5 nov 2017
2016- LA VISIÓN – Tom King y Gabriel Hernández Walta
La Visión es uno de esos personajes Marvel difíciles de abordar por parte del lector novato debido a su larga y complicada trayectoria vital. Producto de la ciencia ficción de los sesenta, fue creado por el guionista Roy Thomas en 1968 dentro de la colección de “Los Vengadores” como un sofisticado androide (“sintozoide”, en la tecnojerga marvelita) fabricado por Ultrón para atraer a sus enemigos a una trampa y para cuya inteligencia artificial utilizó las pautas cerebrales de Simon Williams, alias el Hombre Maravilla. Sin embargo, en el fondo de ese cerebro, su personalidad le empujaba a hacer el bien y salvar a la Humanidad, por lo que traicionó a su creador y se unió los Vengadores para servir como uno de sus miembros más poderosos. El acierto de Thomas consistió en humanizar al frío robot enamorándolo de la temperamental Bruja Escarlata, un afecto que acabó siendo correspondido y que terminó en matrimonio e hijos.
En 1989, John Byrne reformuló completamente al sintozoide en su saga “La Búsqueda de la Visión”, serializada en la colección de “Los Vengadores Costa Oeste”, dando prioridad a sus aspectos robóticos sobre los humanos y deshaciendo el matrimonio con la Bruja Escarlata al revelar que sus hijos gemelos no eran sino constructos imaginarios. La hechicera mutante desvió desde entonces sus afectos al Hombre Maravilla –que, recordemos, cerebralmente era el “hermano” de Visión- y poco a poco el androide fue quedando arrinconado en el Universo Marvel. En la colección “Jóvenes Vengadores” se presentó una versión adolescente del robot, pero en esta ocasión su cerebro había sido modelado a partir del de Kang el Conquistador, una versión que fue destruida en la saga “La Cruzada de los Niños”, para recuperar a su contrapartida adulta en “Vengadores contra X-Men”. Con el estreno de la película “Los Vengadores: La Era de Ultrón”, se recuperó definitivamente para el gran público un personaje que en los últimos tiempos había estado bastante olvidado en los comics.
A pesar de tan largo recorrido, la Visión es un personaje cuyos intentos de humanización siempre se habían quedado cortos a la hora de profundizar en su personalidad, en la forma que tenía ese ser tan único de ver a sus compañeros y al mundo entero. Tom King sin duda se fijó en la historia de Byrne a la hora de sentar las bases de su propia versión, si bien no tardaría en llevar al personaje a un nuevo nivel en forma de tragedia en doce actos y tras la cual el héroe vengador aceptaría su naturaleza mixta mediante el dolor y el sufrimiento propios de una vida humana. “La Visión” es, desde luego, un comic de superhéroes muy atípico por cuanto no hay apenas acción y heroísmo sino que se centra en la exploración de la vida interior de los miembros de una familia, cómo éstos se relacionan entre sí y con el mundo. Hay poca o ninguna épica y sí mucha tragedia, oscuridad y tristeza. A pesar de la aparición de Iron Man y otras celebridades de la editorial así como la inclusión de muchas referencias a eventos del pasado relacionados con la Visión, este es un comic que tiene muy poco que ver con el resto del mundo Marvel y es esa distancia y la honesta exploración de sus complicados temas lo que le permite superar los límites tradicionales del género de superhéroes. “La Visión” es ciencia ficción, drama suburbano y horror posmoderno, todo en uno.
En un momento determinado de su pasado, la Visión purgó de sus recuerdos cualquier atisbo de emoción y como si fuera un doctor Frankenstein, creó su propia familia sintozoide a su imagen y semejanza: su esposa Virginia, su hijo Vin y su hija Viv. Todos ellos fijan su residencia en una urbanización residencial de Arlington, Virginia, en la que tratan de llevar una vida “humana” e integrarse en la sociedad como cualquiera de sus vecinos. La miniserie ofrece una de las aperturas más memorables en los comics de superhéroes modernos: un matrimonio de mediana edad se acerca a la casa de al lado para presentarse a sus nuevos vecinos, los Visión. Esto es, una escena que por su cotidianeidad, resulta extraordinaria en el mundo de los superhéroes.
Pero acabada esa visita, en la página 5 y mientras los vecinos se alejan camino de su casa, el guionista ya nos deja entrever en el texto la tragedia que va a sobrevenir. Porque aunque los Visión son una familia perfectamente consciente de su naturaleza robótica y se esfuerzan verdaderamente por tratar de encajar en la sociedad humana, de integrarse y comportarse como ellos, esperando encontrar así la armonía y la felicidad, lo cierto es que ello no les causará sino confusión y dolor. No será sino al final de un doloroso proceso del que no estarán ausentes las mentiras y la muerte, que entenderán que su destino no es aproximarse a lo humano, sino abrazar lo que verdaderamente son.
