A mediados y finales de los ochenta, la editorial DC se había convertido en el núcleo del cambio del comic de superhéroes. La maxiserie “Crisis en Tierras Infinitas” (1985) había servido para reformular todo su universo de ficción, limpiándolo y dotándolo de una necesaria coherencia y amalgamándolo en una única línea de continuidad. Habiendo establecido su punto cero, la compañía empezó a ofrecer nuevas versiones de sus personajes clásicos, como Superman (en las manos de John Byrne), Wonder Woman (a cargo de George Pérez) o la Liga de la Justicia (Keith Giffen, J.M de Matteis y Kevin Maguire). Pero había muchísimos otros héroes y villanos de menor categoría a los que encontrar su lugar. Ese fue el cometido de la miniserie “Leyendas” (1986), con la que se avanzó en la exploración de ese nuevo universo DC y en la que el villano principal era nada menos que Darkseid, dispuesto a acabar con los superhéroes de la Tierra mediante un maquiavélico plan.
Unos años después, Neil Gaiman daría su propio enfoque al plano mágico y místico del universo DC con la miniserie “Los Libros de la Magia” (1990). Y había otro gran grupo de personajes, aquellos situados en el futuro y el espacio. A los cerebros de la editorial se les ocurrió que para recuperarlos y volverlos a situar en el mapa de la nueva continuidad la mejor opción podría ser Jim Starlin.
Aunque Starlin ya había trabajado ocasionalmente para DC (“Legión de Superhéroes”,

Los caprichos y política editorial de Jim Shooter en Marvel llevaron a Starlin a abandonar la compañía a mediados de los ochenta (junto a muchos otros creativos, como John Byrne o Frank Miller), pasando a ocuparse nada menos que de “Batman”, héroe en pleno alza ante el inminente estreno de su primera película. Ahora bien, sus trabajos con “héroes” cósmicos no habían sido olvidados y se le ofreció, como acabo de apuntar, crear una serie protagonizada por nuevas versiones de personajes futuristas de DC.

Jack Kirby creó el Cuarto Mundo en 1971, cuando dejó Marvel tratando de encontrar mayor libertad creativa en DC. Efectivamente, esa editorial le otorgó nada menos que cuatro colecciones, “Mister Miracle”, “The Forever People”, “New Gods” y “Superman´s Pal Jimmy Olsen”, para que en sus páginas fuera trenzando las hebras de una larga épica escrita y dibujada por él, la historia de una guerra entre dos facciones de dioses que encarnaban el Bien y el Mal y que vivían en dos planetas opuestos, Nueva Génesis y Apokolips. Kirby no pudo ver su proyecto terminado, puesto que las bajas ventas del mismo llevaron a DC a cancelar los títulos sin llegar siquiera al año de publicación (la historia acabaría finalizándose

Y es que el de los Nuevos Dioses es un universo tan complejo como accesible para los lectores profanos. Su trasfondo es, como he dicho, el de una guerra entre dos mundos: por una parte, el limpio, luminoso y pacífico Nuevo Genésis liderado por el paternal y sabio Gran Padre; y por otra, el sucio, oscuro y belicoso Apokolips, regido con puño de hierro por el despiadado Darkseid. Con el fin de cimentar una siempre inestable paz entre los dos bandos, ambos gobernantes intercambiaron sus hijos: Scott Free, el hijo del Gran Padre, vivió una infancia y adolescencia infernales en los pozos de esclavos de Apokolips, escapando finalmente para convertirse en Mister Miracle. Por su parte, el hijo de Darkseid, Orion, creció en Nueva Génesis llegando a ser su más destacado y poderoso defensor. Jack Kirby distaba de ser un gran guionista, pero cada uno de sus comics era una explosión de ideas y épica.

La trama se basa en la búsqueda obsesiva que Darkseid lleva a cabo de la Ecuación de la Anti-Vida, una fórmula matemático-mística que le permitiría controlar las mentes de todos los seres vivientes. Sus pesquisas le revelan que dicha Ecuación es en realidad una auténtica entidad inteligente que cobró consciencia al final del antiguo reinado de los Viejos Dioses y algunos de cuyos aspectos han invadido subrepticiamente ciertos mundos estratégicos del universo, donde están fabricando unas bombas con la capacidad de iniciar una reacción en cadena que destruiría toda la creación.
Encontrándose él mismo en peligro, Darkseid se ve obligado a establecer una alianza temporal

Como era de esperar, Darkseid traiciona a sus aliados y utiliza a Demon y sus poderes místicos para penetrar en la dimensión donde habita la Anti-Vida con la intención de extraerle su poder. Sin embargo, fracasa y sólo la oportuna llegada del Doctor Fate inclina la balanza a favor del Bien. Al final de la serie y conjurada la amenaza, los héroes vuelven a su mundo y Darkseid desaparece para continuar maquinando formas de dominar el universo.

