La obra de Ralf König es al mismo tiempo amena, ligera y desprejuiciada. Sus historias se apoyan sobre todo en el humor de situación y en los hilarantes diálogos. Pero tras esa pantalla cómica, el autor toca temas importantes como la aceptación de las diferencias, las relaciones entre hombres y mujeres, los problemas sexuales y emocionales en las relaciones homo u hetero, el SIDA, la crisis de la mediana edad, la inseguridad sentimental… Él mismo ha declarado que su obra está compuesta de un tercio de autobiografía, un tercio de testimonios recogidos de amigos y conocidos y un tercio de pura invención.
“El Hombre Deseado” supuso el salto de Kónig del comic underground destinado casi

En casi todos sus comics, König deja clara su predilección por los hombres velludos, musculosos y activos de tipo Mediterráneo, mientras que desprecia a los franceses o alemanes por considerarlos respectivamente poco atractivos o demasiado sofisticados. Y muy de su gusto es por tanto Axel, uno de los protagonistas de “El Hombre Deseado”: varonil, peludo, de mandíbula

Es para llamar la atención de Doro y forzar su regreso que Axel monta el engaño del suicidio,

“El Hombre Deseado” es un comic que se ríe tanto de los heterosexuales como de los homosexuales, pero con un humor que consigue mantenerse simpático sin perder espíritu corrosivo. Quizá si estos comics hubieran venido firmados por un autor heterosexual le habrían llovido palos por la forma que tiene de retratar a los homosexuales: Walter, Norbert y Paquito son unas reinonas feas y ridículas que viven aislados en su propia colectividad afín y que tienen tantos prejuicios hacia los heterosexuales como éstos hacia ellos.

“El Hombre Deseado” tuvo un éxito muy considerable, lo cual demostró el acierto del planteamiento de König a la hora de llegar a un público más amplio. Tanto es así que la historia fue trasladada a la gran pantalla en 1994 en forma de comedia ligera mucho menos memorable que el cómic, quizá porque el dibujo de König y su talento narrativo tenían una fuerza visual de la que carecía el director alemán Sönke Wortmann. König tiene un trazo minimalista que recuerda mucho al de Claire Bretécher, de línea caricaturesca y feísta. Su dibujo se apoya casi

Gracias al éxito de “El Hombre Deseado” y teniendo más historias que contar de su elenco de personajes, König publica en 1988 “Pretty Baby”, continuación directa del anterior álbum. Axel y Doro se encuentran en su noveno mes de embarazo pero, como era de esperar, las cosas no van bien. Ella no ha olvidado los devaneos gays de él con Norbert y se lo recrimina con tanta frecuencia como acidez; por su parte, Axel, agobiado por el embarazo pero también dominado por sus hormonas, organiza un encuentro sexual con una liberada exnovia, Elke. En su plan para consumar la infidelidad, involucra al pobre Norbert, que entretanto se encuentra atrapado en una insatisfactoria relación: él, vegetariano y sensible, amante del cine de Visconti, soporta por razones que no comprende a un tipo grosero que trabaja de carnicero y come hamburguesas, al que le encanta Stallone y el gore y que se chifla por el fútbol. Quizá en

“Pretty Baby” es una excelente continuación de las vidas de los personajes presentados en “El Hombre Deseado” y, de hecho, tiene escenas todavía más graciosas que en la primera, como la mencionada del gimnasio; la escapada al cine de Norbert, su novio y Walter; el frustrado y alucinatorio encuentro sexual de Axel y Elke; o la pareja de vecinos que escuchan atentamente las discusiones y desfogues de Axel y Doro. De nuevo encontramos aquí esa narración ágil y esa comedia de situación deudora del cine clásico, llena de equívocos, engaños, infidelidades y diálogos chispeantes en la que se mezcla lo absurdo, lo agridulce y las certeras reflexiones sobre el comportamiento humano, individual y social.
“El Hombre Deseado” y “Pretty Baby” son dos comics que pueden leer, entender y disfrutar todo tipo de lectores adultos independientemente de su orientación sexual. Hoy, la comunidad gay goza de mucha más proyección social y presencia en los medios que en los ochenta, cuando estas obras fueron publicadas por primera vez, pero no han perdido validez y sus temas, personajes, diálogos y reflexiones siguen de actualidad. Lo cual, supongo, dice mucho de König y muy poco de nuestra sociedad.
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