Ya en ese primer número podemos ver fragmentos de las vidas que todos intentan llevar. Antes de irse a trabajar en su puesto de asesor presidencial en la cercana Washington, Visión alecciona a su esposa sobre el uso de la lógica gramatical, intentando que utilice el lenguaje de una forma menos rigorista para así “ser libres” y no vivir aprisionados por la lógica, como le sucedía a su “padre” Ultrón. Virginia “pasa la mayor parte del día sentada en el sofá del salón explorando los rincones de su memoria precargada (“Le fascinaba con cuánta frecuencia encontraba algo que la hacía llorar”). Vin y Viv consumen y comparten instantáneamente cantidades masivas de información extraída de los medios de comunicación e internet.
La historia deja bien claros los problemas a los que se enfrenta la familia Visión cuando pretenden ser normales. Para empezar, fabricarse una familia programada para amarse en un intento de recrear el sentimiento de estabilidad que una vez tuvo con la Bruja Escarlata, difícilmente puede considerarse como el acto de un ser en sus cabales. Y luego está su obsesión por alcanzar esa normalidad familiar que, a la hora de la verdad, nunca ha disfrutado. Visión conmina a sus hijos a ser “normales” y no comportarse como los sintozoides en proceso de maduración que son. La esposa trata sin éxito de comprender por qué deben ir al instituto y Visión no puede darle una respuesta porque él mismo no lo entiende bien. Es, simplemente, lo “normal”. Como seres que se gobiernan de acuerdo a parámetros lógicos, sus impulsos no tienen nada que ver con el a menudo irracional comportamiento humano, repleto de claves oscuras, ritos sin sentido y reacciones emocionales. Incapaces de ajustarse a la vida cotidiana de los humanos y comprender el sentido último de las interacciones sociales, la familia se ve continuamente frustrada por equivocaciones y tropiezos. Ello desemboca en una creciente insatisfacción con su existencia. La Visión puede ser un ser casi indestructible que ha salvado al mundo en treinta y siete ocasiones, pero es incapaz de traer la felicidad y la estabilidad a su hogar.
Cuando la Visión se desprendió de los sentimientos asociados a los recuerdos de su pasado intentando escapar de las pesadillas que le causaban, pareció una buena idea pero lo que en realidad estaba haciendo era tejer una falsa red de seguridad. La creación de una nueva familia y su intento de llevar una vida normal, no es sino el deseo de fortalecer esa misma red. Tan desesperado está por adquirir esa “normalidad” que controla todos los aspectos de su vida cotidiana: la forma de vestirse, la gramática de su mujer, el comportamiento de sus hijos en el colegio… De alguna manera y quizá no sea casual, esa búsqueda de aprobación de la sociedad recuerda la obsesión de Ultrón por ganarse el reconocimiento de su “padre”, Henry Pym.
Esa inestable cotidianeidad se rompe violentamente desde el mismo número 1, cuando el Segador, un viejo enemigo de Visión y el Hombre Maravilla, irrumpe en el domicilio familiar cuando sólo están la madre y los hijos y empieza a atacarlos. Virginia, para protegerlos, le revienta el cráneo al villano con una bandeja. Las palabras que cierran el número son las de Virginia, palabras que pondrán en marcha la tragedia que vendrá: “No se lo digáis a vuestro padre”.
A partir de ese momento y como consecuencia de los esfuerzos de Virginia por ocultar su homicidio, la historia se impregna de un suspense creciente en el que, tras el sentimiento de falsa seguridad que aportan los tranquilos entornos suburbanos, la situación familiar y vecinal va deteriorándose. Cada número asesta un nuevo golpe a los Visión: traición, nuevos asesinatos, angustia existencial, sentimientos de culpabilidad, depresión y suicidio. En último término y como si de una tragedia griega se tratara, la propia Visión y su obsesión por la normalidad es la causa de su desgracia y de la de toda su familia.
El guión de Tom King es inteligente y elaborado, incorporando toda una serie de efectos narrativos que ayudan a subrayar los temas de importancia. En otras palabras, hay en esta historia mucha mayor carga literaria de la que suele ser habitual en las series regulares de superhéroes.