En realidad, a Starlin no le interesaban demasiado los personajes, al menos en su versión canónica, razón por la cual no se preocupó demasiado de caracterizarlos ni situarlos correctamente en el universo DC. De hecho, los participantes en esta historia bien podrían reemplazarse por los héroes Marvel con los que Starlin estaba más familiarizado. La obsesión de Darkseid con la muerte se parece mucho a la de Thanos; la actitud machista y coqueta de Lightray hacia Starfire podría atribuírsele a Starfox (uno de los Eternos, hijo de Mentor, quien, a su vez, es un sosias del Gran Padre de los Nuevos Dioses) –Thanos y Starfox fueron creaciones del propio Starlin-. Cuando Superman acude a la Casa Blanca,

Por tanto, los personajes propiamente dichos, en su versión clásica, no importan demasiado, sino que Starlin los utiliza como encarnaciones de ciertos estereotipos que puedan combinarse unos con otros con propósito dramático. Después de todo, el núcleo de “Odisea Cósmica” es la oposición de contrarios, la distinción entre fuerzas fundamentales: el Gran Padre y Darkseid, la Vida y la Anti-Vida, el Hombre y la Mujer…. Puede que sea Darkseid quien en la historia proponga los equipos de héroes de una manera aparentemente arbitraria, pero en realidad es Starlin quien los decide sin dar una razón de peso justificada por el argumento. Eso no quiere decir que haya elegido las parejas de forma aleatoria. Superman y Orion son los más poderosos de todos ellos, pero representan filosofías opuestas acerca de cómo usar el poder. John Stewart es

Son estos opuestos los que reflejan la vertiente humana de un conflicto cósmico mucho más amplio. Desde luego, el pasaje más dramático es aquel en el que el ego imprudente de Linterna Verde provoca la destrucción de Xanshi y sus millones de habitantes, una tragedia que perseguirá al héroe hasta la actualidad. Orion masacra al poseído ejército de Thanagar ante un escandalizado Superman, que se niega a volver con él a Nueva Genesis tras derrotar al enemigo. Son dos personajes tan diferentes que su colisión es inevitable, pero Starlin no lleva a las últimas consecuencias ese enfrentamiento.
El menos interesante de los equipos es el trío formado por Lightray, Starfire y Adam Strange.

Ahora bien, para salirse con la suya y llevar la historia a donde pretende, Starlin tiene que forzar la mano y sacar a los personajes de sus referentes clásicos y bien conocidos por los lectores. Y no siempre acierta. Así, Adam Strange –el único

Pero quizá lo más chirriante de estos abusos narrativos sea el pasaje de Linterna Verde. Su anillo, como todo el mundo sabe, es inútil contra el color amarillo. Así que cuando John Stewart irrumpe en el edificio en el que se encuentra la bomba que debe destruir, se encuentra con un tipo barrigudo y con gafas esgrimiendo una brocha…¡Ha pintado el artefacto de amarillo! El guionista no se molesta en dar explicación alguna a este inesperado giro ni se saca de la chistera alguna absurda justificación científica propia de los comics de superhéroes. No, sólo un tipo normal y corriente con un par de cubos de pintura. ¿Pereza creativa? ¿Flagrante tomadura de pelo? ¿Burla a los editores? ¿A los lectores?
El uso que hace Starlin de los personajes, adecuándolos a lo que necesita para su historia e

Algunos fans del Cuarto Mundo clásico se sintieron traicionados por la interpretación que Starlin dio de algunos personajes. Para ellos, Orion era excesivamente violento, Lightray un pedante sexista y el Gran Padre pactaba con Darkseid haciendo gala de una excesiva ligereza. Son acusaciones válidas, ya lo he dicho, aunque no creo que en sí mismas estropeen una historia que, a casi todos los efectos, puede considerarse fuera de la continuidad oficial DC. Otra queja tenía que ver con la ausencia

Quizá el que más problemas presente para el lector poco familiarizado con el universo DC sea Demon, otra creación de Jack Kirby en los setenta. Cuando aparece en “Odisea Cósmica” se nos presentan por separado como un marchito demonio prisionero en Nueva Génesis, al que el Gran Padre y Darkseid quieren fusionar con un anciano, Jason Blood. Conviene saber que, normalmente –y ese es uno de los dramas humanos de la miniserie- el demonio Etrigan, que viene del infierno y habla en verso, comparte cuerpo con un humano, Jason Blood, quien odia su alter ego. Es más, Blood no es ni siquiera un

En cuanto a Darkseid, ayuda saber que su eterna meta en los comics es obtener la Ecuación Anti-vida, un concepto siempre vago. Esa indefinición es premeditada. Por una parte, algo tan potencialmente peligroso y al mismo tiempo tan inconcreto transmite una mayor sensación de amenaza. Y, por otra, permite a los autores jugar con diferentes interpretaciones de la misma. Kirby la utilizó como simple motivación en la vida de Darkseid sin llegar jamás a especificar en qué consistía. Mark Evanier, sucesor espiritual de Kirby, la entendía como un concepto filosófico, algún tipo de conocimiento que, una vez obtenido, podría alterar el universo. Para Jim Starlin, en cambio, era una entidad viviente e inteligente que, por tanto, necesitaba ser “domada” y controlada.

