10 sept 2015
1993-BATMAN / GRENDEL: EL ACERTIJO DEL DIABLO – Matt Wagner
Desde finales de los ochenta y durante varios años, se pudo encontrar al Hombre Murciélago por todas partes. Miniseries, novelas gráficas, nuevas colecciones... todos los autores parecían querer dar una vuelta de tuerca adicional al mito de Batman. Y cuando esa fuente empezó a secarse, se recurrió a mezclarlo con otros personajes que nada tenían que ver con él, desde Terminator hasta Tarzán.
Uno de aquellos crossovers enfrentó a Batman con otro personaje proveniente de la pequeña editorial Comico, Grendel. Éste había sido una creación de Matt Wagner que databa de 1982 y que en su momento acumuló buen número de críticas favorables y un nutrido grupo de aficionados fieles. Por desgracia, Comico no consiguió sobrevivir a la guerra que acabó con buena parte de las editoriales independientes que habían florecido en los ochenta y en 1990 hubo de cerrar el negocio -aunque siguieron apareciendo muy ocasionalmente algunos comics con su sello-. Así, el proyecto de reunir a Batman y Grendel, a pesar de haberse planteado dos años antes, hubo de esperar a 1993 para ver la luz y ello con el sello final de DC Comics. Se trató de una historia dividida en dos volúmenes en formato prestigio titulados respectivamente "El Enigma del Diablo" y "La Máscara del Diablo".
El arranque de la aventura es el aburrimiento de Hunter Rose, alias Grendel, incapaz de encontrar un adversario a la altura de su maligno genio. Decide trasladarse a Gotham y provocar un enfrentamiento con Batman con la intención de medir su intelecto y su físico con el del vigilante. En su retorcido plan, opta por confundir a la policía cometiendo crímenes en los que deja pistas que apuntan a otro de los supervillanos del protector de Gotham, el Acertijo. Batman no se deja engañar, pero no le resultará fácil averiguar la identidad de su oponente ni mucho menos interferir sus propósitos.
Si se aborda este comic esperando acción a raudales, la decepción está asegurada, pues ésta se reduce a momentos muy puntuales. Por supuesto, Batman y Grendel acabarán cruzando sus caminos y combatiendo, aunque sólo en el clímax final. El foco se pone sobre las maquinaciones de Grendel y la forma en que éstas arrastran al resto de personajes.
Wagner se recrea en la contraposición de la naturaleza de ambos enmascarados para mostrar lo parecidos que son en el fondo: millonarios, aparentes playboys, obsesivos con tendencia a la autodestrucción, meticulosos, inteligentes, amantes del riesgo y la acción, incapaces de sustraerse a un desafío... Y ambos parecen igualmente inhumanos, fríos y distantes de las realidades emocionales cotidianas. La única diferencia entre ambos es que uno se ha endurecido por su sadismo y el otro arrastrado por su férrea determinación.
Como era de esperar, Wagner favorece en el argumento a su propio personaje por encima del héroe de Gotham. No sólo representa a Wayne exagerando su faceta de playboy pagado de sí mismo sino que su construcción de Batman es poco innovadora, optando por ceñirse a las líneas ya bien establecidas en la mitología del personaje. En cambio, Hunter Rose siempre va un paso por delante de su contrincante, hasta tal punto que no tiene inconveniente en revelar abiertamente cuándo y dónde cometerá el próximo crimen. Aunque Grendel supera a Batman como táctico, Wagner intenta equilibrar a ambos en el conflicto meramente físico narrado en la segunda parte y del que Batman sale mejor parado.
Resulta difícil dar una opinión sin conocer previamente a Grendel, pero dado que se supone que Batman pasa por ser el mejor detective del universo DC, el que Hunter Rose pueda batirle con tanta facilidad no parece muy creíble salvo que asumamos que esta aventura tiene lugar al comienzo de su carrera, cuando aún no acumulaba tanta experiencia. Peor aún que esto es que Wagner nos presente durante toda la historia a un Grendel psicópata, amoral, asesino e indiferente por completo al sufrimiento ajeno y al valor de la vida humana; y, de repente, en el clímax final, saque a relucir su corazoncito para retirarse honorablemente del campo de batalla con tal de no dañar a una niña.
Pero en realidad el corazón argumental y emocional de la narración no reside en los personajes titulares -como hemos dicho, poco humanos, casi arquetipos del Bien y el Mal-, sino que, en la mejor tradición del Spirit de Eisner, su enfrentamiento no es más que el telón de fondo sobre el que se desarrolla el drama de los personajes "secundarios", en este caso las dos mujeres que resultan atrapadas en el macabro juego de Grendel: Hillary Ferrington y Rachel King.
Rachel trabaja como directora del museo de arte en el que pretende robar Grendel; Hillary, su compañera de piso, es empleada de una editorial cuyo gerente quiere ganarse un contrato con el alter ego de Grendel, Hunter Rose; para ello, ordena a Hillary que acompañe a éste durante su estancia en la ciudad.
