27 jun 2016

2004-ASTONISHING X-MEN – Joss Whedon y John Cassaday (1)




Durante mucho tiempo, ser fan de los X-Men ha sido una vocación desagradecida. Desde un punto de vista objetivo, aparte de ciertos momentos puntuales, los aficionados con criterio han tenido pocos motivos para sentirse plenamente satisfechos. En las últimas dos décadas, Marvel ha venido publicando un mínimo de cinco colecciones mensuales de mutantes, sin contar un número no determinado de miniseries y especiales. La búsqueda de algo de calidad destacable sin reservas entre todo ese material arroja pocos resultados y la mayoría de los seguidores más veteranos se consuelan releyendo una y otra vez las viejas sagas escritas por Chris Claremont en los setenta y ochenta. No parece que la mayor parte de los guionistas sean capaces de entender cómo escribir un comic de los X-Men. Los elementos principales que han dominado su particular subuniverso de ficción suelen tenerse siempre en cuenta, sí, pero combinarlos con talento y ofrecer un tratamiento inteligente de los personajes es algo muy diferente.


A finales de los noventa, la franquicia mutante experimentó un impulso renovado gracias en buena medida a la película basada en ella y que cimentó la actual moda superheróica en el cine, pero también a la línea de comics Ultimate (básicamente un reinicio del Universo Marvel para lectores de las generaciones más jóvenes), mientras que las series regulares saltaban de un crossover al siguiente dejando poco margen a los guionistas para hacer nada con un mínimo de independencia. Sin embargo, en este panorama poco esperanzador aparecieron dos excepciones: por un lado, los “New X-Men” de Grant Morrison, una aproximación sorprendente y revolucionaria a ese rincón del mundo Marvel, su significado y su futuro. Y por otro, la etapa de Joss Whedon en “Astonishing X-Men”, quizá la incursión más interesante del famoso guionista y director en el ámbito de los comics.

La primera colección que llevó ese nombre fue una serie limitada de cuatro episodios a cargo de Scott Lobdell y Joe Madureira que reemplazó en 1995 a la serie regular de “Uncanny X-Men” mientras se desarrollaba la macrosaga “Edad de Apocalipsis”, en el curso de la cual todas los títulos “X” recibieron nuevos nombres y numeración. Pero no es esa la que ahora nos interesa; ni tampoco la de tres episodios que se publicó cuatro años después con el mismo título firmada por Howard Mackie y Brandon Peterson.

No, a la que nos referimos es a la que comenzó en 2004, ya como colección regular, escrita por Joss Whedon e ilustrada por John Cassaday y que, a lo largo de 25 episodios y alrededor de 600 páginas, retomó los parámetros y líneas argumentales establecidos por Grant Morrison en “New X-Men”, incluyendo la misma alineación del grupo: Cíclope y Emma Frost como líderes, la Bestia, Coloso, Kitty Pryde, Lockheed y Lobezno. Además de esos héroes ya bien conocidos, Whedon y Cassaday presentaron otros personajes totalmente nuevos, como la doctora Kavita Rao, la Agente Especial Brand, la organización S.W.O.R.D., la joven mutante Hisako Ichiki o el villano Ord de Breakworld.

La colección se abre con el arco argumental titulado “El Don” (nº 1-6). Los mutantes titulares se han centrado en educar a la nueva generación de estudiantes de la mansión en ausencia de su mentor habitual, Charles Xavier, en paradero desconocido. De repente, salta la noticia de que la famosa genetista Kavita Rao, trabajando para una empresa llamada Benetech, ha descubierto una “cura” para la “enfermedad” mutante. Los X-Men se infiltran en el complejo de investigación y descubren que tras esa “vacuna” se encuentran unos alienígenas comandados por un tal Ord, procedente de un mundo conocido como Breakworld, en el que sus habitantes viven
aterrorizados por una profecía que anuncia su inminente destrucción a manos de un hombre X.

El segundo arco argumental, “Peligroso” (nº 7-12) presenta a un curioso villano: nada menos que la propia Sala de Peligro de la mansión. Reformada años atrás utilizando tecnología Shi´ar, desarrolló en secreto su propia inteligencia al tiempo que un grave desequilibrio emocional derivado de su software de “simulación de ataque” y su deliberado y cruel confinamiento por parte de Charles Xavier. Adoptando forma robótica y autodenominándose “Peligro”, se erige en uno de los enemigos más extraños con los que el grupo haya tenido que enfrentarse. En “Desgarrada” (nº13-18), regresan unos clásicos de la franquicia, el Club Fuego Infernal, ahora dirigidos por una renacida Casandra Nova que consigue manipular a los X-Men a través de sus miedos y frustraciones más íntimos.

