda, la fuerza de Thor y Hércules y refuerza su escudo con el poder de Mjolnir, el martillo de Thor.
Lo que sigue es básicamente una larga batalla de once páginas bastante convencional, aunque incluye una escena quizá involuntariamente cómica en la que Goliath, la Avispa y el Adaptoide pelean en tamaño insecto mientras el resto de los Vengadores tratan de impedir que unos confusos policías les pisoteen. Lo cierto es que Henry Pym no hace demasiado buen papel en esta ocasión. Primero, por precipitarse a atacar al Adaptoide aun cuando Ojo de Halcón, en teoría menos inteligente que él, le advierte de que el tamaño no va a bastar para vencerlo. Luego, queda inconsciente en su tamaño hormiga y ha de ser rescatado por Janet. Es finalmente Pietro quien se da cuenta de que el Adaptoide sólo utiliza un par de poderes simultáneamente. Al unirse todos los Vengadores contra el androide y obligarlo a recurrir a todos sus poderes al mismo tiempo, sobrecarga sus circuitos y colapsa.
Aunque el día termina bien para los Vengadores y la multitud regresa para aclamarlos, Roy Thomas decide introducir una nota algo lúgubre y admonitoria. Pietro dice refiriéndose al adaptoide: “Fueron los humanos los que lo crearon para usarlo como un implacable mecanismo de destrucción”. El Capitán América le responde: “Fue creado por humanos malignos, Pietro. Por hombres que lo habrían utilizado para dominar tanto a los mutantes como al Homo sapiens…¡No lo olvides!”. En esa misma viñeta, Wanda no puede evitar sentirse también preocupada por el humor de su hermano: “¡Steve también ha notado una extraña amargura en la voz de Pietro!”.
La siguiente aparición del Adaptoide tendría lugar en “Iron Man” nº 49-51 (agosto-octubre 72), pero en un error de continuidad, se obviará por completo este altercado con los Vengadores. El villano volverá a perseguir al Capitán América pero Iron Man afirmará que es la segunda vez, no la tercera. Además, el Adaptoide dice haber recuperado los poderes que perdió ante Mímico y, de hecho, vuelve a ser una combinación del Capitán, Goliath, Ojo de Halcón y la Avispa. Aunque irrumpe en la Mansión de los Vengadores, no puede absorber esos poderes de sus dueños originales porque la alineación del grupo era diferente en ese momento (por no hablar de que el edificio está inexplicablemente vacío).
Siendo un episodio autoconclusivo y algo descompensado por una batalla demasiado prolongada, este nº 67 es razonablemente sólido aun contando con el dibujo de Don Heck (aquí algo mejorado por Vince Collletta). Es un número de transición entre los años más, digamos, “primitivos” de Kirby, Ditko y Heck y la sofisticación que ya estaban incorporando a Marvel artistas del calibre de John Buscema, Gene Colan, Jim Steranko y, especialmente, Neal Adams.
(Continúa en la siguiente entrada)
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