(Viene de la entrada anterior)
Cuando Alan Moore y Alan Davis abandonaron la revista “Warrior” en su número 21, unos pocos meses antes de la cancelación de la cabecera, no sólo dejaron a los lectores con un cliffhanger, sino que éste, además, era el clímax de la confrontación Marvelman-Gargunza. Por suerte, Moore pudo continuar la historia, como he dicho, en Estados Unidos, ya en la editorial Eclipse, por lo que los aficionados sólo tuvieron que esperar alrededor de un año para ver la conclusión. Desgraciadamente, Alan Davis ya no se unió al equipo.
La última entrega conjunta de los dos Alan narra en seis páginas el encuentro de héroe y

Y aquí es donde el serial original de Miracleman en “Warrior” se cortó. Al reanudarse en formato comic-book con el sello de Eclipse (y el nº 6 en la portada. Recordemos que los cinco anteriores fueron


Por lo demás, Moore orquesta un clímax violento hasta decir basta: Miracleman revienta cabezas y atraviesa cuerpos; y como Mike Moran pierde varios dedos arrancados por el Miracleperro antes de transformarlo de nuevo en un cachorro y reventarlo a pedradas. El propio Gargunza no aguanta ni cuatro páginas ante Miracleman antes de acabar reducido a un hueso calcinado. Es una escena larga e intensa pero que aparte de la mencionada violencia no aporta realmente nada diferente a lo que podría verse en un comic o una película de acción de la época. El héroe recobra sus poderes justo a tiempo, se abre camino a golpes hasta el villano y luego consigue su

Debido a retrasos en la recepción de material, el número 8 de Eclipse no continuó con la historia de Moore sino que fue una simple reimpresión de material de los cincuenta dibujado por Mick Anglo y una historia corta –y supuestamente cómica- guionizada por la propia editora de la colección, Cat Yronwood y dibujada por Chuck Beckum, afortunadamente su última intervención en el personaje.
Y entonces llegó el número 9, en el que Moore y su nuevo artista para la serie, Rick Veitch (con quien ya venía colaborando en “La Cosa del Pantano”), se alejaron radicalmente de la acción y la fantasía del género superheroico para mostrarnos un auténtico milagro, el más común en la naturaleza: el nacimiento. El episodio, titulado “Escenas de la Natividad”, nos mostraba el nacimiento de la hija de Miracleman y Liz Moran, Winter. En lugar de hacer que el parto tuviera lugar fuera de cámara o insertar una elipsis, Moore y Veitch optaron por hacer algo que nunca antes se había visto en los comics: la representación gráfica y descarnada de un parto. Es una secuencia dramática de primeros

Como era obligado, Eclipse hubo de enviar el correspondiente resumen del contenido de sus comics a las distribuidoras y tiendas especializadas. No pocos de ellos expresaron sus reparos acerca de la conveniencia de mostrar en un comic-book algo tan intenso. Esa actitud despertó las iras de la editora de Eclipse, Cat Yronwoode, que no podía creer que la representación de

Moore y Veitch se molestaron en retratar la escena con toda la exactitud y honestidad posibles. Veitch se remitió al libro de fotografías “A Child is Born”, de Lennart Nilsson, que era frecuentemente citado por autoridades como la Asociación Médica Americana, o la revista “Parents”, que lo recomendaba como lectura para cualquiera interesado en los detalles del alumbramiento. El libro era incluso recomendado específicamente para aquellos niños curiosos que esperaran un hermano. Había estado reeditándose continuamente desde 1965 y vendido más de un millón de copias en diez años. Se podía encontrar fácilmente en cualquier librería y biblioteca pública de Estados Unidos.
El 19 de septiembre de 1986, el popular programa de la NBC “Today Show” mostró imágenes

Mientras que algunos lectores escribieron cartas a Eclipse alabando la belleza y honestidad del trabajo de Moore y Veitch, otros calificaron al comic de desagradable e incluso explotador. Y luego estaban los distribuidores y libreros, muchos de los cuales vieron confirmados sus miedos cuando el comic cayó efectivamente en sus manos. Ken Kruger, el representante de Los Angeles de la distribuidora Bud Plant, informó a los libreros de que “Miracleman” nº 9 podía causarles problemas legales y que no debería venderse. En respuesta, la tienda Golden Apple Comics sólo vendía ese comic de tapadillo y bajo petición previa.

Geppi aseguró que “Diamond ha sido inundada de cartas y llamadas telefónicas de libreros iracundos que exigían que se les devolviera el dinero. Otros distribuidores que asistieron a una conferencia en Las Vegas este mes dijeron que habían recibido la misma respuesta”. Decía luego que Diamond

Sea como fuere, Moore y Veitch alcanzaron con este episodio un nuevo grado de realismo en el género de superhéroes, mayor aún que lo que había podido leerse en los primeros episodios. Es un realismo impactante y profundo –narrado en un montaje paralelo al recorrido vital del propio Miracleman- aun cuando esa escena de nacimiento sea el de un ser cuasidivino ayudando a una humana a dar a luz a una niña que a los pocos segundos de nacer ya dice “mama”, para asombro y terror de padres y lectores.
El número 10 tuvo un retraso de nada menos que seis meses, un problema que sería endémico en la serie a partir de entonces. Se trata del final del Libro Dos de la colección, un episodio un tanto extraño que funciona en parte como epílogo al dramático nacimiento de Winter en el número anterior y en parte como prólogo del acto final que se narrará a partir del episodio siguiente.

En su etapa americana, Miracleman pasó por un periodo irregular en mitad del Libro Dos, consecuencia de la abrupta cancelación de la serie en Warrior y luego su continuación en un formato y entorno diferentes, unos episodios más convencionales de lo que se esperaba y la intervención de un artista mediocre incapaz de transmitir la sutileza e intensidad de los guiones de Moore. Pero al menos Rick Veitch ayudó a concluir con nota alta este segundo arco del personaje gracias a su estilo visceral. Este fue también el segundo y último número dibujado por Veitch, que se marchó a encargarse del guión y dibujo de “La Cosa del Pantano” cuando Alan Moore abandonó DC.
(Continúa en la siguiente entrada)
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