(Viene de la entrada anterior)
Tras “Luna Fatal”, el tiempo transcurrido entre álbum y álbum de Spirou seguía aumentando. Nada menos que tres años pasaron hasta que Tome y Janry publicaron su siguiente entrega. Ello puede sorprender habida cuenta del éxito que ambos habían cosechado en su etapa iniciada más de quince años atrás. ¿Por qué no capitalizarlo mientras pudieran, siendo todavía más prolíficos? Pues por una razón que quizá resulte difícil de entender desde un punto estrictamente económico pero que es perfectamente coherente tratándose de un auténtico creador. Y es que ambos estaban cansados de tener que amoldarse a un personaje heredado y deseaban hacer de éste algo completamente suyo, superando los límites y líneas básicas establecidas desde hacía más de medio siglo para él. Detectaron que el comic, como el cine, había avanzado, que los héroes de manual habían quedado superados por los antihéroes con matices y que Spirou (y ellos con él) debía renovarse con los tiempos y las generaciones más jóvenes si no quería quedarse atrás.
El resultado de esa reflexión fue “Máquina Que Sueña” (1998), que, aunque entonces no lo

Una noche, a punto de marcharse de vacaciones, Fantasio recibe una llamada de Seccotine pidiéndole su ayuda para un reportaje que tiene entre manos. Fantasio le envía en cambio a Spirou, al que ella le propone infiltrarse en unos laboratorios farmacéuticos en los que se están llevando a cabo experimentos presuntamente ilegales con humanos. Spirou accede, presentándose en las instalaciones como voluntario que responde a un anuncio de la prensa para servir de conejillo de indias.
Pero una vez dentro, una de las doctoras le advierte discretamente de que huya tan pronto le sea posible. La curiosidad de Spirou, no obstante, es demasiado fuerte y tras husmear un poco encuentra una habitación secreta con algo asombroso… que no se nos muestra. Porque a continuación lo vemos recobrando el

“Máquina que Sueña” fue una jugada muy arriesgada que los autores sólo pudieron hacer gracias al prestigio que habían acumulado y la confianza que se habían ganado por parte de editores y lectores. Pero también, como he dicho, obedeció a una especie de movimiento desesperado motivado por el cansancio, por la urgencia interior de hacer algo distinto, de no encasillarse. Seguía estando presente la necesidad –o imposición- de mantener un equilibrio entre lo nuevo y lo tradicional, pero ahora lo primero tenía más peso.
La primera sorpresa que ofrece “Máquina Que Sueña” es su dibujo. Janry da un salto a un

Al optar por representar a los personajes y su entorno de una forma inusual para la tradición reinante, Janry subraya de paso su caracterización. Spirou ya no tiene ese aspecto de eterno adolescente sino que es un hombre joven. La calva de Fantasio hace de él un hombre más maduro de lo que acostumbrábamos a ver, aunque la brecha de edad entre ambos protagonistas no parezca tan marcada como podría pensarse (además, Spirou y Fantasio nunca han diferido tanto como, por ejemplo, Tintín y el Capitán Haddock). Seccotine (que insiste en que le llamen Sofía) viste una

El fondo de todas las páginas, además, es de color negro en lugar del tradicional blanco, subrayando todavía más que estamos no ante un comic ligero sino ante uno dramático. Este efecto también permite un tratamiento diferente de los fondos: a veces son muy detallados y otras juegan más a la sugerencia, como si quedaran difuminados por una neblina o fusionados con la noche en la que transcurre la historia, iluminados solo por los faros de los coches, las farolas callejeras u otras fuentes de luz lejanas. Y para alejar todavía más este nuevo álbum de la etapa inmediatamente precedente firmada por los mismos autores, Spirou se pasa casi toda la aventura vestido no con su alegre atuendo rojo sino con un traje formal de color sepia y corbata marrón. El efecto global es el de estar ante una serie negra en toda regla.
Hoy podemos imaginar el estupor de los lectores de entonces al abrir la revista o el álbum recopilatorio. E incluso en la actualidad, “Máquina Que Sueña” no ha perdido su estilo