Rose empieza seduciendo a Hillary con el fin de acercarse a Rachel y acceder al museo. Ésta, a su vez, se relaciona socialmente con Bruce Wayne a través del patronazgo del millonario con esa institución. Grendel chantajea a Rachel con cierta información de su pasado que ni siquiera Hillary conoce. Las dos amigas verán puesta a prueba su amistad cuando despiertan los fantasmas del pasado y tendrán que habérselas con un mundo más hostil y violento de lo que nunca hubieran imaginado. Es, por tanto, un comic que utiliza el género superheróico para contar una historia de interés humano y, a diferencia de la mayoría, en este sentido consigue lo que pretende sin caer en el sentimentalismo.
Ello es gracias a la brillante caracterización de esos personajes femeninos. Wagner nos presenta a dos mujeres frescas y creíbles, tan opuestas como parecidas entre sí. Exteriormente, Rachel es profesional, fría, algo distante, temperamental y de modales y atuendo claramente conservadores. Hillary es desenfadada, extrovertida, extravagante en el vestir y con tendencia al caos. Pero en su interior -y ello es lo que en el fondo las une y las convierte en amigas- ambas se sienten solas, desean encontrar a un hombre que las haga vibrar y, sobre todo, guardan un secreto de sus respectivos pasados que las tortura.
Desde el punto de vista narrativo, la historia está contada desde cuatro puntos de vista diferentes, cada uno dominado por los textos de apoyo en los que se plasman los monólogos internos de los respectivos personajes. Por supuesto, tenemos la línea narrativa de Bruce Wayne y la de Hunter Rose alias Grendel. Pero también la de dos mujeres que se encuentran involuntariamente implicadas en la lucha entre los anteriores.
El estilo literario de Wagner es similar al que ya utilizaba en sus comics de Grendel, con narraciones subjetivas a cargo de todos los personajes. Rachel y Hillary expresan sus pensamientos como si fuera un diario personal. Sus preocupaciones pasan del trabajo, el vestido y el tiempo libre a evitar ser asesinadas por un homicida psicópata y ladrón de arte. Los pensamientos de Grendel son floridos y recargados, como corresponde a su alter-ego escritor. El de Batman, en cambio, se articula a base de declaraciones cortas, tajantes y analíticas, como las que podrían leerse en un informe policial.
Wagner es creativo con la presentación de esas diferentes perspectivas, utilizando la composición de página y la fragmentación de la acción en pequeñas viñetas-detalle que tratan de perfilar el tono emocional de la escena o del personaje o establecer las diferencias/similitudes entre las parejas de personajes (Batman/Grendel, Rachel/Hillary). Hay viñetas-página, series de planos-detalle, panorámicas, raccords, composiciones asimétricas...lo que a primera vista confiere a la obra un aspecto decididamente atrevido en relación a lo que suele predominar en el género.
Por desgracia, esa creatividad queda empañada por cierta confusión y descuido en varios aspectos de la ejecución. En primer lugar, el adoptar una composición que evita la narración lineal contribuye a complicar considerablemente la lectura más que a agilizarla. Y ello no tanto porque sea un recurso inválido, sino porque Wagner no lo utiliza correctamente, eligiendo ángulos o detalles cuyo significado es discutible. Además, existen fallos de bulto en la continuidad (los personajes cambian de indumentaria de una escena a otra sin nada que lo justifique) que obligan al lector a esforzarse en la lectura de forma innecesaria.
El dibujo de Matt Wagner denota claramente aquí la influencia de "Año Uno" de David Mazuchelli, influencia que ya se había podido ver en otra incursión del autor en el mito de Batman, "Rostros" (miniserie dentro de la colección “Leyendas de Batman”, publicada antes que “Batman/Grendel” aunque realizada posteriormente). Su simplificación del trazo y el énfasis en el contraste de masas de blanco y negro al estilo de Alex Toth o el ya mentado Mazzuchelli resulta incompleta al descuidar los contornos de las figuras sin criterio aparente para que sea el colorista Joe Matt quien termine de perfilarlas mediante el color. Como punto positivo, los fondos y localizaciones están realizados con estilo y viveza.
“Batman / Grendel: El Acertijo del Diablo" es un crossover decente -mucho mejor que su segunda y decepcionante parte- habida cuenta de los espantos que a menudo han engendrado estos cruces entre personajes. Wagner demuestra que Grendel podría llegar a ser un gran villano en la galería de enemigos de Batman pero, aunque se trata de una historia con cierta complejidad que se sigue con interés y que no se pliega a los convencionalismos gráficos del formato superheróico de la época, lo cierto es que no consigue dejar un impacto duradero en el recuerdo del lector. Quizá sea porque, a pesar de sus esfuerzos por descollar, no se aparta lo suficiente del melodrama propio del género.
Para aficionados al trabajo de Matt Wagner e incondicionales de Batman.
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