Tomemos, por ejemplo, las abundantes citas y repeticiones. Diálogos, escenas y montajes de página se repiten al cabo de unas cuantas planchas o episodios, objetos que aparecen fugazmente en el primer número acaban jugando un papel fundamental en el clímax, los diálogos están tomados directamente de comics publicados cincuenta años atrás y obras teatrales de más de cuatro siglos de antigüedad. No son estos recursos muy habituales en el comic-book de superhéroes, pero aquí se combinan en una estructura narrativa muy sólida que hacen de esta historia una extensión fiel, consistente y al mismo tiempo original de la vida y la trayectoria del personaje central.
Hay otros recursos dignos de mención, como el de narración paralela que vemos en el número 5, cuando la policía está interrogando a la Visión –interrogatorio que culminará con la mentira del androide que hará derrumbarse todo su mundo-. Por una parte, están las preguntas que formula el policía y que sucintamente responde la Visión, y por otra está el recuerdo de las 37 veces que él ha ayudado a salvar el mundo de distintas amenazas. Así, van alternándose las viñetas con el inspector y la Visión con otras en estridentes tonos amarillos y anaranjados que corresponden a momentos de antiguos comics de Los Vengadores que los fans conocen bien. Los cartuchos de texto van asimismo discurriendo en paralelo. Así, cuando un fragmento de diálogo pregunta “¿Quién?” refiriéndose a quién puede confirmar su coartada, en la misma viñeta se le acompaña con otro que simplemente dice “7.Loki”, la séptima vez que salvó al mundo y de quién. El lector debe comprender que ambos textos no están relacionados y que existen dos niveles narrativos, relegando uno de ellos –el que él elija- al estatus de “ruido de fondo”, una tarea que la Visión realiza de forma secundaria, automática.
Como si fueran DJs, King y Walta van integrando en la melodía de su comic fragmentos de la continuidad Marvel, viejos y nuevos. Por ejemplo, el número 7 (éste dibujado de forma puntual por Michael Walsh), que repasa a base de pequeñas escenas la relación sentimental de Visión y la Bruja Escarlata. King rescata para ello momentos reales de otras colecciones (una batalla de “Vengadores” nº 166, un argumento de “Vengadores Costa Oeste” nº 46) o imagina otros que, aunque no se vieron entonces, bien pudieron tener lugar, rellenando huecos y enriqueciendo el lazo entre ambos personajes.
King toma préstamos también de otros ámbitos culturales, especialmente de “El Mercader de Venecia”, la obra de Shakespeare que el hijo de Visión, Vin, está estudiando en clase y de la que continuamente cita pasajes que reflejan perfectamente la propia historia y sentimientos del joven sintozoide. Y, conforme la serie va avanzando, King recoge extractos de la misma y los recicla. Es el caso de la hija de Visión, Viv, que no puede dejar de recordar una conversación con su amigo; también Virginia, la esposa, cuenta dos veces su versión alterada del letal encuentro del número uno con el Segador. La última página del número 7 es un reflejo casi exacto de la primera a excepción del color y el estado de las ropas al pie de la cama, lo que indica inmediatamente la diferencia entre las dos relaciones de la Visión, con la Bruja Escarlata y con Virginia.
El uso del “sampleo” de imágenes y la repetición es más significativo de lo que podría parecer a simple vista. Porque eso es exactamente lo que hacen los robots, tal y como nos informa del comic: la Visión tiene una memoria perfecta y puede recuperar de sus bancos un holograma perfecto de un evento o compartir la secuencia exacta de estos o aquellos acontecimientos con otro miembro de su familia. Cuando funcionan mal, ya sea debido a problemas físicos o emocionales, su capacidad de habla se trastoca, sonando como un “disco rayado”, cayendo en repeticiones de palabras o frases.
Además de ser una historia de robots, “La Visión” trata sobre la familia. Los efectos de “sampling” reflejan la manera en que las facciones y características se traspasan de generación de robots a generación de robots, un procedimiento más limpio que las complejidades del proceso orgánico de los humanos. La propia Visión es una réplica fabricada por Ultrón utilizando las pautas cerebrales de Simon Williams/El Hombre Maravilla. La personalidad de Virginia está copiada de la de la Bruja Escarlata, su antiguo amor. Los dos “niños” han sido ensamblados y programados por su padre, combinando literalmente sus propias características con las de Virginia. Copias de copias de copias…
Como la historia señala una y otra vez, los Visión no son una familia humana ordinaria –según afirma el Segador con no demasiada sensibilidad: “¡Impostores!, “¡Fraudes! ¡Bromas Artificiales!”- pero lo intentan con todas sus fuerzas. A la Visión le preocupa la difícil relación entre apariencia y realidad y cómo puedes fingir ser algo con tanta intensidad que, al final, te conviertes en ello. Esto puede verse desde el principio del comic y es lo que hace de la secuencia de apertura algo tan inquietante y extraño. Unas páginas después, Vin verbaliza esa preocupación a su hermana: “¿Soy normal?”, a lo que ella responde: “Padre dice que debes intentar ser común”. Vin no está del todo convencido: “Sí, lo sé. Pero, ¿es lo mismo? ¿Hacer eso me convierte en normal?”. Un diálogo con más carga filosófica y psicológica de lo que puede parecer a simple vista.
