11 mar 2015

1999-ADIOS, CHUNKY RICE – Craig Thompson



Puede que hoy siga habiendo mucha gente ajena al mundo del comic que piense que cualquier tebeo poblado por “animalitos”, los llamados “funny animals”, ha de ser humorístico y/o infantil. Si se molesta en leerlo, puede que se encuentre con una gran sorpresa. Si Art Spiegelman utilizó en "Maus" ratones para reflexionar sobre los horrores del Holocausto y Reed Waller y Kate Worley narraron su folletín erótico "Omaha" con –entre otras especies- gatos, Craig Thompson recurre, en esta su primera obra larga, a un ratón y a una tortuga para ofrecernos una sentida fábula sobre el amor y la soledad, la pérdida, el anhelo, la nostalgia y la lealtad.



Chunky Rice, una tortuga, y Dandel, un ratón, son dos amigos inseparables. Pero un día, Chunky decide seguir el consejo de su camarada y buscar el lugar al que realmente pertenece. Solomon, su compañero de piso, le acompaña al muelle para que se embarque en el pequeño barco de su hermano, Charles. A pesar de la relación familiar que une a Charles y Solomon, el primero parece albergar bien poco cariño hacia el segundo por razones que más tarde se revelarán. Charles es un individuo detestable y amargado que se burla de los gustos musicales de Chunky, arroja al mar sus discos y se apropia del resto de objetos de valor de su escaso equipaje. Una vez en alta mar, Chunky conoce a los otros pasajeros: un par de siamesas unidas por el torso, Livonia y Ruth, cuya existencia se ve complicada por sus diferentes tamaños y horarios de vigilia; y una cocinera, Eleanor, a la que nunca le vemos el rostro.

Chunky ignora su destino y las razones últimas por las que ha emprendido el viaje, pero lo que resulta dolorosamente evidente es que, en ausencia de su amigo, Dandel no encuentra consuelo al vacío que ha quedado en su interior.

Estéticamente bello al tiempo que conceptualmente atrevido, este libro consiste básicamente en tres historias interconectadas: el viaje de Chunky; la toma de conciencia de Dandel de lo mucho que añora a su amigo; y el intento de Solomon por compensar su trauma infantil cuidando de su nueva mascota, un pajarillo enfermo llamado Merle. Cada fragmento está maravillosamente moldeado para que el lector conecte inmediatamente con los personajes y sus sentimientos: el acomplejado Solomon y sus aterradores recuerdos de niñez; la soledad de Chunky durante su periplo hacia una nueva vida; y los intentos de Dandel de expresar su pérdida lanzando al mar cientos de mensajes en botellas, cada uno idéntico y de una sola línea: “Te echo de menos”.

Es un cuento sobre la amistad, sobre lo importante que pueden ser los amigos –aunque sólo nos demos cuenta de ello cuando los perdemos-, del deseo de huir lejos y el sentimiento de vacío que dejamos en los que nos quieren. Trata también de los recuerdos del pasado que compartimos con nuestros seres cercanos y que marcan, para bien y para mal (los de Chunky y Dandel, los de Solomon y Charles), la vida de cada cual, del deseo que sentimos muchas veces por marchar lejos…

El lenguaje es engañosamente sencillo, tanto como el dibujo. Porque lo que el lector lee como
una obra fluida que cuenta una historia simple recurriendo a un trazo limpio y una composición de espacios generosos, es en realidad un complejo puzle compuesto de multitud de piezas cuidadosamente esculpidas para que encajen de tal forma que enmascaren la densidad emocional que subyace bajo la aparente desnudez formal.

Thompson utiliza la composición de página para ofrecer una multiplicidad de lecturas (vertical/horizontal, narrativa/descriptiva, dinámica/estática, sonora/muda), como aquella en la que Chunky se encuentra en el barco con las extrañas siamesas. En otros pasajes los raccords enfatizan la naturaleza etérea de la memoria y cómo algunos momentos se recuerdan como escenas “congeladas” en el tiempo y otros como puro movimiento. El autor se sirve con habilidad y precisión del lenguaje propio del comic para estirar o encoger el tiempo narrativo, abrir el foco o cerrarlo concentrando la atención en un único detalle significativo, hacer que las viñetas fluyan por la página y los personajes por las viñetas como el mar por el que navega Chunky Rice…

El diseño de los personajes, teñido de surrealismo, está reducido a sus líneas más simples: carecen de rasgos y expresiones más allá de lo básico, lo que ayuda a una identificación y empatía inmediata con unos sentimientos que, por otra parte, todo el mundo ha experimentado alguna vez: la incertidumbre de iniciar un nuevo camino en la vida; el ver marchar a los amigos o, al contrario, tener que dejarlos atrás. El que Thompson nunca aclare el género de Chunky y Dandel (¿son amigos? ¿novios?) añade a quien así lo quiera un nivel adicional de significado. En contraste con la idealización de los personajes, Thompson demuestra una mayor pericia en su dibujo al plasmar la majestad del turbulento mar en viñetas que tienden al barroquismo y la saturación.

“Adiós Chunky Rice” es un trabajo de lectura breve, pero tan sutil como para que una primera
y rápida revisión no sea suficiente para captar y entender la habilidad con la que Thompson teje esta historia atemporal plena de melancolía en la que apenas hay una escena que sirva de alivio emocional. Por ejemplo, antes de la separación de los dos amigos (o novios), ambos construyen todo un mundo de castillos de arena, metáfora de la fragilidad y lo efímero de los sueños y la amistad; a continuación, Dandel le cuenta a Chunky un cuento para dormir: la historia de los amantes malditos por antonomasia: Orfeo y Eurídice. Por ello, todo lo que sigue bien podría ser real o sólo un sueño, pero sea como fuere Chunky sigue los pasos de otro héroe mitológico, Odiseo-Ulises, cuando decide surcar los mares hacia lo desconocido.

El final parece demasiado abierto, pero quizá sea eso precisamente lo que Thompson quería transmitir: que la vida es un viaje y que en cada etapa tenemos que movernos hacia delante. Dandel no quiere abandonar su vida y seguir a Chunky. Decide, por tanto, quedarse atrás, pero no es capaz de superar esta nueva vida y se deprime. Hacia el final del libro, Chunky está en la proa del barco mirando hacia lo que está seguro será su nueva vida, pero la última viñeta –que no revelaré aquí- pone en duda que lo vaya a conseguir. ¿Hizo bien Chunky en marcharse o hubiera sido mejor quedarse con alguien que realmente le quería? Como apuntaba antes, esta es una novela gráfica engañosamente simple que esconde bajo su primera lectura múltiples capas de significado y muchas preguntas –que no sus respuestas- sobre las que reflexionar.

Una obra madura, innovadora y tan personal y magistral en su ejecución como universal en su mensaje. Para todo aquel amante de los comics poco convencionales y que alguna vez haya tenido que decir un “adiós” realmente sentido.

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