“Mäquina que Sueña” forma parte de lo que podría denominarse “ciclo de identidad” dentro

Por otra parte, “Máquina Que Sueña” sigue la línea ya apuntada en “Luna Fatal” en lo que se refiere a la sexualización de Spirou, aunque de una forma elegante e indirecta. En esta ocasión, vemos un beso robado de Secottine al héroe, algo importante por cuanto lo hace tras la reafirmación de Spirou en su condición de soltero recalcitrante; y también porque al final de la aventura ella elegirá a aquella versión de Spirou con la que puede tener una oportunidad de iniciar una auténtica relación sentimental.

Tome desarrolla con habilidad el argumento haciendo obvio su deseo de desorientar tanto al lector como al héroe: introduce fuertes elipsis, un tono desasosegante, diálogos minimalistas e incluso secuencias prácticamente mudas. Pero ello es a costa de tejer una historia en la que tienes que conformarte con no saber nunca más que el propio héroe e incluso al final se dejan preguntas sin respuesta y personajes que se comportan de una forma un tanto rara. La complejidad de los trucos utilizados por Tome es a veces demasiado radical, hasta el punto de que nadie podía haberse esperado una historia como esta. Si Tome y Janry hubieran continuado con la serie, ¿habrían respetado esta nueva aproximación de un Spirou más oscuro y adulto, que corre aventuras más extrañas y cuyas relaciones con los otros personajes adquieren una mayor gradación de matices? ¿Habrían conquistado a una nueva generación de lectores aun a costa de perder a las anteriores? Nunca lo sabremos.
Por desgracia, este intento radical de renovación, de instaurar una nueva línea moderna para el

Así, el cierre de la etapa de Tome y Janry se materializa en un álbum incomparable en el que Spirou parece entrar en una película de David Lynch o una novela de Philip K.Dick. Este intento de subvertir la serie, de darle un nuevo enfoque, de metamorfosear a un icono, sigue siendo no sólo una lectura memorable para cualquier aficionado al personaje sino también única, porque no tuvo continuidad y sólo se intentó una vez.

“Máquina que Sueña” no había alcanzado las expectativas esperadas por los autores. Aunque se vendió algo peor que el álbum inmediatamente anterior, ese descenso no fue ni mucho menos un desastre. Pero las críticas recibidas, la sensación de que ya no contaban con el apoyo de la dirección para seguir explorando y evolucionando, la muerte del editor de la revista “Spirou” y su principal valedor, Philippe Vandooren y la mala relación que los autores tuvieron con su sucesor, Claude Gendrot, fueron factores decisivos para el abandono definitivo del Spirou adulto. En 2008, sin embargo, se descubrieron durante una exposición las primeras ocho páginas de esa entrega que iba a contar el regreso de Zorglub; y en 2011, ya coloreadas, se publicaron en un número especial del semanario. –Desde entonces ha ido corriendo el rumor, cada vez menos plausible, de que Tome y Janry terminarían la historia para publicarla en la línea “Una Aventura de Spirou…”, en la

Ocurre a menudo con las series de largo recorrido que los creadores de las mismas, quienes establecieron sus personajes y bases temáticas, sean alabados como los mejores autores que hayan pasado por ellas y decir que sus sucesores nunca estuvieron a la altura. En el caso de Spirou, Franquin se alza como un gigante y llegó un momento en el que, como vimos, se abrió una brecha en la editorial acerca de cómo encarar su herencia. Por una parte, los “modernos”, querían seguir adelante sin nostalgia; por otra, los “tradicionalistas”, pensaban que podían seguir rindiendo homenaje al trabajo no sólo de Franquin sino también de otros grandes de antaño como Jijé. Dupuis acertó de pleno al elegir al dúo Tome y Janry, un equipo que supo combinar ambas corrientes y llevar al personaje a las puertas del siglo XXI, renovado y actualizado a los nuevos tiempos pero sin haber renunciado a sus raíces. Tome y Janry se convirtieron, trabajando en esta colección y en sus respectivas disciplinas, en auténticos maestros del género de aventuras.
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