Ese tema resurge varias veces y, de hecho, es uno de los principales del comic. La Visión se pregunta si una copia idéntica de algo es exactamente lo mismo que el original o si siempre será un simple duplicado. ¿Actuar como si uno fuera feliz en un matrimonio convierte esa unión en auténticamente feliz? ¿Puedes mentir acerca de un recuerdo con tanta frecuencia e intensidad que al final éste se convierte en la verdad? ¿Puedes crear a tus hijos de la nada, por medio de magia o ciencia, e insistir en que son auténticos hasta obligar al mundo a aceptarlos como reales? ATENCIÓN SPOILER La serie termina con una posible respuesta, cuando Virginia rechaza continuar fingiendo que es normal. Tras la angustia de la muerte y la decepción del engaño, decide dejar de existir en una escena muy emotiva. A continuación, en otro momento muy cotidiano e íntimo, Visión despide a su hija cuando se va al colegio, instándole para que lleve comida como los demás compañeros aun cuando ella no necesite comer. Viv responde: “Hace dos meses, mi tío mató a mi hermano. En respuesta, mi madre mató a mi tío y luego se quitó la vida. Y Ahora soy una sintozoide adolescente criada por un vengador. No soy normal, padre” FIN SPOILER. Viv ha aprendido la lección.
Al término de la miniserie, cuando la familia de cuatro ha quedado reducida a dos, la Visión nunca ha quedado mejor definida. Tom King consigue reinventar completamente al personaje y aportarle un peso y recorrido que ningún autor antes había sabido siquiera imaginar. Es más, en este thriller suburbano, elegante y oscuro a partes iguales, King y Walta exploran la condición humana a través de unos protagonistas que no lo son.
La aproximación clásica que el dibujante Gabriel Hernández Walta y el colorista Jordie Bellaire dan a la serie se ajusta perfectamente al tono entre melancólico y trágico impuesto por King, reflejando esa atmósfera pacífica pero al tiempo fría y solitaria de los suburbios americanos, una sensación potenciada por el hecho de que la acción transcurre en otoño. En lo que se refiere a los androides, su estilo sobrio pero preciso consigue transmitir la estoicidad robótica de los protagonistas, pero también los momentos en los que sus sentimientos afloran de manera dramática anulando sus funciones lógicas. Y no es fácil alcanzar esa bipolaridad porque, entre otras cosas, los Visión no tienen pupilas, una carencia que les proporciona una perpetua expresión distante. No importa lo mucho que se esmeren en vestirse, sus ojos vacíos y gestualidad controlada delatan su verdadera naturaleza. Por su parte, los tonos marrones y grises de la casa de los Visión aportan un entorno apagado, triste, silencioso, en absoluto parecido a lo que debería ser un hogar familiar feliz.
“La Visión” atrapa con su escueto pero expresivo arte, su perfecto ritmo narrativo, su argumento y un asfixiante sentimiento de inevitabilidad y tragedia inminente. Desde el comienzo hasta el final, es una lección de lo mucho que puede dar de sí un personaje de segunda división en el panteón de la fama superheroica. Pero también es una rareza dentro del género por su aproximación inteligente y triste a su figura y la madurez de los temas que plantea: no sólo lo fina que algún día puede llegar a ser la línea que separa la máquina del hombre, sino también una exploración de este último, su ansia por integrarse en la masa, por ser aceptado y la frustración que le sobreviene cuando no lo consigue y se da cuenta de que no encaja. Es una historia sobre el destino, el amor familiar y los prejuicios, sobre la amarga aceptación del hecho de que, no importan los logros que hayas conquistado, siempre habrá gente ahí fuera que nunca te aceptará.
Este comic quizá no sea para todo el mundo. Puede que para entenderlo en su totalidad sea necesaria cierta familiaridad con el personaje y su pasado. Por otra parte, no existen, como dije al comienzo, los típicos elementos heroicos y de acción que suelen formar parte de los comics de este género. Hay momentos muy duros que sin duda dejarán al lector con cierto malestar. Pero si eres un seguidor relativamente veterano de los superhéroes Marvel y buscas comics fuera de la línea ordinaria, más ambiciosos y profundos, “La Visión” merece una oportunidad.
Uno de los mejores comics que he leído este año. Junto a Erase una vez en Francia.
ResponderEliminarUn saludo