“Odisea Cósmica” es una historia pura de superhéroes, una épica que trata sobre el poder, el descubrimiento, el sacrificio, el fracaso y la responsabilidad. Está narrado a una escala galáctica, con mundos muriendo y universos en juego, pero lo que verdaderamente conecta con el lector es el reflejo que todo ello tiene en los personajes.
Nadie podrá experimentar nunca la culpa de John Stewart por fallar en su defensa de Xanshi, pero sí sabemos lo que es fracasar por exceso de confianza. Habrá incluso quien tenga la suerte de tener un amigo como J´onn J´onzz, capaz de

Inicialmente, “Odisea Cósmica” iba a ser dibujada por el propio Jim Starlin, quien, de hecho, realizó parte del primer número. Pero cuando problemas de agenda le impidieron continuar, se hubo de encontrar a un sustituto. Y es aquí donde entra en juego un Mike Mignola de veintiocho años ansioso de aprovechar la oportunidad de trabajar con uno de los autores a los que había idolatrado desde pequeño.


Por otra parte, Mignola expresó su insatisfacción con el entintado de Carlos Garzón. En ese momento, Mignola estaba experimentando con un estilo más sencillo y reminiscente del de Kirby, basado en la abstracción y las formas por encima de la línea. Pero las tintas de Garzón, discípulo de Al Williamson, recargaban sus lápices en lugar de respetar el pretendido minimalismo. Era un caso claro de dos artistas cuyos estilos se repelían mutuamente.
Aunque disfrutó haciéndola, esta miniserie le sirvió a Mignola para darse cuenta de que no quería seguir dibujando superhéroes. No mucho después, aceptó participar en la película de “Drácula” que preparaba Francis Ford Coppola y realizar su adaptación al comic. De ahí a “Hellboy” ya sólo restaba un paso.

Con la excepción del dramático fracaso del Linterna Verde John Stewart a la hora de defender Xanshi, los acontecimientos narrados en “Odisea Cósmica” parecen fuera de la continuidad oficial de la casa. Y eso no debió gustar demasiado a los jefazos de la editorial. Habían encargado a Starlin la reorganización de los personajes futuristas del catálogo y cuando se dieron cuenta de que lo que había entregado no era ni mucho menos eso, ya había dos números enteros entintados y era demasiado tarde para rectificar, así que, quizá como represalia, lanzaron la colección sin apenas promoción esperando que languideciera en las estanterías de las librerías (la labor de redefinir los personajes de ciencia ficción DC fue a continuación encomendada a Howard Chaykin, otro bala perdida que, en la miniserie de “Twilight”, efectivamente, reunió a muchos personajes espaciales de la casa pero pasándolos por su particular filtro desmitificador hasta tal punto, que quedaron prácticamente

Desde luego, algo que ver tiene el reparto de personajes, en el que participan pesos pesados como Superman, Batman o Darkseid, acompañados de secundarios de indudable atractivo, como el Detective Marciano, Orion, Linterna Verde o Starfire. Pero es que, además y a pesar de que muchos de esos personajes cuentan con una larga trayectoria tras de

Y, por último, están los propios autores, que sin duda ejercieron de imán para otros muchos fans. Starlin ofrece una aventura del tipo que mejor se le da: épica a raudales, amenazas cósmicas, batallas en la que se juega el destino del universo… Mignola no era entonces tan conocido como lo es ahora, pero es evidente que conforme su fama iba en aumento –sobre todo gracias a “Hellboy”- más y más seguidores se hacían con sus antiguos trabajos, “Odisea Cósmica” incluida.
“Odisea Cósmica” no es uno de los grandes cómics de la DC ni el mejor “evento” que ha producido la editorial, pero sí es un tebeo muy disfrutable. Entretenido y bien dibujado, contiene aventura de altos vuelos, tragedia y heroísmo, se lee rápido y en ningún momento queda lastrado por largas escenas expositivas o de diálogo. Recomendado, desde luego, para fans de Starlin o Mignola, pero también para quienes no conociendo el Cuarto Mundo de Kirby quieran adentrarse en él de forma sencilla.
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