La etapa se cierra con “Imparable” (nº 19–24 y “Giant-Size Astonishing X-Men” nº 1), un final épico que transcurre en su totalidad fuera de la Tierra. Los héroes han de aliarse con la siempre ambigua agente Abigail Brand, directora de la organización S.W.O.R.D (una rama de SHIELD que opera independientemente y que está a cargo de las relaciones con alienígenas), para poder disponer de los medios y la tecnología que les permita llegar y desenvolverse en la fuente de sus problemas: el planeta Breakworld. Finalmente, la solución a la crisis interplanetaria sólo se conseguirá merced al sacrificio de uno de los héroes…

Como primer apunte, podemos destacar la independencia de que gozó la colección respecto a los crossovers y macroeventos que durante su publicación iban sucediéndose en el resto del Universo Marvel, como “Casa de M”, “Civil War”, “Complejo de Mesías”, “Avengers Vs X-Men” o “Battle of the Atom”. En buena medida, ello fue consecuencia de los continuos retrasos que sufrían las entregas de cada número, lo que impedía mantener una periodicidad acorde con la de esos montajes editoriales; pero sobre todo porque el prestigio de Whedon le permitió imponer
su deseo de permanecer al margen de esos eventos, a los que no sólo despreciaba sino que culpaba de complicar innecesariamente la continuidad hasta límites difícilmente asumibles incluso para los lectores veteranos.

Whedon optó también por ignorar deliberadamente el trabajo de otros guionistas de las colecciones regulares de mutantes… con una excepción: la entonces reciente etapa del iconoclasta Grant Morrison en “New X-Men”. De hecho, muchos consideran el periodo de Whedon en “Astonishing” como secuela o complemento de la de aquél. Esto es cierto… hasta cierto punto; porque aunque Whedon valoraba y respetaba la originalidad y sólido contenido de la etapa de Morrison, decidió tomar una dirección muy distinta.

Así, por un lado, utiliza con naturalidad escenarios y líneas argumentales establecidas por Morrison: el climax del segundo arco, “Peligroso”, se desarrolla en el gigantesco cementerio en que se ha convertido Genosha; Casandra Nova, la casi surrealista hermana gemela de Xavier, juega un papel importante en la historia; otra de las villanas, Negasonic Teenage Warhead, había aparecido en el primer número de los “Nuevos X-Men”; y también se retoma la repugnante estancia con gusanos localizada en el subconsciente de Cíclope; Nick Furia hace referencia a los hechos acontecidos en el penúltimo arco argumental de Morrison, “Planeta X”, todo un detalle teniendo en cuenta que Marvel decidió en último término que aquél nunca había sucedido…

Pero por otra parte, Whedon se niega a respetar estrictamente algunas de las decisiones de Morrison. Su tratamiento de Casandra Nova ignora el destino que para el personaje sugirió aquel guionista; la Bestia se critica abiertamente a sí misma por comentarios que realizó entonces (“Hice bromas”, admite con vergüenza al recordar su visita a las ruinas de Genosha); e incluso se atrevió a traer de vuelta a Coloso, el miembro del equipo que Morrison había querido recuperar pero al que, en aras de la integridad de la franquicia, decidió finalmente dejar descansar en paz.

También desaparece gran parte del comentario cultural y social introducido por Morrison. Aunque
Whedon hace referencia a los mutantes como “minoría oprimida”, no profundiza en esa faceta ni contempla mínimamente las consecuencias de tal conflicto social/racial. Mientras que Morrison no temía lidiar con la hipocresía liberal y el cambiante rostro del racismo, Whedon decide poner todo el peso en la aventura superheróica y el desarrollo de los personajes. Ya en el primer número lo deja bien claro en boca de Cíclope: “Somos un equipo de superhéroes y creo que ya es hora de actuar como tal”. Morrison había presentado un punto de vista opuesto, simbolizándolo en la retirada de los uniformes de licra multicolor y su sustitución por equivalentes monocromáticos más próximos a los monos de trabajo; Whedon, por el contrario, trae aquéllos de vuelta.

Por tanto, lo que tenemos aquí es una historia de los X-Men mucho más tradicional que la de Morrison, libre de las complejidades –es verdad que a menudo artificiales y artificiosas- de un género desesperadamente ansioso por alcanzar la madurez y el reconocimiento. “Astonishing X-Men” no es un comic valiente, polémico ni intelectualmente estimulante; pero esto no debe entenderse necesariamente como un defecto en tanto que sus pretensiones no son esas ni mucho menos.



(Finaliza en la próxima entrada)

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