Desde que Stan Lee y Jack Kirby lo crearan allá por 1962, Hulk ha sido un personaje tremendamente popular, tanto en los comics como, más todavía, en el formato televisivo y cinematográfico. Su origen es bien conocido: el doctor Bruce Banner sufre un accidente y queda irradiado con rayos gamma, lo que le provoca transformaciones en una criatura monstruosa verde e iracunda en momentos de ira o ansiedad. El problema con el personaje siempre ha sido el mismo: tratándose de un bruto con tanta fuerza como poca inteligencia, Hulk en sí mismo no era alguien particularmente interesante. ¿Cuántas historias del hombre-monstruo permanentemente a la fuga y perseguido por los militares puede uno aguantar?
De vez en cuando, su colección tuvo la suerte de recibir a algún guionista que introdujo cambios

Entre 2001 y 2004, de los números 34 a 76, Jones dio estabilidad y coherencia a la serie y eso lo agradecieron los lectores, que aún consideran ésta como una de las mejores etapas de Hulk. Jones, normalmente más relacionado con historias fantacientíficas y thrillers policiacos (“Somerset Holmes”, “Alien Encounters”, “The Twisted Tales”), insufló una nueva dosis de suspense y sensación de amenaza inminente en el título del gigante verde al tiempo que devolvía al personaje a sus raíces y daba a los argumentos un toque humanista. Los episodios iniciales, del 34 al 39, fueron recopilados en el volumen “El Retorno del Monstruo”, que es el que aquí comento.

Al comenzar la saga, Bruce Banner es, como siempre, un fugitivo. Pero ahora hay algo nuevo, más oscuro. Los noticiarios de televisión y radio informan de que las autoridades le buscan por la reciente destrucción de una zona de Chicago en la que resultó muerto un niño llamado Ricky Meyers. El efecto psicológico que esto tiene sobre Banner y la posición en la que le colocan sus remordimientos por los actos de su alter ego constituye la base emocional de todo este arco argumental.
La saga se abre con “La Mañana Después”, presentándonos a un Banner emocionalmente exhausto y desesperanzado que se esconde en un decrépito hotel. Allí conoce a Jerome, un muchacho muy inteligente que sabe que en un barrio tan marginal como el suyo, lo único que lo


Viajando de incognito y sin poder detenerse mucho tiempo en ningún sitio, Banner cuenta con sólo un aliado, Mr. Azul, un alias de internet que de alguna manera sabe y le informa de los movimientos de sus perseguidores, lo que le permite ir un paso por delante. Poco a poco, Banner va encontrando su perdida humanidad, aquella que había tratado de ignorar desde su primera transformación en Hulk. Así, en el número 35, “Carrera Silenciosa”, un gran episodio sin palabras (incluido en un

Ambos, el letal operativo Slater y su rival-compañera, la asesina múltiple Sandra Verdugo, han sido contactados por esta organización que, además, está llevando a cabo, sirviéndose de los medios de comunicación, una campaña contra Hulk basada en el miedo y la histeria. También parecen tener, literalmente, poder sobre la vida y la muerte de sus agentes de campo. A la persecución, aunque en su caso con el fin de ayudar a su viejo amigo/enemigo, se une otro veterano personaje de la colección, Doc Samson. Y todos ellos, cazadores y presa, convergerán en el número 38, “El Café

Como ya he mencionado, todas las historias se centran en Banner y Hulk aparece muy poco. Tanto es así que el monstruo verde casi se puede calificar de fantasma: de las 144 páginas de este volumen sólo aparece en una veintena, incluyendo portadas, secuencias oníricas, flashbacks e ilustraciones. Mas que una fuerza de la naturaleza imparable y una excusa para mostrar gráficamente violencia y destrucción, Hulk es aquí una presencia opresiva, un último recurso de consecuencias imprevisibles a utilizar sólo en caso de pura supervivencia. Precisamente es lo caro de ver que resulta lo que hace que Hulk, las pocas veces que se revela, resulte aún más impresionante.
Por otra parte, la serie permanece durante esta etapa hermética a los acontecimientos del resto

John Romita Jr es uno de los mejores dibujantes de comic book de superhéroes y en esta colaboración con Bruce Jones, su arte –entintado por el siempre eficaz Tom Palmer- no decepciona. Le hacen falta muy pocas líneas para reflejar perfectamente el dolor, cansancio y desesperación que siente el protagonista. El ritmo y la composición de página son impecables a la hora de generar suspense en una historia en la que no hay demasiada acción aun cuando pertenezca a un género que normalmente rebosa de ella. Hulk no aparece demasiado y la mayor parte de las veces lo vemos sólo como flashes o como el rastro

“Hulk: El Retorno del Monstruo” es un buen comic para que quien no conozca al personaje tome contacto con él o, por el contrario, siendo seguidor del mismo, quiera una aproximación interesante a su mitología. La historia de Bruce Jones tiene poco en común con los superhéroes al uso y más con la caracterización y el suspense. Si su estructura y tono bebía de la serie de 1977, a su vez serviría para elaborar el guión del reboot cinematográfico del personaje dirigido por Louis Leterrier en 2008. El inconveniente es que quedan muchos cabos sin atar, por ejemplo el de la siniestra organización que persigue a Banner-Hulk, y no se puede decir que sea una historia totalmente autoconclusiva (los enigmas dejados en suspenso irían desvelándose a lo largo de los meses y años siguientes).
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